20 de septiembre de 2015

Bioman (Choujuu Sentai Liveman): La promesa viva de tres poderes

En el segundo episodio de Bioman, la aventura arranca justo donde la dejamos en el episodio anterior, con nuestros tres héroes bisoños pasándolas canutas ante las fuerzas del Gran Doctor Bias y tratando de aceptar que tener un león robot gigante que  triunfa en barbacoas y fiestas de cumpleaños no es una garantía de éxito en una guerra abierta contra un ejército espacial medianamente organizado y dirigido por cerebritos.

Nah, es mentira. Este episodio no retoma la acción desde donde lo dejó el anterior, o no exactamente. ¿Os lo habíais creído? ¡Ja, ja, ja, ja! Hay que ver lo crédulos que sois cuando os hablan de una serie de finales de los ochenta a la que ninguna persona con una vida sana dedicaría ni dos minutos de su tiempo...

Vale, habéis conseguido deprimirme. Dadme un instante para que me recupere.


La última vez que vimos a Yuusuke y Megumi, los dos estaban intentando evitar que una secuencia de explosiones les abrasara el pompis. Ahora, sin solución alguna de continuidad, aparecen pilotando dos nuevas bestias mecánicas: el Aerocóndor (Jet Falcon) y el Delfín Luchador (Aqua Dolphin), y... no sé, supongo que al ver semejantes armatostes los malos huyen. Esta última parte me la estoy imaginando, porque no vemos nada de lo qué ocurre después de que los vehículos en cuestión frían a un par de cazas enemigos. Ignoro si es que directamente no grabaron más escenas, o tuvieron que cortar parte del metraje para que el episodio durase los 17 minutos de rigor. En cualquier caso, todo el montaje es bastante desastroso...

Digamos que esta batalla la ganan los buenos y pasemos página.

En algún momento del pasado, este chisme me molaba.

¿Es un pájaro, es un avión...? No, es una pésima captura de pantalla.

De nuevo entre las ruinas de la Academia, los tres héroes, ya sin sus coloridos disfraces, recorren el lugar en busca de supervivientes, sin suerte. Tomando conciencia de que toda la gente a la que conocían está más muerta que la música disco, Megumi empieza a llorar a moco tendido.

¡Vives en el pasado, Megumi! Eso ocurrió hace ya diez minutos. ¡Tienes que mirar hacia el presente! ¡Supéralo, mujer!

No había llorado así desde que vio la película de Trapito.

Pero no todos los habitantes de la Academia son cadáveres ahumados. Siguiendo unos quejidos lastimeros que suenan a huesos triturados y hemorragias internas severas, los chicos descubren que el profesor Hoshi ha sobrevivido al ataque de Ejécito de los Supercerebros ocultándose debajo de varios centenares de kilos de escombros. Eso sí, el pobre está hecho un guiñapo. Antes las series infantiles japonesas no fingían que vivíamos en el mundo de la piruleta, donde la gente no sangra y las heridas más graves se curan con un beso de tu madre y una frase mágica como "sana, sana, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana".

Intentando no escupir un pulmón cada vez que abre la boca, el profesor Hoshi dice a sus alumnos que deben ir a la base secreta submarina que hay bajo el faro de la isla. ¿Una base secreta submarina? Claro, el profesor la construyó para nuestros héroes después del asesinato de Takuji y Mari. Supongo que dedujo que si los asesinos se largaban en una nave espacial, sería para unirse a las filas de un ser diabólico de otra galaxia con ganas de conquistar la Tierra. El reglamento de la Academia no tolera el bullying espacial.

Sí, él solito construyó una base submarina en dos años. Es japonés.

Los chicos se niegan a dejar a su querido profesor tirado como un trapo, porque aún están pendientes las calificaciones del último parcial. Sin embargo, una de las primeras normas que te enseñan en las clases de primeros auxilios es a no mover a una persona herida de un lado para otro mientras esquivas napalm, así que... dejan que el profesor se mueva por su propio pie. Genial. Supongo que después de fabricar unos trajes de protección superheroicos y tres vehículos gigantes con forma de animales, hacer una camilla con dos palos largos y un trozo de tela para que el profesor no tenga que caminar sería pedir demasiado.

