18 de junio de 2012

Superman: La caída de Camelot

Puede que penséis que no me pega escribir una reseña de un volumen recopilatorio de Superman de publicación tan reciente. Probablemente algún número de la Edad de Oro de esos en los que Superman utiliza su súper fuerza para imprimir pancartas anticomunistas, o Lois Lane abandona su carrera de periodista para liderar una manada de leopardos, se ajustaría más la tónica de mis reseñas que La caída de Camelot.

Sin embargo, el hecho de haber tenido este tomo tirado encima de la mesa dos semanas, sirviendo de reposapiés, pisapapeles y tema estúpido de conversación para las visitas, ha acabado por metérmelo en la cabeza hasta el punto de tener que escribir algo sobre él para poder olvidarlo.

Quizá debería haberme limitado a guardarlo en la estantería, pero estoy muy ocupado y he bebido demasiados cosmopolitan de melón como para preocuparme por un cómic acumulando polvo sobre la mesa. Además, que el cosmopolitan de melón comparta el color de la kryptonita no puede ser casualidad; debe de tratarse de una señal de alguna deidad oscura de nombre impronunciable para que escriba todo esto. ¿Quién sabe?, quizá con ello esté evitando un cataclismo de dimensiones bíblicas. Y confieso que también quería poner mi granito de arena para que cuando uno escriba "Superman caída de" en Google, la siguiente palabra que sugiera el buscador no sea "caballo".

Antes de comenzar con la parte coherente de la entrada, debo decir que nunca he sido un lector asiduo de DC. Quitando algunos Superman de John Byrne y unos pocos tomos imprescindibles de Batman (todo lo imprescindible que puede ser Batman & Drácula), mi conocimiento sobre el universo de DC se reduce a las películas protagonizadas por los buques insignia de la editorial, la horrorosa teleserie de Flash de 1990 y el piloto jamás emitido de Wonder Woman de 2011, lo que supone que no reconozca ni a un 15% de los tipos con disfraces ridículos que aparecen en este volumen. La única razón por la que sé quién es Power Girl es por las numerosas fotos de cosplayers cerdillas que hay en la red. Al menos en mi caso, esa ignorancia le resta enteros a la lectura, porque lo que para un fan de DC es un personaje importante o un cameo inesperado, para mí es solo otro tío fachoso metido con calzador que a saber de qué dimensión, tiempo o planeta ha salido.

Un montón de tíos fachosos.

Empezando por la faceta artística, el cómic entra por los ojos gracias a los lápices del gaditano Carlos Pacheco, del que me confieso seguidor incondicional desde que leí su etapa a bordo de Los 4 Fantásticos en Marvel, y se mantiene a un nivel excelente durante todo el volumen, a pesar de algún ligero cambio de estilo cuando su compañero Jesús Merino se aburre y le da por salirse de las labores de entintado.

Normalmente, si una historieta está bien dibujada, incluso puedo disculpar que el guión sea flojo; pero, por suerte, este no es el caso de La caída de Camelot, cuyo segundo punto fuerte es precisamente el argumento que nos propone Kurt Busiek: Arión de Atlantis, gran hechicero y fucker del París de finales del siglo XVII (nos lo presentan espatarrado en la cama y acompañado de dos macizorras en cueros tras lo que parece haber sido una noche memorable), tiene un sueño premonitorio en el que las heroicidades de Superman y otros inmigrantes ilegales del espacio profundo acaban por provocar el fin de la humanidad. ¿Cómo sucede esto? Bueno, Arión se lo explica con bastante claridad a nuestro héroe:

"No podéis erradicar la oscuridad venidera. Solo la retrasáis y cuando más tiempo lo hacéis más crece su poder, su fuerza... volviéndose más potente y siniestra. Y, cuando por fin se abra paso, no caeréis solo vosotros. Habrá acumulado tal fuerza devastadora que podrá destruir a toda la humanidad, para siempre".

Tal y como yo lo veo, es como cuando tu novia decide avisarte con media hora de antelación de que va a presentarse en tu casa y, casualmente, ese es el día en el que la tienes hecha un verdadero asco, con montañas de ropa sucia que no podrías coronar ni con la ayuda de sherpas tibetanos y desfiles de pelusas por los pasillos. Tú haces lo posible por esconder toda la mierda en algún armario, y al principio, todo va sobre ruedas; pero cuando te despistas un instante y ella abre el dichoso armario..., "fuerza devastadora" se convierte en un eufemismo.

Hoy, en ¿Quién viste peor?...

El caso es que si las visiones de Arión son ciertas, Superman se enfrenta a un terrible dilema: o bien se vuelve un poco pasota y permite que ocurra algún desastrillo que otro de vez en cuando, o bien sigue haciéndose el héroe y condena a la especie humana a la extinción.

