30 de junio de 2020

Reseñas de libros: abril-junio 2020


A continuación tenéis todas las reseñas de las novelas que he leído este trimestre, doce en total. Os recuerdo que podéis seguirme en Goodreads o Twitter para ir al día con mis lecturas.

Conan of the Isles (1968) ★★

El rey Conan está viudo, viejo y hastiado de gobernar. Tras muchos años ocupando el trono de Aquilonia, añora los tiempos en los que viajaba de un lado para otro luchando, robando, saqueando y asesinando. Por eso, cuando el fantasma de un viejo profeta se le presenta en sueños y le pone en bandeja la oportunidad de vivir una nueva aventura de la que depende el destino del mundo, no se lo piensa dos veces: le endilga la corona a su hijo Conn y se embarca rumbo al oeste para prevenir que un dios-demonio atlante acabe con la humanidad.

¿Interesante? No os dejéis engañar. Aunque el comienzo del libro apunta a una historia de espada y brujería épica y crepuscular, ¡la última gran aventura de Conan el cimmerio!, ese solo es el anzuelo, porque lo que podría haber servido para reinventar al personaje y desmitificar el género pronto se convierte en otro pastiche más del Conan apócrifo.

Desde luego no soy tan ingenuo como para pensar que el relato estaría a la altura de los que escribió Robert E. Howard, cuya narrativa evocadora es difícilmente imitable; pero lo que no me imaginaba era que fuese a desaprovechar totalmente la premisa para recorrer los mismos caminos de siempre.

El texto me perdió en el momento en que Conan se puso a bucear con una bombona de oxígeno (¡!), y ni los pulpos gigantes, ni los tiburones, ni las ratas, ni los dragones, ni los horrores cósmicos consiguieron recuperarme.

Un desperdicio.

The Hostile Hospital (A Series of Unfortunate Events #8) (2001) ★★★

En esta valoración hay una estrella de regalo y no es la primera que le doy a la serie; pero tendría que ser un niño para poder valorarla debidamente, y ya se sabe que los niños, cuando algo les gusta, son capaces de tragárselo mil veces.

Aun así, los hechos son los hechos, y la sensación de estar leyéndome una y otra vez el mismo libro sigue presente. Y mientras los Baudelaire lo pasan mal y el perverso conde Olaf intenta hacerse con su fortuna, el gran misterio de V.F.D., que al principio era intrigante, sigue sin resolverse y se vuelve más irritante con cada libro. El final, para colmo de males, no podría ser más abrupto.

No obstante, aún puedo decir algo positivo de El hospital hostil, y es que, después de siete volúmenes casi idénticos, al menos en este el autor hace el esfuerzo de cambiar el modo en que los protagonistas afrontan los problemas y, con ello, les obliga a plantearse un dilema moral: ¿Se convierten los héroes en villanos cuando para alcanzar sus objetivos recurren a los mismos métodos que sus antagonistas?

Tampoco es que esta cuestión dé mucho juego, porque seguimos hablando de una novela infantil en la que priman los juegos de palabras y las situaciones disparatadas; pero cualquier giro que invite a la reflexión es un bálsamo.

El Instituto (2019) ★★★★★

Ah, Stephen King, viejo truhan, lo has vuelto a conseguir.

El Instituto, la última novela hasta la fecha del famoso escritor de Maine (aunque probablemente escribirá otras diez mientras yo fracaso intentando alcanzarlo), no es una novela de terror, sino de suspense con un toque fantástico. Y, sin embargo, en ella ocurren cosas aterradoras, la clase de cosas aterradoras que solo podrían llevarse al cine o la televisión suavizándolas y echándoles azúcar. Porque esas cosas aterradoras, que ni siquiera deberían plantearse en una mente conspiranoica, les suceden a niños.

Aun así, pese a lo duros e incluso angustiosos que son algunos tramos de la novela, su tono no es fatalista, sino esperanzador. La indefensión de los pacientes del Instituto me parte el alma, pero a la vez me solivianta y enardece. El protagonista, un niño superdotado con ridículos poderes telequinéticos (puede mover ligeramente una caja de pizza), no se rinde ante la situación, por horrible que sea, y usa todos los recursos a su alcance para salir de ella. La naturaleza luchadora de Luke Ellis crea en el lector la firme expectativa de que conseguirá triunfar. El cómo lo conseguirá, si es que lo consigue, es una incógnita, pero esa sensación de que "se puede" hace el trago más llevadero.

