31 de enero de 2013

Django desencadenado (2012)

Sé que suelo escribir críticas lo bastante largas como para que os dé tiempo no solo a terminaros el desayuno, sino a diseñar un nuevo modelo económico mundial mientras las leéis, pero esta no será una de esas ocasiones. Tampoco será una crítica tan breve como un tweet, aunque podría serlo. La versión corta es que a pesar de que en el cine tuve a un mongoloide a dos butacas de distancia riéndose como un subnormal cada cinco segundos, me dejé llevar por la experiencia y me lo pasé como un enano. Reí, me entusiasmé y, al final de la película, incluso aplaudí.

Miento. En el cine nunca aplaudo. Sería un desperdicio de energía. ¿A quién iría dirigido ese aplauso?, ¿a la pantalla, un ser inanimado?, ¿al proyeccionista, que ni estará ahí? No.

Lo que más me sorprende es que Django desencadenado me gustase incluso después de haber entrado en la sala del cine casi sobrio y con unas expectativas altísimas, porque, como bien sabéis, las expectativas, como las liendres, cuanto más grandes, más miedo dan. Sin embargo, desde el día en que Quentin Tarantino anunció que su próxima cinta sería un western, he estado sin cagar de la emoción. Esto último es estrictamente cierto. Podéis buscarme en el libro Guinness de los récords. Salgo en uno de los apéndices.

Pero tampoco me malinterpretéis. No creo que Tarantino convierta en oro todo lo que toca. Dentro de lo bien rodadas que están y aunque no me disgustan en absoluto, Jackie Brown y Malditos bastardos se me hacen largas. Sin embargo, sigo sin poner en duda que este cabezabuque oriundo de Knoxville sea un gran cineasta y aun mayor cinéfilo, y si algo se le da bien aparte de parecerse a un tumor grotesco, es reflejar los caracteres troncales de un género cinematográfico al tiempo que les aporta un toque personal. Hay quienes dicen que Tarantino se limita a homenajear o copiar películas antiguas y que se ha convertido en un maestro del refrito, pero la ignorancia es el pan nuestro de cada día, y lo cierto es que Tarantino experimenta y juega con el cine y casi siempre obtiene excelentes resultados. Este es uno de esos casos.

28 de enero de 2013

He-Man and the Masters of the Universe #3 - Blood Tide

Hace un rato me preguntaba, estando aquí mismo sentado, en el sofá de siempre, con la mirada puesta más allá de la pantalla del ordenador, con qué frase podría empezar esta nueva entrada sobre los Masters del Universo, la enésima que he escrito; y me decía a mí mismo, poco inspirado: "Debe ser algo interesante, algo tan sugestivo que capte la atención del más atontado e indiferente de los individuos, algo que infunda curiosidad e interés desde el mismo momento en que los ojos se posen sobre ello, algo como...". Y hasta aquí llegó el hilo de mis pensamientos, que se vieron bruscamente interrumpidos por una llamada de teléfono.

"¿Está Eulalia?". "No, señora, se ha equivocado". "Ah, usted perdone".

Cuando regresé a mi habitación, ya se me había ocurrido una idea. Me senté en la silla, coloqué los dedos sobre el teclado y empecé a escribir. Al llegar a la quinta línea de texto, me detuve y leí. Aquello era, de principio a fin, lo más estúpido que había escrito en los últimos cinco años.

Seleccioné todo el texto con el ratón y pulsé la tecla "suprimir". Lo intenté una vez más, desde cero.

Tres o cuatro minutos después volvía a estar en punto muerto. Dejé que mi cabeza cayera pesadamente sobre la mesa. El golpe no me hizo sentir mucho mejor. De reojo, consulté la hora en la esquina inferior derecha de la pantalla. 23.34. Aún podía hacerlo.

24 de enero de 2013

El Coche Fantástico: Maniobras mortales

Tengo la primera temporada en DVD de El Coche Fantástico sobre la mesa del salón y eso solo puede significar dos cosas: un estúpido compromiso anual al que he faltado conscientemente y la horrible sensación de que no he llegado todo lo lejos que podía en mi vida. Probablemente debería haberme marchado al extranjero y abrir un restaurante de comida española como tapadera para blanquear dinero proveniente de las drogas.

