4 de julio de 2013

Star Trek: A quien los dioses destruyen


Este viernes se estrena en España la segunda película de Star Trek dirigida por J. J. Abrams (¡viaja a un artículo del futuro!), y no se me ocurre mejor forma de celebrarlo que repasando el episodio de la serie original en el que el capitán James T. Kirk se enfrentó a Khan por primera vez. Sí, he dicho Kahn; no necesito ver la película para saber que Benedict "Sherlock" Cumberbatch interpreta a ese gran antagonista cuyo papel clavó Ricardo Montalbán en 1967. Sólo necesito meterme en su ficha de la IMDb.

No obstante, escoger la mejor forma no suele ser mi estilo, así que el episodio que voy a recapitular no será Semilla espacial, sino otro muy distinto en su tono y mucho menos popular, cutre como tantos otros, pero disfrutable a su manera, aunque sólo sea por las altas cotas que alcanza en su escalada hacia lo absurdo y lo risible. ¡Las botas del villano ni siquiera hacen juego!

Fecha de emisión: 3 de enero de 1969.

Después de la que sin duda fue una trepidante aventura en la que el capitán Kirk dejó encinta a una preciosa alienígena y el señor Spock enarcó una ceja, el Enterprise se aproxima a la órbita de un planeta verde denominado Elba II. Y por "planeta verde" no me refiero a ninguna majadería hippie-alternativa-ecologista (yo ya hago bastante por la Madre Tierra usando desodorante de barra), sino a que el planeta en sí es de color verde sucio. Y su aire es más venenoso que una cobra remojada en cianuro.

En busca de una base científica para este fenómeno, envié una consulta a mi estimado colega el profesor Mortimer Kelp, doctorado en química por la Universidad de Bristol, y me dijo que la sustancia que envuelve Elba II podría tratarse de gas de cloro, un efluvio pestilente y muy tóxico que se utilizó en la Primera Guerra Mundial como arma química.

¿Y a cuento de qué os suelto este rollo en lugar de ir al grano? ¿Para inculcaros un poco de cultura? ¡Corcho, no! Es para excusar la estupidez de antemano. Si bien es cierto que las instalaciones a las que se transportan Kirk y Spock cuentan con su propia atmósfera respirable, tal y como se desarrolla este episodio no es descabellado pensar que el lugar no sea del todo hermético y que, por tanto, las facultades mentales de los protagonistas de este drama galáctico se vean mermadas a causa del gas. Ahí lo tenéis. Si me esfuerzo mucho, puede que incluso consiga explicar las lagunas de El Hombre de Acero.

Planet Hulk.

Las instalaciones en cuestión consisten en un sanatorio para chalados peligrosos fundado por la Federación; similar al Asilo Arkham de los cómics de Batman, solo que mucho más kitsch y rodeado de gas ponzoñoso. Os podéis imaginar que los internos no dan muchos paseos al aire libre.

Kirk y Spock vienen a entregar al gobernador de Elba II un mejunje que podría curar para siempre a los últimos pirados de la galaxia. Ahora elegid vosotros qué tiene menos sentido:

a) Que el capitán y su primer oficial hagan de recaderos en lugar de encargar la misión a cualquiera de los otros 428 miembros de la tripulación.

b) Que el doctor McCoy, oficial médico de la nave, sea precisamente el único de los tres protagonistas de la serie en quedarse a bordo.

Donald Cory, gobernador a la par que doctor, da la bienvenida al capitán y a su primer oficial y, antes de decir ni una palabra más, se apresura a reactivar el campo de fuerza de la instalación, impidiendo que los recién llegados puedan transportarse de vuelta al Enterprise, según él para que no rechacen su invitación a cenar.

Pelín sospechoso, ¿no? La última vez que me encerraron para invitarme a cenar me sirvieron los sesos de un policía acompañados de vino Chianti.

O tal vez lo vi en una película.

Viajar hasta el otro extremo de la Vía Láctea para comer comida china no merece la pena.

El señor Spock pregunta si ha ingresado un nuevo paciente en el centro últimamente, y el gobernador le confirma que Garth de Izar, ex capitán de la Flota Estelar, es ahora inquilino del nido del cuco. Con él suman un total de quince locos de atar en la colonia. Contadlos conmigo:

1… 2… 3… 4… 5… 6… 7… 8… 9… 10… 11… 12… 13… 14… ¡15!

¡15 perturbados mentales peligrosos de la galaxia!