Y menudo trago.

El reverso de la sobrecubierta de la edición española dice que "Se reclutan niños con mentes prodigiosas", que suena chachi piruli hasta que te das cuenta de que donde pone "reclutan" debería poner "secuestran". En el Instituto, los experimentos inhumanos están al orden del día y la desobediencia se castiga; es la Escuela Xavier para Jóvenes Talentos dirigida por el doctor Mengele.

King siempre ha sido un experto construyendo villanos aborrecibles, a los que morderías un ojo si los tuvieras delante, y los de esta novela son pura escoria, odiosos hasta decir basta; funcionarios sádicos o, en el mejor de los casos, insensibilizados ante la violencia, que destruyen la infancia de unos pobres críos sin dejar de sonreír y engañándoles con promesas tan falsas como sus sonrisas. El propio Instituto, como institución, desprende maldad más allá de las personas que trabajan en él, creando un ambiente de opresión con entidad propia.

El efecto que consigue King creando villanos tan "buenos" es que te impliques al cien por cien en la batalla que libran los héroes de esta novela: Luke, Kalisha, George, Nicky, Iris, Helen, Avery… La amistad que se forja entre estos jóvenes reclusos (que, por alguna razón, me recuerdan a los estudiantes castigados de cierta película de John Hughes) no tiene nada que envidiar a la del Club de los Perdedores de It. Aunque no lleguemos a conocer a todos estos personajes tan a fondo como a Bill y su pandilla, es imposible no simpatizar o al menos empatizar con ellos.

La novela demuestra también la enorme habilidad de King como narrador. La historia te atrapa poco a poco, y, cuanto más avanzas, más te cuesta abandonarla y cerrar el libro. Suelo tomarme la lectura con calma, pero en este caso tuve que leerme las últimas cien páginas del tirón.

Hasta estoy satisfecho con la conclusión, pese a que no sea el punto fuerte de la novela. No es el final del Mundo de la Piruleta que mi corazoncito sensiblero habría querido, pero es honesto y coherente con la carga que lleva a sus espaldas.

El extranjero (1994) ★

Imaginaos la hamburguesa más suculenta que podáis: sabrosa carne de ternera Black Angus, bacon crujiente, queso cheddar fundido, lechuga batavia, un par de rodajas de tomate fresco, cebollita caramelizada… ¡lo que más os guste! Y todo ello servido entre dos tiernas rebanadas de pan de mollete, con sabor propio, ligeramente caliente, que absorbe el jugo de la carne, pero sin empaparse ni romperse.

El extranjero es esa hamburguesa, solo que sustituyendo cualquier delicia culinaria que hayáis puesto entre las rebanadas de pan por un repulsivo guiso para presidiarios.

Si os gusta la ciencia ficción, la premisa de esta novela os llamará la atención. A mí desde luego me embaucó como a un imbécil, así que os voy a contar de qué va para ver si también picáis y así compartís mi desconsuelo.

Un grupo de humanos, viajeros espaciales, se ven varados en una zona no cartografiada del espacio, cerca de un planeta desconocido. El él habita una raza de seres humanoides conocidos como los atevi, cuyo desarrollo tecnológico está por debajo del de los visitantes terrícolas, pero que cuentan con otras ventajas, la menor de las cuales es su hermosa piel del color del ébano.

Después del primer contacto y de algunos (nada cómicos) malentendidos, la guerra estalla entre ambos bandos y los humanos acaban perdiendo. Los atevi son muy superiores en número, miden como poco dos metros y medio, tienen visión nocturna, son expertos combatientes (de hecho, el asesinato es una profesión muy reconocida entre ellos), y hablan en una lengua que ignora palabras como "amor", "amistad" o "helado de fresa".

Antes de que la situación empeore, humanos y atevi firman un tratado de paz: los primeros se comprometen a compartir su tecnología con los atevi, pero sin prisas, para evitar provocar grandes alteraciones en su mundo, y a cambio los segundos aceptan no matar a los humanos y permitir incluso que vivan en el planeta, si bien en otro continente. Solo un humano, el paidhi (un embajador-intérprete), tiene permiso para permanecer en el continente que ocupan los atevi.

