18 de marzo de 2018

Bioman (Choujuu Sentai Liveman): ¡Expuestos! Dummyman

Sin prisa pero sin pausa (salvo, ejem, un ligero receso de casi tres años entre una recapitulación y otra), hoy desciendo de mi Fortaleza de la Soledad a la blogosfera con una recapitulación del cuarto episodio de mi serie Super Sentai favorita: Choujuu Sentai Liveman, más conocida por tierras ibéricas como Bioman.

¿Y por qué es esta mi serie favorita de entre las más de cuarenta que Toei ha producido desde 1975? Porque es la única que vi cuando era un crío y además he tenido el valor de tragarme por segunda vez siendo ya un adulto. El metraje japonés de Zyuden Sentai Kyoryuger reciclado para los Mighty Morphin Power Rangers no cuenta.

Y como ya he escrito líneas suficientes para cubrir el lateral de la imagen que las acompaña, iré directo al grano. Luces, cámaras...

¡Bioman!


El episodio comienza con un plano reciclado de la maqueta de la estación espacial que sirve de base de operaciones al malvado Ejército de los Supercerebros, orbitando alrededor de la Tierra.

¡Admirad esta magnífica muestra de espuma de poliuretano pintada a mano!

Ah, no, que de eso aún no he hecho ninguna captura de imagen.

En el interior de la estación (o sea, en un plató desangelado bastante más cutre que la maqueta), el Gran Doctor Bias, líder de esta banda de villanos de opereta intergalácticos , felicita al Doctor Obular por haberse transformado en una aberración mutante más fea que el culo de un babuino (si no sabéis de qué hablo, leed la recapitulación del episodio anterior).

Enhorabuena, ahora tienes una cara que ni siquiera tu abuela querría besar.

Tras esta poco frecuente muestra de continuidad entre episodios, el Doctor Kemp, al que quizá recordéis por su capacidad para transformarse en un gran Furby azulado y hacerme reír hasta que me duelen las costillas, aprieta el puño con fervor dramático y recuerda a su venerado líder que el escuadrón Bioman aún se interpone entre ellos y la conquista del planeta, del que pretenden expulsar a todo hombre o mujer que no sea un supergenio malvado y extravagante. Me da en la nariz que se van a quedar muy solos...

Casualmente, la Doctora Mazenda, que alteró su propio cuerpo para convertirlo en un arsenal viviente, dice que ha estado trabajando en un invento que garantizará su victoria. El optimismo de una mente perturbada es incansable.

¡El circo ha regresado a la ciudad! ¡Otra vez!

Mazenda chasquea los dedos y, al instante, una puerta automática se abre y, agachando la cabeza para no golpearse con el marco, entra un soldado de batalla Jimmer, aparentemente idéntico a todos de los que han servido de saco de boxeo a nuestros héroes hasta la fecha. Traje de licra verde aceituna, máscara blanca, cresta punk y ni un centímetro de grasa.

Pero las apariencias engañan, y gracias a la magia de los efectos especiales más baratos y eficientes que la televisión japonesa podía pagar en 1988, el Jimmer gira sobre sí mismo como una peonza y se convierte en un hombre de carne y hueso vestido con un mono de ingeniero.

Mazenda le ha bautizado "Dummyman" (patente en trámite) y explica a sus diabólicos compinches que puede imitar a los humanos a la perfección. El Gran Doctor Bias le dice que se lo demuestre y los guionistas pierden la ocasión de enseñarnos a esta excelsa réplica humana rascándose la entrepierna.

Orgullosa como un pavo real (cola desplegable incluida).

El Dummyman y su inventora descienden a una de las guaridas secretas del Ejército de los Supercerebros en la Tierra, oculta en una cueva al pie de un acantilado. ¿Quién iba a querer alquilarles un local en el centro de Tokio con esas pintas tan raras que tienen?

Allí les esperan varios Jimmers alineados en posición de firmes y el monstruo de la semana, cuyo contrato temporal hace extensivo el drama de la precariedad laboral a la lejana galaxia de la que sea que provienen estos pintorescos villanos.

La estrafalaria criatura se llama Densodzuno y tiene tres poderes: teletransportar materia de un sitio a otro (su nombre podría traducirse como Cerebro Transmisor), producir electricidad y escapar a todo intento de describir acertadamente su aspecto.

