5 de enero de 2012

Cuando Hércules se topó con Dios: Un golpe del destino (2010)

Telefilmes cristianos. Aún no me creo que este sea un género cinematográfico rentable. En España, suelen emitirlos los domingos por la tarde en Antena 3 y te ayudan a echar la siesta, como el Tour de Francia o el Open Británico; pero en los Estados Unidos llegan incluso a estrenarse en las salas de cine. ¿Os imagináis pagar ocho euros por ver una película en la que intentan convencerte de que una zarza que arde sin consumirse asigna una misión suicida a un pastor perseguido por la justicia? A menos que Charlton Heston haga el papel de Moisés, yo no la vería.

Pero por mucho que pueda sorprenderos, lo cierto es que se siguen produciendo películas dirigidas al público cristiano, lo que significa, entre otras cosas, que esta clase de público existe. Es extraño, porque desde que se inventó la televisión, la gente ya no necesita acudir a la Iglesia para matar el aburrimiento cuando no puede o no quiere gastar dinero. Además, en misa todo son reposiciones, y los autores de la Biblia no eran tan buenos como los guionistas de Seinfield o las primeras temporadas de Los Simpsons.

Todo este rollo viene a cuento de que hace unos meses vi Un golpe del destino y me quedé con la idea de comentarla tan pronto como fuese apropiado. Como estamos en víspera de Reyes, creo que ese momento ha llegado.

¿Os suenan Family Man, con Nicholas Cage, o ¡Qué bello es vivir!, de Frank Capra? Pues esta película cuenta la misma historia, pero con Kevin Sorbo como protagonista ¡y más propaganda cristiana!

¡Eh, no huyáis, cobardes! Nadie pretende lavaros el cerebro. Es más, si por alguna razón esta película lo consigue, os aseguro que ya estabais bastante mal antes de verla.

Vamos con el argumento:

Kevin Sorbo, el Hércules televisivo, interpreta a un tiburón de los negocios que hace quince años dejó atrás al amor de su vida (Kristy Swanson, la primera Buffy Cazavampiros) y relegó su vocación religiosa para dedicarse a las finanzas. Tras sufrir un accidente de coche, Sorbo conoce a un ángel que trabaja como conductor de grúa (John Ratzenberger) y despierta en una realidad alternativa en la que está casado con Kristy Swanson, tiene dos hijas y es reverendo de una pequeña comunidad.

El detalle del ángel conductor de grúa le da un toque de realismo a la trama.

A pesar de sus incontables clichés y de sus valores metidos con calzador (más familiares que religiosos, dicho sea de paso), el filme entretiene mucho más que algunos de los bodrios que he comentado en este blog, y puedo decir sin tapujos que no me costó verla una segunda vez de cara a escribir esta entrada. Algunos golpes de comedia funcionan, el drama es pasable y las interpretaciones son convincentes para ser un telefilme.

Sin embargo, no estoy del todo seguro de cuáles son las lecciones que se supone que debería haber aprendido de esta película.

Me explico en dos breves puntos.


Lección 1: El dinero puede resolver todos tus problemas


Al principio de nuestra historia, Kevin Sorbo (no me acuerdo de cómo se llamaba su personaje y soy demasiado perezoso para buscarlo) vive en la gran ciudad, tiene dinero, viste trajes a medida, conduce un coche carísimo y trabaja rodeado de mujeres hermosas (hermosas, entiéndase, para un hombre de entre cuarenta y cincuenta años que entrecierre un poco los ojos). En otras palabras, es un triunfador made in USA.

Un machote en la cúspide de su vida. De ahí el coche descapotable.

Pero de repente, ¡BAM!, un ángel que hace horas extra como mecánico le arrea un puñetazo y se despierta en un barrio de clase media-baja, con la esposa que pudo tener y dos hijas que nunca tuvo.

Por supuesto, esta no es una situación que Sorbo esté dispuesto a asumir de buenas a primeras, y su humor no mejora cuando descubre que ahora es el reverendo de una pequeña congregación religiosa y que no tiene un duro.

Un momento.... ¿Promoción del 89? ¡Esa camiseta tiene 21 años! ¡Puagh!

Sorbo la pifia con los feligreses, hiere los sentimientos de sus hijas y, en definitiva, comete muchos errores que hacen que su mujer sufra pensando que ya no es el hombre con el que se casó y que ha perdido su fe. Por este motivo, le manda a dormir al sofá, porque así es como los matrimonios cristianos arreglan sus problemas. Así, y rezando a Dios en solitario. La teoría es que cuanto menos hablen entre ellos y más se dirijan al techo con las manos entrelazadas, mejor.

No obstante, a medida que avanza la película, Sorbo se da cuenta de que esta nueva vida en la que priman los valores familiares y la fe cristiana, le hace mucho más feliz que todos los BMW y viajes a París que el dinero puede comprar.

Vale, el dinero no puede comprarlas así de rubias; pero morenas y de ojos achinados no os digo yo que no.

¿Qué hace Sorbo entonces? Arreglar todos los problemas que ha provocado y también algunos que ni siquiera ha provocado con DINERO; dinero que, ironías de la vida, consigue recurriendo a los conocimientos que adquirió como inversor financiero en la gran ciudad, supuestamente a costa de su alma.