Ciento y pico años después, en una situación de paz cuando menos delicada, un grupo rebelde atenta contra la vida del actual paidhi, Bren Cameron, que es un tipo bastante "progre" y abierto en comparación con sus predecesores. Y es aquí es donde debería empezar la chicha.

Solo que no hay chicha. Algunos atevi están a favor de la paz con los humanos y otros, más conservadores, quieren quitárselos de encima. Los primeros se llevan al paidhi a un refugio para protegerlo de otros posibles atentados, y el grueso del libro, fácilmente un sesenta por ciento, transcurre en ese refugio sin que pase NADA EN ABSOLUTO.

Quizá "nada" sea una palabra muy fuerte. Pero a partir de ese momento te cuentan tan poca cosa y de forma tan poco interesante, hay tal falta de acción y tanta reiteración de reflexiones (i.e., pajas mentales del paidhi) que, cada vez que retomaba la lectura, mi concentración tardaba escasos minutos en irse al carajo. "No sé tú, pero yo me voy a dar un garbeo", me decía mi cerebro mientras mis ojos seguían recorriendo frases de forma mecánica.

Calificar de lento el ritmo del nudo del libro sería quedarse corto. Este libro se lleva la palma, la medalla de oro y la orden del mérito a la lentitud. Capítulo tras capítulo, la historia apenas avanza. A veces parece que estuvieras leyendo una guía de viaje, y otras, una enciclopedia. No hay nada a lo que agarrarse, ni siquiera un poquito de romance picantón interespecies.

Podría resumir mi opinión del libro en dos palabras: es aburrido (de cojones, si me prestáis dos palabras más).

Ciertamente, el comienzo es prometedor, y el desenlace, cuando por fin la trama decide ponerse en marcha, se lee del tirón; pero no hay forma de que eso compense cientos de páginas de inclemente y desolador desierto.

No digo que nunca jamás vaya a darle otra oportunidad a esta saga, que a tantos aficionados a la ciencia ficción parece entusiasmarles; pero ahora mismo, y hasta que se me pase esta sensación de hastío, tendría que venir alguien a jugarme por escrito que el segundo volumen no solo es infinitamente mejor, sino que va hacerme la declaración de la renta de aquí a que me muera, para que en los próximos meses se me pase por la cabeza la idea de ponerme con él.

Conocer a Dios (Tierra Be #1) (2017) ★★★

Quería leer una novela pulp y eso es lo que he leído.

A diferencia de las carátulas de muchas cintas VHS que captaban nuestra atención en el videoclub, este libro no engaña: da lo que muestra su portada, y con propina. En sus páginas no "solo" encontramos hombres primitivos, grandes saurios, monstruosas criaturas antediluvianas y naves espaciales, sino también rudos mercenarios, zombis, ninjas, fantasmas… ¡y mucha verborrea científica! Nada parece imposible en esta versión fantástica de la Tierra.

La lectura es ágil; la historia, interesante; y la imaginería, atractiva. Además, aunque la acción sin respiro siempre será la mejor baza de la literatura de consumo rápido, y la acción está muy presente en el libro, este no se olvida de hacer pausas para explicarte los planteamientos que aborda, dándoles de este modo el peso que necesitan para ser creíbles y servir de excusa a la extravagante macedonia de subgéneros. Se agradece también que el autor procure dar un enfoque diferente al tema de los universos múltiples, pese a lo manido que está.

Dicho esto, la trama es más embrollada de lo que esperaba de un libro de este tipo. Una propuesta más directa y centrada, con menos brincos entre personajes y momentos temporales, le hubiese beneficiado.

También considero conveniente advertir a futuros lectores que este es el primer volumen de una saga y que no tiene un desenlace como tal. Sencillamente hay un momento en el que pasas de página y has acabado el libro. Lo ideal habría sido que el volumen fuera autoconclusivo en alguna medida, sin perjuicio de que dejase los suficientes cabos sueltos para animarte a leer el siguiente (el cual leeré).