Parece una col de bruselas con ojos, patas y cañones láser alienígenas por brazos.

Densodzuno, sin embargo, no es el foco de atención por el momento, sino que permanece quieto y muy callado en un segundo plano mientras la cámara hace zoom hacia la mesa que ocupa la mitad de la diminuta sala, enfocando un frasco de cristal cuya etiqueta dice "Mazenda nº 5".

Sí, como Chanel nº 5.

Sí, es un perfume.

No, no me lo estoy inventando.

La mismísima esencia de la feminidad.

La Doctora Mazenda, caprichosa y coquetuela, se echa unas gotas del perfume en el cuello, demostrándonos que ser una villana intergaláctica que dispara rayos láser por los codos no está reñido con oler a bouquet floral.

El aroma provoca arcadas al Dummyman, que se queda a un espasmo estomacal de revelarnos qué desayunan los Jimmers. Mazenda le pregunta qué le pasa, y él le contesta, con bastante prudencia para tratarse de un simple autómata, que no está acostumbrado a una fragancia tan... "maravillosa". Lo cierto es que no tendría peor cara si hubiera olido el cadáver de un gato ahogado en una fosa séptica.

Mazenda le dice que su perfume es único en el mundo y, en plan juguetón, le echa una rociadita antes de ordenar a Densodzuno que lo teletransporte. El grotesco superesbirro cumple la orden al cómico grito de "¡DENSOOOOO!".

Teatralidad y esperpento. ¡Me chifla!

El Dummyman aparece en una fábrica de gas y, para despistar a todos los que le han visto salir de una una nube de relámpagos azulados, se cala una gorra. Ahora seguro que sí que pasa totalmente desapercibido. El Dummyman sabotea la instalación y provoca que el gas de TODO Tokio salga contaminado. O al menos eso dice el narrador. A mí me extraña que tirar una vulgar pastilla de jabón por una cañería pueda afectar a todo el sistema de suministro de gas de la capital nipona.

Lo curioso es que ni siquiera es veneno lo que circula por las tuberías de Tokio, sino óxido nitroso, o, lo que es lo mismo, gas de la risa.

Supongo que Mazenda dedicó tanto tiempo a crear el espía perfecto que el resto de su maléfico plan lo improvisó sobre la marcha. No importa. El gas de la risa es sin duda el proyecto definitivo del Ejército de los Supercerebros. ¡Preparaos para reír de forma arbitraria y descontrolada, terrícolas!

Lo que no logró Godzilla, lo conseguirá esta pastilla.

El atentado humorístico pilla al escuadrón Bioman en un restaurante, haciendo un receso en su incansable lucha contra el mal. Eso sí, de momento, Megumi es la única que ha empezado a comer, ya que a sus compañeros aún no les han servido.

"No deberíais pedir platos que tarden en cocinarse cuando estamos patrullando", les recomienda Megumi. "Nunca se sabe cuándo tendremos que salir corriendo para enfrentarnos a saltimbanquis embutidos en licra o señores con aparatosos disfraces de gomaespuma".

Es un consejo muy práctico.

Es sorprendente lo mucho que se parece este restaurante japonés al mesón rancio español de toda la vida. 

Unas carcajadas descontroladas llaman la atención de Yuusuke y Jou, que, picados por la curiosidad, se acercan a la cocina y encuentran al personal del restaurante envuelto en una extraña humareda y desternillándose de la risa. El gas no tarda en afectarles también a ellos, obligando a Megumi, que contiene la respiración porque no está ciega ni es imbécil, a sacarlos de allí a empellones. De vuelta a la mesa, les arroja agua a la cara y se curan al instante.

Me gustaría que Mazenda hubiese explicado qué es exactamente lo que trama, porque os puedo asegurar que todo esto del gas de la risa, como plan para deshacerse del escuadrón Bioman y conquistar la Tierra, no tiene ni pizca de sentido ni conduce a ninguna parte. A  lo mejor es un tema cultural, ya que los japoneses son raros como ellos solos. Y ojo, que tampoco es que nosotros nos quedemos atrás. Yo, por ejemplo, he dedicado este fin de semana a escribir esta entrada en lugar de hacer algo más provechoso, como cazar gamusinos o amputarme un pie.

