20 de octubre de 2011

El ciclo del hombre lobo, de Stephen King

Todo el mundo ha leído algún libro de Stephen King o al menos sabe quién es, ya sea por culturilla general o por los chistes que hacen a costa de él en series como Los Simpsons o Padre de familia. Sus editores le llaman "el maestro indiscutible de la narrativa de terror contemporánea". Yo no lo discuto, porque eso lleva tiempo y estoy deseando meterme en la cama; pero lo cierto es que cuando escribes tantos libros como Stephen King, es imposible que todos sean buenos.

Entre sus novelas, las hay que consiguen crear todo un microcosmos (It y La Torre Oscura son buenos ejemplos) y las hay que causan desasosiego (entre las más recientes, Duma Key); pero la vasta mayoría solo da cosica porque viene la foto de Stephen King en la contraportada.

En cualquier caso, está claro que este autor afincado en Maine domina el arte de crear imágenes evocadoras en un medio en el que dar canguelo depende de lo fértil que sea la imaginación del lector y de su credulidad. Para mí, por ejemplo, la idea de tener que leventarme para ir a trabajar cada día es mucho más espantosa que cualquier cuento sobre fantasmas. Y eso por no hablar de las terroríficas empanadas de atún de la máquina de vending. Yuk.

Dicho lo anterior, El ciclo del hombre lobo da tanto miedo como el tope de una puerta. El relato trata sobre un hombre lobo que rompe la pacífica (pero a veces oscura) existencia de los vecinos de un pueblecito de Maine, atacando en las noches de Luna llena. ¿Y quién mejor para hacer frente a la Bestia que un niño en silla de ruedas? Nadie. Por eso, en la adaptación cinematográfica, ese niño es Corey Haim.


Inicialmente, el texto se concibió para su publicación en un calendario ilustrado, pero King no se ajustó a la extensión que requería ese formato, y la idea terminó por desecharse. No obstante, la novela es bastante corta y sigue dividiéndose en doce capítulos, uno por cada mes del año.

Como nota curiosa, King se tomó algunas libertades con los ciclos lunares para hacer coincidir los ataques del hombre lobo con fechas significativas, como el Día de la Independencia, Halloween o Nochevieja. Vamos, que si ya os parecía malo pasar a solas San Valentín, ni os cuento si esa noche encima se os zampa un felpudo con patas.

La edición en español publicada por DeBols!llo tiene una portada más genérica que la que he elegido para adornar esta reseña, pero al menos incluye las ilustraciones originales de Bernie Wrightson, tanto los dibujos a color, como los grabados en blanco y negro. En este sentido, doy mi más sincera enhorabuena a la editorial por la brillante idea de incluir los dibujos de Wrightson justo a mitad de libro, porque, de otra manera, no hubieran conseguido chafarme el final. Gracias, cabrones.

En resumidas cuentas, El ciclo del hombre lobo es una novela lo suficientemente corta y amena para matar el rato en el aeropuerto cuando uno se ha cansado de reírse de los extranjeros que visten raro, o de mirarle el escote a la guiri de turno; pero no lo bastante buena como para dedicarle un artículo más largo.

1 comentario

  1. Desde mi punto de vista es malo, ni por ser corto se salva.

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