24 de octubre de 2018

JoJo's Bizarre Adventure: Phantom Blood - Una carta del pasado

En 1888, un terror como nunca antes habían conocido los ciudadanos londinenses deambulaba por las angostas y oscuras calles del East End.

El asesino al que el público conocería como Jack el Destripador, y cuya identidad aún se desconoce más de un siglo después, se cobró al menos cinco víctimas mortales ese año, todas ellas prostitutas de vida miserable, mujeres a las que hoy nadie recordaría de no ser por su trágico fin.

Con cada nueva presa que el Destripador se cobraba, se intensificaban las mutilaciones que infligía y también lo hacía el miedo que provocaba su nombre.

Pero algo todavía más aterrador ocurriría ese fatídico año. O al menos eso es lo que nos asegura el narrador de la oda japonesa a la exageración que es la serie JoJo's Bizarre Adventure.

Sí, definitivamente no hay nada que demuestre mejor el buen gusto de un autor que desdeñar horrores reales comparándolos con hechos ficticios. ¡Qué buen comienzo!

El drama ficticio de JoJo's Bizarre Adventure convierte los crímenes del Destripador en un chiste.

Siete años después de los incidentes del episodio anterior, Jonathan "JoJo" Joestar y Dio Brando han pasado de ser dos críos que no destacaban entre la multitud (a menos que abrieran la boca o se desmarcaran con alguna pose teatral) a convertirse en dos montañas de músculos de cintura estrecha y brazos de hierro, majestuosos y poderosos como locomotoras.

Aunque en una época en la que los forzudos eran fenómenos ambulantes y los anabolizantes no existían, ya es todo un logro que presuman de mejor físico que Arnold Schwarzenegger cuando ganó el campeonato de Mr. Olympia de 1974, resulta que además también son los mejores estudiantes de la universidad Hugh Hudson (sí, la universidad se llama como el director de Carros de fuego). JoJo está escribiendo una tesis sobre arqueología, y Dio está a punto de graduarse en derecho.

Sin embargo, lo más sorprendente de todo es que lejos aquella etapa de sus vidas en la que los hermanos eran grandes rivales, todos admiran ahora su amistad. Y es su sincronía perfecta, su camaradería y complicidad, lo que da la victoria al equipo de rugby de su universidad. Que JoJo sea capaz de seguir moviéndose como si tal cosa cuando tres jugadores se le echan encima, y Dio pueda saltar dos metros en el aire dejando una estela del polvo tras él no tiene nada que ver. Las leyes de la física son para los sosos y aburridos.

Tweedledum.

Tweedledee.

Pese a todo, Jojo no es capaz de sentirse a gusto con Dio. Aunque este se comporte con él de forma afable e incluso llame "papá" a su padre adoptivo, hay algo que obstaculiza el surgimiento de la Amistad Verdadera™. ¿Será posible que JoJo le guarde algún rencor porque hace siete años Dio le vapuleó física y mentalmente, puso a su padre en su contra, arruinó su primer amor y quemó vivo a su perro? Todo eso fueron travesuras infantiles, minucias si se comparan con los estrechos lazos que surgen de compartir uniforme y jugar en equipo.

Sea como sea, el muchachote hace bien en no fiarse de su hermano adoptivo, porque Dio es un farsante, y solo está fingiendo ser buena persona a la espera de alcanzar la edad legal necesaria para poder administrar la fortuna de los Joestar. Y cuando llegue este momento, el único obstáculo que se interpondrá entre la riqueza descomunal de la familia y él serán los propios Joestar.

Y, fijaos qué casualidad, uno de los Joestar ya está bastante pocho.

Dio es todo pose.

Efectivamente, George Joestar lleva algún tiempo enfermo, aquejado de una misteriosa dolencia que podría o no tener como causa el veneno de serpiente china que Dio le echa a cucharadas en el té, y la cosa no tiene visos de mejorar.

George les dice a sus hijos que el doctor ha recomendado que le envíen al hospital, donde podrán administrarle algún tratamiento decimonónico supermoderno, como sesiones de hipnosis o terapia de electrochoque.

Dio dice que no le parece buena idea, porque entonces él no podría continuar enveneDÁNDOLE, sí, dándole todo su cariño y prodigándole los cuidados que tanto necesita.

Por suerte para Dio, no tiene nada de que preocuparse, porque, a ver, que nosotros sepamos, ¿cuándo ha tomado George Joestar una decisión sensata en su vida? Nunca.

Y yo que pensaba que dos tiarrones recios y garañones al pie de la cama eran la solución a cualquier problema no heterosexual.

JoJo, aunque preocupado por la salud de su padre, no puede dejar de lado sus estudios, y continúa preparando su tesis, que trata sobre la misteriosa máscara de piedra. Según nos cuenta, la compró su difunta madre, que debía de tener unos gustos muy raritos si prefería tener colgada de la pared del salón una horripilante máscara sudamericana en lugar de un cuadro al óleo representando la noble cacería del zorro.

