1 de junio de 2011

Los 4 Fantásticos de John Byrne


Como el lector de cómics que fui y que aún soy cuando las editoriales se deciden a sacar tomos recopilatorios a un precio razonable, he conocido tres grandes etapas de Los 4 Fantásticos: la de Stan Lee y Jack Kirby (psicotrópicos años sesenta), la de John Byrne (los locos y horteras ochenta) y la de Pacheco, Marín y Merino (la década de Google, Twitter, Facebook y esas mariconadas). De todas ellas, mi favorita de lejos es la segunda. Si no, ¿a cuento de qué iba a estar tecleando esto?

Los números que Byrne escribió y dibujó entre 1981 y 1986 integran una de esas irrepetibles colecciones que incluiría sin dudarlo en la lista de cosas que me llevaría a una isla desierta, siempre y cuando hubiera hueco en la maleta después de meter todos los tomos de Calvin y Hobbes y a las animadoras de los Golden State Warriors.

Cuando pienso en los cómics favoritos de mi infancia, recuerdo portadas como las de los Mortadelo de Ediciones B, algún número del Capitán Trueno, o, en el caso de Los 4 Fantásticos, la Chica Invisible extendiendo la mano hacia la máscara destrozada y humeante del Doctor Muerte.

Eran cómics que podía leerme un par de veces cada año y no cansarme nunca de ellos. Cuando a mis padres les ponía por decimosexta vez el vídeo de Petete y Trapito, se planteaban si abandonarme con los mandriles la próxima vez que fuéramos al zoo; pero, ¿mis cómics? podía leérmelos mil veces y a nadie le molestaba.


La verdad sea dicha, las historias de Byrne no empezaron siendo la repanocha. Su dibujo ya estaba maduro cuando comenzó a trabajar en los 4 Fantásticos gracias a su colaboración con Chris Claremont en la Patrulla-X, pero su primer número en solitario a cargo del cuarteto heroico tenía un argumento gastado tirando a mediocre. Pero mediocre, mediocre.

Ahora bien, a pesar de algunos monólogos aberrantes y una cierta falta de originalidad, ya desde ese número 232 quedaba clara una de las prioridades de Byrne: desarrollar y dar más protagonismo a Susan Storm, la Chica Invisible.

Hasta ese momento, muy pocos autores habían sabido sacarle provecho al personaje, limitándose a darle la clase de evolución que se esperaba de una mujer en la Edad de Piedra, desde la vicaría al paritorio y de ahí a la tumba. Y reconozcámoslo: no hay muchas formas de conseguir que "Me haré invisible para evitar a los guardias" suene interesante.

Con Byrne, Sue desplegó su potencial como heroína y se convirtió, a su vez, en un personaje más complejo, abandonando el rol de damisela en apuros y ganándose a pulso su sitio en el grupo. En resumen, ya no convenía darle cachetitos en el culo.

A lo largo de la colección, destacan momentos como su entrevista con una reportera feminista, donde Sue dio una imagen de mujer segura de sí misma que no necesitaba demostrar nada a nadie; y el palizón que le pegó a sus compañeros como Malicia, Señora del Odio (y del S&M), historia que desembocaría en su cambio de alias por el de Mujer Invisible, declarándose así formalmente la madurez del personaje.

Por suerte, Byrne alzó el vuelo deprisa, y enseguida vimos la primera de muchas historietas extraordinarias, una en la que nuestros héroes lidiaban nada más y nada menos que con el planeta viviente Ego. El argumento recordaba a la película Viaje alucinante, y marcaba una importante diferencia respecto de las historias más mundanas y cotidianas de héroes como Spider-Man, porque, a ver, ¿cuándo fue la última vez que visteis al Trepamuros peleando con un planeta barbudo con un motor sideral instalado en el trasero? Pues eso.

De esta manera, Los 4 Fantásticos se distanciaban del clásico esquema "héroe enfrentándose al villano de la semana" y ofrecían al lector un viaje hacia lo desconocido con el que podía dejar volar su imaginación, algo parecido a abrir mi nevera, ¡pero en el espacio!


En el número siguiente, coincidiendo con el 20º aniversario de la colección, entraba en el terreno de juego el archienemigo de los 4 Fantásticos, el Doctor Muerte, que con ayuda del Señor de los Muñecos, trasladaba las mentes del cuarteto, una vez despojadas de los recuerdos de su vida como héroes, a diminutos robots confinados en un pueblo en miniatura. ¡Eso sí que es un plan diabólico y no lo que pergeñaban los villanos de la teleserie de Batman de los 60!

