15 de octubre de 2019

Capitán América #305: ¡Camina sobre Inglaterra!

¿Quién en su sano juicio compra tebeos de superhéroes sueltos?

¿Tú mismo? Tal vez. Pero estás leyendo este blog, así que de buen juicio mejor no hablamos.

Seguir los culebrones de Marvel y DC es difícil incluso cuando te haces con preciosos tomos recopilatorios de tapa dura, porque rara es la colección en la que las que las tramas no acaban cruzadas, entrelazadas y embrolladas con las de otras cien colecciones distintas. ¿Quieres enterarte de primera mano de todo lo que pasa en el universo superheroico de turno? Acabarás invirtiendo todo tu sueldo en tebeos.

Sin embargo, recuerdo que cuando era cuando era un canijo hiperglucémico (os hablo de cuando tenía cuatro o cinco años; ahora soy más alto), y con honrosas excepciones, no me preocupaba mucho por cosas como la continuidad. La mayoría de cómics que tenía entonces, o bien eran la segunda o tercera parte de alguna historia que comenzó en un número anterior, o bien dejaban la trama inconclusa.

A mediados de los ochenta no era tan fácil como ahora satisfacer la obsesión completista. En mi caso, solía comprar cómics de superhéroes únicamente cuando estaba de vacaciones. En aquella época, pasábamos la mayor parte del verano en un pueblo de la sierra de Madrid y en el municipio no había tiendas especializadas. Únicamente vendían tebeos en un par de quioscos, que estaban a tres kilómetros de la casa donde veraneábamos. Cuando pasaba por allí con mi padre, generalmente porque tocaba hacer la compra en el supermercado, cogía del estante lo que fuera que el quiosquero tuviera en ese momento. Bastaba con que la portada me llamase la atención. Muy rara vez tenía la suerte de comprar números sucesivos. Y me importaba un comino.

Una de las muchas historias que hasta hace solo un par de meses no supe cómo comenzaba es la que concluye en el número 306 de la colección del Capitán América, publicado originalmente en 1985 y que a España llegó dos años más tarde, en el número 50 de Cómics Forum. En esta historieta, el Capitán América une fuerzas con el Capitán Britania para derrotar al brujo Modred.

Como casi todos los cómics que tenía, me debí de leer ese número cerca de un millón veces. Fue mi introducción a la escenografía propia de las películas clásicas de terror, con lóbregas mazmorras y viejos cementerios envueltos en la niebla de cuya tierra brotaban cual zanahorias muertos vivientes. El aire de terror que desprendían estas viñetas me fascinaba. Por lo tanto, ¿qué mejor época que la otoñal, a pocas semanas de Halloween y con las temperaturas en descenso, para darle un repaso a este macabro recuerdo de la infancia?

Afortunadamente, desde hace ya algunos años es fácil conseguir cualquier número del Capitán América online, así que por primera vez, y después de más de treinta años, por fin he podido leerme el comienzo de la historia. No es muy halloweenesco, eso os lo digo de antemano; pero el terror llegará poco a poco al blog, creedme.

Todo empieza en el apartamento de Steve Rogers en Brooklyn, Nueva York, donde nuestro héroe afronta un reto para el que necesita de toda su concentración y habilidad: terminar de dibujar en plazo las ilustraciones de un anuncio de pasta de dientes.

"¡El Capitán Limpio lucha contra los duendes de la placa cada vez que tus hijos se lavan los dientes!", reza la ilustración.

Recordemos que, en esta etapa de su vida, el Capi se ganaba los garbanzos como pintamonas. Mi época de dibujante queda ya muy atrás, pero me pregunto si a un supersoldado también le darán calambres en el lomo.

Épica dentífrica.

De pronto, Steve ve chiribitas a su alrededor y el uniforme hortera del Capitán Britania lo envuelve durante unos segundos antes de desvanecerse.

Cualquiera pensaría que este es un buen momento para tomarse un descanso y respirar aire puro, pero Steve, pese a ni siquiera reconocer el uniforme, interpreta esta ilusión pasajera como un mensaje de socorro y hace el equipaje para viajar a Inglaterra.

Sin duda, el Capi está tallado del material del que están hechos los héroes: la paranoia. Yo a veces no estoy seguro de haber cerrado bien el frigorífico por la noche y ni me molesto en levantarme de la cama. Y mi frigorífico sirve de hogar a una criatura verde e informe que puebla las pesadillas de los primigenios lovecraftianos.

Tamaña paja mental requiere mucho aire fresco. 