Quizá no haya mucha diferencia entre una máscara demoníaca y los instrumentos de tortura femenina conocidos como corsé y polisón; pero seguro que hay souvenirs más apropiados para el rol de frágil mujer victoriana. ¿Qué tal una sombrilla de paseo o un flamenco disecado?

JoJo ha averiguado que la máscara de piedra reacciona al contacto con la sangre humana, sacando de su interior unos ganchos retráctiles que parecen diseñados para perforar el cerebro de aquel que se la ponga. Aparte de poder servir para practicar la acupuntura menos fiable del continente europeo, el propósito que oculta la máscara sigue siendo una incógnita; pero a JoJo le gustaría resolver el misterio. De lo contrario, su tesis será muy corta.

Guau, sin contar los dibujos ya casi ha escrito una página.

Consultando los libros de la biblioteca con la esperanza de que alguno le ayude a que su tesis no parezca una novelucha de terror, JoJo encuentra por accidente una carta que escribió el padre de Dio, Dario Brando, hace siete años, poco antes de morir, en la que pedía a George Joestar que se hiciera cargo de su hijo.

En ella el viejo dice que siente que la vida le abandona y describe unos síntomas idénticos a los que padece el padre de JoJo en la actualidad. Ante esta evidencia, a JoJo le asalta el "presentimiento horrible" de que Dio envenenó a su padre biológico y ahora está haciendo lo mismo con su padre adoptivo.

Sí, yo también sentiría un ligero recelo; pero la pregunta realmente interesante es: ¡¿POR QUÉ NARICES NO SOSPECHA NADA EL PROPIO GEORGE JOESTAR?! Un tipo moribundo le escribe una carta contándole con inusual detalle los síntomas de la enfermedad que padece y, cuando él sufre esos mismos síntomas poco antes de que su hijo adoptivo alcance la edad legal para poder administrar su fortuna en caso de que él y su hijo natural mueran, ¿no sospecha nada? Debe de haber aspirado el rapé tan fuerte que le ha llegado al cerebro.

¿Presentimiento o sentido arácnido?

Decidido a salir de dudas esa misma noche, JoJo, con gran oportunismo y aun mayor dramatismo, aborda a Dio justo en el momento en el que le lleva la "medicina" a su padre, la cual ha procurado suministrarle en persona todo este tiempo sin que nadie sospeche de él porque bajo este techo solo vive gente que concibe la realidad como una alternativa menos atractiva que la ingenuidad recalcitrante.

JoJo le lee la carta a Dio, esperando que confiese; pero este se hace el longuis y le pregunta a dónde quiere ir a parar con esto. JoJo le pide que le deje comprobar la medicina y extiende el brazo para arrebatársela. Su hermano adoptivo le detiene antes de que se vaya con ella, agarrándole fuertemente por la muñeca, y le advierte que si no suelta la medicina, entenderá que no confía en él y dará por concluida esta amistad tan falsa que ambos han construido sobre los cimientos del amor perdido y la fidelidad canina destruida.

Cualquier escena es más intensa cuando le añades onomatopeyas.

Igual que ocurrió con el incidente de Erina en el episodio anterior, la reacción normal por parte de JoJo sería la de encogerse de hombros, mandar a Dio a freír espárragos trigueros y llevarse la medicina. Pero en lugar de eso, se queda unos segundos en shock, bloqueado ante la falta de ocurrencias disparatadas a las que aferrarse para resolver este conflicto.

Afortunadamente, JoJo encuentra la forma de zanjar el asunto sin recurrir al sentido común y le pide a Dio que jure que es inocente por el honor de su verdadero padre, aquel entrañable alcohólico asaltador de cadáveres.

Siguiendo la lógica absurda de la serie, el orgullo de Dio le impide mentir a pesar de que tiene siete años de práctica y un máster en la materia, demostrando una vez más que la vis teatral es el rival más duro al que se enfrentan los protagonistas de este hiperdrama victoriano.

Dio, a costa de delatarse, arrea un puñetazo a JoJo en la cara, aplastándole el carrillo. Pero JoJo no es el crío enclenque al que podía vapulear cuando se conocieron, y no solo soporta el golpe con el estoicismo de una robusta cómoda isabelina, sino que adquiere un airado tono verdoso, se envuelve de un viento huracanado que le eleva el cabello cual supersaiyano, y, levantando a un violáceo Dio por encima de su cabeza con una sola mano, lo arroja contra la barandilla.

La barandilla se rompe y el rubio maquinador cae al piso inferior.

El marcador se va igualando.

"Haré que analicen esta medicina y acabarás entre rejas", declara JoJo, apuntando a su hermano adoptivo con un dedo poderoso y acusador.