¡Ja, ja, ja!

Kirk dice que cuando él estudiaba en la Academia, Garth era una leyenda, y sus artículos eran de lectura obligada para los alumnos. Por la forma tan intensa en la que Shatner pronuncia sus líneas, estoy casi convencido de que Kirk tenía un póster de Garth colgado de la pared de su dormitorio; descamisado y con el pelo al viento, en plan Lorenzo Lamas.

A petición del capitán, el gobernador les acompaña a las celdas para que puedan ver a Garth. Puede que Kirk quiera hacerse fotos con él para subirlas a Facebook.

Antes de llegar a la celda de Garth, una atractiva reclusa de piel verde que responde al nombre de Marta, oriunda de Orión y bipolar, les llama desde el otro lado de su celda para decirles que tiene que contarles algo, pero que no puede hacerlo delante del gobernador Cory, porque en realidad NO  es el gobernador Cory.

Spock enarca una ceja.

Mi piel no era de este color cuando entré, es que estas celdas no tienen baño.

Aunque debemos asumir que Marta está chiflada, porque la celda ni siquiera tiene barrotes y todas esas lucecitas del umbral no pasan ni por asomo por un campo de fuerza, yo empezaría a preocuparme un poco. Es cierto que estos hechos unidos a la invitación a cenar pueden tener una explicación lógica, pero, ¿qué queréis que os diga?, el gobernador se da un aire a Mao, y he leído suficientes cómics del Capitán América de comienzos de los años cincuenta como para saber que uno debe desconfiar de los comunistas. Si veis a uno, vuestro deber es decirle que conocéis su juego sucio y, como buenos patriotas, denunciar sus actividades a las autoridades competentes.

Además, si Yvonne Craig dice que algo huele mal, ¿quién podría ignorarla? Siento una atracción fatal por esta mujer desde que la vi en la serie de Batman de los años sesenta. ¡Incluso actuó en un par de cintas con Elvis Presley, el rey del rock n' roll! No ha habido otra Batgirl como ella. Bueno, tal vez Lexi Belle.

Sexy a más no poder.

Al llegar frente a la celda de Garth, Kirk y Spock se quedan patidifusos, porque la persona que está encerrada es el propio gobernador Cory, suspendido en el aire (o colgado de una percha) y con cara resacosa. ¿Y cómo es posible que haya dos Corys?, os preguntaréis si no vais muy trompas. La respuesta es así de simple: el hombre que aparentaba ser el gobernador es en realidad Garth de Izar, que puede cambiar de aspecto a voluntad gracias a un truco barato de cámara. Además, el hombre está tan chalado que se ríe siempre en mayúsculas y viste como un Napoleón Bonaparte del futuro que hubiese contratado como estilista a Jean Paul Gaultier.

Garth abre las restantes celdas del pasillo y libera a un Blastaar descafeinado, a un pitufo travesti y a Marta, que se queda en bañador según sale de su celda porque es una mujer liberada.

¡Los internos han tomado el manicomio y el capitán Cucú tiene ahora la sartén por el mango! Y, menos metafóricamente, también tiene Marta agarrada del brazo haciéndole arrumacos y cucamonas y un fáser, con el que apunta a Kirk y a Spock.

Spock enarca una ceja.

Discretito el grupo, ¿verdad?

Según parece, mientras yo pasaba con el botón forward los títulos de entrada, Garth ha aturdido a Spock con su arma y ahora sus esbirros se lo llevan a rastras a no sé dónde. Me inclinaría por otra área de detención de no ser porque en el pasillo donde están ya hay tres celdas libres. ¿Es que el señor Spock se ha puesto exquisito con el alojamiento antes de quedarse grogui? Otro sinsentido.

En cambio, Kirk ha corrido mejor suerte que el vulcaniano y ha recibido dos billetes gratis a Risa, el popular planeta resort del cuadrante Alfa, donde pasará quince días de ensueño luciendo su speedo plateado entre mujeres hermosas y promiscuas. O tal vez sólo comparta celda con el verdadero gobernador Cory. Me temo que lo segundo.

Muérete de envidia, Jim.

Garth dice que ahora que dirige a los futuros "amos del universo", Kirk deberá referirse a él como Lord Máximo Prepotente de Izar I. O Lord Garth, para abreviar. Y acto seguido, para rematar la faena, se transforma en el capitán Kirk y se marcha tronchándose de risa con la idea de apoderarse del Enterprise y escarmentar a la tripulación en venganza por el amotinamiento de su antigua tripulación. ¿Ein?

