27 de abril de 2011

El nuevo disco de The Baseballs: Strings 'n' Stripes

Para mí, hablar de música es como levantarse de la cama en domingo: un reto cuya superación posiblemente no merece la pena. Podría comentar las letras del vinilo Espinete y sus amigos y todos nos reiríamos un rato (le gusta el mogollón, ¡drojas! ¡JAJAAJAJAAJ!), pero mi padre tiró el disco hace tiempo y a mí me da pereza buscarlo por ahí. Y lo peor es que cualquier cosa que no sea de por sí absurda o extravagante me supone un quebradero de cabeza. Por esa razón, creé la categoría de música en el blog: para obligarme a escribir sobre ella.

¿O era porque soy idiota? Sinceramente no me acuerdo.

Hay personas que piensan que saben hablar de música y, sin embargo, sus aportaciones a cualquier conversación acerca de la materia se reducirán a "Es un disco magnífico", "Qué temazos" o "Está a la altura de [Elemento de comparación que puede o no venir a cuento]".

Cuando tienes un blog, sucede algo parecido; pero además cometes faltas de ortografía y añades vídeos de YouTube. Yo estoy dentro de este grupo tan lamentable, así que una reseña breve es todo lo que se puede permitir mi cerebro.

¿Y qué toca hoy? El nuevo LP de The Baseballs, un terceto berlinés que hace versiones rockabilly de canciones de actualidad. Pero esto ya lo sabíais, ¿verdad?

La primera vez que oí mencionar Strings 'n' Stripes fue escuchando la radio de camino al trabajo. De no haber sido así, probablemente hubiera acabado comprándome el disco mucho más tarde. Como dentro de veinte o treinta años, quiero decir. Puede que yo viva en una cueva, pero, ¿qué clase de publicidad han recibido estos chicos? Entre poca y ninguna, ¿no?

El caso es que me enteré de la fecha de salida, me compré el disco y ahora por fin estoy en, ¿cómo se dice ahora?... ¿en la onda? Sí, en la onda. Eso. Soy guay.

Lo primero que me llama la atención de este LP es la introducción a cargo del DJ británico Scott Mills. Con independencia de que a este tipo solo lo conozcan en su casa a la hora de comer, siempre me quedo embobado cuando un disco comienza con un angloparlante de voz envidiable anunciándote el grupo que está a punto de sonar. Es tan de los años 50 que me entran ganas de tirar mi iPod y comprarme una vieja radio de madera.

De hecho, esa es, en general, la sensación que me produce escuchar este tipo de música. No la de tirar cosas que son demasiado caras para lo que realmente valen, sino la de darme un voltio por un pasado que solo conozco por haber visto muchas películas americanas. Si cierro los ojos, incluso puedo imaginarme a mí mismo sentado a la barra de un diner, bebiendo un batido de chocolate mientras sigo con el pie el ritmo de la gramola y persigo con la mirada el trasero de una camarera vestida de rosa chicle. No soy norteamericano, pero estoy tarado y viene a ser lo mismo.

El disco se abre con la alegre Candy Shop, una canción muy playera, como podéis comprobar por vosotros mismos viendo el vídeo oficial:


Y aquí, la original de 50 Cent:


Curiosamente hay menos posibilidades de que una persona con dos dedos de frente se vista como Curtis James Jackson III a que se peine como The Baseballs. En serio, ¿a qué viene ese abrigo de pieles? ¿Es que nadie piensa en los animales? Y me refiero a la clase de animales que podrían abrirte la cabeza por ir hecho un esperpento, no a los que colaboran activamente con la industria textil para el bien de las señoras peripuestas.

Pero me estoy desviando del tema principal. Hablemos de música: ¿Os habéis fijado en los bongós de la mujer que aparece a partir del 2:16 en el vídeo de 50 Cent? ¡Alucinantes!

¿Qué? Los bongós son instrumentos musicales.

La cuarta pista del disco es un cover del Hello de Martin Solveig (feat. Dragonette... ¿Un pokémon que canta?):


En este caso, sin embargo, prefiero la versión de Solveig:


Es cuestión de gustos.

En el resto del LP, encontramos versiones de canciones pop de intérpretes tan comerciales como la extravagante y talentosa Lady Gaga, Katy "Elmo jamás fue tan feliz" Perry, o la tonta esa que escribe su nombre con el símbolo del dólar: Ke$ha. En definitiva, se trata de ritmos juveniles y modernos empapados de sabor añejo. No garantizo que esta última frase no la haya copiado de otra página web.