¡Ja! Es gracioso por sus efectos anestésicos y disociativos.

Decidida a desentrañar el misterio del gas de la risa, Megumi se sube a su bicicleta y, poniendo a prueba cuánto puede remangarse la minifalda antes de que suba la calificación por edades de la serie, pedalea a toda velocidad hasta la fábrica de gas. Mi lista de mejores momentos de la serie incluye muchas escenas de Megumi montando en bicicleta.

Un guardia le dice que no saben nada del incidente y que además no han visto a nadie sospechoso.

En ese preciso instante, el Dummyman desfila delante de sus narices lanzando miradas desconfiadas hacia atrás mientras se aleja apresuradamente. ¿Sospechoso? Qué va. Es miércoles. Todos los trabajadores actúan así los miércoles.

Así, con naturalidad, que no se note que eres un malvado autómata del espacio sideral.

Megumi reconoce el olor a zorra marisabidilla que tenía que soportar en la Academia cuando compartía dormitorio con Mazenda y se lo cuenta a sus jadeantes compañeros, que han tenido que venir hasta aquí a pata porque no llevaban dinero ni para coger el autobús.

Aunque Yuusuke y Jou se resisten a creer que sus archienemigos hayan tenido algo que ver con el incidente (diré a su favor que lo del gas de la risa suena más a broma pesada que a plan de unos invasores alienígenas para conquistar la Tierra), ambos acompañan a Megumi cuando intercepta al Dummyman para interrogarlo.

El Dummyman se deja olisquear por la chica (yo también me dejaría, porque soy un pervertido y los comportamientos animales me excitan), pero cuando le pregunta qué perfume lleva, dice que es colonia si más, restándole importancia, y se marcha. Yo soy algo corto de entendederas y para mí perfumes y colonias son lo mismo, pero apuesto a que alguno de vosotros se molesta en explicarme la diferencia aunque no me importe.

Esto no es nada incómodo ni violento.

Aún más escamada que antes, nuestra heroína sigue de cerca al Dummyman y lo descubre hablando con una ancianita que lleva un pesado fardo cargado a la espalda. Al ver que el tipo se dispone a ayudarla a subir unas escaleras como haría un buen ciudadano, Megumi no puede más que admitir que se ha equivocado.

Y eso mismo sigue creyendo durante aproximadamente tres segundos, que es lo que tarda el Dummyman en agarrar a la abuelita de la mano y arrastrarla al trote escaleras arriba, desconyuntándole los tobillos.

Megumi, con las ideas por fin claras, corre para descubrir al impostor. Sin embargo, no es el hecho de que el Dummyman haya estado a punto de desmontar a la vieja lo que le ha convencido de su maldad. No, lo que la ha mosqueado es que se limitara a cogerle la mano cuando hubiera sido "mucho más considerado" llevarle el fardo. Esto demuestra, dice Megumi, que su amabilidad era una farsa.

Confieso que, después de darle muchas vueltas y hacerme varios croquis, no se me ocurre un razonamiento más estúpido que ese. Los guionistas de la serie eran unos fieras.

-Tu amabilidad es tan falsa como nuestras peleas acrobáticas.

Acorralado, el Dummyman ataca a Megumi con movimientos dignos de una peli de kung-fu, de esos que suenan como si desplazasen el aire pero nunca conectan con el adversario. Por fortuna, un Jimmer no es rival para el escuadrón Bioman, ni siquiera cuando pelean con minifalda, y Megumi le da un guantazo a mano abierta que lo manda rodando escaleras abajo, revelando así su verdadera y ridícula apariencia.

El Jimmer huye parque a través, con los brazos en cruz para que todos nos riamos un poco de él, y la chica lo persigue hasta que la Doctora Mazenda se interpone en su camino, felicitándola por haber destapado su diabólico y ridículo juego.

Megumi le responde que alguien inhumano como ella jamás podrá replicar el verdadero corazón humano (¡zasca!) y remata este ataque verbal diciendo que su perfume apesta.

Ya no queda otra que luchar.

Megumi cambia a Delfín Azul en mitad de un salto con destellos y viaje de vuelta que atenta contra las leyes de la física, y las mujeres guerreras se enzarzan en un espectacular duelo en el que sacan sus mejores armas, dan volteretas imposibles y hacen saltar más chispas que los tobillos de Colon cuando se pasa de rosca haciendo el moonwalk.

