Transformers: Christmas Breaker

He comentado unos cuantos cómics de Transformers en el blog: los primeros números de la colección de Marvel, el número en el que Optimus Prime hace trampas en un videojuego y se suicida, el número de las Chatarras Espaciales...

Vale, reconozco que he puesto los puntos suspensivos para hacerme el interesante, porque ahí acaba la lista. A donde quería llegar es a que ninguno de los cómics que he comentado me ha enseñado tanto como el número que comentaré hoy, el 41 de la serie Marvel UK, publicado en el Reino Unido justo a tiempo para Navidad, en diciembre de 1985, ¡hace ya treinta años!

Para ir abriendo boca, ahí arriba tenéis a Optimus Prime disfrazado de Papá Noel, el perfecto reclamo para aquellos incautos que juzgan un cómic por su portada. Ya prefiráis llamarle Optimus Noel o Papá Prime, lo importante es que, como dicen en internet, "your argument is invalid".

Y hablando de inválidos...

Un contrapicado del brillante culo metálico de Soundwave siempre vende tebeos.

Esa mujer vestida como si fuera a desfilar por la pasarela en un desfile de Agatha Ruíz de la Prada es Circuit Breaker. Evidentemente ese no es su verdadero nombre, porque solo Nicholas Cage sería capaz de llamar así a su hija. Circuit Breaker es su apodo de villana. Antes respondía al nombre de Josie Beller y tenía una prometedora carrera como ingeniera. Incluso diseñó la plataforma petrolífera más avanzada del mundo. ¡Una mujer! ¡En los años ochenta! Pero entonces los Decepticons atacaron la plataforma y, bla-bla-bla, rollo-rollo, la pobre chica se quedó paralítica.

Mientras crecía su odio por los robots inteligentes, desde teléfonos con memoria hasta reproductores de VHS programables, Josie consiguió hacerse un apaño a sí misma sustituyendo su sistema nervioso por microcircuitos. ¿El resultado? Un traje sexy que deja muy poco a la imaginación y que además ¡le confiere superpoderes! Lo que no le confiere, en cambio, es buen gusto en el vestir. En serio, ¿un sombrero morado y una gabardina verde? Incluso yo sé que combinar los mismos colores que el Joker o el increíble Hulk es una horterada.

El caso es que a Circuit Breaker no le hace ninguna gracia que unos robots alienígenas la dejaran hecha un trapo ni que hayan traído su guerra civil a la Tierra, así que, aunque sea la víspera de Nochebuena, noche de paz y noche de amor, decide salir a buscar a los Transformers para castigarlos a todos con gran venganza y furiosa cólera.

Y aun así, ya tiene mejor plan que el que voy a tener yo, que me quedaré dormido en el sofá en camiseta y calzoncillos viendo episodios de F is for Family. Podéis imaginaros una botella de cerveza vacía en mi mano para que la imagen sea todavía más deprimente.

Sí, sí, odias a los Transformers. Ya lo hemos pillado. Supéralo.

Mientras Circuit Breaker aprieta los dientes hasta saltarse los empastes, en el Arca de los Autobots, Huffer y Brawn ayudan al humano Buster Witwicky a decorar un árbol de Navidad de metal con luces aparentemente radiactivas. Sin duda, es un árbol original, pero a Buster no le parecerá tan buena idea cuando su médico le diga que tiene tumores malignos más grandes que la Matriz de Liderazgo.

Mientras culminan los preparativos, Optimus Prime se pasea por el Arca disfrazado de Papá Noel, con la cabeza gacha y en silencio. ¿Sabéis esos falsos papanoeles de las películas americanas?, ¿esos pobres alcohólicos disfrazados que uno nunca sabe si acabarán pasando la noche durmiendo la mona en un calabozo o se liarán a tiros en un centro comercial? Pues Optimus Prime me transmite la misma clase de mal rollo que esos papanoeles de pega.

Sin embargo, al único que parece inquietarle la salud mental del heroico líder de los Autobots es a Prowl, que, por lo demás, opina que deberían aprovechar que los Decepticons se han quedado sin jefe (Megatron está haciendo compras de última hora) para atacar y no quedarse en el Arca haciendo el payaso. Qué aguafiestas. Apuesto a que ni siquiera le gustan los dulces de mazapán ni los villancicos de Boney M. Espero que esta noche le visiten tres fantasmas y le hagan reflexionar acerca de sus valores. O al menos que le atormenten hasta que se le fundan un par de chips.

Y pensar que alguien ha tenido que hacerle ese abrigo rojo a medida...

Jazz dice que el árbol de Navidad es muy bonico y tal, pero que no entiende para qué sirve. Y si Jazz se conectase a la base de datos del Arca para consultar las estadísticas de accidentes relacionados con árboles de Navidad, seguro que lo tiraba a la basura. ¿Sabíais que entre 2009 y 2013 los árboles de Navidad fueron causa de más de 200 incendios anuales en los Estados Unidos, con daños a la propiedad por valor de unos 17,5 millones de dólares? Ese es uno de los motivos por los que yo solo tengo un helecho de plástico, y aun así, procuro mantenerlo alejado de los enchufes.

Consciente de que está tratando con robots alienígenas, Buster le explica que el árbol de Navidad es un símbolo de caridad. ¿De caridad? Eso no puede estar bien. ¿Qué narices tiene que ver el árbol de Navidad con la caridad? ¿Y caridad con quién? El árbol, si es de verdad, desde luego no disfrutó cuando lo talaron. Y los regalos no se dan por caridad, ¡se dan para que los demás te aprecien cuando tu personalidad es un desastre!