Tres horas después, nuestro héroe aterriza en el aeropuerto de Heathrow. "Pues con lo rápido que ha llegado, habrá cogido el Quinjet de los Vengadores", pensaréis. Pero no. De hecho, Steve comenta que el avión en el que ha llegado a Inglaterra no es tan rápido como el Quinjet. Incluso sabemos la compañía con la que ha volado, porque lo pone en el lateral del avión: British Airways.

No sé en qué mundo de fantasía se desarrolla esta historia, pero, a día de hoy, un vuelo de Nueva York a Londres dura unas ocho horas, y no creo que en el año 1985 durase menos. ¿Qué pretenden hacernos creer?, ¿que un avión comercial viaja más rápido que la velocidad del sonido?, ¿que hay un vórtice espacio-temporal en mitad del Atlántico? ¡Pamplinas!

Y si pensáis que la diferencia horaria entre Londres y Nueva York podría explicar la situación, pensadlo dos veces, porque, salvo que este sea uno de esos casos en los que demuestro mi absoluta ineptitud matemática, no hay forma de que esto tenga sentido. ¡No, ni siquiera si es el Concorde!

Admito que estoy un poco decepcionado. De un cómic en el que un tipo disfrazado de bandera estadounidense se enfrenta a un brujo de la Edad Media me esperaba un mínimo rigor fáctico.

En lo de la temperatura tiene razón. En Londres SIEMPRE hace más frío.

Steve entra en el servicio del aeropuerto, se cambia rápidamente de ropa y se escabulle por una ventana como el Capitán América, alitas en las sienes y botas de mosquetero incluidas. Así no llamará la atención.

De un ágil salto, el Capi se sube al techo de uno de los trenes del metro de Londres, con destino a la ciudad.

La verdad, sorprende ver al autoproclamado adalid de la justicia y la libertad viajar de gorra. ¿Es que no le cabe la cartera en esos pantalones o es que quería ahorrarse cinco libras? ¿No podía haber viajado como una persona normal y ponerse el disfraz cuando llegase a la ciudad? ¿Qué clase de imagen quiere dar de su país? ¡No lleva ni cinco minutos en Inglaterra y ya está provocando incidentes internacionales! ¿Qué pensaría Ronald Reagan de él?

Al llegar a la City, el Capi utiliza sus habilidades acrobáticas para ascender hasta lo alto de un edificio con vistas al Puente de la Torre de Londres.

"Si no veo nada raro desde aquí, me volveré a casa", dice.

Y supongo que todo esto que está haciendo le parecerá normal.

Psche. No está mal para un ciudad bombardeada por los alemanes.

Por suerte, estamos leyendo un cómic de superhéroes, así que no pasa mucho rato antes de que comience la acción. Apenas tres viñetas de reflexiones insulsas después, ¡FA-ZAAP!, un rayo golpea al Capitán América por la espalda y lo derriba.

El atacante no es otro que el Capitán Britania, que vuela hasta el patriota americano y le dice que le castigará por sus "equivocados actos".

El Capi debería haber pagado ese billete de metro. ¿Quién sabe si esta leve infracción administrativa es la que ha provocado este asalto de la punta de lanza de la sociedad superheroica inglesa?

"¿Qué?" es la pregunta adecuada.

Aparentemente, haber recibido una descarga de energía interdimensional proveniente de las islas británicas de distintas realidades ni siquiera aturulla al Capitán América, porque este tiene tiempo de observar que Britania lleva un traje distinto al que llevaba la última vez que se cruzaron (en el número 65 de la colección de Rom, que ahora mismo preferiría estar leyendo). En cualquier caso, el nuevo uniforme de Britania es igual de patriótico y hortera que el anterior, así que no sé que importancia podría tener eso.

Además, no creo que el Capitán América esté en posición de dar lecciones de moda. Él lleva disfrazándose de fantoche abanderado desde 1941.

En cualquier caso, es evidente que nuestros héroes no van a resolver el conflicto con una discusión pacífica. Sin el intercambio de guantazos de rigor esto ni siquiera sería un cómic de superhéroes.

¡BRAKOW! Los rayos de energía del Capitán Britania arrancan trozos de piedra del Puente de la Torre.

¿Sabíais que...? Antes de que el puente fuera peatonal, la única manera de cruzar el Támesis para los viandantes era a través de un túnel subacuático construido en el siglo XIX. El peaje costaba un penique.