El único componente del grupo que era feliz en ese minimundo era Ben Grimm, que, liberado del cuerpo de la Cosa, disfrutaba de un idílico matrimonio con Alicia Masters, sobrina del Señor de los Muñecos. Incluso después de descubrir el pastel y averiguar que el Doctor Muerte seguía jugando con muñequitos a su edad, Ben dijo que prefería no volver a su vida anterior, porque, como la Cosa, no podía amar a Alicia. De esta manera, Byrne respondía a uno de los grandes interrogantes de Marvel: ¿Puede la Cosa darse un revolcón con una mujer? Y la respuesta es "¡No, Cielo Santo! ¡No! ¿Pero qué clase de mente enferma pensaría algo así?".


Probablemente más que ningún otro autor antes que él, Byrne subrayó los trastornos psicológicos de la Cosa, el personaje más popular del cuarteto fantástico y el único que ha podido sostener su propia colección en solitario.

Fue bajo la batuta de Byrne cuando Reed descubrió que la razón por la que siempre fracasaba en curar a su amigo era porque éste, en el fondo, se negaba al cambio por temor a que su novia Alicia lo quisiese únicamente por ser la Cosa. Todo el mundo sabe que el granito anaranjado es el fetiche más común entre las mujeres ciegas.


Pero no solo la Cosa pasó por momentos delicados. A la novia de Johnny Storm, Frankie Raye, le daba miedo el fuego. Por eso, de todos los chicos de Nueva York, empezó a salir con la Antorcha Humana. Dios (Jack Kirby, según Mark Waid) no quería que Frankie fuera feliz.

Johnny averiguó que Frankie era hija del inventor de la Antorcha Humana original (un androide que combatió al lado del Capitán América en la II Guerra Mundial) y que tenía poderes similares a los suyos, "con las diferencias biológicas entre hombre y mujer", decía Mr. Fantástico. Sí, ya vemos que ella tiene tetas. No hace falta que lo digas, caray.

Frankie se incorporó brevemente a los 4 Fantásticos y participó en algunas de sus aventuras, hasta que Galactus la convirtió en su nuevo heraldo: Nova. No es que Johnny me diera pena, pero la marcha de Frankie siempre me pareció demasiado precipitada. Susurraba "Galactus" un par de veces así como ausente y luego, ¡zas!, hasta más ver. Surcar el Universo buscando comida para una Minipimer gigante debía de ser el sueño de su vida.


Tras este plantón, Johnny encontraría consuelo en los brazos de la compañera de piso de Frankie, Juliette D'Angelo, que siempre me pareció un personaje más interesante y cercano que la propia Frankie. La veíamos haciendo ejercicio, ensayando para una obra de teatro, trabajando de mimo en el parque... No, no me lo estoy inventando.

Otro de los ligues de Johnny fue la segunda compañera de piso de Julie, Sharon Selleck, que protagonizó un número de auténtica pesadilla en un pueblo que se había estado alimentando con leche de skrull durante años. No me preguntéis por los detalles.


Franklin, el miembro más joven de la familia, y al que casi siempre estaba cuidando un robot creado a semejanza del infame Herbie (sustituto imperdonable de la Antorcha Humana en la serie de dibujos animados de 1978), también tuvo sus momentos traumáticos: primero, cuando se convirtió en un hombre adulto con pintas de náufrago por concentrarse demasiado resolviendo un cubo de Rubik (mi récord de tiempo, por cierto, está en doce minutos; lo haría en menos, pero cada vez que quito una pegatina se me queda pegada a los dedos); y después, cuando Annihilus lo utilizó como punching ball mientras sus padres estaban de viaje por la Zona Negativa.

De hecho, Byrne estuvo a punto de matar a Franklin para reforzar su idea de que los héroes no deberían tener hijos, aunque acabó lidiando con ese tema de una forma distinta.


Después de que uno de los cachivaches de Reed para curar a la Cosa fallase, devolviendo al viejo Benji a su estado arcilloso primitivo (del que no soy partidario en absoluto), los 4 Fantásticos recibieron la inesperada visita de la tía Petunia.

Los lectores estábamos tan acostumbrados a que la Cosa gritara "¡Es la hora de las tortas!", como a que mencionara a su adorable tía Petunia; dos coletillas que formaban parte de encanto del personaje casi desde su nacimiento. "¿Pero se puede saber, en nombre de mi tía Petunia, qué pasa aquí?" o "¡Leches! Ni siquiera mi tía Petunia hubiera tragado algo así" eran el tipo de frases en las que aparecía citada, así que la mayoría de lectores ni siquiera pensábamos en ella como un personaje de carne y hueso. Sin embargo, resultó que la tía Petunia no solo existía, sino que para romper la imagen mental que pudiéramos habernos hecho de ella como una señora mayor, Byrne la dibujó joven y atractiva, a su estilo clon de Audrey Hepburn.