Un momento... ¿No es eso precisamente lo contrario de lo que querían enseñarnos?, ¿que el dinero no trae la felicidad? Y si no es así, ¿cuál es el mensaje?, ¿que no hay ningún problema que no se pueda solucionar con un gran fajo de billetes?

Aquí hay algo que no acaba de encajar, pero no es lo único.


Lección 2: Dios tiene un extraño sentido del humor


Como iba diciendo, Sorbo encuentra su verdadero camino y, en una transición bastante fluida, se convierte en mejor persona, reconciliándose con su familia y la Iglesia.

Llegados a este punto, deberíamos tener un final feliz; pero el Dios de esta película debe de ser el del Antiguo Testamento, porque tan pronto como todo se arregla, decide mandar a Sorbo de vuelta a su realidad. Esto significa no más esposa, no más hijas y no más sermones. Como broma, tiene menos gracia que la que le gastó Dios a Abraham cuando le pidió que sacrificase a su hijo para luego cambiárselo en el último momento por un carnero (un cachondo el tío).

Por suerte, Kristy Swanson, que era la esposa de Sorbo en el Mundo Bizarro, no ha hecho nada de provecho en los últimos quince años, así que, a falta de cinco minutos para que acabe la película, nuestro hombre consigue reconquistar su corazón. La única diferencia para ella es que ahora deberá hacer frente al parto de su segunda hija con el útero de una mujer de cincuenta años. ¡Mucha suerte con eso!

Supongo que la moraleja de la cinta es que si te ofrecen hacer otra temporada de Hércules, aceptes sin dudarlo, porque la alternativa no es mucho mejor y nadie va a comprar muñecos de un pastor cristiano.

Ah, por cierto, ¿a todos os parece bien que Dios mande a Sorbo a un universo alternativo en el que su hija de diecisiete años tiene este aspecto?

Qué par de... ojos más grandes tienes.

Quiero decir, es evidente que la chica ya es toda una mujercita, y se supone que Sorbo no la conoce. ¿Y si tuvo un accidente en el coche y ella forma parte de una compleja fantasía inducida por la morfina? En mi opinión, es una situación un incómoda de narices, ¿no?, con todos esos abrazos y besos entre padre e hija...

Con independencia de todo lo anterior, si algún día estáis solos, aburridos y necesitados de calidez humana, ved alguna de las adaptaciones buenas de Cuento de navidad.

5 comentarios

  1. Te rompiste el coco escribiendo este artículo. Mmm malo pero tiene un par de partecillas en que roba una pequeña sonrisa... que digo!!! no alcanzó a ser sonrisa, un gesto amable tal vez.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo5/1/15 06:50

    Me pareció una buena pelicula y no soy cristiano.
    No sé que problemas tienes, pero estas falto de calidez humana.
    Probablemente seas ateo o algo parecido, pero no hay nada malo en tener buenos sentimientos.
    Si alguna vez tienes hijos nunca olvides de decirles cada día de tu vida que les quieres y a tus padres cada dia que hables con ellos diles que les quieres y si puedes acompañar estas palabras con un abrazo sincero verás como te llenas de verdadero calor humano.

    ResponderEliminar
  3. Gracias, me acabas de confirmar lo que siempre he pensado; Dios usa de instrumentos incluso a los que no desean serlo para llevar su mensaje.
    Hablas de estas películas queriendo criticarlas negativamente, pero sin darte cuenta la has descrito por completo; para alguien que no lo interesan mucho le has prestado mucha atención.
    Bendiciones para ti y tu familia!

    ResponderEliminar
  4. las escriturasa dicen los terrenales de las cosas de la tierra hablan y de lo que no conocen hablan ..y eso es lo que veo,parece que eres tan dueño de tu vida que te hicistes solo y si tanto criticas lo bueno porque practicas lo sarcasmo y la maldad ,entonces meditalo en tu corazon ,porque no existes sin un proposito..

    ResponderEliminar
  5. Amparado por un seudónimo ¨ El tipo de la brocha ¨, haces un comentario errado y desconcertante a mi manera de ver; ya que la viste con una gran miopía y desacierto y como que no comprendió cual fue el propósito del autor del film. A mí en lo personal me gustó y creo que para muchos que la vieron también. En la película le envía DIOS un angel a este rico financista para que tome el camino correcto de su vida ya que 15 años atrás había dejado burlada a su novia comprometido él y su pareja en matrimonio. Para ello El Señor, le presenta por el golpe del angel que lo dejó inconsiente ( y en un sueño ), lo que habría de ser en el futuro de su querida familia; es decir le pone en la balanza al momento lo que ha hecho de su vida y lo que verdaderamente debió de ser con una esposa e hijas que lo quieren y lo aman, en otras palabras ya sabiendo esto le da libre albedrío para que decida cual es el camino verdadero tener una segunda oportunidad en la vida.

    ResponderEliminar

LEE ESTO ANTES DE COMENTAR: Al autor del blog le chifla recibir comentarios, pero todo tiene un límite. Con carácter general, los siguientes comentarios se eliminarán de la faz de la red: 1) los que no tengan un carajo que ver con la entrada, 2) los que falten el respeto sin ninguna gracia ni elegancia, y 3) los que puedan considerarse spam o sean más largos que un día sin pan (en principio, los que superen 300 palabras, ya sea individualmente o de forma concatenada).