18 de marzo de 2018

Bioman (Choujuu Sentai Liveman): ¡Expuestos! Dummyman

Sin prisa pero sin pausa (salvo, ejem, un ligero receso de casi tres años entre una recapitulación y otra), hoy desciendo de mi Fortaleza de la Soledad a la blogosfera con una recapitulación del cuarto episodio de mi serie Super Sentai favorita: Choujuu Sentai Liveman, más conocida por tierras ibéricas como Bioman.

¿Y por qué es esta mi serie favorita de entre las más de cuarenta que Toei ha producido desde 1975? Porque es la única que vi cuando era un crío y además he tenido el valor de tragarme por segunda vez siendo ya un adulto. El metraje japonés de Zyuden Sentai Kyoryuger reciclado para los Mighty Morphin Power Rangers no cuenta.

Y como ya he escrito líneas suficientes para cubrir el lateral de la imagen que las acompaña, iré directo al grano. Luces, cámaras...

¡Bioman!

4 de marzo de 2018

Crónicas de la Dragonlance I: El retorno de los dragones

Después de veinte años sin consumir, he recaído. Pensé que sería más fuerte que mi adicción, pero no tuve ninguna oportunidad. Me faltaron fuerzas para resistirme. Empecé consumiendo muy poco, pretendiendo revivir, aunque fuera solo por un instante, aquella sensación de excitación pasada y jurándome que no iría más lejos, que me detendría a tiempo. Pensé si consumía una pequeña dosis lo tendría todo controlado y que no volvería a engancharme. Aquello no tenía por qué significar nada.

Luego vino el desengaño. Aquello me gustaba. Quería más.

Y aquí estoy ahora,  releyéndome las novelas de la Dragonlance. ¡Peor aun! Me he comprado algunas que ni siquiera tenía. ¡Y también la trilogía de El valle del viento helado!

*Sollozo melodramático*

Si nunca habéis leído libros con portadas como la que acompaña estas líneas, es probable que eso de la Dragonlance os suene a chino. En realidad debería sonaros a inglés, pero si nunca habíais oído esa palabra, a vuestros efectos es lo mismo. Nǐ míngbái ma?

La Dragonlance es una serie de cerca de medio millón de novelas, publicadas mayormente entre mediados de los ochenta y finales de los noventa, ambientadas en un universo de fantasía heroica plagado de tópicos que, por si lo anterior fuera poco descorazonador, está basado en varios módulos del juego de rol de Dungeons & Dragons creados por un señor con nombre de playmate llamado Tracy Hickman. ¿Es necesario que añada algo más para ahuyentar a cualquier lector de fantasía con buen gusto?

La primera trilogía de la serie se recopiló bajo el nombre de Crónicas de la Dragonlance y se compone de El retorno de los dragones, La tumba de Huma y La Reina de la Oscuridad, cuyos títulos en inglés solo se parecerían menos a sus traducciones españolas si hubieran escogido palabras del diccionario al azar. En concreto, el primero de estos libros, que es el que comentaré hoy, lleva el título original de Dragons of Autumn Twilight, que debería haberse traducido como Dragones de crepúsculo otoñal. Eso sí, el título que le dio la editorial española, aunque menos poético, es más directo y honesto. No había dragones y ahora los hay. Es más, esta podría ser la sinopsis del libro.

Tras el salto, portadas mucho más chulas que las historias que se ocultan tras ellas.