Yo sé lo que haría Spock en una situación así, pero, ¿y Superman?

El conflicto planteado es interesante y, al mismo tiempo, esencial para que el cómic funcione. Con los años, el héroe creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en 1932 ha pasado de pegar brincos por encima de los edificios a arrastrar largas cadenas de planetas por el universo, sostener un agujero negro en las manos y volar casi tan rápido como para alcanzar el Cielo y tomarse unas cañas con Dios, así que proponer retos convincentes a estas alturas es una pesadilla para cualquier guionista. Los mamporros y las pruebas de fuerza tienen que estar presentes, porque Superman no puede ser tan aburrido como la protagonista de una novela de Jane Austen; pero un héroe invulnerable e invencible, al que uno jamás espera ver besando la lona, solo es realmente entretenido cuando se le presentan dificultades que no puede resolver de un guantazo. Este es el mayor acierto de La caída de Camelot.

Lois debería pedir que le devolvieran el dinero de la peluquería.

La segunda idea interesante que plantea Busiek, aunque no profundiza en ella, se nos muestra cuando la gente cree por error que Arión está controlando a Superman, ya que los kryptonianos son vulnerables a la magia. No sé si este punto débil tiene más o menos sentido que su alergia a las rocas verdes radiactivas de la otra punta del universo, pero es así.

De este modo, en cuanto se vislumbra una pequeña posibilidad de que el mayor héroe de la Tierra sea una marioneta en manos de un titiritero malvado, un grupo militar especialmente preparado para detener a Superman se le echa encima con su equipo de contención multimillonario y, al poco rato, también entra en escena la Liga de la Justicia para frenarle los pies.

La gente admira a Superman y se mata por ser su amiga en Facebook, pero lo cierto es que incluso sus aliados más cercanos se andan con mucho ojo con él, porque son conscientes del peligro que representaría su buen amigo si algún día se levantase con el pie izquierdo, o la máquina de refrescos no le devolviera el cambio y a él le diese un pronto. Todos tenemos días malos, pero, a diferencia de Superman, ninguno de nosotros va a cargarse un edificio por escapársele un estornudo.

Y solo han dedicado tres días a ensayar la pose de grupo.

El otro motivo por el que este cómic merece la pena es la inesperada y jamás explicada aparición del hijo adoptivo de Superman y Lois, que sirve para alinear la colección con la entonces contemporánea Superman Returns, repitiendo uno de los mayores aciertos de la película de Bryan Singer, quizás la mejor película de superhéroes rodada hasta la fecha.

Y si os habéis tragado el último párrafo, lo siento, pero sois un poco ingenuos. Lo del niño es una mierda pinchada en un palo y Superman Returns es infumable. El otro motivo al que quería referirme son las visiones de Arión sobre un futuro postapocalíptico, porque aquí es donde más brillan los lapiceros de Pacheco, que dibuja escenarios grandiosos, batallas multitudinarias y a un Superman desatado recién salido del núcleo del planeta.

Excepto la primera peli de la trilogía de Mad Max, que es un rollo, lo postapocalíptico mola.

Como dirían en La hora de Ving Rhames, Superman se alza.

Sin embargo, la verdadera razón por la que compré este cómic no radica en su fantástica premisa ni en el renombre de sus autores, sino en una sola viñeta que vi al hojearlo en la tienda. No soy una persona impresionable, pero os estoy hablando de una viñeta en la que Superman le calza una hostia de campeonato a Cthulhu.

Básicamente esto es lo que opino de Lovecraft.

La verdad es que al leer el cómic, me decepcionó bastante descubrir que ese no era Cthulhu, sino el propio Arión transformado en la cosa más fea y con mayor número de apéndices "escuajeringables" que podía ocurrírsele. Pero este detalle carece de importancia desde el momento y hora en que el dibujo capta tu atención. Nada más verlo quise conocer la historia que conducía a este impactante desenlace.

¿Por qué estaba Superman utilizando "al que espera soñando" como un saco de boxeo? ¿Se había metido Cthulhu con la colorida forma de vestir del kryptoniano? ¿Le había tirado los trastos a Lois Lane y metido sus tentáculos donde no debía? Necesitaba desentrañar este misterio.

Ahora bien, si me preguntáis si merece la pena pagar casi 25 euros para llegar hasta esta pelea, os responderé que no.