En ion litio, vimos a Michael y a KITT entrando por primera vez en acción en el episodio piloto, asistimos a sus enfrentamientos contra Goliath y KARR, e incluso presenciamos el asesinato de la primera y única esposa de Michael en el que debió haber sido el último episodio de la serie (pero no lo fue).

¿Qué nos queda entonces por ver? Pues no me he detenido a pensarlo, así que recapitularé el segundo episodio y me quedaré tan ancho. Os ánimo a hacer sugerencias en los comentarios para futuras entregas.

21 de enero de 2013

Masters of the Universe #7 - Trap Jaw

Guau. Por fin DC ha publicado un número de Masters del Universo que parece un cómic de verdad, una historieta sencilla y corta que el guionista Kyle Higgins aprovecha para rellenar algunos de los huecos que dejaron los números anteriores y dotar de continuidad a una saga en la que este elemento brillaba por su ausencia.

No es que no me gustasen los números únicos, pero ahora hay algunos elementos difusos de la historia que empiezan a cobrar sentido. Ahora sé cuál es mi propósito en el gran plan del Universo. Ahora sé qué es lo que pretendía el Monstruo de Espagueti Volador cuando creó el cosmos eones atrás. ¡Todo el conocimiento está a mi alcance!

Bueno, tal vez esté exagerando un poco.

Pero el guión es bastante bueno para lo simple que es, y el estilo de dibujo de Mike S. Miller, con magníficos colores de Tony Aviña, es de los más acertados que ha habido hasta la fecha.

Creo que puedo conformarme con esto.

17 de enero de 2013

The Amazing Spider-Man #700

No sigo ninguna colección de Marvel desde hace bastante tiempo. Suelo comprarme cómics todos los meses, pero en general acabo eligiendo tomos recopilatorios de tebeos de los años setenta y ochenta, porque son los que leí de crío y me resultan más fáciles de seguir. (La última vez que me compré un tomo reciente de La Patrulla-X, no reconocí ni a la mitad de los alumnos de la escuela de Xavier. ¿Y desde cuándo se tira Cíclope a Emma Frost?)

Lo más lejos que he llegado con una colección de Marvel ha sido con Spider-Man, que seguí desde 2002 hasta finales de 2006, desde el número 1 al 55 de las series Spider-Man: El hombre araña de Fórum y Spiderman de Panini, correspondiéndose el número 55 con el número 524 de la publicación americana. Esto quiere decir que llegué más o menos hasta el punto en que Spidey se incorporaba a los Vengadores. Lo que le ha sucedido desde entonces solo lo sé de oídas.

Sin embargo, he estado bastante atento al relanzamiento de las colecciones de Marvel bajo el sello Marvel NOW!, y sentía curiosidad por ver qué hacía la Casa de las Ideas con Spider-Man, porque siempre ha sido mi superhéroe americano favorito. Además, con el The Amazing Spider-Man #700, que se publicó el pasado 26 de diciembre, se cerraba una etapa de más de cincuenta años y supuse que sería un buen momento para retomar mi relación con el Trepamuros. El guión lo firma Dan Slott, del que no recuerdo haber leído nada antes, y los dibujos son obra del mexicano Humberto Ramos, cuyo estilo, me alegra decir, ha mejorado una barbaridad en los últimos cinco años.

El número tiene unas 100 páginas, pero solo la mitad están dedicadas a la historieta que hoy nos ocupa y el resto es morralla que voy a ignorar. ¿Queréis que os destripe el cómic? Seguid leyendo.

14 de enero de 2013

Ganadores del concurso de Star Wars


Ya está, se acabó el tiempo para enviar vuestras propuestas al concurso con peor índice de participación de la historia. Dos premios y solo cinco participantes, y además uno de ellos ha escrito más de 200 palabras, obligándome a descalificarlo. Mal, Critical +, mal. Tu historia era una seria competidora al primer puesto y estaba muy bien escrita, pero si no acato las reglas, matarán a toda mi familia, y no te haces a la idea de lo que cuesta hoy en día un entierro decente. Además, aunque yo hiciera la vista gorda, ¿la harían los demás participantes? No lo creo. Si saben escribir, probablemente sepan contar.

La experiencia me ha demostrado que elegir ganadores es mucho más difícil cuantos menos participantes hay, porque desilusionar a un montón de gente es fácil, pero desilusionar a quien pones metafóricamente cara es muy puñetero. Por suerte, desde que cambié mi alma por un paquete de Donettes, ni siento ni padezco.