De la aventura a la que la tía Petunia condujo a nuestros héroes, recuerdo que lo que más me impresionó cuando leí el cómic de crío fue una trama secundaria sobre un padre que maltrataba a su hija. No es que yo no recibiera algún merecido azote en el culo en mis tiempos, pero desde luego nadie me arreaba en la cara con un periódico por no haber limpiado mi cuarto (y raro era que no hubiera piezas de Lego debajo de mi cama), así que el que un padre pudiera tratar con esa violencia a su hija me dejó descolocado. En mi mundo de la piruleta era una posibilidad que ni siquiera me había planteado.


Para celebrar el Año Nuevo, Byrne trajo a la Tierra a Terrax el Indómito, un heraldo de Galactus que se había declarado oficialmente en huelga y que ahora amenazaba con destruir Manhattan si los 4 Fantásticos no le quitaban de encima al pesado de su jefe. "¡Terrax, espero que no esté haciendo pajaritas otra vez y haya terminado ya con esos informes!".

La historia concluía con Galactus debiéndole una a Mr. Fantástico, Frankie convertida en el nuevo heraldo del gourmet espacial, y Johnny, como ya adelantaba más arriba, a dos velas.


La captura del Doctor Muerte al final del arco del pueblo en miniatura tuvo consecuencias que forzaron a los 4 Fantásticos a ayudar a su archienemigo a recuperar el trono de Latveria, ocupado por Zorba, un gobernante peor que el propio Muerte que había subido los impuestos y declarado la ley marcial. Puede que el Doctor Muerte sea un megalómano diabólico y jactancioso que habla de sí mismo en tercera persona ("¡Muerte es Supremo! ¡No hay poder en la Tierra ni intelecto en toda la creación que me iguale!"), pero al menos sabe gestionar un país y tiene el suficiente sentido del ridículo para no llevar monóculo y capa amarilla.

En esta aventura, Muerte demostraba además tener un código de honor que era capaz de anteponer a su odio hacia Reed Richards; una forma de reivindicar la complejidad del personaje, al que otros escritores habían relegado a las filas de los villanos de opereta.

Tampoco podemos dejar de mencionar el flashback al origen del Doctor Muerte, cuando el entonces llamado Víctor Von Muerte, creyéndose completamente desfigurado por una de esas heridas que pierden a las nenas pero que no son nada del otro mundo (tirita del Pato Donald y a correr), se puso por primera vez su inconfundible máscara de hierro ¡según salía del horno! Como para quejarse de que el café está muy caliente.


En otro de mis relatos favoritos, el Doctor Muerte se sirvió de un revitalizado Tyros (antes Terrax el Indómito) para atacar a los 4 Fantásticos en ausencia de Reed. El combate contra Tyros no solo fue brutal, con toda la acción que uno puede desear en un cómic de superhéroes, sino que además vimos intervenir en él a Estela Plateada, la tía May hizo un cameo, y el número acabó con la aparente muerte de, valga la redundancia, el Doctor Muerte. La repanocha.

Pero incluso criando malvas, Muerte se las ingenió para tocar las narices a sus rivales, ya que había dejado instrucciones a sus robots para que trasladasen sus recuerdos a la mente de un niño y utilizó a éste para poner el edificio Baxter en órbita y volarlo por los aires. Los planes sencillos son para villanos del montón como la Mancha o Boomerang. Muerte hace todo a lo grande.


A manos de Byrne, también disfrutamos de varios team-ups con otros superhéroes de Marvel: los Vengadores, Alpha Fligh, Pantera Negra, Spider-Man, Namor... La mayoría trabajaban en Nueva York o al menos en el planeta Tierra, pero como los Inhumanos te invitasen a un bautizo, te tocaba viajar hasta la Luna.

El primer cruce con la Patrulla-X fue especial por dos motivos: en primer lugar, porque Byrne conocía de primera mano a los personajes al haberse ocupado de su reinvención junto a Claremont; y en segundo lugar, porque en realidad se trataba de prófugos skrulls, una raza alienígena vil y beligerante de duendecillos multiformes cuya primera aparición se remonta al segundo número de Los 4 Fantásticos, editado en 1962.

En mi opinión, los skrulls son grandes villanos y el único problema que les veo es que muchas veces Marvel cede a la tentación de utilizarlos como excusa para justificar cualquier conducta de un personaje que haya disgustado a los lectores y así reestablecer el status quo. Por ejemplo, si alguna vez pensáis: "¡Eh, el Capitán América se está comiendo un burrito de ternera y judías! ¡Al Capitán América no le gustan los burritos de ternera y judías!", tranquilos, seguro que es un skrull.