De hecho, a medida que leía, estaba más interesado en saber qué habría sido de Krypto que en cómo terminaría el cómic, y es que, según nos cuentan en una viñeta suelta que no guarda ninguna relación con la trama principal, el perro de Superman lleva un año desaparecido. Por lo poco que sé, ahora mismo podría estar encerrado en una perrera para súper mascotas de algún planeta perdido en el universo; y esto me da tanta pena como a la chica amante de los gatos no poder abrazar a todos los gatos del mundo. Que yo no sea capaz de mantener con vida unos peces de colores más de dos días o que mis camarones se entregaran al canibalismo no significa que no me gusten los animales.

En resumen, La caída de Camelot comienza bien y expone algunas ideas interesantes, pero no consigue mantener el nivel de un All-Star Superman o un Four Seasons, y después de que Arión comparta sus visiones con Superman a eso de la mitad del volumen, da la impresión de que el cómic se alarga innecesariamente.

Aun así, creo que quedará realmente bien en la estantería.

11 comentarios

  1. Mal por el cómic pero supongo que de eso está lleno el mundo de los tebeos, comienzos prometedores y finales flojos. Tanto pedo para cagar aguado.

    Normalmente, si una historia está bien dibujada, incluso puedo disculpar que el guión sea flojo; [...]
    ¿Cuántas historias habré disculpado por un argumento similar? Y es que desde hace un tiempo solamente compro por calidad de dibujo, por historia gastaría hasta que alguien de confianza lo recomiende.

    Y sí, creo firmemente que a Lois la han rapado y el salón para disculparse le ha dado una peluca.

    Impresionante el video de la chica amante de los gatos pero lo que más me preocupa es... ¿cómo llegó a ese video?

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  2. Superman llega muchos años de capa caída (nunca mejor dicho) y ha sido un personaje totalmente plano al que el paso de los años no le ha hecho ningún favor pues, qué tiene de interesante un tipo que vuela más rápido que nadie, es invulnerable y la cosa más fuerte que ha pisado el planeta tierra pues no tiene mucho juego que darle, salvo matarle (todo un gran acierto de Roger Stern en los 90) o poseerle (para gran acojone del resto del gremio superheróico), pero 80 años de comic con un personaje tan soso pasan factura, de ahí que no enganche.

    Mi pésame para el autor por tener que tragarse semejante bodrio pese a los dibujos de Carlos Pacheco.

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    1. Para nada de acuerdo contigo. Superman no es un personaje plano y por supuesto que es interesante, tan interesante que ha sido capaz de tener millones de fans en todo el mundo. No entiendo ese odio reprimido que algunos le tienen a este personaje, no tiene sentido.

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    2. Te confundes. Roger Stern escribió la novelizaciób de la muerte de Superman, pero no participó en los cómics.

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  3. UN comic del supers, estamos cada dia mas cerca de la review del crossover con los masters.

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  4. LacraESECEFE: Mi hermano me enseñó el vídeo este fin de semana. La versión musical es la monda.

    Doctor Müller: Seguir la colección tiene que ser insufrible. Hay un límite para todo, y cuando Superman regresó de la muerte con melena fue el acabose.

    Vladek: Está en la lista. La eterna lista.

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  5. Sólo tengo una cosa que decir:

    Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn

    (Que en cristiano significa: "¿Superman le calza a Cthulhu y no es ¡¡¡EPICO!!! ? Pues vaya caca de comic")

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  6. Y como tengo un momento lovecraftiano francamanete absurdo... ¡Ladies and gentlemen, con ustedes las aventuras del pqueño Cthulhu! http://www.youtube.com/watch?v=eUJ5fyitr5E

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  7. Pero si ese es el Dr. Zoidberg... que timo...

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  8. Descastado24/6/12 00:26

    Superman procreando... siempre me viene a la mente el diálogo de Mallrats:

    "Brody: Lois no podría nunca tener un hijo de Superan, ¿crees que sus trompas de falópio aguantarían su esperma? Seguro que cuando se corre es como un tiro atravesando su espalda, y su útero, ¿aguantaría?

    JT: Claro, ¿Por qué no?

    Brody: Es un extraterrestre, su anatomía criptoniana se fortalece con la luz del sol, si Lois tomase el Sol, el niño podría romperle la barriga. Sólo el útero de Wonder Woman es lo suficientemente fuerte como para llevar a su hijo. Únicamente podría follar con chicas normales usando un condón de criptonita, pero eso le mataría."


    Saludetes

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  9. Si tomamos la interpretación de Byrne de Superman, éste consiguió sus poderes tras años de exposición a la luz solar acumulándola en sus células que actuaban de batería por lo que no empezó manifestarlos hasta la adolescencia (como en Smallville) por lo que el cuerpo de Lois podría soportar un embarazo kriptoniano.

    El problema está en que Superman es un extraterrestre que por pura casualidad parece humano por lo que no podría tener hijos con él. Cosa que si podría Wonderwoman dada su naturaleza cuasidivina.

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