23 de diciembre de 2013

El tió de Nadal

A todos los que no seáis españoles, la siguiente costumbre os sonará extraña. Es más, a mí me suena extraña de cojones y soy tan español como los toros y las sevillanas. O eso dicen mis apellidos: Schultheiss Müller. Dicho sea de paso, lo cierto es que me hacen muy poca gracia los toros desde que mi abuelo los puso una Navidad en la tele cuando estaban echando E.T. el extraterrestre, ni sé bailar sevillanas. Pero, ojo, que me gusta mucho la paella. Sin marisco. Sólo quería resaltar que la siguiente costumbre nació en Cataluña, y Cataluña es tan diferente del resto de España en algunos aspectos que, para mí, es como si fuera Turkmenistán. Igual que el País Vasco con su Olentzero, o Cádiz con el arrastre de latas de Algeciras. Tampoco entiendo que comamos uvas cuando suenan las campanadas en Nochevieja. Este país tiene unas fiestas de locos.

En fin, lo importante es que Cataluña es una comunidad rica en tradiciones, algunas de ellas, como la que hoy nos trae aquí, relacionadas con el noble arte de cagar. No sé a cuento de qué viene su fijación anal, pero, ¿quién no ha pasado por esa fase en su vida? Yo no la superé hasta los veintinueve años.

El tió de Nadal es una costumbre navideña basada en la creencia popular de un tronco mágico que caga dulces y juguetes. Creo que lo he resumido bastante bien, pero supongo que podemos entrar un poco más en detalle en el tema.

La tradición del tió de Nadal está muy extendida en Cataluña, pero que se practica también en Aragón, el norte de los Pirineos y sabe Dios en cuántos sitios más de formas más o menos parecidas. Su origen se remonta a un tiempo en el que la madera era esencial para calentar e iluminar los hogares durante los duros meses de invierno. Ahora usamos calderas de gas, pero los antiguos se habían empecinado en que la madera era el último grito en sistemas de calefacción.

En sus orígenes, la tradición consistía en buscar un tronco grueso ―el tió― al que se quemaba en el fuego del hogar para que diera el mayor regalo de todos: calor. Nosotros estamos muy mal acostumbrados, pero recordad que no hace mucho, en el siglo XIX sin ir más lejos, las niñas aún vendían cerillas en la calle hasta morir de frío. Eran Navidades muy deprimentes.

De modo simbólico, la familia también intercambiaba obsequios (dulces, por lo general, que les picaban los dientes en una época en la que ser dentista era sinónimo de tener tenazas), y a cambio de los presentes y de la promesa de una primavera fértil, al tió se le quemaba hasta que sólo quedaba un tizón renegrido que se utilizaba para para prender fuego a otro tronco al año siguiente.

¿Oís los gemidos de agonía?

Por supuesto, el verdadero origen de esta costumbre se remonta a ritos rurales más antiguos y comunes a muchas culturas. En general, los pueblos cuya riqueza se basaba en la agricultura, como los celtas, practicaban rituales ígneos al llegar el solsticio de invierno para ver si el Sol empezaba a espabilarse.

Ahora bien, como toda tradición pagana, el tió de Nadal también fue evolucionando con los años y empapándose de los aspectos más comerciales de la Navidad, y ahora el tió es un leño al que se le suele pintar una carita sonriente, poner un par de ramitas en uve a modo de patitas delanteras y vestir con una barretina, el gorro típico catalán. Pensaréis que buen un padre no puede obligar a sus hijos a quemar algo tan mono, pero no existe tal cosa como un buen padre salvo en las películas de Disney, e incluso en éstas es muy posible que esté muerto.

El tió, sonriendo a su pesar.

Lo normal es que el tió llegué a casa el 8 de diciembre, el día de la Inmaculada Concepción, cuando los católicos celebran que la Virgen María vino al mundo con una tarjeta de "Queda libre del pecado original", y no la ingenuidad de San José como cree mucha gente.

El tió llama a la puerta con la esperanza de que la familia le acoja hasta el día de Navidad, pues llega hambriento y desfallecido después de un largo viaje desde el Jardín Mágico de Stanley o el planeta J586, porque sea de dónde sea que haya venido el tió, os aseguro que habrá hecho el camino a pata. El pobre no tiene bolsillos para guardar el abono transporte ni dinero para pagarse un taxi.