Sin ir más lejos, la Alicia que se enamoró de Johnny en esta colección acabó revelándose años más tarde como un impostor skrull, lo que no solo me parece un recurso patético, sino que me hace pensar que la mitad de los héroes de Marvel se han acostado con uno o más skrulls en algún momento de sus vidas. Francamente repulsivo.


Con todo, mis historias preferidas son las que se adentraban en el campo de la ciencia-ficción. Los viajes a otras dimensiones y universos paralelos tienen ese saborcillo a Star Trek y Planeta prohibido que tanto me gusta.

Probablemente el viaje más fascinante de los 4 Fantásticos fue a la Zona Negativa, un universo de antimateria (sea lo que sea eso), localizado en una dimensión paralela, tan peligroso e imprevisible que hasta el siempre hambriento Galactus lo evitaba (o quizá es que los planetas de la Zona Negativa le provocaban ardor de estómago, ¿quién sabe?).

A nivel argumental, la Zona Negativa nos trajo sorpresas y giros para aburrir, como aquella historia sobre un gusano espacial que se valía de un disfraz antropomorfo para pasar inadvertido y secuestrar personas cuya energía mental utilizaba para rellenar el depósito de su nave. Ahora vais y me decís que los cómics de superhéroes son poco originales.

A los lápices, y aprovechando que era el niño mimado de Marvel, Byrne aprovechó esta saga para experimentar un poco, permitiéndose incluso dibujar un número apaisado, un formato típico de los tebeos antiguos como Flash Gordon o Hazañas Bélicas, pero ya abandonado. En números posteriores, ya al margen de la saga de la Zona Negativa, Bryne también homenajeó el estilo de Jack Kirby aprovechando un flashback de Mr. Fantástico. La cuestión era no aburrirse.


Los acontecimientos de la Zona Negativa se desarrollaron de forma paralela al ataque de Annihilus a Nueva York. Este alienígena con cara de saltamontes aprovechó el camino abierto por los 4 Fantásticos a su universo para penetrar en el edificio Baxter, dejar a Alicia y a Franklin hechos un trapo, crear algunos quebraderos de cabeza a los Vengadores, y mezclar la ropa blanca y de color.

El regreso de los 4 Fantásticos puso fin a los planes de Annihilus y, lo que es mucho más importante, cambió de color sus uniformes, un efecto secundario de su viaje interestelar sobre las moléculas inestables de sus trajes. La única solución posible.


Poco después de su vuelta, Reed desapareció misteriosamente y Sue quedó al mando del grupo. La búsqueda de Reed desembocaría en uno de los relatos más memorables del cuarteto: El juicio de Reed Richards, en el que los supervivientes de las comilonas de Galactus juzgaron a Mr. Fantástico por no dejar morir al Devorador de Planetas cuando pudo hacerlo, permitiendo indirectamente que éste se zampase el Mundo-Trono Skrull y con él a sus 7.000.000.000 de habitantes. No hace falta que contéis los ceros, son un montón.

Para mí, ver al Vigilante actuando como abogado defensor de Reed, a Odín testificando a su favor, a Galactus irrumpiendo en la sala en plan testigo sorpresa de Juzgado de guardia, a Eternidad ("el ser que es la suma de toda vida, de todo universo") revelando el papel de Galactus en el orden de las cosas, y al propio John Byrne presenciándolo todo, fue una experiencia extraordinaria y delirante. No llega al nivel de Garfield echando a Odie de la mesa de una patada, pero casi.


El punto de inflexión en la colección lo puso la miniserie de las Guerras Secretas, escrita por Jim Shooter, en la que los héroes y villanos más rentables de Marvel se enfrentaban en un planeta lejano para disparar las ventas de la editorial. Allí fue donde Spider-Man consiguió su traje negro, la Capitana Marvel comparó los eructos de la Masa con truenos, y la Avispa se portó como una auténtica calientap***** con Magneto.

En lo que a los 4 Fantásticos se refiere, la Cosa descubrió que en aquel planeta podía volver a su forma humana a voluntad y decidió instalarse por allí una temporadita. Esto permitió a Johnny aferrarse a la regla de "Si estás en otro planeta, tu novia no es sagrada" e iniciar una relación romántica con Alicia.

