19 de enero de 2012

8 pequeños llamativos momentos de La guerra de las galaxias

¿Sabéis cuántas entradas he escrito ya sobre La guerra de las galaxias? ¿No? Pues contadlas y luego me lo decís. La mayoría las tenéis en ion litio. A mí me da pereza y seguro que son un montón. Unas 3.000 o 3.500, número arriba, número abajo.

Sin embargo, sé que no hay muchos artículos que se centren en las películas propiamente dichas. Yo lo achaco a una dieta pobre en fruta. ¿Qué os voy a contar?, me gustan los alimentos que se venden en recipientes cerrados y se preparan en menos de tres minutos en el microondas.

Por ese motivo, hoy voy a repasar, no mis escenas favoritas de La guerra de las galaxias (tramposamente renombrada como Episodio IV), sino aquellos pequeños momentos que, sin ser relevantes para la trama o pasando desapercibidos en un primer visionado, más me llaman la atención.


#1. No abran fuego



Para evitar que los imperiales recuperen los planos de la Estrella de la Muerte, la princesa Leia los introduce en R2-D2, que cual mula colombiana con el estómago cargado de heroína abandona la nave rebelde junto a su compañero C-3PO en una cápsula de salvamento.

El destructor imperial que ha capturado la nave rebelde detecta la cápsula según se aleja (como para no verla con esos ventanales de plexiglás que tiene); pero no dispara contra ella, porque según el oficial al mando:

"No se observan formas de vida. Debe de estar en cortocircuito".

Vamos a ver, alma de cántaro, ¿es que este todavía no te has enterado de que en esta galaxia también hay androides? ¡Si hasta tuvieron su propia serie de dibujos animados! Y eso por no mencionar las Guerras Clon, en las que la República luchó durante CUATRO largos años contra todo un maldito ejército de androides. Esto tiene que venir por fuerza en los libros de historia y estudiarse en los colegios; vamos, digo yo.

Y aunque no hubiera nadie en la cápsula, ¿y si resulta que los planos van en ella y hay un grupo de rebeldes esperándola en Tatooine? No sé, es una posibilidad.

Por lo demás, tampoco creo que el oficial tenga que justificar los gastos ante su superior a final de mes. ¿Desde cuándo racanea el Imperio en láseres, si sus soldados no hacen más que desperdiciarlos tirando a las paredes?

Mi conclusión es que este tipo estaba harto de su trabajo y quería que lo despidiesen.


#2. El esqueleto de dragón



En el desierto de Tatooine, después de que R2-D2 y C-3PO se separen tras tener la primera riña androide homosexual de la historia del celuloide, el robot dorado pasa cerca de un esqueleto enorme que debía de pertenecer a un saurio para el que tener dolor cervical no era ninguna tontería.

El esqueleto apenas aparece unos segundos en pantalla y solo es una pieza de atrezo que ayuda a crear esa sensación de que estamos en un galaxia muy, muy lejana o en Almería; pero de pequeño me entusiasmaban los dinosaurios hasta el punto de que aún sufro las secuelas, y aquel esqueleto me tenía más embobado que los brincos de Xuxa en Telecinco. Estimulaba mi imaginación y, a diferencia de las chopocientas naves que salen al principio de La venganza de los Sith, no me provocaba jaqueca sideral.

Como curiosidad, añadir que cuando George Lucas y su equipo regresaron a Túnez para filmar algunas de las espantosas escenas de El ataque de los clones más de veinte años después de rodar La guerra de las galaxias, el esqueleto seguía allí. La pregunta es, ¿por qué no se lo llevaron antes? Ya sabéis, al terminar el rodaje. Menuda panda de guarros.


#3. Mire, señor, androides



Mientras los androides conocen a uno de los participantes de Granjero busca esposa en Tatooine, los soldados imperiales rastrean el desierto hasta encontrar la cápsula de salvamento (lo que supone haber peinado 344.055.367 km2 de arena; ahí es nada). De repente, un soldado entra en la toma con una arandela en la mano y se la enseña a su capitán diciendo: "Mire, señor, androides".