De camino al faro, el grupo se cruza con el Doctor Kemp, que les presenta a otro de los villanos recurrentes de la serie: Guardnoid Gush, un robot creado por el Gran Doctor Bias y que parece el hijo que Boba Fett y Snake Eyes nunca tuvieron.

La labor de Gush dentro de la organización consiste en invocar al monstruo de la semana y, cuando ya lo han derrotado, hacerlo crecer con su bazuca Giga Fantasma (Giga Phantom!). Su sueño era ser primera bailarina del Ballet Imperial Ruso, pero hay que ser realista.

¡Tecnología punta! ¡Con gafas 3D de serie!

El monstruo de esta semana es Barabaradzuno, un mutante mecánico mezcla de jugador de rugby americano y erizo de mar que lanza apéndices de sí mismo que muerden y electrocutan a sus rivales.

Ya me cuesta bastante leer su nombre, así que no me pidáis que lo describa mejor. Abajo tenéis la foto que se hizo para el anuario de la Academia.

<
Barara... Babara... ¡Bárbara! ¡Te llamaré Bárbara!

Entre Kemp, Gash, el monstruo, los gimmers y un grupo de mariachis que pasaba por allí, nuestros héroes se las ven negras para salir bien parados; pero Yuusuke, en un acto que le cubre de honra (y sobre todo de estupidez), decide combatir en solitario y así dar tiempo a sus amigos para que huyan con el profesor. Y además lucha a pelo, sin su traje de Halcón Rojo. ¿Por qué? No lo sé, a lo mejor se le han acabado las pilas del reloj o las explosiones le han licuado el cerebro.

Y si pensabais que Yuusuke se las apañaría, es que estáis aplicando los estándares de las series de ahora a una castaña pilonga de hace veintisiete años, porque el chaval es incapaz de hacer frente a los gimmers y acaba atrapado entre dos explosiones provocadas por los disparos de Barabaradzuno, ganando el premio al Epic Fail de la semana.

Yuusuke o, con suerte, su doble, que cobraba menos y era más fácil de reemplazar en caso de muerte prematura.

Pero tranquilos, porque en la escena siguiente Yuusuke se reúne con sus amigos y ni siquiera se ha despeinado. Intuyo que su camisa de algodón le aumenta la defensa contra el fuego en 20 puntos. O quizá encontró un frigorífico en el que esconderse. O puede que sea un Terminator enviado por Skynet desde el futuro para recuperar un almanaque deportivo. ¿Qué sé yo?

Jou y Megumi no han perdido el tiempo y mientras su amigo volaba por los aires y sobrevivía milagrosamente, han encontrado una cama y un equipo médico, y ahora, gracias a sus cuidados, el profesor empieza a recuperarse. Es lo que siempre digo: no hay fractura vertebral ni traumatismo craneoencefálico que no arregle una toalla húmeda en la frente. Si también le pusieran un termómetro en la boca, hasta le curarían el cáncer de páncreas.

Los chicos encuentran a una segunda superviviente, que, por aquello de ser lo habitual en las películas de catástrofes, se trata de una mujer embarazada a punto de salir de cuentas. Qué nivel de dramatismo.

A lo mejor son gases.

Los cazas de Bias localizan al grupo y el profesor Hoshi apremia a sus alumnos para que vayan a la base submarina y "unan sus tres poderes", sea lo que sea que signifique eso. También se compromete a cuidar él mismo de la chica embarazada mientras ellos combaten a las fuerzas del mal. Si Alf pudo hacerlo, ¿por qué no iba a poder él? No se me ocurre ninguna razón de peso para no confiarle el cuidado de una parturienta a un viejo herido de gravedad al que la boca le sabe a sangre.

Por desgracia, antes de que los chicos lleguen al faro, se topan con el Doctor Kemp, que se presenta directamente en su azulada y estrambótica forma de Bella Bestia Kemp (allá va el café otra vez) y dispuesto a reutilizar tomas del episodio anterior de sus ataques insignia para acabar con ellos.

Pero esta vez el trío no se anda con chiquitas y pasa directamente a la secuencia de transformación, presentación, posado y fuegos artificiales.

¡BIOMAN!

-¡Somos fabulosos!