No veía nada tan impactante desde que los Estados Unidos ganaron a Inglaterra 1 a 0 en la Copa Mundial de fútbol de 1950.

¡SSSSHHDAK! El Capitán América patea los morros de su rival con sus botas de la talla 44 (9,5 en medida del Reino Unido).

¡PTANG! El puño de Britania choca con el escudo del Capi.

¡SPLANG! No sé qué porras hace ese sonido.

¡FLUSH! Acabo de tirar de la cadena del váter.

¡SHOOM! ¡CHOOM! Britania atraviesa la cúpula de la catedral de San Pablo utilizando al Capi como ariete.

¿Sabíais que...? En 1913 un grupo de sufragistas intentó volar por los aires el trono del obispo de Londres, colocado en el ala este de la catedral, con una bomba casera. La lucha por el derecho al voto de la mujer no fue un camino de rosas.

Curiosamente, el Thor del UCM se enfrentaría a Malekith en este mismo lugar en Thor: El mundo oscuro, aunque esto no mejoró la película.

Mientras tanto, Jack Monroe, alias Nómada, acompaña a Bernie Rosenthal, sopladora de vidrio profesional y novia de Steve, al piso que ambos héroes comparten en Brooklyn.

Sobre la mesa de dibujo Bernie encuentra una nota de Steve diciéndole que se ha marchado a Londres. Besos.

Pues qué bien. No esperéis que esta cortada de rollo lleve a alguna parte.

Me tiene loco que Nómada cuelgue su llamativo disfraz en el ropero, a la vista de cualquiera que entre al piso. ¿Qué fue de las identidades secretas?

Continuando su visita por los lugares más emblemáticos de Londres, ¡KRASH!, el Capitán América atraviesa la torre de la Oficina de Correos, .

¿Sabíais que...? En la construcción de la torre se emplearon 13.000 toneladas de hormigón, de las cuales 178 gramos están ahora incrustados entre los dientes del Capi.

¡WHUMP! El héroe de las barras y estrellas se da un buen costalazo, pero evita caer al vacío. Y menos mal que lo consigue, porque la caída desde la azotea de la torre es de más de 170 metros, e incluso si medimos la altura en pies como hacen los ingleses (porque hasta para eso necesitan sentirse diferentes), la torta es de aúpa.

George y Amelia Smith, que viven en el número 3 de Elm Row, se indignarán con sobriedad cuando enciendan el televisor y descubran que no pueden ver el episodio semanal de su culebrón favorito de la BBC, Gente de barrio.

¡BLANG! Britania encaja un escudazo en el pecho con los dientes muy apretados.

El Capi salta sobre su rival, que, a diferencia de él, flota en el aire y, por tanto, tiene menos posibilidades de precipitarse al vacío y dejar un boquete en el suelo si no atina un golpe.

¡CHUD! ¡THAK! Britania recibe otro escudazo, esta vez en la barbilla, y una patada en el costado.

El enganchón aéreo lleva a los contendientes hasta las inmediaciones del Big Ben. Parece que el combate turístico está llegando a su fin. Lo sé porque me quedan pocas páginas.

Si acaso quieres volar,
piensa en algo encantador.
Como aquella Navidad
en que viste al despertar
juguetes de cristal.
¡Volarás, volarás, volarás!

¡KTHUD! Esta vez es el Capi quien recibe un puñetazo en su mentón cuadrado de supersoldado y acaba estrellándose contra otro edificio público. A ojo diría que los daños ascienden ya a cientos de millones de libras.

¡FZZZAKK! Un potente rayo de energía destruye parte de la fachada del edificio y los escombros entierran al Capi.

Cuando nuestro héroe recupera la consciencia algún tiempo después (podrían haber pasado minutos, horas o incluso días; el narrador quien no lo tiene claro), se encuentra a sí mismo encadenado por las muñecas a la pared de un calabozo.

El Capitán América no está solo. Un hombre rubio y fornido, sin más ropa que unos calzoncillos de un blanco inmaculado, yace inconsciente a pocos metros de él, encadenado igualmente a la pared.

Este podría ser el comienzo de una bonita amistad. O de una película no apta para menores de edad.

Peor es despertarse en un laboratorio clandestino con una tipa loca inyectándote suero mutante en vena para convertirte en un hombre lobo (número 405 de esta colección).

El Capitán Britania entra en el calabozo y, con una sonrisa petulante, explica al Capitán América que la razón por la que aún no lo ha matado es porque le es más útil vivo que muerto. Además, las ventas de la editorial no van nada mal desde que Jim Shooter está al mando y aún le pueden sacar partido a su colección. ¿Quién sabe?, quizá algún día no muy lejano incluso hagan una película basada en sus aventuras que no sea un fiasco.