Una vez se le ha recibido, suele colocársele junto a la chimenea (quien la tenga), en la cocina, o en cualquier lugar donde los adultos no se tropiecen cada dos por tres con él y se caguen en los muertos de la Madre Naturaleza. Luego se le cubre con una manta para que no pase frío, aunque no hace falta que sea térmica, no vaya a ser que se caliente más de la cuenta y tengamos un disgusto.

El tió de Nadal observa en silencio. Y conspira.

Los niños de la casa deben cuidar al tió, dejándole agua y comida cada noche para que no fallezca por inanición, porque ese sería el peor destino posible para un trozo de madera inanimado (después de quemarse vivo, quiero decir). Por suerte, el tió no es un gourmet muy exigente y sale del paso con lo que le echen: mendrugos de pan, nueces, algarrobas, Friskies... Sin embargo, es bastante tímido y nunca come delante de los humanos. Por cierto, niños, probad en dejar comida a la que sean alérgicos vuestros padres. Eso hace feliz al tió.

La víspera de Navidad, después de pasar un par de semanas atiborrándose de sobras ajenas, llega el memorable momento del "Caga, tió", cuando los niños de la casa muelen a palos al pobre leño al son de alguna canción popular hasta que se caga de miedo o de dolor, y aparecen dulces y juguetes "mágicamente" bajo la manta. Podéis pensar en el tió de Nadal como un cruce entre un Tamagotchi y una piñata.

Dar con palo: el juego de moda desde el siglo XIX.

Como toda tradición cuyas reglas no estén escritas y se hagan cumplir bajo pena de muerte, el tió de Nadal admite variantes. En algunas familias, son los propios niños los que escogen el tronquito que quieren llevarse a casa, y es alimentándolo, entiendo yo, como se vuelve mágico. Aunque respeto esta opción por el componente de búsqueda que tiene, me parece mucho más emocionante que un día suene el timbre y al otro lado de la puerta te espere, no un testigo de Jehová o el técnico de la caldera, sino un tronco mágico. Mi caldera, por cierto, se descuajeringa cada invierno, por eso la he mencionado ya dos veces. Es una tradición que tengo.

Por otro lado, hay padres que utilizan el tió para regalar chucherías y fruslerías, reservando para Papá Noel los regalos de peso, mientras que otros parece que le hayan echado laxante al tió en la bebida.

Si los Reyes Magos traen carbón a los niños que se han portado mal, el tió también puede cagar un arenque salado en lugar de regalos para manifestar su disgusto. De este modo, enseña a los críos una valiosa lección: pórtate bien o el leño cagará pescado.

En hogares de dudoso gusto, pero más fieles a aquel pasado pagano en el que el mayor regalo de las alegrías era no morirse de frío, al tió, en lugar de apalearlo o incluso una vez apaleado, lo arrojan al fuego, quedándose a ver cómo prende y arde hasta que sólo quedan rescoldos. Tengo entendido que a los niños que han estado cuidando al tió con cariño durante días les encanta ver morir lentamente a su mascota de madera.

A este no me importaría verlo arder.

¿Y vosotros? ¿Os animáis a celebrar una Navidad a la catalana, o tenéis vuestra propia sarta de tradiciones absurdas?

21 comentarios

  1. No conocía esta costumbre navideña, que los niños cuiden al tronco y le den de comer y luego cargárselo para conseguir chucherías me parece una especie de preparación para la vida rural para cuando tengan que criar animales de granja y sacrificarlos.

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  2. Decir que reductos rurales pretenden ser otro país, no hay duda que eres tan español como los toros e Intereconomía, ofreciéndonos que bajo tu manto de humor patrio, muy a "Los Morancos", no tienes ni puta idea del tema. Me gustaría saber de que Comunidad autónoma provienes para poder describirte que "sarta de tradiciones absurdas" celebráis porque te aseguro que las tienes. Dedícate a escribir sobre los Másters del Universo que tienes más gracia. No te cuesta nada escribir con respeto según que temas, además siendo Navidad con estos artículos solo conseguirás hacer llorar a tu niño Jesús, aspecto muy castizo como tu ideología.

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    1. Querido Anónimo, es Navidad, disfruta de tu TV3 y pasa de intereconomía, que no hacen más que hablar mal de vosotros.
      Disfruta de las fechas y no te amargues la existencia.
      Feliz Navidad!