Las puertas de la casa de la sabiduría (2020) ★★★★

Jamás he tenido la revista Weird Tales en mis manos, pero sí he leído algunos de los relatos que se publicaron en sus páginas: obras de autores como Robert E. Howard, H. P. Lovecraft, Clark Ashton Smith y Ray Bradbury. También he visto imágenes escaneadas de la revista, con los textos escritos a máquina, a dos columnas, y acompañados de ilustraciones que parecen grabados. Era literatura de ficción barata, pero tenía su encanto.

Las puertas de la casa de la sabiduría no tiene dibujos y su maquetación es la característica de un ebook moderno, al gusto del usuario. Pero a medida que pasaba "páginas" a golpe de dedo sobre la pantalla de 212 ppp del Kindle y me embarcaba en el viaje de horror y descubrimiento que propone este relato, me he sentido como si sostuviera en mis manos las hojas amarilleadas y ásperas de un viejo manuscrito impreso en papel de pulpa de celulosa. Y ha sido una sensación fantástica.

Divertimento pulp a la antigua usanza, con un ritmo ascendente y un clímax tremendo, sin más pega que algunas huidizas erratas.

Revan (Star Wars: The Old Republic #1) (2011) ★★★★

Superado el inconveniente de que el libro sea la secuela directa de un videojuego (Knights of the Old Republic o KotOR, al que nunca he jugado), leer sobre un periodo de Star Wars que se retrotrae 4.000 años atrás respecto de la época en la que se desarrollan las películas me ha parecido fascinante.

La historia además apuesta alto y guarda bien sus cartas, con lo que consigue crear un suspense y una incertidumbre poco frecuentes en las novelas de esta saga.

Revan (antiguo caballero jedi, luego discípulo del Lado Oscuro y ahora jedi de nuevo, pero en plan solitario y con serios problemas de memoria) es un protagonista complejo e interesante, un héroe y a la vez un villano redimido que lleva una pesada carga a sus espaldas y cuyas premoniciones le arrastran a un destino terrible por el bien de su familia y de toda la galaxia.

Por otro lado, tenemos a Scourge, un sith calculador y desconfiado que se ve envuelto en un complot para eliminar al Emperador, cuyos ambiciosos planes podrían suponer el fin de su raza (sí, los sith son una raza, no solo un culto).

Eventualmente, los caminos de Revan y Scourge se cruzan y... nada sale cómo te esperas.

No sé si hablo en nombre de cualquiera que haya leído este libro, pero desde luego mi capacidad para predecir lo que iba a pasar en el gran esquema de las cosas era nula. Me quejaría si lo que ocurre no tuviera sentido, pero las tramas están bien construidas y perfectamente hilvanadas. Lo que destruye tus expectativas son los prejuicios que tú mismo tienes como fan de Star Wars. Y eso es un puntazo.

También me dejó perplejo la elipsis que hay hacia la mitad de la historia. No me la esperaba para nada, y mucho menos en el momento en el que ocurre. No quiero destriparos nada, pero me produjo una sensación muy parecida a la del salto temporal que existe entre El Imperio contraataca y El retorno del jedi.

Y el final, con el remate del epílogo, es potente y de un agridulce demoledor.

Por otro lado, y como curiosidad, me llaman la atención los más que evidentes paralelismos entre este libro y la reciente trilogía de Disney. Aparte del indiscutible parecido físico entre Revan y Kylo Ren, en esta novela se plantean cuestiones sobre la naturaleza de la Fuerza y el papel de los jedi que encuentran un eco nítido en la película de Rian Johnson, incluida la posibilidad de que un jedi, por puro hartazgo, se desconecte de la Fuerza. Asimismo, hay un planeta sith remoto y envuelto en una tormenta eterna, y en él habita un Emperador inmortal que lleva años preparando el regreso de los sith y la destrucción de la República, igual que en El ascenso de Skywalker. Tantas similitudes no pueden ser meras coincidencias, y la influencia de esta novela (y probablemente de los videojuegos) sobre la trilogía de secuelas para mí está fuera de toda duda.

Como corolario añadiré que no esperaba que una novela de Star Wars cuyos personajes ni siquiera conocía me enganchase y me causase impresiones como estas. Pero Revan lo ha conseguido, y por eso se la recomiendo a cualquier aficionado a la saga que busque una aventura diferente.