A solas con el gobernador, el verdadero Kirk descubre cómo consiguió Garth sus poderes (os lo explicaré de tal forma que lo entendáis a la primera: magia) y también que, en su tiempo libre, ha fabricado el explosivo más poderoso del universo con el Quimicefa que le regaló su madre por Navidad.

Y ahora que somos compañeros de celda, solo queda decidir quién será la mujer.

Garth, con el cuerpo, la ropa y también la voz del capitán Kirk, porque why not?, contacta con el Enterprise desde la sala de control para que le suban a bordo. Scotty, ingeniero jefe y escocés borracho, saluda al capitán y le solicita el santo y seña, que Garth desconoce.

¿No debería Garth, ex capitán de la Flota y leyenda viviente, haber previsto que le pedirían el santo y seña? Sí, ¿y qué? A estas alturas no podéis exigir que el episodio sea coherente. Haberlo pensado antes de empezar a leer.

Garth improvisa y le dice a Scotty que sólo le estaba probando, lo que levanta serias sospechas entre los tripulantes de la nave. Al fin y al cabo, ¿desde cuándo prueba Kirk a sus subalternos? El capitán se limita a dar órdenes, ejecutarlas personalmente del modo más ridículo y peligroso posible y revolcarse con alienígenas o androides macizas cada dos o tres episodios. Lo de probar al personal es para mariquitas.

Tras cortar la comunicación, el falso Kirk se coge un berrinche de cuidado, permitiendo a William Shatner sobreactuar como no está escrito. Y tampoco podría escribirlo, porque no sabría ni por dónde empezar a describir esa melodramática combinación de aspavientos, contracciones musculares y muecas de estreñimiento. ¡No sabría!

¿Hacemos algo útil hoy o pasamos de todo? Pasamos.

Dado que Garth no tiene ni pajolera idea de cuál es el santo y seña y parece poco probable que pueda colarse en el Enterprise haciéndose pasar por un repartidor de pizza, regresa a por el capitán Kirk y le invita a cenar a punta de fáser junto con el señor Spock, al que Marta quiere disparar en una oreja. ¿He mencionado ya que Marta también está como una regadera? Pues lo está, pero por eso la queremos.

Durante la cena, Spock sugiere al capitán que intente crear una distracción para que él pueda colarse en la sala de control y desactivar el campo de fuerza. ¿Tiene esta sugerencia alguna implicación en la trama? No, pero rellena metraje. Cada episodio tiene que durar cincuenta minutos y no puede haber más de diez de miradas intensas.

El punto álgido del convite es la danza erótica de Marta, uno de los momentos más representativos de la serie a pesar de la mediocridad general de este episodio.

Yvonne Craig había sido bailarina de ballet antes de hacer sus pinitos en televisión y aquí desata toda su voluptuosa y verde sensualidad por medio de la danza, un reclamo que ningún hombre heterosexual en sus cabales podría ignorar. Los trekkies la adoran y los fabricantes de crema hidratante y pañuelos se han lucrado gracias a ello desde los años sesenta. Gracias, Yvonne. Gracias.

♪ She's a maniac, maniac on the floor! ♪

Al terminar el bailoteo, Garth intenta hacer buenas migas con sus invitados e incluso les canta Hay un amigo en mí. ¿Os imagináis qué numerito? Yo tampoco, pero estoy tratando de darle un poco de gracia al asunto. Después del bailecito de Marta, todo va cuesta abajo.

Spock, escéptico, saca a la luz el pasado de Garth, que resumo a continuación:

Garth tuvo un accidente que le  dejó al borde de la muerte, y los habitantes de Antos IV le cuidaron y enseñaron la técnica de la metamorfosis celular. Él les ofreció "una galaxia" como pago por su amabilidad, pero los antianos rechazaron la oferta y entonces él ordenó a su tripulación que exterminase a ese planeta de desagradecidos. La tripulación le mandó a freír espárragos y Garth acabó con sus huesos en Elba II. Fin del interludio. Tararí.

¡Y no os perdáis la novela!