Tampoco es que la teatralidad sirva de mucho en una batalla campal, claro. El escuadrón Bioman recibe otra buena tunda (como esto siga así, perderé la cuenta), y solo gracias a su valor y a la magia de un montaje sin sentido consigue recomponerse a tiempo de liquidar a Barabaradzuno con una combinación de Pistolas Metarrayo (Triple Live Blaster!) y Cañón Triónico (Biomotion Buster!).

Para los que no lo supierais, el Cañón Triónico es el arma con la que nuestros héroes suelen liquidar a los monstruos antes de que se vuelvan gigantes y les obliguen recurrir al superrobot. En España, su nombre dejó de tener sentido en cuanto se incorporaron dos miembros más al escuadrón, pero ¿quién podía imaginarse que una serie como esta llegaría a tener 49 episodios? ¡Firefly la cancelaron cuando solo llevaba once episodios!

Cortar y pegar en 47 episodios.

Barabaradzuno, que tiene la movilidad de un tío con un aparatoso disfraz de goma de 20 kilos, recibe de lleno el cañonazo y explota sin dejar ni rastro. Sin embargo, este insignificante detalle no es inconveniente para que Gush utilice su bazuca Giga Fantasma para regenerarlo y agrandarlo hasta alcanzar proporciones godzillescas. Tiene todo el sentido que puede tener una serie dirigida para niños de entre 5 y 7 años.

Obviamente, ante tamaña monstruosidad grabada en contrapicado, nuestros héroes no pueden hacer nada, y se ven obligados a tocar retirada, huyendo en dirección a la base submarina.

Era sólo un rasguño.

No se sabe muy bien cómo, los chavales encuentran unos trajes de buzo de su talla (es más, las gafas de Megumi son rosas y las de los chicos azules, todo un detalle) y alcanzan la base secreta submarina, conocida como la Gran Tortuga, donde les espera mi chica favorita de la serie: Colon.

Pese a que Colon es una androide y comparte nombre con la porción del intestino grueso encargada de extraer el agua y la sal de las heces antes de expulsarlas por el recto, debo admitir que la robochica me hace tilín. Sus moños artificiales al estilo oriental son muy monos, sabe hacer el moonwalk y tiene una cavidad oculta tras su pecho izquierdo que le ahorra tener que llevar bolso. ¡Además, comparte paleta de colores con Mickey Mouse! Que me den un poco de lubricante para automóviles y sabré hacerla feliz.

La compatibilidad de puertos es lo de menos.

Colon dice que la creó el doctor Hoshi, un hombre con mucho tiempo libre, y entrega a nuestros héroes tres discos para que instalen el Sistema Gattai en sus vehículos, que les permitirá combinarlos en un superrobot. De ahí lo de "unir los tres poderes", por si hay todavía algún despistado que no lo hubiera pillado.

Mientras el escuadrón Bioman se lanza al ataque a bordo de sus bestias mecánicas para probar su último juguetito, el doctor Hoshi, que se había refugiado con la mujer embarazada en un subterráneo, decide frenar la caída de una viga con el pie y muere.

Con sus últimas fuerzas, el doctor dice a la parturienta que cuente a todo el mundo que murió defendiéndola de una horda de doscientos monstruos armados hasta los dientes y que cuando cayó sin vida después de haber eliminado a todos sus enemigos, descendieron dos valkirias del cielo para conducirle al Valhalla. O eso es lo que yo hubiera dicho. Lo que Hoshi dice a la futura madre es que debe ser fuerte por la vida que está a punto de traer al mundo. Es un momento bastante emotivo y dramático para una serie dirigida a los niños, la verdad. ¡Con música trágica y todo!

-Di al pequeño Tim que no volveré a casa por Navidad.

Ajenos a estos sucesos, nuestros héroes, que ya llevan luchando un rato con el monstruo gigante y los cazas enemigos, por fin consiguen un poco de margen para instalar el Sistema Gattai. Los vehículos se combinan en una secuencia que se repetiría en todos los episodios para arañar tiempo de metraje y ahorrar costes, y nace así... la versión no tan cutre de un tío disfrazado con cajas de cartón y bricks de leche, o sea, el Robot (Live Robo).

En fin, si habéis visto cualquier episodio de los Power Rangers, ya sabéis lo que ocurre cuando llega el superrobot: que el monstruo no dura ni un suspiro. Un Rayo (Live Robo Beam!) y una Cargo-Estocada (Super Live Crash!) es todo lo que necesita el escuadrón Bioman para poner al bestiajo inmundo a criar malvas.