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    2. En todas las comunidades hay costumbres absurdas, unas las llevan a cabo por tradición y por desmadre, y muy poquitos realmente las llevan como se debe con el ritual adecuado y conocimiento de causa.
      Finalmente es enriquecedor conocer otras culturas, si alguno le dá risa o le parece curiosa alguna costumbre que me agrada, pues el se lo pierde y me alegra que la conozca.
      No sólo en Naviodad, el resto del año: sé feliz, de cualquier forma TODOS nos vamos a morir, mejor disfrutemos.

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    3. Ale, ya he hecho cambios para no soliviantar a nadie. ¿Contento?

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    4. De casualidad he topado con esto.
      Si es que es verdad; lo que no conozco o no es de mi casa, no me gusta, y lo que no me gusta no es bueno, así que todo eso no vale un pimiento.
      Así les (nos) va a muchos.
      ¿Qué os parece?

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  3. Jajajaja, está de lujo tu reseña! No conocía está tradición, pero está interesante.
    Yo emocionado por quemar muñecos y leños en el boiler de madera de mis abuelos; está forma es mejor.
    En México SantaClós nomás sirve para adornos, porque los que tienen peso de los regalos y juguetes son los Reyes Magos el 6 de enero.
    Acá Navidad es fiesta familiar(familias muégano) y año nuevo es el desmadre, noche libre.
    Acá se hacen las posadas(miniprocesión)llevando peregrinos con canticos y luego se pide posada.
    Se arrulla una figura del niño dios y se le canta un "alarrorro niño", después de le besa y se toma un dulce de lo que se le ofrendaron.
    En lo particular adoro la quemadera de cabellos en las posadas, la ventana rota o el palo volando en las piñatas y que casi todos desprecian los cacahuates y tejocotes cuando rompen la piñata.
    Me fascin´tu reseña, creo que de otra forma no le hubiera prestado interés a esta tradición tan particular del Sr. Leño.

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  4. Una tradición que se ha preservado hasta Futurama.

    Suscribo lo que dice M@nchitas y Pancho Pistolas tocante a las tradiciones; aunque nunca he participado en ninguna, soy de una familia de giro huraño.

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  5. Anónimo: ¿Y no pueden hacer como una familia normal y enviar a sus hijos cuando cumplen un año a lo más profundo del bosque con un cuchillo? Hay formas mejores de fortalecer a un crío.

    Anónimo: Uy, qué susceptibles estamos, que vemos fantasmas donde no los hay. ¡Creo que necesitas un fuerte abrazo! Lamentablemente en Madrid no hay tradiciones tan originales. Tenemos la cabalgata de Reyes, el mercadillo de la Plaza Mayor... Somos más de ambiente.

    M@nchitas: Me encantan las piñatas. Deberían formar parte de toda tradición.

    LacraESECEFE: ¡Empápate de la tradición en internet!

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  6. Querido brocha, gracias a tu artículo he descubierto una nueva faceta de la admiración que en tierras del noreste hay por el sano arte de cagar, no solo se hacen figuras de jugadores de fútbol o presidentes de estados unidos cagando sino que también se lían a palos con un tronco para que cague turrón... asombrosamente tierno....
    PD. Llevo con la cantinela Tió Tió, caga el turró desde hace más de dos horas, no me pasaba algo igual desde el anuncio de cherry coke.

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  7. Pensé que mi país era el único en tener tradiciones absurdas navideñas.
    Aquí en Colombia teníamos una pequeña tradición llamada "año viejo" en el cual armamos un muñeco de trapo de tamaño humano, y lo quemamos, por el simbolismo de que el año viejo fue una mierda y por eso lo queremos ver hecho cenizas (algo parecido a la última variante del tió, solo que con algo más de sentido).
    Debido a que mucha gente ha salido quemada con el uso de pólvora, se prohibió el popular año viejo y de la pólvora, y también de toda la diversión :(

    Por cierto, aquí NO es Santa claus (o papá noél, como le conocemos), el que trae los regalos sino el mismísimo niño Jesús a las 12 del 24 de diciembre, hora en la cual abrimos nuestros regalos. El que engañó a medio país con esa burrada debería ganarse un premio nobel.

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  8. Vaya, me gustaría haber leído el artículo antes de esos "cambios" para ver cuán ofensivo podías llegar a ser, jajaja (y soy catalana).