Garth se cabrea y acaba poniendo a la Federación a caer de un burro por dedicarse a "la exploración de mundos desconocidos" en lugar de invadirlos e imponer sus costumbres, como vestir siempre en pijama y no hacerle ascos a acostarse con personas de especies diferentes aun a riesgo de contraer enfermedades venéreas desconocidas por la humanidad. Kirk trata de convencerle de que el tiempo de guerrear, batallar, bregar y pendenciar quedó atrás, y defiende los ideales de la Federación, que han permitido que personas de razas distintas como Spock y él sean "hermanos". Sólo que tal y como lo dice suena menos a "hermanos" y más a "pareja romántica".

La discusión continúa un buen rato y Garth se va encendiendo a medida que la boca se le llena de palabras grandilocuentes, como "poder ilimitado", "amo de la galaxia" y "euforbiáceo". Spock no hace más que agravar el problema enarcando la ceja a diestro y siniestro hasta que consigue sacar al ex capitán de sus casillas y es expulsado de la casa.

Esta fruta es de cera y no hay comida en mi plato. Quiero hablar con el encargado.

Garth intenta persuadir a Kirk de que le dé el santo y seña, pero cuando la vía del diálogo se muestra ineficaz, ordena traer la silla de rehabilitación de los reclusos, un modelo Ratched X-75 que él mismo ha retocado para que sus ondas ultrasónicas causen un dolor indescriptible. El gobernador Cory es el primero en probar el invento del TBO y, a día de hoy, puedo afirmar que no había visto una expresión de sufrimiento semejante desde que puse a mi hermano un videoclip de Nicki Minaj.

Kirk se niega a colaborar, porque, total, no es él el que está en la silla, y Garth le aplica el mismo tratamiento que al gobernador, de forma que William Shatner se ve forzado a restringir su sobreactuación a las gesticulaciones faciales; nada de dar brincos como una cabra montesa por todo el plató.

Aun así, nuestro héroe no da su brazo a torcer.

¡Pues no se ha quedado dormido el andoba!

Kirk recupera el conocimiento en un dormitorio que, se mire por donde se mire, excede todos los límites permitidos para la cantidad de rosa y violeta que debería haber en tan pocos metros cuadrados. Marta le hace compañía y le confiesa que lo ha deseado desde el momento en que lo vio, algo similar a lo que me sucedió a mí con la edición Pelotas de Acero de Duke Nukem Forever, y luego ya visteis qué desengaño.

No obstante, en esta escena debo torcer una lanza a favor de Kirk, porque pese a tener la libido más grande de la galaxia -una extraña incontinencia lúbrica diagnosticada por el doctor McCoy-, el hombre consigue mantener la compostura y pedir a Marta que le ayude a llegar a la sala de control para desconectar el campo de fuerza en lugar de trajinársela como si no hubiera un mañana.

La mujer de Orión le dice que debe esperar a que llegue Spock, a quien asegura que ha liberado seduciendo a un guardia, y acto seguido, así sin más, se entrega a los labios del capitán para, sólo un instante después, sacar un puñal de debajo de la almohada y amenazar con dejarle el hígado como una escurridera. ¿Su explicación? Es su amante y tiene que matarle. El proverbio "Es locura amar, salvo que se ame con locura" nunca fue más apropiado.

Spock llega sólo un instante después y noquea a la mujer con el Pinzamiento VulcanianoTM. Por supuesto, también enarca una ceja.

La incipiente barriga de Shatner alcanza niveles de grasa que ninguna faja ha podido contener.

En la sala de control, Spock desactiva el campo de fuerza tocando botones al azar, y Kirk llama al Enterprise para ordenar a Scotty que haga bajar inmediatamente a un equipo armado hasta los dientes.

¿Y qué hace Scotty? No enviar al equipo inmediatamente y decir que espera órdenes. Si necesitáis una justificación, ya os adelanto que no la hay; pero pensad que sin esa sordera transitoria se hubiese acabado el episodio y nosotros no podríamos disfrutar de este delirio galáctico veinte minutos más.

El señor Spock sugiere al capitán que suba a la nave para ver si al menos esta vez no deja ningún hijo bastardo en el planeta. Mientras, él se quedará en la colonia para liderar al equipo que Scotty aún no ha enviado. Sin embargo, la insistencia del vulcaniano pone a Kirk la mosca detrás de la oreja y exige que sea su primer oficial quien diga el santo y seña. Spock le apunta con su fáser, reactiva el campo de fuerza y se descubre el pastel: ¡todo este tiempo se trataba de Garth ! ¡Y sólo ha sido un poco menos predecible que la bajada de pantalones de Microsoft en el último E3! Al menos los guionistas lo intentaron.