Añadir efectos sonoros para multiplicar por diez la espectacularidad.

Yuusuke y Jou llegan en mitad del combate, y aunque no tienen ni medio claro qué es lo que está ocurriendo o por qué, no dudan en ayudar a su compañera.

Mazenda, al verse en desventaja, invoca a siete Dummymen, que forman una barrera entre ella y los dos recién llegados.

Los chicos creen que los Dummymen son ciudadanos inocentes que han aparecido por generación espontánea y casualmente han decidido caminar en fila hacia ellos de forma amenazadora, de modo que es Megumi quien tiene que intervenir de nuevo para salvar a sus amigos de su propia insensatez.

Propinando una patada voladora al Dummyman de uno de los extremos, Delfín Azul provoca un increíble efecto dominó que hace que todos los esbirros acaben en el suelo y reviertan a su forma robótica natural.

Yo le llamo Alucinante Patada Voladora con Efecto Dominó.

Densodzuno se teletransporta hasta el campo de batalla, y nuestros héroes se preparan para combatir contra esta nueva y antiestética amenaza. Teniendo en cuenta que si tumban al monstruo, probablemente ya no sea capaz de levantarse del suelo sin ayuda, no me preocuparía en exceso.

La Doctora Mazenda aprovecha esta distracción para atacar a Megumi con su látigo láser, muy parecido al que utiliza Blade para azotar a He-Man en la superhomosexual película de los Masters del Universo. Dado que apenas hay un año de diferencia entre esta serie y la cinta de la Canon, voy a pensar que los creadores de Bioman se inspiraron en ella. Me hace ilusión.

Whip it! Whip it good!

La perversa doctora utiliza el ardiente azote para agarrar a Megumi y lanzarla por los aires, dando la oportunidad a Densodzuno de teletransportar a nuestra heroína azulada a la guarida secreta de los supervillanos.

Hecho su trabajo, Densodzuno se teletransporta él mismo, esfumándose de la vista del resto del escuadrón. Mazenda y los Jimmers aparentemente también se marchan, pero lo hacen fuera de cámara porque así el montaje resulta mucho más confuso para el espectador.

Yuusuke y Jou se arrepienten de no haber confiado en la intuición de Megumi, pero este no es motivo para cebarse con ellos. De hecho, no se me ocurre nada que hubieran podido hacer de manera diferente aunque la hubieran creído desde un principio. Es más, ¡es ella la que salió corriendo y los dejó tirados! Y no lo hizo una sola vez, ¡sino dos!

Danny Zuko ha llamado. Quiere que le devolváis su tupé.

Megumi recobra la consciencia y se encuentra a sí misma, de nuevo con su ropa de paisano, retenida en la guarida secreta de los Supercerebros. Y que conste que al llamarle "guarida secreta" le estoy haciendo un favor, porque el lugar se reduce a una sala de diez metros cuadrados en la que está el perfume de Mazenda.

Miento. También hay un televisor a color en la pared. Y es en este televisor en el que la malvada doctora muestra a Halcón Rojo y León Amarillo en sus motos buscando a Megumi.

Mazenda, que está pasándoselo pipa hoy, ordena a Densodzuno que teletransporte un puñado de bombas al lugar donde se encuentran nuestros héroes motorizados. Megumi teme por la vida de sus compañeros y sobreactúa lo justo para que entendamos por qué estaba protagonizando esta serie infantil y no dramas históricos de Arkira Kurosawa.

Pero aunque el monstruo le pone mucho entusiasmo a su trabajo, repitiendo "¡DENSOOO!" con cada teletransportación, no acierta ni una. Hay que reconocer que no es fácil seguir el rastro a nuestros héroes cuando no paran de cambiar de localización entre una toma y otra.

Primero los vemos cruzando el Montejo de la Sierra japonés...

... e instantes después ESTO. ¡La magia de la continuidad!

En la Gran Tortuga, base submarina del escuadrón Bioman, Colon ha estado monitorizando las teletransportaciones de Densodzuno con mucha atención y, como es la mar de apañada, consigue localizar su origen.