El soldado muestra la pieza de metal con orgullo porque sabe que es su gran momento. Lleva una hora arrastrándose por la arena, está muerto de sed y tiene la espalda hecha polvo; pero, por fin, ha encontrado algo, ¡él!, de entre todos los soldados que fingían buscar pistas con la esperanza de que otro estuviera haciendo verdaderamente su trabajo y pudieran volver pronto a la nave para darse una ducha fría. Es un héroe. El salvador del Imperio. Deberían condecorarle por esto, y llegará el momento en que se lo cuente a sus nietos. "Acercaos, acercaos... Recuerdo el día que encontré aquella arandela como si fuera ayer. Aquella mañana, el capitán Mod Terrik...".

Aunque la escena de la arandela se corta ahí, podría haber continuado de muchas maneras.

Soldado: Mire, señor, androides.
Capitán: Es la arandela de una lata de cerveza gamoreana, Felth. Y con esta hacen diecisiete. ¿Por qué no deja de recoger basura y hace algo útil para variar?
Soldado: Pero, señor, con veinte te regalan un despertador de Darh Vader. ¡Y la alarma suena como su respiración! Kaaaa-pufff... Kaaaa-pufff...
Capitán: *Sigh* Odio los programas de integración para discapacitados mentales...

Las posibilidades son ilimitadas.


#4. ¡Amputación!



Basándose en una vieja filosofía Jedi que dice que no hay mejor piloto ni uno que sea más de fiar que el que está completamente borracho, Luke y Obi-Wan entran en una cantina del puerto espacial de Mos Eisley para buscar a alguien dispuesto a llevarles hasta Alderaan sin hacer preguntas. Preguntas como qué hacen un viejo en bata con un chaval en pijama juntos en un bar.

En la barra, dos tipos condenados en varios sistemas amenazan a Luke sin otro motivo que el hecho de que no les gusta. Habida cuenta de que a uno parece haberle pasado una apisonadora por la cara y que el otro tiene los testículos donde debería tener la barbilla, uno se esperaría que fueran más transigentes; pero no es el caso. Por suerte, cuando las cosas se ponen feas, Obi-Wan "desenvaina" su sable láser y, en lo que dura un parpadeo, corta el brazo a uno de los delincuentes.

Lo interesante es que, al contrario de lo que ocurre en el resto de películas de la saga, la herida no cauteriza inmediatamente, por lo que el miembro cercenado pone el suelo perdido de sangre. Los warsies gafapastas achacarán esto a la morfología de la especie a la que pertenece la víctima y no a un fallo retrospectivo de continuidad; pero lo que no tiene duda es que con sangre, todo mola más. Menos el sexo oral en esos días especiales del mes, claro.

Luego lo gracioso es que Obi-Wan tiene el morro de decir que el sable láser es un arma noble. ¿Noble? No sé, al menos un tiro de bláster no tiene al encargado del bar fregando el suelo toda la tarde.


#5. Ajedrez galáctico



De camino a Alderaan por la comarcal 1138, mientras Luke aprende los caminos de la Fuerza con el curso intensivo para dummies, Chewbacca y R2-D2 matan el tiempo jugando al dejarik en la sala principal del Halcón Milenario. Al igual que en el ajedrez, en el dejarik también hay casillas blancas y negras; pero el tablero es circular y las piezas son monstruos holográficos que se matan a mamporros, soplamocos, porrazos y demás violencias.

En mis tiempos mozos, cuando cazábamos mosquitos, pintábamos leones y todos nos decían que éramos tragones, lo más cercano que había al dejarik era el Battle Chess, un videojuego de ajedrez en el que las piezas cobraban vida al capturar a otras. Esta escena siempre me recuerda a ese juego, y ambos me encantan.



#6. Obi-Wan está mayor



Inspeccionando el Halcón Milenario después de que el rayo tractor de la Estrella de la Muerte lo arrastre al hangar, los soldados imperiales no encuentran a nadie a bordo. El motivo, como recordaréis, es que nuestros héroes se han escondido en los compartimentos que Han utiliza habitualmente para llevar material de contrabando, desde revistas PlayTwi'lek hasta píldoras letales.

Cuando los soldados se marchan, nuestros héroes en apuros asoman la cabeza fuera de su escondrijo y, según se disponen a abandonarlo, en un momento que da bastante vergüenza ajena, Obi-Wan hace un esfuerzo para incorporarse y salir del compartimento, pero no lo consigue.