A continuación, mi peluche de la rana Gustavo y yo declaramos a los ganadores.

10 de enero de 2013

El hobbit: Un viaje inesperado (2012)

La primera parte de la futura trilogía cinematográfica basada en la novela El hobbit de J.R.R. Tolkien lleva ya tres semanas en cartelera y en ese tiempo ha recaudado casi 830 millones de dólares. Esto es bueno. Sin embargo, también ha soliviantado a una considerable cantidad de haters en Internet. Esto es malo. Y es malo no porque haya personas a las que no les guste la película, ¡faltaría más!, sino porque demuestra que hay mucha gente predispuesta a proclamar a los cuatro vientos que algo es una inmundicia execrable solo porque otros lo dicen.

Cuando yo era un chaval creo que lo teníamos más fácil para formarnos una opinión por nuestra propia cuenta. En particular, tratándose de cine no existía la superabundancia de información que existe ahora. Veías uno o dos tráileres, un par de amigos te contaban de qué iba la peli inventándose la mitad, ojeabas alguna crítica en el periódico, y por fin veías la película y decidías qué te había parecido. El mayor desafío era ser el primero en romper el silencio al salir de la sala, porque ahí sí que te exponías a ser el raro del grupo. A mí me gustó Tortugas Ninja III.

Ahora con tanto Internet y tanta red social, como seas uno de esos tipos que siguen a la masa allá donde vaya, ni siquiera te molestas en pensar por ti mismo. Repasas tu cronología de Twitter, lees dos o tres comentarios en tus sitios web de referencia y te sientas en la butaca sabiendo de antemano si la película te va a gustar o no. Si diez personas afirman que una peli es una mierda, cien estarán convencidas de que lo es antes siquiera de haberla visto.

7 de enero de 2013

Concurso navideño: ¡Cómics de Star Wars!


Concurso navideño... sí. O más bien que no se me ocurría cómo encajar esta promoción en el especial de Navidad del blog, porque lo cierto es que podría colgar los cómics de los que voy a hablaros de las ramas de un abeto o meterlos en un roscón de Reyes y esta entrada seguiría sin ser tener ni un ápice de navideña.

Pero eso no importa, porque Planeta DeAgostini y Altaya me han hecho el único regalo que he recibido estas fiestas sin contar con una lata de tomate frito y dos hermosas naranjas: el primer número de una nueva recopilación de cómics de La guerra de las galaxias. Lo que ellos no saben y debéis guardarme en secreto es que lo hubiera comprado y comentado igualmente, aunque no me lo hubieran pedido. ¿Por qué? ¡Porque es La guerra de las galaxias, por eso!

¿He mencionado ya que aún conservo la primera edición del número 1 de Guerras Estelares publicado por Mundi Cómics? ¿Y que tengo un principio de síndrome de Diógenes? Idlo meditando.

3 de enero de 2013

Reyes de 1990


Hará cosa de un año, mi hermano pasó a DVD todas las cintas caseras que grabó mi padre antes de que cumpliésemos esa edad en la que un niño empieza a dejar de comportarse como un chimpancé. No lo digo desde la nostalgia, porque sentarme con mi familia a ver de nuevo esas cintas es una experiencia tan agradable como que te metan astillas empapadas de aceite bajo las uñas y luego les prendan fuego.

Muchos recordamos la infancia con cariño, pero no siempre lo hacemos pensando en cómo éramos o nos percibían los demás. Yo, gracias a todos estos vídeos, no puedo negar la realidad. Y parte de esa realidad es que no soporto verme de crío en vídeo, y menos si me acompaña alguien con quien no tenga total confianza y sea propenso a de juzgarme en retrospectiva.

En particular, con siete años de edad era un crío absolutamente insufrible. Egoísta, chillón, latoso y una auténtica attention whore. No obstante, y a falta de mejores ideas con las que ir clausurando este especial navideño, me he inclinado por repasar una cinta en la que se ven los regalos que recibí el día de Reyes de 1990. Porque es una experiencia humillante para mí, pero espero que divertida para el resto. Además, hay cosas peores que el escarnio público, como los campos de concentración soviéticos o una película de sobremesa de domingo.