Qué extraño… Hace más de dos minutos que Spock no enarca una ceja.

Kirk usa su dialéctica espacial para convencer a Garth de que recuerde cómo era antes de que le faltase un tornillo, el héroe cuyo póster él atesoraba y miraba con anhelo cada noche cuando estudiaba en la Academia de la Flota Estelar, un hombre admirado por cientos de hermosos y gentiles estudiantes, jóvenes iluminados por unos ideales comunes y vestidos con uniformes ajustados que resaltaban cada uno de sus músculos...

¡Ejem!

Por desgracia, Garth está como un cencerro y dice que triunfará allí donde fracasaron Alejandro, César, Napoleón, Hitler y Krotar (¡cómo olvidar a Krotar!). Viendo que el diálogo no lleva a ninguna parte, Kirk intenta desactivar el campo de fuerza y recibe un disparo en la espalda.

Lo vimos en Cine Basura. Y fijaos en ese tal McCoy. ¡Las piezas encajan!

Esta vez Kirk no despierta en los dulces brazos de Marta, sino en una sala con un trono improvisado donde Garth, cuyo ego apenas cabe en este cuadrante de la galaxia, piensa coronarse a sí mismo como "Lord Garth, Amo del Universo" (esto es lo bueno de inventarse títulos, que el único límite es tu delirio). Garth nombra a Marta su consorte, regalándole un collar que es la bomba (guiño, guiño), y a Kirk le nombra heredero forzoso. Aplausos y galletitas saladas para todos.

Al terminar la ceremonia, el autoproclamado monarca obliga a Kirk a ver cómo sus sicarios arrastran a su consorte a la gorrina calle sin ninguna pecera o traje de papel de aluminio que la proteja del aire mortífero del planeta. ¡Con lo mala que es la ponzoña para el cutis!

No contento con obligar a Yvonne Craig a fingir que se ahoga de la forma más teatral posible, Garth explica al capitán que el collar de su consorte contiene una cantidad mínima del explosivo de su invención y lo detona sin más. Adiós, Marta; eras el único aspecto redimible de este episodio, todos te echaremos de menos.

No… puedo… respirar.

A bordo del Enterpise, los sensores detectan la explosión. El señor Sulu, piloto de la nave y representante de la minoría asiática, aprovecha para organizar su colección de Lacasitos.

¿No me creéis? A ver, ¿quién está contando la historia? Yo, ¿no? Pues si lo digo, será porque es cierto.

Sé que todos saben igual, pero mis favoritos son los marrones. Oh, my.

Garth llega a la conclusión de que jamás conseguirá que el capitán Kirk colabore con él, así que ordena a sus hombres de confianza que traigan a Spock, porque quizá la lógica impecable del vulcaniano le lleve a la conclusión de que la traición no es tan mala como que te cosan las orejas a tiros. Spock, sin embargo, es un hombre de recursos y finge estar inconsciente hasta que los matones lo sacan de la celda, instante que aprovecha para noquearlos con un Pinzamiento Vulcaniano Doble (marca en trámite).

Haciéndose con el arma de uno de los reclusos, Spock se dirige a la sala de control dispuesto a mascar chicle y patear culos, y se ha quedado sin chicle.

Double Combo!

Sin embargo, nada más llegar a la sala, Spock se topa con una sorpresa inesperada: ¡hay dos Kirks! Eso sí, como Spock, a diferencia de un servidor, no ha estado bebiendo brandy, deduce que uno de los Kirks es Garth. ¿Pero a cuál de los dos debería pedirle los veinte pavos que le debe el verdadero capitán? Para resolver este dilema sería tan sencillo como que Spock preguntase qué comieron el martes pasado, o que pidiese que el verdadero Kirk se quitase el peluquín; pero en lugar de eso, y para aumentar la audiencia, deja que Kirk y un doble que no se le parece un carajo Garth peleen a muerte.

La lucha termina en tablas y uno de los Kirks pide a Spock que dispare al otro, mientras que el segundo Kirk le dice que dispare a los dos para ir sobre seguro. Yo tiraría una moneda al aire y luego mataría a ambos, porque así mi ascenso estaría garantizado, pero Spock dispara al doppelgänger y salva el día. ¡Hurra! Ya puedo irme a hacer algo de provecho con mi vida.

Caballeros, súbanse la camiseta, por favor. El que lleve faja será el capitán.