Si no me confundo, la única letra original del disco es la de Hard Not To Cry, aunque os advierto que mi labor de investigación a este respecto se ha reducido a servirme unos Doritos Dippas y buscar carteles motivacionales graciosos en Internet. En cualquier caso, la canción es un poco lenta para mi gusto. La veo más para quinceañeras embobadas que para greasers gamberros. No creo que pudiera integrarme en ninguno de estos dos colectivos, pero al menos en el segundo jamás hablarían de Edward Cullen o Jacob con admiración.

Tras escuchar el álbum un par de veces, ya puedo decir que mis canciones favoritas son Candy Shop, Paparazzi, Coming Home, Tik Tok y Miami. Lo sé porque algunas de ellas me provocan involuntarias y horribles muecas en la boca y por momentos parece que esté poseído por el espíritu de Elvis Presley... si Elvis hubiera sufrido hemiespasmos faciales. No es agradable a la vista, pero es señal de que estoy disfrutando.

La edición deluxe contiene seis pistas adicionales, cinco de ellas grabadas en vivo, que tienen la peculiaridad de que uno puedo oír los gritos de apareamiento de cientos de fanáticas en celo. Nada a lo que yo no esté acostumbrado, dado el éxito arrollador de este blog.

Y aquí termina esta reseña. ¿Comentarios? ¿Sugerencias? ¿Demandas por daños cerebrales?

15 comentarios

  1. Justo a dado la casualidad que he puesto spotify cinco minutos antes y he visto "anda, disco nuevo de estos hippis". Tu análisis profundo justo antes de escucharlo, qué envidia me va a tener la gente a partir de ahora XD

    Qué decir de estos tipos...tiene su puntillo, sobre todo si haces fiesta de disfraces cincuentera (uhmmm creo que voy a organizar una XD) pero prefiero los originales.

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  2. Este es más un grupo de tías, no? ;)

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  3. @elmaestrodelfuego: Tengo que probar eso del Spotify algún día, porque sé de él nada y menos.

    @Anónimo: ¿Quieres decir "para" tías? Estoy de acuerdo. Pero es toda la conexión que puedo tener con mi lado femenino. Tengo una reputación que mantener.

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  4. LOL! Quizás no sepas hablar de música, pero el post te salió gracioso.

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  5. No hay de que preocuparse si no sabes hablar de música, yo tampoco sé comentar posts que tratan sobre música.

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  6. ¿Rockabilly? ¡¿En el siglo XXI?! ¡¡¡¿Berlinés?!!! ¡¿Qué clase de genio maligno piensa en semejante arma de tortura masiva?!

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  7. @Segun @The Wolfclaw: Gracias, supongo.

    @Tempus Frangit: Empiezo a pensar que este grupo no tiene la aceptación que yo me suponía...

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  8. LacraESECEFE29/4/11 14:50

    Voy a dejar esto aquí...
    http://www.google.com/search?tbm=isch&client=firefox-a&rls=org.mozilla%3Aes-ES%3Aofficial&hl=es&source=hp&biw=1024&bih=578&q=Chessika+Cartwright&gbv=2&aq=f&aqi=&aql=&oq=

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  9. Tiene sus fans y sus detractores como todo, los amantes de las rarezas como yo apreciamos cosas de ese tipo.

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  10. Siiiii... yo también me lo compré (guiño, guiño).
    Por cierto, hablando de música poco tradicional, ¿Para cuándo una entrada sobre Beatallica o los discos de versiones de El Jueves?

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  11. Soy el de arriba... me patinó el taclado a la hora de poner el nombre...
    No tengo nada que ver con los alemanes. Ni con su política de primer tercio del siglo XX ni con su pornograf... con su política. Definitivamente, nada que ver con su política

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  12. @LacraESECEFE: Genial, ahora hay una fiesta sorpresa en mis pantalones y yo tan ocupado.

    @Dsnazi: Menudo patinazo. Y sí, mejor no mezclarse con la pornogr... política. Sí, eso.

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  13. Para cuándo un artículo acerca de la carrera de Chessika Cartwright, Brushguy?

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  14. @D: No creo que fuera capaz de terminarlo. O de empezarlo, ya puestos.

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  15. prefiero la version de UMBRELLA

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