    Me ha gustado el artículo. La verdad es que en mi casa nunca se ha celebrado esta tradición, ni he conocido a nadie que lo hiciera. Una vez cuando estaba en párvulos hicimos un tío de Nadal como manualidad para las Navidades. Quedó muy mono y ya todas las Navidades siguientes se sacaba en casa como parte de la decoración xD. Creo que pasaron varios años hasta que descubrí lo de que cagaba y todo eso (U^_^)

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  9. En Asturias no tenemos nada de esto
    ...creo

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  10. Ay, brochas, brochas! que habrás escrito que se te acusa de ser seguidor de Intereconomía, y no se me ocurre peor insulto posible. Tenemos costumbres más bonitas que la del tronco caga regalos, te lo juro, pero cuando eres peque es otra de esas costumbres navideñas que hacen ilusión y eso es algo que de adulto lo recuerdas con mucho cariño.

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  11. Doctor Müller: Cagar. Acto recomendado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

    fenocomicss: Aquí también quemamos muñecos, aunque no de trapo. ¿Has oído hablar de las Fallas?

    Jerometa: Sólo he cambiado la última parte del primer párrafo porque no quiero convertir esto en un foro de discusión política por un par de frases a las que no di muchas vueltas. La verdad es que el comentario del primer anónimo me ha pillado por sorpresa. :P El resto de la entrada sigue igual.

    Anónimo: Pues si no lo confirmas tú...

    Elaine: Ninguna barbaridad, creo, pero la gente está a la que salta, siempre con el escudo puesto y los dientes afilados. Mencionar que alguien sigue Intereconomía no es un insulto, entra ya en la categoría de chiste. A mí me encanta conocer todo tipo de tradiciones navideñas y el tió me dejo anonadado. ¡Cuéntame más!

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  12. Sabiduría Inmunda24/12/13 23:56

    Que recuerdos, nosotros celebrábamos el tio en el colegio cuando íbamos a EGB, el problema es que cada año siempre era un chaval de la clase rival el encargado de traer el bicho desde su casa y él era el único que tenia el derecho de darle la somanta de ostias, lo cual hacia que nuestro clase siempre lo mirara con mal disimula envidia hacia el exclusivo privilegio que disfrutaba y, claro, la envidia dio paso al rencor y el rencor al odio y el lado oscuro ellos son, seguramente sin ese inocente tronquito nos habríamos ahorrado muchas magulladuras a la hora del patio por parte de ambos bandos XD.
    Por lo que respecta al Anónimo ese, no tenias que haberte preocupado y cambiar el post, gilipollas hay siempre en todas partes y algún día todos ellos se ahogarán en su propia bilis y la vida seguirá abrirá camino.

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  13. Y yo pensando que el Tió de Nadal era su entrenador...

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  14. Nosotros tristemente ya no celebramos esa tradición desde que mi hermana pequeña se hizo mayor. La verdad es que hacia ilusión cuando eras niño y te creias a los reyes magos, papa noel y a los de Pressing catch... Yo iba cada dos por tres a mirar si se havia comido las pelas de naranja.
    Y cuando llegaba el momento, le sacudiamos como esta mandado, con los palos de escoba de jugar a Dartacan contra Darth vader.
    Por cierto, todo el mundo sabe que los Tios vienen del bosque, y que se mueven cuando no les miras. Como los enemigos de piedra del Doctor Who.
    Y el mio volvia cada año, lo que significa que o mi padre no queria construir otro, o que era masoca. Y recuerdo que tenia la misma cara que la rana Gustavo.
    Saludos de un catalan no ofendido y enhorabuena por el Blog! :)

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  15. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  16. Anónimo9/1/14 09:20

    Otro post genial que no esperaba encontrar en la época navideña del bloc!

    Como catalán me encanta el punto de vista ridículo que se ve por parte de la gente de fuera de nuestras tradiciones que para nosotros son de lo más normales. Y no estoy siendo irónico, lo pienso de verdad ^^

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  17. Está súper genial el post! En Venezuela se hace igual que en Colombia: el año viejo, pero no se recuerda con rencor, de hecho hay una canción muy sonada en Navidad que dice: "Yo no olvido al año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas, me dejo una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una BUENA SUEGRA" simplemente se quema el muñeco (año viejo) como acto simbólico, en algunos pueblos pequeños como los de Mérida, los niños hacen una especie traba en la vida para pedir dinero con ese mismo muñeco.. la Navidad es época para reflexionar, para agradecer lo bueno y dar gracias de tener vida para poder mejorar lo malo! Me encanto tu post de verdad! Saludos

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