Aunque el triángulo amoroso entre la Cosa, la Antorcha Humana y Alicia demostraba la capacidad de Byrne para humanizar a los personajes y hacerlos crecer, la "traición" de Johnny cabreó a muchos lectores reticentes al cambio, que anegaron de cartas a Marvel pidiendo la cabeza de Byrne. Después de todo, la Cosa llevaba saliendo con Alicia desde el número 8 de Los 4 Fantásticos y su relación era un elemento constante y estable, adjetivos que, por desgracia, son el mantra de muchos lectores de tebeos. Por este motivo, después de que finalizará la etapa de Byrne al timón de la colección, se descubrió que la Alicia de la que Johnny se enamoró y con la que finalmente se casó era en realidad un skrull. Me remito a lo dicho más arriba sobre los skrulls.


Con la Cosa vagabundeando por otro planeta, y como el nombre "los 3 Fantásticos" no tenía gancho ni había presupuesto para andar cambiando uniformes y tarjetas de visita, Byrne sustituyó a la Cosa por uno de sus personajes preferidos: la abogada Jennifer Walters, más conocida como la sensacional Hulka, la prima de la Masa. Y ello con el beneplácito de Roger Stern, que estaba a cargo de la colección de los Vengadores, grupo al que hasta entonces estaba afiliada la chica verdosa.

Hulka fue una incorporación arriesgada de cara al público, pero funcionó a la perfección. Con Hulka, los 4 Fantásticos seguían teniendo un miembro fortachón en el grupo, elegido además por la misma Cosa al final de las Guerras Secretas, y ganaba en verdor, sensualidad y buen carácter.


Algunos de los momentos que mejor recuerdo de los números en los que Hulka reemplazó a la Cosa son los que pasó deslomándose en las minas de Nuvidia bajo los efectos del rayo de miedo de Sicoman (verla esclavizada y asustándose de un simple "bu" daba verdadera lástima, aunque luego se puso mejor y repartió estopa a troche y moche) y aquel en el que un editor sin escrúpulos le hizo fotos tomando el sol en topless en la azotea del edificio Baxter, un clásico instantáneo.


La gigante esmeralda, sin embargo, no se unió al grupo en buen momento, y su primer día lo pasó cruzada de brazos en la clínica donde ingresaron a Sue por complicaciones durante el embarazo. Es a lo que te expones cuando concibes a un niño mientras haces turismo por la Zona Negativa.

A pesar de recurrir a los mejores expertos en radiación (incluido el Doctor Octopus, porque llamar al científico loco con tentáculos mecánicos no parece tan mala idea cuando todo lo demás ha fallado), Sue perdió a su bebé. No se puede ser mucho más dramático en un comic-book.


Otra aventura rara, rara fue aquella en la que los 4 Fantásticos utilizaron una máquina del tiempo inventada por el padre de Reed, Nathaniel Richards, para buscar a éste en una "corriente temporal paralela" con valkirias espaciales, cowboys futuristas y gigantescas máquinas pilotadas por neandertales mutantes.

No estoy seguro de si a estas alturas de la colección Byrne empezaba a mostrar signos de agotamiento o simplemente se le había ido la pinza; pero se quedaba uno pensando en qué co***** había leído.


Esa misma corriente surrealista debió de ser la que condujo a la Cosa a enfrentarse a los monstruos clásicos de la Universal en el planeta de las Guerras Secretas. No sé a vosotros, pero a mí La Cosa vs. el monstruo de Frankenstein me suena poco menos disparatado que KISS vs. Doctor Doom o Superman vs. Muhammad Ali.

Después de ese singular crossover, el viejo Benji se enfrentó a una encarnación corrompida de sí mismo creada a partir de su subconsciente y que quería destruir a la verdadera Cosa, porque "¡Para que Ben Grimm viva, la Cosa debe morir!". El doble palmaría, y con él, Tarianna, una proyección mental de la mujer ideal de la Cosa. Asimismo, con la muerte de "Ben", la Cosa perdió su capacidad para cambiar entre su estado humano y roconaranjoso a voluntad y decidió que había llegado el momento de regresar a la Tierra. Y sí, "rocoanaranjoso" es una palabra. Por valor de 22 puntos en el Scrabble, si no me equivoco.


Mientras Ben se hacía a la idea de que su exnovia y su mejor amigo estaban liados, Mefisto, el Señor del Mal que tanto revuelo causó en One More Day, torturaba a Reed y a Sue en el Infierno. Por suerte, el Doctor Extaño pasaba por allí y, con la ayuda de Franklin y sus oportunos poderes mutantes, salvó a la pareja fantástica del sufrimiento eterno. Hoy son tridentes y calderos, pero, ¿quién sabe cuánto tardaría en ponerles reposiciones de El Coche Fantástico? Brrr...