Dark Forces: Soldier for the Empire (Star Wars: Dark Forces #1) (1997) ★★★

Dark Forces fue el videojuego con el que me desvirgué en el mundo de los FPS o, como los llamábamos entonces, los "mata-mata". No fue Wolfenstein 3D ni fue Doom. Fue Dark Forces Luego vinieron otros, pero solo uno pudo ser el primero.

Cuando publicaron la segunda parte del videojuego, titulado Jedi Knight: Dark Forces II, Kyle Katarn se consolidó como uno de mis personajes favoritos del universo expandido de Star Wars. ¿Qué podía no gustarme de un mercenario reconvertido en jedi que se debatía entre el lado luminoso y oscuro de la Fuerza? En su momento, hasta escribí un relato en el que Luke Skywalker y él se enfrentaban a un jedi oscuro que había retomado el proyecto Tropas Tenebrosas. El peor fanfiction sin furros de la historia.

¿A dónde quiero ir a parar con esto? A que la lectura de esta adaptación literaria muy fácilmente podría haber ido de dos maneras: podría haberme entusiasmado con independencia de su calidad por la debilidad que siento por este personaje o podría haberme decepcionado por no haber estado a la altura de mis expectativas.

Pero se ve que aún puedo fiarme de mi criterio, porque ni tanto ni tan poco. Sencillamente me ha gustado.

Sin duda, William C. Dietz hace bien una cosa desde el principio, y es que se abstiene de trasladar la trama (por llamarla de algún modo) del videojuego al libro. Hasta que lo hace, claro.

El grueso de la historia se centra en cómo Kyle Katarn pasa de ser un soldado imperial con una medalla al valor a convertirse en un agente rebelde. De dónde viene, por qué razón se alistó en la Academia Imperial, cómo conoce a Jan Ors, por qué lo recluta la Alianza... El carácter del personaje es diferente de la versión que tenía en mi cabeza, y rara vez me recuerda al tipo rudo de la gabardina al que LucasArts representó con un puñado de píxeles en el primer videojuego; pero su ingenuidad encaja mejor con esta historia de revelación y venganza.

Solo al final, ambas ficciones recorren el mismo camino, y el séptimo y último capítulo del libro se corresponde con la primera misión del videojuego, en la que Kyle se infiltra en la base imperial de Danuta para robar los planos de la Estrella de la Muerte. Es entonces cuando los ecos de una vieja Sound Blaster resuenan en cada pasillo y el texto pasa a ser lo que la secuencia en primera persona de la película Doom fue a esta: el momento álgido de acción que el fan venía buscando.

Jugaseis o no al videojuego, si os apetece leer una historia de aventuras sencilla y entretenida, y que no necesite más bagaje que haber visto la trilogía original, este es un buen punto de partida para introducirse en el universo expandido del Star Wars de antaño.

Dune (1965) ★★

Pese a que mi opinión sobre la adaptación cinematográfica pergeñada por David Lynch en 1984 dista de ser positiva, quería con toda mi alma que me gustase esta novela. Sería estúpido querer lo contrario. Pero cuanta más ficción consumo, más cuenta me doy de que, como público receptor, soy más emotivo que racional. Y Dune, por desgracia, es un libro de personajes fríos. El protagonista, Paul Atreides, desarrolla capacidades que lo elevan por encima de sus semejantes, trascendiendo su propia humanidad para convertirse en un mesías insulso y aburrido; los fremen a los que lidera, endurecidos por la vida en el desierto, se comportan la mayor parte del tiempo como eficientes robots y no como personas; y sus enemigos, los Harkonnen, aunque más propensos a dejarse llevar por sus instintos primarios, parecen villanos de dibujos animados y es imposible empatizar con ellos.

No niego que el mundo creado por Frank Herbert sea rico y complejo, de un atractivo fantástico (el día en que haga ascos a un gusano gigante, habré muerto por dentro), y desde luego las reflexiones político-sociales que plantea son interesantes; pero, aunque todo eso está bien, para mí no compensa la exigua humanidad de los personajes.

