En los cómics, el concepto de
crossover atrae a los aficionados como la luz a las polillas, y en ambos casos corre uno el peligro de quemarse y acabar así: (@_@), on en el peor de los casos, así: X_X. Este cruce publicado en 2013 entre los superhéroes del Universo DC y los Masters del Universo es uno de los cómics más anodinos, absurdos, gratuitos y decepcionantes que he leído en mi vida. Y he leído cada
bodrio que es para replantearse si me mataría a mí mismo en caso de retroceder en el tiempo.
En una serie limitada de seis números, lo mínimo que exijo es consistencia en el desarrollo y en el equipo creativo. Esta es una historia que debería estar más que definida desde la primera hasta la última viñeta y, sin embargo, va dando tumbos. En algunos números, la trama apenas avanza, y en otros, todo sucede muy rápido. Y es que no hay más que ver el número de diferentes autores que han pasado por sus páginas para descubrir la falta absoluta de planificación y dedicación al proyecto. ¿Cómo puede ser que la miniserie cambie de guionista a partir del tercer número, recupere a medio fuelle al guionista original en el último número, y que en total participen tres dibujantes distintos, cada uno con su propio estilo? Es la crónica de un desastre anunciado.
El resultado es tan malo que no solo es imposible que la editorial consiga que los seguidores del Universo DC compren los cómics de los Masters y viceversa, sino que lo más probable es que logre que ninguno quiera leer ninguna de las dos colecciones nunca más.
Para colmo de males, aunque por su propia naturaleza esta miniserie debería haber estado fuera de la continuidad de la colección principal, el guionista Keith Giffen, artífice en gran parte del renacimiento de los Masters en las viñetas, opta por resolver aquí varios de los puntos que quedaron pendientes al
final de la miniserie de lanzamiento. No se me ocurre peor lugar para atar cabos que en medio de un cómic cuyo
leitmotiv es el
fanservice.
Hecho este aviso a navegantes, empecemos a recapitular.