Desgraciadamente, en el preciso instante en que Colon comparte su descubrimiento con Yuusuke y Jou, uno de los petardos del monstruo estalla a pocos metros de nuestros héroes, errando su objetivo de forma evidente porque el seguro de la productora no cubre estos accidentes, pero provocando que Megumi los dé por muertos. Así es todo mucho más dramático.

Los colores del ratón Mickey suman puntos de carisma.

Cumplido el trámite de la tortura psicológica, Mazenda ordena a Densodzuno que electrocute a su prisionera; pero la entrada inesperada de Yuusuke y Jou disfrazados de Jimmers interrumpe la ejecución.

En condiciones normales, me preguntaría cómo han podido estos dos disfrazarse y llegar hasta aquí en veinte segundos de tiempo real desde que vimos cómo supuestamente morían; pero el hecho de que su disfraz consista en una calva postiza con cresta punk y unas gafas de sol me ha dejado sin palabras.

Maestros del disfraz en acción.

Los chicos atacan por sorpresa a Densodzuno, liberando a su compañera, y solo entonces se quitan su "disfraz". Mazenda no da crédito a sus ojos. ¿Cómo es posible que hayan podido engañarla? ¡A ella, que pertenece a la élite de los Supercerebros! No lo sé, pero yo no doy crédito a nada de lo que ha sucedido desde que pulsé el botón de play.

Sin molestarse siquiera en ponerse sus coloridos trajes de combate, los héroes reunidos empiezan a barrer el suelo de la guarida secreta con los Jimmers. Incluso se lían a tiros con una ametralladora, algo que no deja de sorprenderme en una serie infantil en la que los disparos suenan "piu-piu", pero que, como era de esperar, resulta mucho más efectivo que pegar saltitos y hacer aspavientos con las manos.

Aprovechando la zarabanda, nuestros héroes se dan el piro y abandonan la guarida secreta; pero los malos les persiguen y, ahora sí (porque, gracias al cambio de localización, pueden copiar y pegar tomas de los episodios anteriores), se transforman en el escuadrón Bioman, encandilándonos con sus poses ensayadas y su pirotecnia tricolor.

Ojo a cómo el mar de fondo se convierte en una montaña. ¡La continuidad contraataca!

El trío dinámico da buena cuenta de los frágiles Jimmers en un santiamén, cortándolos con la Láser-Espada, acribillándolos con sus Pistolas Metarrayo y propinándoles superporrazos a granel; pero Densodzuno demuestra ser un hueso duro de roer y los teletransporta a un decorado de bajo presupuesto, más negro que el ombligo del Bisonte Negro, junto con un montón de bombas que explotan en sus narices, haciendo saltar humo y chispas por doquier.

En lugar de bombardearlos hasta convertirlos en una masa informe de color arcoíris, Densodzuno, que no es el alumno más brillante del Ejército de los Supercerebros, se teletransporta también a este oscuro rincón del estudio para que puedan derrotarlo.

Megumi no se lo piensa dos veces e inutiliza el armamento teletransportador de la criatura con tres certeras Flechas Voladoras.

Uno, dos, ¡tres flechazos! ¡Triplica el poder del amor!

Motivados por el nuevo rumbo que ha tomado la pelea, los tres defensores del bien se alinean para disparar sus Pistolas Metarrayo al mismo tiempo contra Densodzuno, lo que, por algún motivo, invierte el efecto del rayo teletransportador y los devuelve a todos a la costa. No es que esto tenga sentido, pero desde luego es mejor alternativa que dejar a los protagonistas encerrados de por vida en un oscuro universo paralelo cuando solo vamos por el cuarto episodio de la serie.

Repitiendo la misma secuencia de los episodios anteriores, el escuadrón Bioman remata la faena con un disparo multicolor del Cañón Triónico.

Otro GIF más al repositorio. La de tiempo que voy a ahorrar en próximas recapitulaciones.

¿Será este el final de Densodzuno?

No, claro que no, no seáis idiotas. Ahora toca la parte más predecible e inevitable de cada episodio. Es la historia interminable de las tomas recicladas.

Guardnoid Gush, cuyo carisma se basa en la misma premisa que el de Snake Eyes en G.I. Joe (no decir ni mu y llevar un traje negro la mar de chulo), aparece en lo alto del acantilado y utiliza su infame bazuka Giga Fantasma para convertir los despojos humeantes de Densodzuno en un Densodzuno gigante.