Lo llamativo es que ambas historias, la del triángulo amoroso por un lado y la de Mefisto por otro, se desarrollaban en paralelo, ocupando cada una de ellas la mitad de cada página. 2x1, como los cruceros de Halcón Viajes. ¡Y no me llevo ingresos por publicidad!

Después de esto, y tras cantarle las cuarenta a Reed por no decirle que podía cambiar de forma antes de que decidiera quedarse en el planeta de las Guerras Secretas, la Cosa abandonó los 4 Fantásticos. De verdad de la buena y para siempre, que en términos de Marvel significa hasta que bajen las ventas.


Otra historieta trágica, aunque quizá no tanto como la del aborto de Sue, tuvo por protagonista a un niño que quería ser como la Antorcha Humana. La versión resumida es que, para imitar a su héroe favorito, el crío se vació un bidón de gasolina encima y se prendió fuego. ¿Qué queréis que os diga?, yo cuando me anudaba una bata al cuello en plan Superman, de lo más alto que me tiraba era del sofá. No soy idiota.

El caso es que el accidente llevó a Johnny al punto de no querer ser la Antorcha Humana. Sin embargo, tan solo cinco páginas después, cambió de opinión gracias a la intervención del Todopoderoso, que le revela que la Antorcha Humana era lo único bueno que había tenido ese crío en la vida. Yo no acabo de verle sentido al mensaje, pero quizá tenga que ver con el hecho de que fuera el editor Jim Shooter quien obligó a Byrne a incluir al Todopoderoso en la historia. A lo mejor, de no haber sido así, Byrne hubiera llevado las consecuencias un poco más lejos y llevado a Johnny Storm más allá de esa adolescencia en la que parece anclado de por vida.


Con la destrucción del edificio Baxter a manos de Muerte, los 4 Fantásticos se mudaron a la mansión de los Vengadores, lo que dio pie a que Roger Stern y Byrne trabajaran juntos en dos team-ups de estos supergrupos. En el espacio, los Vengadores y los 4 Fantásticos combatieron juntos contra los skrulls, que perdieron "definitivamente" su capacidad de cambiar de forma; y al volver la Tierra, ambos grupos ayudaron a Jean Grey en su rehabilitación tras sacarla del coma en el que se había sumido a causa de los eventos de la saga de Fénix Oscuro.

Interesante, sobre todo, ver cómo nadie le ofrece unos pantalones a Jean en el transcurso de esta segunda aventura, pese a que va hecha unos zorros y con los muslámenes al aire.


En los números siguientes, presenciaríamos el regreso del verdadero Doctor Muerte en una historia con excusas artificiosas para aburrir, así como un conato de invasión alienígena por las legiones de Blastaar y Annihilus unido a otra breve desaparición de Mr. Fantástico.

De ahí pasamos directamente a una historieta en la que Nick Furia intenta asesinar a Hitler en el sueño retrospectivo de un mutante con poderes mentales; una muestra más de lo surrealistas que pueden llegar a ser estos cómics y de lo lejos que está el cine de superhéroes de aquello que los hace tan fascinantes: la brillantez de lo absurdo y lo inefable.


La última historia que Byrne escribió para la colección, y que ni siquiera tuvo ocasión de cerrar, demostraba una vez más la afición del autor por la ciencia-ficción: una ciudad envuelta por una gigantesca cúpula negra donde los 4 Fantásticos son objeto de culto religioso y el tiempo transcurre mucho más rápido que en el exterior. Era como estar viendo un episodio de la serie En los límites de la realidad. Difícilmente superable.



Conclusión


Los constantes rifirrafes entre John Byrne y Jim Shooter terminaron tristemente con esta etapa de Los 4 Fantásticos; cinco años repletos de aventuras fascinantes, drama, momentos íntimos, evolución y horribles cambios de peinado que concluyeron, ya sin la participación de Byrne, con la reincorporación de la Cosa al grupo por su 25º aniversario. Rematada su relación con Marvel, Byrne fichó por DC para reinventar a Superman, dejando tras de sí la que muchos consideran su obra cumbre como autor completo.

Como no podía ser de otra manera, concluyo el artículo recomendándoos que os hagáis con esta colección y descubráis su genialidad por vosotros mismos.

19 comentarios

  1. Wow!! Nunca he sido un grandísimo lector de comics, pero he de decir que mis cinco minutos de comiqueo si que tengo, y el hecho de ver al Vigilante fuera de un "What if..." me descoloca por completo!!
    Gran recopilación de historias, si señor.

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  2. Descastado1/6/11 22:56

    Extenso y exahustivo artículo, se nota que has querido amortirzar el esfuerzo de bajar los cómics del desván.