Hay que ver lo bien que manejan al robot para no haberlo tocado en su vida.

Concluido el combate, los héroes, triunfantes, se reúnen con Colon y buscan a la segunda superviviente del ataque a la Academia, que ya ha tenido a su bebé y les comunica la triste noticia: el profesor Hoshi murió ayudándoles a ella y a su hijo. Es su punto de vista, claro. Yo no vi que el profesor ayudara en nada.

Los chicos dan las gracias al difunto profesor por enseñarles el significado de proteger la vida y luego juran defender la Tierra y a toda criatura que habita en ella (menos al avispón gigante japonés, que es del tamaño de tu pulgar y puede rociarte los ojos con un veneno corrosivo que además contiene feromonas para atraer al resto de su enjambre; todo tiene un límite).

Apuesto a que mi blog es uno de los pocos que salen en los resultados de Google si buscáis Barabaradzuno. Intuyo que esto pronto me traerá millones visitas de todo el mundo.

10 comentarios

  1. Segundo gran episodio!
    Estoy deseando que hagas la recapitulación de toda la serie! (No, no te deseo tanto mal)

    Hay que admitir que para ser los pioneros, no tener presupuesto, ser de los 80, ser japonesa, no está mal la serie. Que coño, está muy bien.
    Desde luego sabían dar lo que querían a su público. Que niño no quiere ver monstruos y robots gigantes que además se pueden coleccionar. Yo recuerdo que flipaba mucho con la serie y ya con los muñecos era un no parar.
    Gracias por la recapitulación!

    ResponderEliminar
  2. ¿Es posible que en algún capítulo Guardnoid Gush se agrandase a si mismo o son solo las ganas que tenía yo de que pasara eso las que confunden mis recuerdos?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si mal no recuerdo creo que en uno de los capitulos finales sucede eso. Mi mente es frágil y no recuerdo bien.

      Eliminar
  3. Yo también me acuerdo de verla de chico. Recuerdo que la echaban después de Juegos sin Fronteras. Por cierto, doy fe de lo que comentas en el último párrafo.

    ResponderEliminar
  4. Un artículo con efectos especiales de colorines (casi superiores a los de la propia serie)!!!
    Biiiiiiomán, Biiiiomán, defensor de la "Thieeeeerra"

    ResponderEliminar
  5. Que pena que los Bioman perdieran a su mentor tan pronto, a diferencia de los Power Rangers, que siempre han tenido a Zordon, pero mirandolo por el lado bueno estos tienen un robot asistente como Colon mientras que los Rangers tienen que aguantar al quejica de Alpha 5.

    ResponderEliminar
  6. Viendo a Colon, pienso "cómo quisiera ser androide!"

    ResponderEliminar
  7. Mixtli: Haré al menos una recapitulación más, la del episodio que me traumatizó de pequeño. Y será muy pronto.

    Millus: Probablemente.

    Aco y Daniel Blanco Soldi: Tengo todos los capítulos grabados, pero ¿seré capaz de verlos todos? No.

    Juan Mendez: Y eso que no me he inventado el nombre. ¿O sí?

    Juan Germán Socías Segura: Se me hace raro hasta utilizar negrita. Imagínate los colorines.

    Anonimatus: La figura del mentor está sobrevalorada. Hay que matarlo ASAP para que los héroes se espabilen.

    Domingo H: ¡Quién pudiera tener una octava parte de su estilo!

    ResponderEliminar
  8. A ver quién me responde esta: ¿cómo se llama la música de fondo triste cuándo muere el doctor Hoshi? Alguien PLZ

    ResponderEliminar
  9. Anónimo5/2/20 00:32

    Que de bueno hay en mofarse tanto de una que ya se sabe que es de ficción y que en su niñez también le ha gustado.

    ResponderEliminar

LEE ESTO ANTES DE COMENTAR: Al autor del blog le chifla recibir comentarios, pero todo tiene un límite. Con carácter general, los siguientes comentarios se eliminarán de la faz de la red: 1) los que no tengan un carajo que ver con la entrada, 2) los que falten el respeto sin ninguna gracia ni elegancia, y 3) los que puedan considerarse spam o sean más largos que un día sin pan (en principio, los que superen 300 palabras, ya sea individualmente o de forma concatenada).