El monstruo, colosal y glorioso en los planos contrapicados, ataca a los diminutos héroes lanzando una salva de láseres explosivos. Y aunque el fuego apenas les chamusca la rabadilla, esto es suficiente para que la pobre Megumi salga volando por los aires y acabe de cabeza en el mar.

Imaginaos ir al baño de esta guisa. No me extraña que tenga mala uva.

La Gran Tortuga, emergiendo de las aguas en otra toma de episodios anteriores, envía el Delfín Luchador en auxilio de Megumi, que se sube a su juguete mecánico y surca el lecho marino a toda velocidad. Por suerte, el Delfín Luchador ha llegado justo a tiempo para enfrentarse a los cazas del Ejército de los Supercerebros, que estaban al acecho y también son sumergibles.

El Delfín Luchador, pilotado con maestría por un señor japonés con un control remoto, se libra de las naves enemigas sin mayor problema y regresa a la superficie para unirse al Aerocóndor y al León Meteoro en su alocada carrera hacia el desenlace del combate.

Con más material rescatado del archivo, las bestias mecánicas se unen al grito de "¡Fusión Metagamma!" y forman el Robot, cuyo nombre es tan poco original que lloro por dentro cada vez que lo escribo. Sí, sé que en el doblaje castellano no podían llamarle LiveRobo como en la emisión japonesa (ya habían metido la gamba con el propio nombre de la serie al llamarla Bioman en lugar de Liveman); pero al menos podrían haberse inventado un nombre con más gancho. Incluso algo tan simple como BioRobot habría funcionado, porque, ¿qué hay más "bio" que el cartón biodegradable con el que parece estar construido su traje?

More than meets the eye.

El Robot zurra de lo lindo a Densodzuno, catapultándolo por los aires con un llave de lucha libre de la que el mismísimo Yokozuna se sentiría orgulloso.

La clásica combinación de Rayo y Cargo-Estocada convierte al monstruo gigante en confeti centelleante, y los efectos pirotécnicos de rigor anuncian el triunfo de nuestros héroes.

Se acabó el espectáculo.

-Nada por aquí, nada por allá... ¡Cargo-Espada!

En el interior de la Gran Tortuga, Yuusuke y Jou esperan sentados a la mesa a que Megumi y Colon les traigan un estofado de ternera que han estado preparando.

Como este reparto de roles basado en el género podría malinterpretarse y tildarse de machista, las chicas además se disculpan por haber tardado tanto, confirmando más allá de cualquier duda razonable esa interpretación.

Tras probar el estofado, Yuusuke le dice a Megumi que no solo es lista, sino que además se le dan bien las tareas del hogar. Siendo una serie japonesa, deberíamos contentarnos con que no añada que será una gran ama de casa el día que se case. Esto es positivo, ¿no?

-Psst, Colón, ¿echaste lo que te dije en el estofado?
-El bote entero de matarratas, sí.

Y tras este "cómico" epílogo, termina el episodio.

Si queréis leer más sobre Bioman y que aproveche todos los GIF que he creado para esta recapitulación, decídmelo en los comentarios. A lo mejor os hago caso.

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9 comentarios

  1. Y por supuesto, ahora debo hacer un comentario sobre cuándo se trata de un perfume y cuando de una colonia, aunque no lo sabía antes de googlearlo y tampoco me importaba.

    En terminos generales, las fragancias catalogadas como colonia, reciben su nombre por la ciudad de Colonia, Alemania, sitio en las que fueron confeccionadas por primera vez por el monje cartujo Giovanni Maria Farina, hacia el año 1790. Como todo el mundo sabe, las sustancias aromáticas, o esencias, sean naturales o sintéticas, se mezclan en un disolvente, que puede ser tanto sólido como líquido. Actualmente predomina el alcohol como medio para este fin, usualmente etanol. Adicionalmente se pueden agregar fijadores, pero eso queda un poco fuera de la discusión que sustenta este comentario. Perfume, es una palabra cuya etimologia proviene del latín per=«por» y fumare=«a través del humo»; el término se generaliza principalmente por influencia del francés hacia el siglo XVI.