    No he trabajado mucho los 4 fantásticos. He leído algunos números sueltos (recuerdo haber leído incluso números con Hulka como miembro) y ví la serie animada con el robotito (que era igual de carismático que una lata de refresco de las que bailaban). A los 4 fantásticos no llegué a pillarles el punto (a saber por qué; por ej., me gustaba el Capitán América, así que los gustos de un crío son inescrutables).

    Lo que nunca he llegado a entender para qué querían un rascacielos entero, ¿¿¿a qué destinaban tantas plantas???.

    Un saludete.

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  3. Tremendo repaso. También es mi etapa favorita de los 4 fantásticos. Byrne le echó mucha imaginación, eso está claro.

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  4. Me encanta la manera que relatas GuyBrush sigue asi...!!!!

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  5. Pues yo del número del niño gilip*** que quería volar (y arder) es el relojazo digital que se gastaba, que casi le valía de rodela, y la cara del genio que mezclaba combustible espacial y aviones de juguete

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  6. Yo tengo muchos de estos comics. El ultimo que tengo acaba con la viñeta con la que se concluye este artículo(la estatua de los 4f bajo la cúpula)y siempre he estado buscando como continua.¿termina así este arco argumental? ¿No lo pudo terminar? ¿he desperdiciado parte de mi vida buscando un comic que no existe?

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  7. Anónimo2/6/11 15:03

    Me ha molado eso de "Ya no soy la chica invisible, ahora soy la MUJER invisible", jajaja.

    También la imagen del planeta Ego, y eso que al principio no lo veía. Me muero si me encuentro eso en el espacio, da más mido que la niña de The Ring.

    Me he quedado atónita con la infidelidad de Alicia, sucia perra!

    Por cierto, es el artículo más largo que he leído, y enterito! Felicidades por él.

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  8. Anónimo2/6/11 19:32

    Una de las mejores etapas. El Doctor Muerte siempre me pareció que quería tener una excusa para llevar máscara, de ahí que se destrozara la cara más de lo que la tenía. Si quisiera tener un rostro normal ya lo habría conseguido hace tiempo.

    Me sorprende mucho que Richards no sospechara que el tipo que sustituyó a Muerte en Latveria, el heredero legítimo al trono, pudiera haber sido influenciado por este. Cómics anteriores explicaron que fué prisionero de Muerte durante años, siendo sujeto de sus experimentos. Resulta demasiado conveniente para Muerte que de repente se volviera un dictador mucho peor.

    La muerte del segundo hijo fué por la negligencia de Richards. Tuvieron problemas similares con Franklin, al que salvaron con el cetro de Annihilus. En el momento en el que se entera de que Sue vuelve a estar embarazada tendría que haberse puesto a investigar una manera de salvar al bebé.

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  9. Increíble. Te has superado con este artículo.

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  10. Joder, ¡pedazo de artículo! hasta me han entrado ganas de leerlo, y eso que los superhéroes nunca me han gustado demasiado

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  11. @Dsanzi: No sé, yo recuerdo al Vigilante por todos lados. Será por el cabezón, que es imborrable.

    @Descastado: Hombre, ya que los bajaba, había que currárselo un poquito. Dentro de unos años, si eso, los vuelvo a subir.

    No todo el Baxter era de los 4F. En muchas planta había inquilinos. Con lo caro que está el metro cuadrado, a ver cómo lo pagaban.

    @Jarl G.: Sí, "imaginación". ;)

    @Carlito: A mi peluquero también le gusta. Gracias.

    @Fearuth: El niño era corto y punto. Aspirar a ser la Cosa tiene un pase, ¿pero la Antorcha? ¿Con ese peinado? Vamos, hombre.

    @Sergio: La historia acaba, aunque lo interesante es la idea, no la conclusión.

    @Ínfila: Gracias por leerlo. Sé que lleva su tiempo, porque lo he repasado como cuatro veces. ¡Y aún habrá erratas!

    @Anónimo: ¡¿Pero tú sabes lo que es tener dos niños en casa?! Reed también necesita dormir.

    @PoisonBoy: Naah, pero gracias.

    @Tempus Frangit: A mí los superhéroes cuanto menos súper y menos héroes mejor.