Siendo optimistas, podríamos pensar que este legendario Jedi, veterano de las Guerras Clon, logró salir de allí por sus propios medios; pero desde luego al actor Alec Guinness tuvieron que ayudarle a sacar su sexagenario culo de Sir del agujero. Un respeto, eh.


#7. Soldado patoso



Mientras Luke, Han y Chewie tratan de liberar a la princesa Leia de su prisión con hilarantes resultados, C-3PO y R2-D2 les esperan en una sala del puente de la Estrella de la Muerte. Una tropa de asalto irrumpe en la habitación con los rifles preparados para la acción y, de forma inesperada, uno de los soldados se golpea el casco con el marco inferior de la puerta. Sí, señor, esta es la élite del Imperio. Todos esos años de madrugones y flexiones en la Academia Imperial merecieron la pena.

Lamentablemente, en la edición en DVD de 2004, al igual que en el Blu-ray de 2011, el gazapo se hace aun más evidente, porque han añadido el sonido "CLONC" al golpe. Es una manera tonta de reconocer el error de una toma que debería haberse repetido durante el rodaje o bien eliminado en la sala de edición.

Pero lo peor es que George Lucas quiere que pensemos que ese soldado es uno de los clones de Jango Fett, el cazarrecompensas reciclado. Por eso, en El ataque de los clones, Jango se golpea la cabeza con la puerta de su nave después de pelear con Obi-Wan en Kamino. Deduzco, por lo tanto, que, según Lucas, esta clase de accidentes casuales se lleva en los genes.

Sinceramente, prefiero pensar que ese soldado era un tipo corriente que esa mañana se había levantado con el pie izquierdo y aún no había tenido tiempo ni de tomarse un café cuando empezaron a sonar las alarmas. Nadie trabaja bien con el estómago vacío.


#8. No puedo seguiros



El ataque a la Estrella de la Muerte. Los cazas rebeldes caen uno tras otro hasta que solo quedan tres, que descienden a la trinchera de la gigantesca estación de combate en una misión suicida. Uno de los Ala-X, pilotado por el mismo tipo que ayudaría a Lando a volar la segunda Estrella de la Muerte en El retorno del Jedi, recibe un impacto y entonces...

Wedge: Me han dado. No puedo seguiros.
Luke: Vete, Wedge. Aquí ya no puedes hacer nada.
Wedge: Lo siento.

La escena siempre me ha resultado interesante porque, hasta ese momento, todas las naves rebeldes se habían limitado a explotar dramáticamente y ninguna había tenido ocasión de retirarse. No es que los pilotos pudieran eyectar su asiento sobre la Estrella de la Muerte, ¿no? Además, Wedge era un secundario al que habíamos conocido hacía apenas unos minutos, por lo que no había ninguna razón de peso para que se fuera de rositas. Por último, tampoco parecía que la nave volase mal cuando salía de la trinchera y se alejaba de la Estrella de la Muerte a toda velocidad.

Todo ello me ha llevado siempre a sospechar que la nave de Wedge estaba en perfecto estado y que el muy cara dura solo buscaba una excusa para escurrir el bulto.

Wedge: Me han dado. No puedo seguiros.
Luke: Mi computadora indica que tus sistemas funcionan perfectamente, Wedge.
Wedge: No, no, qué va. El... eeh... condensador de fluzo se ha roto. ¡Le han dado de lleno!
Luke: ¿Los Ala-X tienen condensador de fluzo?
Wedge: ¿Condensador de fluzo? Quería decir reactor de antimateria.
Luke: Pero si...
Wedge: No puedo seguiros. Lo siento.

Hasta aquí, mi lista. ¿Tenéis vosotros una igual?

2 comentarios

  1. Yo creo que mas bien la conversacion fue tipo... "Wedge, te tienes que ir, que sino me quitas protagonismo y epicidad..." "Okay"

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  2. La del esqueleto me ha parecido muy interesante para que hacer el esqueleto si solo sale pocos segundos en pantalla y ademas tomarse la molestia de construirlo y dejarlo ahí...

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