A pesar de todo, la lectura se me hizo ligera y no recuerdo ningún fragmento que me sobrase o llegase a aburrirme hasta que llegué a los apéndices, que decidí mantener al margen. La trama avanza a golpe de diálogo, casi como si fuera una obra de teatro, y las conversaciones están cargadas de matices y reflexiones sobre el poder, la religión y otros temas de gran calado que me preocupan vagamente, pero sobre los que siempre me parece interesante leer.

Lo que más rabia me da es que, si Paul y compañía no fueran ficus andantes, probablemente la novela me habría encantado.

Un poco de odio (La era de la locura #1) (2019) ★★★★

En el actual panorama literario fantástico, Joe Abercrombie es mi autor favorito. Su prosa tiene chispa, da vida a los personajes como nadie, y sabe conferir a sus historias un dinamismo y una personalidad irresistibles.

En el primer volumen de esta nueva trilogía del mundo de La Primera Ley, damos un salto de treinta años en el tiempo para plantarnos en el auge de la era industrial, con fábricas creciendo como setas en el territorio de la Unión, insalubridad en el ambiente y muchos trabajadores infelices y explotados.

No es frecuente que los mundos de fantasía evolucionen, y cuando lo hacen, es habitual que el lector sufra un cortocircuito cerebral y se debata entre la nostalgia por lo pasado y las ganas de leer algo original y diferente. Esto era algo que me preocupaba cuando empecé a leer, porque hay sagas a las que no les sientan bien este tipo de transiciones. Por eso, me alegra poder decir que, pese a los evidentes cambios en el panorama, me he sentido como en casa. Abercrombie consigue un buen equilibrio entre lo antiguo y lo nuevo, introduciendo en las tramas del príncipe Orso y Savine dan Glokta todo lo que trae consigo el proceso de transformación de una revolución industrial, a la vez que mantiene el sabor añejo a hierro y sangre en las tramas de Rikke y Leo dan Brock. El mundo cambia a pasos agigantados, pero en muchos aspectos sigue siendo el mismo.

Por otro lado, y como era de esperar de la primera parte de una trilogía, la historia en sí es introductoria. Quizá demasiado. Este libro sirve sobre todo para presentarnos a los nuevos personajes a los que vamos a acompañar en esta aventura, y, cuando lo terminas, no tienes la sensación de haber llegado a un punto diferente. Es evidente que el propósito de Abercrombie era ubicar a los distintos personajes donde más le interesa en preparación para los próximos volúmenes, colocar las piezas en el tablero como suele decirse. Con eso no pretendo criticar que no ocurran eventos relevantes; pero lo cierto es que ninguno de esos eventos sorprende en su resolución, y, en general, la acción escasea. Aun así, los personajes son tan buenos que ese detalle es lo de menos. Y seguro que la siguiente entrega de la saga lo compensa. O eso espero.

¿Recomiendo este libro? Por supuesto. Pero debo hacer una advertencia: no se puede empezar a leer La Primera Ley por aquí. O sea, poderse se puede, pero sería una decisión asnal. Aunque digerir la primera trilogía no es en absoluto necesario para seguir la historia de la que trata este volumen, conocer el contexto socio-político, así como el papel fundamental que han desempeñado algunos personajes en la forja de este mundo permite entender mejor ciertas cosas y evitar las referencias vacías.

Estoy deseando que se publique el siguiente.

Conan the Liberator (1979) ★★

A ningún escritor de Conan le gusta más Conan y a la vez lo entiende menos que L. Sprague de Camp. Los fans del cimmerio debemos estarle agradecidos por reeditar los relatos de Robert E. Howard e insuflarle nueva vida al personaje a mediados de los años sesenta. Suya fue, entre otras, la decisión de contratar a Frank Frazetta para ilustrar las portadas de aquella edición, dando así con la imagen que definiría la espada y brujería para el público de la época y popularizaría el género. De este modo, De Camp dio a conocer a Conan a una nueva generación y convirtió al personaje en un icono popular que ha permanecido como tal hasta nuestros días. Sin él, quién sabe si habríamos visto alguna vez los cómics de Marvel o la película de Milius. Eso no se lo podemos negar. Pero ¿por qué narices no crearía su propio bárbaro para protagonizar sus mediocres pastiches en lugar de utilizar una versión endeble de Conan? Ah, sí, el valor de marca.