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  12. @El Tipo de la Brocha: No sé, como digo, mis conocimientos sobre comics me llegan, como mucho, para poder saber quién era el Vigilante, y poder encajarlo en una serie (en este caso, "What if...").
    Yo era más de Dragon Ball (serie blanca/roja, por supuesto), Ibañez, Escobar, Vázquez, Pafman (Ey! Volvió hace no mucho tiempo, más fuerte, más rápido, más incompetente),algunas novelas gráficas como Wanted y Maus, y las historias más clásicas (que no todas las clásicas) de Marvel y DC.
    Por ejemplo, hasta que no se estrenaron las películas, no tenía ni zorra de Watchmen ni de V de Vendetta.Lo sé, no me merezco ni la leche maternal...

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  13. Bueno, bueno, bueno, pero que me encuentro aqui, ¡una reseña de uno de mis comics favoritos! Decir que me ha encantado el artículo; mucho, de hecho... Aparte de estar tan bien redactado, con gancho y sin sonar en absoluto pedante, los 4 Fantásticos son unos de mis fetiches. Bueno, fetiches no que suena muy mal, dejémoslo en superhéroes favoritos, de hecho son los que más me gustan de Marvel después de Daredevil. Y que decir que no hayas dicho tu sobre esta maravillosa etapa...

    Maravillosa aunque para mi la mejor de todas ellas es la de Stan Lee y Jack Kirby, etapa que comencé a leer antes de los 4 Fantásticos de Byrne (de pequeño no leia los 4F, de hecho comencé a leerlos cuando Planeta/Forum comenzó a sacar la línea Classic a color je, je).

    En fin, sin duda junto con el Daredevil de Miller, y otras obras igual de buenas como el Thor de Simonson y los X-men de Claremont y el mismo Byrne, de lo mejor de la gloriosa Marvel de los 80. Si es que cuando yo digo que ya no se hacen comics como los de antes, mi mente recuerda con agrado estas maravillas que se hacían en lo que, por entonces, era la Casa de las Ideas (y bien merecido que se tenía ese nombre, no como ahora je, je).

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  14. @Dsanzi: Yo es que le doy a todos los palos. De los cómics que mencionas, Pafman es posiblemente el más flojo, aunque de Ramis y Cera me gustaban mucho los xunguis como versión gamberra y extraterrestre de Wally.

    @Roy D. Mustang: Seguro que algo más podrás decir de esta etapa después de todo lo que comentaste de la de Lee y Kirby.

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  15. En los últimos 70's, primeros 80's todavía se podían leer superheroes. A partir de los 90 empezaron a apestar. Salvo alguna cosa aislada, este género tebeístico parece que ya está obsoleto.

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  16. Yo me compre el coleccionable que saco forum por el estreno de la película y una de las mejores compras que he realizado.

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  17. Excelente resumen, me ha refrescado la memoria de los hechos que leí hará 25 años o más.
    Yo también guardo esos tebeos, hace poco tiré todos los apuntes de mi carrera universitaria, pero estos tebeotes NO se tiran, por podridos que estén.
    La colección Alpha Flight del mismo Byrne también tenía tela marinera (además eran canadienses, que es tope "alternativo").
    En fin, John Byrne, el Steven Spielberg de los tebeos de superheroes... qué tiempos, eh?
    Gracias por su trabajo Sr. de la brocha y saludos.

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  18. Felicidades por tan magnífico y desenfadado artículo. Me ha encantado, de verás. Precisamente, estaba buscando por la blogosfera artículos sobre los 4 Fantásticos de John Byrne cuando di con el tuyo y ¡ lo bien que me he pasado leyéndolo !

    Ésta es una colección ( o mejor dicho, etapa) que leí en su momento y que tengo en casa. De hecho, la estoy releyendo y de ahí mi interés por buscar reseñas sobre ella.

    La verdad es que son unos cómics con un encanto indiscutible que no se pierde con los años. Me lo estoy pasando como un enano ( que era la edad que tenía cuando los descubrí, por vez primera) releyéndolos.

    Pues nada, después de semejante reseña, animarte a que te prodigues más con las de cómics...aunque eso te suponga fatigosas subidas y bajadas al desván. je,je

    Saludos desde dentro del laberinto.

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  19. INCREIBLE ARTICULO... Sería digno de prólogo de algún recopilatorio de este autor.
    Lo increible de Byrne no solo fue su etapa y resurrección de los 4F, de Alpha Flight o de Los Vengadores Costa Oeste. Para mi, lo increible fue su desaparición de Marvel, y posteriormente del mundo del comic de las grandes masas.
    Esta etapa de los 4F elevó a Byrne al panteón de los dioses, del que el músculado dibujo de finales de los 90 y 2000 hizo desaparecer (una pena).
    El comic que nombras en formato apaisado de los 4f si no ha aparecido ninguno últimamente, puede ser el único que ha publicado Marvel en su historia, hasta para eso Byrne fue único. Un saludo y felicidades por tu Blog.

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