"¡No eres el Capitán Britania!", exclama el Capi, porque a él no se la dan con queso.

Britania se quita el casco y revela su verdadero rostro. ¡Es Boris Johnson!

Perdón.

¡Es Modred el Místico!, un aprendiz de hechicero del siglo VI, adversario jurado de Merlín, que entregó su alma a cambio de poder y acabó poseído y corrompido por el archidemonio Chthon. El típico lunes en la vida de un mago oscuro.

Esa dentadura sin duda es obra de la magia negra. Nadie en Inglaterra tiene unos dientes tan perfectos y menos alguien que nació en el siglo VI.

Modred explica que, para demostrar la superioridad de su magia sobre la de Merlín, se enfrentó al Capitán Britania, aprendiz del famoso mago, y, tras derrotarlo, le arrebató su "armadura", aunque no consiguió evitar que el héroe anglosajón avisase antes al Capi, como vimos al principio del cómic.

"Queda solo una viñeta para que acabe esta historieta, Modred", dice el Capitán América. "¿Qué pasará en el número siguiente? Recuerda que tienes que decir algo que mantenga el interés de los lectores".

"Ahora lo único que falta es invocar al propio Merlín", contesta el villano. "Y una vez me haya desecho de él, Inglaterra reverenciará a un nuevo mago... ¡Modred el Místico!".

"A mí me vale", dice el Capi.

Espero que a vosotros también. Os prometo que el siguiente número será más aterrador que un poco de placa dental.

8 comentarios

  1. Por su forma que el avión que usó el Capitán para llegar a Inglaterra era un concorde, eso explicaría por qué pudo hacer el vuelo en tan poco tiempo.

    ¿Por qué los cómics de ahora no tienen esas onomatopeyas tan creativas?

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    1. En mi interior sabía que estaba pasando algo por alto. PERO, según he podido comprobar, ni siquiera el Concorde habría llegado a Londres en menos de tres horas. De Nueva York a Londres, el vuelo del Concorde original duraba tres horas y media. Por rápido que el Capi fuese de su casa al aeropuerto y comprase el billete, es imposible que se plantase en Londres "tres horas más tarde".

      Pero sí, ya no es tan absurdo como yo pensaba.

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  2. Yo no consigo pasar un botecito de gel por la aduana y al capi no le ponen problemas llevando un escudo de vibranium tamaño mesa camilla.

    Me gustaría ver la cara del agente de aduanas al pasar la maleta por rayos x, o la explicación posterior de Rogers cuando le abrieran la maleta.

    Lo hizo un mago.

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  3. De pequeño tenía mogollón de números sueltos y los cliffhangers me parecían dolorosamente buenos. Luego empecé a buscar en tiendas especializadas y en internet las continuaciones y como siempre me parecían decepcionantes dejé de hacerlo. Los mejores eran los de las series de 2000AD como Doomlord o Strontium Dog

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  4. Yo también iba a decir lo del Concorde pero se me han adelantado... Cuando dices que el post no es muy halloweenesco, te refieres a que no hay absolutamente nada de halloween en él, no? Que conste que no es una queja, de hecho a mi halloween no me hace ninguna gracia.

    PS: Me estoy fijando que mis comentarios son más bien tirando a negativos, pero nada más lejos de la realidad, me gustaría aclarar que disfruto con tus entradas, aunque esta en concreto la pongo en la zona media de calidad.

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  5. Unknown: Cachis. He desaprovechado la ocasión de hacer chistes de aduana. Gracias por aportarlos.

    Aco: Es cierto que a veces lo que te imaginabas que ocurriría era mejor que lo que realmente ocurría. Yo una vez di a Spider-Man por muerto. Pero estaba bien, solo un poco magullado.

    Pons: ¿Absolutamente nada? ¡No! Hay un nigromante y una mazmorra. Es poco, pero algo.

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  6. Vale, como se me han adelantado en lo del Concorde did que no es el puente de Londres, sino el puente de la torre.
    Eso, que, estoy de acuerdo que de su apartamento a Heathrow no se llega en tres horas ni si el apartamento está sobre la pista del JFK!
    A pesar de lo que pueda parecer por el nitpicking, siempre es un placer leerte!

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    1. Yo al Puente de la Torre le llamo el puente de Londres. Vosotros y vuestra cultura precisa... ;)

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