    Ah, sí, la diferencia. Pues esencialmente los distintos nombres hacen referencia al grado de disolución de las esencias aromáticas o su porcentaje respecto al disolvente empleado. De forma básica, la colonia denomina a las concentraciones más bajas (aunque estrictamente los splash de perfume ostentan este estatus con menos del 1% de concentrado), de entre 3-6% (con una media de 5%). Aunque en la colonia predominan los aromas cítricos, para diferenciarla del agua de baño, que tiene concentraciones similares (aunque esta oscila del 7 al 15%). Los perfumes, por su parte, constituyen la forma más concentrada de la esencia en disolvente, con una medida de 15-45% de esencia aromática.

    Por supuesto, las variaciones en concentración determinan las condiciones de la aplicación de cada producto. Las colonias poseen un aroma más ligero y pueden usarse en mayor cantidad sin temor a recargar demasiado su efecto. Por eso se considera que son más recomendables de utilizar durante las temporadas calurosas. La desventaja obvia es que el olor no durará más que unas cuantas horas (alrededor de tres, dependiendo de factores externos y las condiciones de la piel), haciendo necesaria la repetición de la aplicación si se desea el efecto por más tiempo. La concentración de los perfumes hacen que su efecto pueda superar las ocho horas. Esto hace necesario que se le dosifique cuidadosamente, aplicando sólo cantidades pequeñas y prefiriendo zonas estratégicas del cuerpo (como cuello o muñecas).Su uso se recomienda para los meses más fríos y, preferentemente, limitarlo a las ocasiones más formales.

    Por supuesto, ahora quiero leer más sobre Bioman.

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  2. Cabrito, cómo consigues enganchar a la gente a series con tus recapitulaciones. Si cobrases por ello te forrabas fijo.

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  3. Buen trabajo.

    La serie era mucho más seria que los Power Rangers a la hora de ponerse dramáticos pero también más ridícula con las partes humorísticas. Recuerdo un capítulo en la que los malos hacían más listos a los niños pero les convertían en cerditos y otro en que tenían un monstruo con una mochila que lanzaba y obligaba a los niños a estudiar

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  4. gt7h1: Tardaré al menos cinco minutos en olvidar todo eso. Gracias.

    Victor: ¿Dónde hay que firmar?

    Anonimatus: A ver cómo de lejos llego con esta serie. En realidad no pretendía llegar más lejos de lo que ya había hecho, pero hay que reconocer que casi todos los episodios tienen sus momentos.

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  5. Quiero leer de lo que sea, bueno sobre música no, pero del resto lo que quieras. Lo peor de que no haya juego de tronos en el 2018 es que tampoco estan tu resumenes. Estoy muy pelota hoy, no es normal

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  6. Cualquier recapitulación que hagas será bienvenida, aunque mis favoritas siempre serán las de He-Man.

    Por cierto, el enlace que has puesto para leer el episodio anterior de Bioman realmente conduce a una entrada de Juego de Tronos.

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  7. Pons: Tranqui, yo tampoco quiero escribir sobre música. ¿No os cansa Juego de Tronos?

    Anónimo: Ah, He-Man. Tal vez, tal vez... Y gracias por avisar del enlace erróneo. Seguro que no es el único con el mismo problema. ¿Te apetece revisarlos todos a cambio del aire que hay entre mis manos?

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  8. Lo siento, Tipo de la Brocha, tu oferta es realmente prometedora, pero resulta que hace poco he cambiado mi dieta de aire por una basada absorber luz solar, ya que según los expertos es más saludable porque aporta más vitaminas.

    En cualquier caso, quería avisarte de la existencia de un juego que acabo de descubrir. Se trata de un beat 'em up de He-Man hecho por un fan, cosa que probablemente será de tu agrado. Lo he probado y la verdad es que está bastante trabajado para ser un fanmade: https://gamejolt.com/games/he-man/19434

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  9. Me ha encantado leer tu review, en mi casa éramos muy fans de bioman, mi madre grabó una cinta entera con episodios que veíamos sin parar, y este era uno de ellos. Por su culpa se quedó la coletilla en casa de "permufe de Magenta" (oiamos Magenta y no Magenda jajajaja) y desde entonces siempre que algo huele a lo que sea, raro o bien o mal, decimos lo de "huele a perfume de Magenta". Y nada, siempre me ha hecho gracia como estas tonterías se quedan en una casa. Un saludo y seguiré leyéndote

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