Para que os hagáis una ligera idea de la estima que los propios actores le tenían a la tercera temporada, en el libro Soy Spock, Leonard Nimoy cuenta que su desilusión llegó hasta tal punto con este episodio que escribió a Gene Roddenberry y Doug Cramer para manifestarles su descontento. El mensaje acabó siendo conocido como "La carta"; he aquí un extracto:

"En el episodio que estamos haciendo ahora, Spock se enfrenta a lo que podría ser una situación de lo más simple. Entra en una habitación, fáser en mano, y encuentra a dos Kirks. Obviamente, uno es el auténtico capitán y el otro es un impostor. Pregunta: ¿Conseguirá Spock manejar la situación utilizando la lógica deductiva, el fáser que empuña, su experiencia previa con Kirk, su fusión mental o cualquier otra imaginativa técnica que emplearía un vulcano sabelotodo? La respuesta es NO.

No sólo es incapaz de obtener una solución de manera inteligente, dramática y fascinante, sino que demuestra no saber manejar un arma, al permitir que dos hombres se enzarcen en una pelea mientras él se queda de pie sosteniendo un fáser, sin saber si debería disparar a uno o ambos, o quizá dejarles luchar con la esperanza de que gane el mejor".

Poco después, la NBC decidió no renovar Star Trek para una cuarta temporada. Y con razón.

10 comentarios

  1. Ains... Good review, como siempre.

    Aunque... tengo una duda... Si Garth se transformó en Spock para noquear a Marta, ¿Como cojones sabe hacer el pinzamiento vulcaniano?

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    1. Ah, ah, okay, supongo que eso elimina ese agujero argumental...

      Yupiiiiii! Solo quedan cuarenta y nueve!

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  2. Me ha matado lo de las miradas intensas XD

    YO estoy descubriendo ahora la serie y me esta gustando mucho (con todas sus cutreces), pero entre este y el otro que. Pusiste de cuando le robaban el cerebro a Spock me esta dando miedo ya la tercera temporada

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  3. A mi el enarcamiento de cejas de pock XD

    A mi también me gustaría empezar a ver Star Trek, pero creo que empezaré por The Next Generation,aunque sea solo por Stewart. ¿No podrias analizar algún episodio de esta saga? ¿Aunque sea la peli VII? XD

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  4. eter: La tercera temporada es diferente, dejémoslo ahí. Removiendo entre la basura, alguna pequeña joya sí que encontrarás, de todos modos.

    King Garrac: Estuve escribiendo un top de episodios de La nueva generación, pero perdí fuelle. ¿Estás pensando en algún episodio en particular?

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  5. Veamos. ¿El multiclon este quería subir a nave sin haber desactivado antes la barrera de seguridad, o se ha omitido en el resumen? ¿O los guionistas estaban tan puestos de peyote que se les pasó?
    Viendo la foto de batman y batgirl/woman/maciza mi pregunta es: ¿por qué se alzó un revuelo con los trajes de batman y robin en la peli homónima por llevar pezones, mientras que en los años 60 mr Adam West ya los marcaba a través de su pijama? ¿Es un homenaje?

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  6. Otro artículo tan bueno como siempre.

    Lo de no hacer preguntas sencillas que sólo sepa el auténtico protagonista es uno de los clichés más sobreexplotados en la ficción, ya era rancio en aquella época.

    De acuerdo con que cancelaran la serie tras esa temporada, si la calidad no iba a mejorar era la mejor opción.

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  7. Terminento12/7/13 01:01

    ¿Y va y no pone usted video de la danza de chorba orioniana?
    Menos mal que estoy yo aquí...:
    http://www.youtube.com/watch?v=1H2QvmWLT4s

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  8. Ok, ahora si que me he metido de lleno en la serie. Y creo que The Next Generation es una maldita pasada.

    Aún así, viendo el episodio "el propio enemigo" veo que en un momento dado se produce una situación similar a la del climax de este, en el que la tripulación tiene que distinguir entre dos Kirks idénticos.

    Me choca bastante ver la diferencia entre ambas temporadas, y es que, mientras que en el episodio del análisis Spock hace un poco el imbécil, en el "propio enemigo" actúa de forma mucho más lógica. No sé, permite ver muy a las claras porque la tercera temproada falló respecto a las dos primeras.


    P.D: Urge un análisis de "el Diablo en la Oscuridad"! Spock hablando a las piedras! Eso tiene que ser divertido!

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