25 de mayo de 2015

Mad Max: Furia en la carretera (2015)


Mad Max: Salvajes de autopista es una de las películas post-apocalípticas más soporíferas que he visto en mi vida, más incluso que Odisea en el tiempo, que ostenta el dudoso honor de haberme mantenido 91 minutos en coma sin necesidad de sedantes. Mad Max II: El guerrero de la carretera es un filme superior al anterior por su estilo visual único, de indudable influencia en la cultura macarrilla de los años ochenta, y aunque su ritmo es lento, me parece hasta soportable, quizá porque los parajes desérticos resaltan su aspecto de spaghetti western y este es un subgénero que me encanta. Por último, Mad Max, más allá de la Cúpula del Trueno sumó al reparto a una Tina Turner on fire cantando We Dont' Need Another Hero con unas pintas de lo más extravagantes, lo que supongo que suma algún punto.

Por lo tanto, pese a todas las virtudes que le atribuyen sus fans (y con razón, ojo), podría decirse que la trilogía de Mad Max no se cuenta entre mis trilogías cinematográficas favoritas, sino más bien en el grupo de denostadas, y suspiro con pesar cada vez que veo la edición libro sobresaliendo de mi estantería como un quiste.

En la película original, dirigida y escrita por George Miller con el tono propio de la serie B y protagonizada por un yogurín Mel Gibson, Australia es un continente post-apocalíptico en el que escasean las fuentes de energía, no hay rastro de canguros ni de Cocodrilo Dundee, y reina el caos. Bandas de moteros chalados con un retorcido sentido del humor aterrorizan a la poca gente de bien que queda, y un pequeño cuerpo de policía representa la última esperanza de traer el orden y la justicia a este mundo descalabrado. Max Rockatansky es uno de esos policías y cuando su mujer e hijo se convierten en moldes para ruedas de neumáticos, una única meta se graba a fuego en su cabeza: vengar a su familia. Y después de vengarla, va el tío y protagoniza dos secuelas, porque Max tenía tirón. Y, según parece, aún lo tiene, o los estudios nunca hubieran dejado regresar a George Miller para dirigir, escribir y producir una cuarta parte, a la vez secuela, reboot, remake y no sé yo si spin-off.

La versión resumida de mi crítica es que la película me ha flipado, pero como no sé si se sigue diciendo "flipar", entraré al detalle para trasladaros mis impresiones todo lo fidedignamente que pueda y sin destriparos nada.

18 de mayo de 2015

Juego de Tronos: Gorrión Supremo

¡Hola a todos! Bienvenidos a eltipodelabrocha.com, el blog que dedica casi tres meses al año a Juego de Tronos y apenas puede permitirse publicar otros artículos entre un episodio y otro, arriesgándose a perder a cualquier lector al que la serie de HBO le importe un pimiento choricero. Espero que al menos los fans de la saga estéis disfrutando de este largo viaje. Me fiaría de las estadísticas, pero ¿quién es el tonto que se fía de las estadísticas? Las estadísticas se usan para lo mismo que un borracho usa una farola: para sostenerse, no para arrojar luz sobre un asunto.

Mi nombre es el Tipo de la Brocha y una semana más estamos aquí para recapitular y analizar otro episodio de Juego de Tronos. A mi izquierda se sienta una marioneta de la rana Gustavo, y a mi derecha... tengo una pared con una mancha de humedad.

Los tres esperamos leer vuestros comentarios acerca del episodio cuando acabéis de leer esta entrada, o incluso antes, si os da pereza terminarla. Os esperaremos impacientes.

11 de mayo de 2015

Juego de Tronos: La Casa de Negro y Blanco

¿Sabéis en qué es lo primero que pienso cuando veo los colores blanco y negro el uno junto al otro? Pues aunque por la cabeza se me pasan montones de cosas, desde la representación gráfica del ying y el yang (y eso que de chino taoísta solo tengo la virtud de plantar pinos) hasta la Mancha, aquel villano patético de Spider-Man que Al Milgrom y Herb Trimpe se sacaron de la chistera durante la etapa del traje negro, lo primero, primerísimo en lo que pienso es en el Othello, el juego de mesa al que sin duda más partidas he jugado en mi vida, incluso más que a la oca o al parchís. Porque es un juego que me encanta.