Jazz tampoco entiende la relación entre el árbol de Navidad y la caridad, pero por otro motivo. El Autobot se pregunta cómo pueden los humanos hablar de caridad cuando existen personas como Circuit Breaker (por poner un ejemplo), que utiliza sus poderes para sabotear cañones fotónicos y prender fuego a inocentes Autobots.

Eeeeh... "¡Hala, mira qué hora es!", dice Buster, librándose por los pelos de una conversación sin sentido. Aún tiene que repartir los regalos de Navidad de su padre y se le ha hecho tarde. Jazz dice que no se preocupe, que ya le lleva él. Dentro de él, para ser precisos. Si yo fuera Buster y empezase a sonar alguna canción de Lionel Richie o de Barry White en el radiocasete, saltaría del coche en marcha.

Un cómic de diez páginas y tres son flashbacks. Dinero bien gastado.

No sé si creéis en Optimus Noel más o menos que en Papá Noel o en los Reyes Magos, pero espero que al menos creáis en las casualidades, porque Circuit Breaker está deambulando precisamente por el pueblo al que se dirigen Jazz y Buster para repartir los regalos: San Petersburgo, a las afueras de Portland, donde el café se sirve en taza y los coches circulan por la calzada, ¡el auténtico sueño americano! Sin embargo, aún no ha llegado el momento de que sus caminos se crucen. Para eso faltan dos páginas.

Circuit Breaker está sobrevolando un parque cubierto de nieve cuando ve a una niña caer al agua del lago y quedarse atrapada bajo una capa de hielo. ¡Seguro que también esto es culpa de esos malditos Transformers! A pesar de no tener un cayado mágico como el que tenía Wicket en La aventura de los ewoks, Circuit Breaker consigue sacar a la niña del lago y la reanima dándole una descarga eléctrica, lo cual es una solución demencial teniendo en cuenta que la cría tiene el cuerpo empapado.

A pesar de haber salvado la vida a la niña, la gente no responde con gratitud, sino que comienza a arrojarle palos y bolas de nieve y a llamarle bicho raro, culpándola de lo sucedido. Yo no veo que Circuit Breaker tenga una pinta tan rara como para verter acusaciones irracionales. Incluso diría que podría pasar por una cantante pop de los ochenta tirando a discreta. Su aspecto era mucho más sospechoso cuando llevaba el sombrero morado y la gabardina verde.

Moraleja: jamás ayudéis a nadie si salís a la calle vestidos con microcircuitos.

Circuit Breaker pierde el tornillo que le quedaba y sufre una alucinación en la que se le aparece el ciclópeo Shockwave caminando hacia ella, solo que en realidad es un abeto. Circuit Breaker le prende fuego y echa a volar. Guardemos unos segundos de silencio por esta víctima anónima de la Nochebuena.

Muy cerca de allí, Jazz está rodando por la carretera como un fitipaldi, ignorando semáforos, señales de tráfico y los gritos de advertencia de su alarmado pasajero, cuando resbala en el hielo y sufre un accidente que manda a Buster volando por los aires. Por suerte, la nieve amortigua su caída y no se parte el cuello. Imaginaos si no llega a tener tanta suerte qué papelón explicarle el asunto a Optimus Noel. Lo mejor que podría pasarle es que se quedase sin regalos de Navidad. Lo peor, morir en una película de Michael Bay.

Circuit Breaker sobrevuela el lugar del accidente y, al ver a Buster K.O. y a Jazz acercándosele, malinterpreta lo ocurrido (bueno, en realidad lo interpreta perfectamente, un robot casi mata al chaval) y decide atacar al Autobot, disparándole un rayo que le prende fuego. ¡BZZRAKK!, suena. Y una onomatopeya con tantas consonantes por fuerza tiene que doler.

Derribado pero no derrotado, Jazz se vuelve con su pistola en alto y dice a Circuit Breaker que no quiere hacerle daño. Entonces sería bueno que no la apuntase con su pistola, no vaya a ser que le malinterprete. Circuit Breaker se ríe en su cara metálica y revienta el arma en pedazos con un rayo eléctrico. ¡KRAK!

Ella sí que es una crack.

Buster recupera el conocimiento y suplica a Circuit Breaker que no mate a su amigo, explicándole que no todos los Transformers son tan malos como los que provocaron su accidente y la convirtieron en una villana de tres al cuarto. Algunos simplemente son idiotas y no tienen ni pajolera idea de conducir. ¿Pillas la indirecta, Jazz?

Circuit Breaker dice que los robots trajeron la guerra a la Tierra, así que todos merecen morir. Suena bastante razonable, la verdad. ¡Que se vayan a pelear a Cybertron, hombre! Ni que no tuviéramos ya bastantes guerras en 1985: Rambo: Acorralado - Parte II, Desaparecido en combate 2, Doce en el patíbulo: La segunda misión...

Y, de repente, cuando la cosa está ya de un tenso insoportable, suenan campanas. Buster mira su reloj. ¡Es medianoche! ¡Ha llegado la Navidad!

Buster desea feliz Navidad a Circuit Breaker, que enarca una ceja y luego fríe a Jazz con un rayo de máximo voltaje, esparciendo sus restos metálicos por la nieve.

Nah, es mentira. Lo que finalmente ocurre es que la mujer felicita a su vez la Navidad a Buster y decide marcharse sin convertir a ningún robot en chatarra.

Giro... ¿inesperado?

¡Jo! ¿Quién iba a imaginar que la Navidad tendría ese efecto? Ahora sé que la Navidad es mucho más que amor y vorágines consumistas. Si eres un robot alienígena, ¡la Navidad puede salvarte de una ingeniera psicótica y robófoba con superpoderes!

Y ese, queridos amigos, es el verdadero significado de la Navidad.

Felices fiestas a todos.