En esta novela, De Camp, de nuevo con la colaboración de Lin Carter, nos cuenta la historia de cómo consiguió Conan arrebatar el trono de Aquilonia a Numédides y Rachel McAdams, ella con la voz musical de Molly convertirse en rey. Howard nunca entró en detalle sobre el derrocamiento del "monarca sagrado", aunque la poca información que facilita en relatos como El fénix y la espada es en parte contradicha por De Camp y Carter en esta novela. Para mí eso sería lo de menos si al menos contasen algo que mereciese la pena, pero como historia de Conan la novela es paupérrima y como historia de espada y brujería no pasa de entretenida.

El libro nos cuenta una campaña militar insustancial en la que Conan lidera a uno de los bandos con poco tino y mucha suerte. Nada más empezar la novela, sus tropas caen de bruces en una emboscada que debería haberse visto venir y, tras sufrir numerosas pérdidas, ordena la retirada. Luego se deja engatusar como un imbécil por la sierva de Thulandra Thuu, el hechicero que está gobernando de facto Aquilonia, y acaba envenenado y postrado en cama durante meses mientras sus lugartenientes se ocupan de todo el trabajo. Después, cuando por fin vuelve a tomar el mando del ejército rebelde, recurre a la ayuda de unos sátiros (tratados como si no estuvieran completamente fuera de lugar en el mundo hiborio) para hacer huir al enemigo con el sonido de sus flautas. Y, por último, aprovecha una eventualidad que podría no haberse presentado, para infiltrarse en el palacio real y matar a Numédides, previa huida de Thulandra Thuu, que en ese momento se cansa de ser el verdadero antagonista de esta historia y prefiere darse el piro a ofrecernos al menos un clímax satisfactorio.

No es terrible, pero le falta poco.

Como de costumbre, el estilo literario de De Camp y Carter, aunque eficiente, no tiene ni de lejos el encanto ni la fuerza del estilo de Howard. No sé cómo puede haber gente que afirme que eran capaces de imitarlo. Quizá Karl Edward Wagner podría haberlo hecho, si se lo hubiera propuesto; pero ¿De Camp y Carter? Dudo siquiera que lo intentasen.

The Carnivorous Carnival (A Series of Unfortunate Events #9) (2002) ★★★★

Hacía tiempo que no leía una novela de Una serie de catastróficas de desdichas que no me provocara desidia en algún grado. Y este volumen me ha gustado sin peros.

Aunque es cierto que siento debilidad por este tipo de ambientación (la historia es una versión infantil de La parada de los monstruos, con gente devorada viva por leones e incendios dolosos; ya sabéis, ¡para niños!), lo que realmente me decanta a su favor es que la novela se sale de la fórmula estándar de la serie en mayor medida que las anteriores.

Los niños Baudelaire siguen siendo víctimas de desdichas, pero en esta ocasión cogen la sartén por el mango. Saben que en el carnaval de Madame Lulu podrían encontrar las respuestas que buscan, así que deciden disfrazarse de monstruos de feria para investigar sin llamar la atención. Ya no son protagonistas reactivos, sino proactivos: persiguen claramente un objetivo más allá de sobrevivir a su situación y librarse del conde Olaf y su tropa. Esto funciona mucho mejor a nivel narrativo, sobre todo en este tipo de novela, y, como lector, te permite implicarte más en la historia.

Solo por no acomodarse, incluso le perdono que acabe con un cliffhanger literal.

4 comentarios

  1. Mola lo de recopilar reseñas en un post, siempre hay algunas que se me escapan de twitter ��

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  2. Creo que no leo nada de King desde "22/11/63" y este parece interesante, me lo apunto.

    Yo soy más cerebral que emotivo, así que disfruté de Dune como un enano (las secuelas no, las que aguanté me parecieron unos ladrillos).

    Junto a Lois McMaster Bujold, Abercrombie ha sido mi descubrimiento de este año, gracias por recomendarlo.

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  3. Entonces leeré lo nuevo de Stephen King y tal vez dunas nomas para ver que tal.

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  4. Aco: Y mantiene activo el blog cuando no me da la vida para escribir entradas largas de las mías.

    Claudio Vasco: A ver a dónde va esta nueva trilogía de Abercrombie. ¡Esperemos que sorprenda!

    Edmaster: Espero que los disfrutes.

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