De pequeño, incluso la caja de nuestro ejemplar me fascinaba. En ella salía un chino con bigotes y kimono sentado en una silla de bambú delante del tablero, esperando pacientemente tu próximo movimiento, y tras él, apoyada en el respaldo del asiento, una señorita vestida de rojo que probablemente cobrase por horas. Othello era mi juego de mesa favorito y nadie que viniera a casa se libraba de jugar conmigo. Me convertí en un experto por pura machaconería. Las instrucciones dicen que es un juego "que se aprende en un minuto y una vida en dominar", pero a los doce años yo ya ganaba a niños cinco años más pequeños que yo y a amigos que era la primera vez que jugaban y a los que explicaba las reglas sobre la marcha. Supongo que esto explica mi larga racha de victorias.

¿Y por qué os cuento yo este rollo? Principalmente porque mi repertorio de introducciones se está agotando, pero también porque las puertas de la Casa de Negro y Blanco me han recordado a las fichas del Othello, en el que, al igual que en el juego de tronos, o ganas o mueres. O al menos eso es lo que ocurre cuando juegas al Othello con la mafia china de Fuenlabrada.

4 de mayo de 2015

Los Vengadores: La era de Ultrón (2015)


La era de Ultrón es la nueva película de Marvel Studios, la undécima ya del Universo Marvel Cinematográfico, y, a pesar del título, tiene muy poco que ver con la saga de cómics homónima en la que Lobezno viaja de acá para allá en el tiempo para evitar que Henry Pym cree a Ultrón y, a lo tonto, acaba descuajeringando el Multiverso.

La crítica más concisa y a la vez quizá la más extendida de la película coincide con una que oí nada más salir del cine: "Es lo que me esperaba". O, en otras palabras, que es más de lo mismo, y lo mismo está bien, pero ya no me sorprende.

Hace apenas siete años, disfrutar en el cine del equipo de superhéroes más famoso de Marvel (y lo digo con todo mi respeto hacia los seguidores de los 4 Fantásticos, que ya bastante cruz tienen con la poco fantástica película que se avecina) parecía una meta inalcanzable, y cuando en 2012 finalmente vimos al Capitán América, Iron Man, Thor, Hulk, Ojo de Halcón y la Viuda Negra juntos en la gran pantalla fue como un sueño hecho realidad; un sueño que muchos aficionados a los tebeos agradecimos a Joss Whedon, santificado desde entonces en el calendario marvelita, y lo digo sin ser uno de sus mayores seguidores (la verdad es que ni siquiera he visto Ángel, Serenity o Firefly, aunque me gustó mucho La cabaña en el bosque).

Sin embargo, ya han pasado tres años desde que se estrenó Los Vengadores y ahora sabemos que cualquier cosa es posible para los estudios de Hollywood si hay una cantidad desorbitada de dinero de por medio, incluso que Spider-Man salga en la próxima película del Capitán América después de una larga pugna por los derechos con Sony. Por este motivo, algunos incluso nos acabamos convenciendo de que vivimos en el Paraíso X, subimos el listón y luego vemos derrumbarse nuestras expectativas.

Ahora bien, no a todos nos pasa lo mismo. Yo creía que el filme sería muy entretenido, pero también peor que el anterior, que Whedon no sabría hacer malabares con el descomedido plantel de personajes y que el tiempo de metraje se le quedaría corto. Tenía razón, pero no en todo ni tanta como creía, porque La era de Ultrón incluso supera a Los Vengadores en algunos aspectos, como pueden ser el desarrollo de personajes, la factura técnica o el volumen de vello pectoral de  Bruce Banner.

Dicho esto, ya podemos entrar en materia.

¡Ah, sí! Aunque La era de Ultrón no tiene ningún giro impresionante de guión, os advierto que de aquí en adelante habrá spoilers a mansalva.