Dolorido, Dio se aleja para lamerse las heridas, negándose a creer que "ese montón de estiércol" que mató a su madre a disgustos sea el responsable de que su plan se haya ido por el escusado.

"¡Ahora que la ha palmado, vete a vender sus ropas!". Dario brando, un hombre que nunca deja de dar.

Siguiendo la línea habitual de estupidez e imprudencia que constituyen los cimientos de esta serie, JoJo dice a su padre que tiene que pasar dos o tres días en Londres y lo deja a cargo de un equipo de ilustres doctores con diferentes combinaciones de vello facial, rogándole que no permita que nadie más le trate. En cambio, lo que no le dice es que va a Londres para investigar el origen del veneno que Dio le ha estado suministrando ni le advierte de que ande con ojo con su hermano adoptivo, que se queda en casa tan pancho.

No sé vosotros, pero yo algún pequeño agujero sí que le veo a su plan.

Dio aprovecha la ausencia de JoJo para hurgar en sus cosas y robarle la máscara de piedra, cuyo "secreto" él también conoce y con la que planea matar a su hermano de tal forma que parezca que tuvo un accidente mientras la estudiaba. En Londres. A donde piensa seguirle con la máscara.

Hay que ver cuánto le gusta complicarse la vida a este hombre.

-Nadie sospechará de mí cuando desaparezca unos días, JoJo muera accidentalmente durante mi ausencia y luego yo regrese a casa como único heredero de la fortuna de los Joestar. Es el plan perfecto.

JoJo se enfunda su traje de viaje, con capa a juego, y se cala una gorra de cazador que le haría parecerse a Sherlock Holmes si el famoso detective de Baker Street hubiera consumido diez botes de anabolizantes y testosterona al día en lugar de inyectarse cocaína.

Las investigaciones de JoJo le llevan a la conclusión de que el veneno es de origen asiático, así que, sabiendo también dónde vivía Dio antes de mudarse a la mansión para arruinarle la infancia y la adolescencia, decide empezar sus pesquisas por Ogre Street, el "barrio más peligroso de todo Londres".

De hecho, el barrio tiene tan mala fama que el cochero deja a JoJo en las inmediaciones de la calle, porque no se atreve a ir más allá. Así se ahorra el susto de ver a un gato comiéndose a un cachorrito.

¿Qué le habrán hecho los perros a Hirohiko Araki para que les tenga tanta inquina?

Sherlock Holmes, es el único, es genial
Sherlock Holmes, como él no hay otro igual

Tres bandidos de poca monta y aspecto variopinto asaltan a JoJo en un callejón con la intención de robarle. La vida tiene que ser muy dura en Ogre Street si los criminales están tan desesperados que tienen que elegir como blanco de sus fechorías a un muro compacto de metro noventa y cinco levantado con ladrillos de músculo y cemento de voluntad férrea.

El primero de los agresores, que lleva la cara tatuada y va disfrazado de Daniel Boone, ataca a JoJo con un puñal, pero el muchacho detiene el arma con la mano desnuda y asegura al bandido que no le importa perder cuatro dedos con tal de proteger a su padre y su familia. Para reforzar este argumento, también le amenaza con pegarle un puntapié tan fuerte en los huevos que probablemente se le incrusten en el cerebro.

Otro de los bandidos (asiático para más señas y, por lo tanto, experto en artes marciales) salta a por JoJo al grito de "¡Wuuuuu!" y se encuentra un yunque de carne y hueso en mitad del salto que le propone una visita al dentista, y antes de que nos demos cuenta, JoJo ya ha derribado a sus dos atacantes de un plumazo.

"¡Tú, oriental, escucha!", dice JoJo. "Seguro que sabes en qué tienda comprar veneno de tu tierra".

Tú, español, escucha. Seguro que sabes en qué tienda comprar castañuelas y una guitarra flamenca.

Sus nietos fueron descartados como esbirros machacables del Streets of Rage.

El tercer bandido, llamado Robert E. O. Speedwagon en homenaje a REO Speedwagon (el grupo de rock que lo petó con sus baladas en la década de 1980), está hecho de otra pasta y no parece amilanarse ante JoJo. Es más, está convencido de que el muchacho va de farol.

Un farol, claro. No sé por qué no lo habré pensado después de ver a JoJo parar un cuchillo con la mano y tumbar a dos tipos con la misma facilidad que uno se sacude el polvo del abrigo. Es evidente que es un farsante y un pusilánime.


Pero no culpo a Speedwagon por pensar esa idiotez. Puede que yo también derrochara la mismaconfianza infundada si guardara un arma secreta como la suya.

Con un simple toque de su dedo, el ala del sombrero de Speedwagon se desprende, ¡revelando tres afiladas cuchillas!

A alguien le gustó mucho Goldfinger.

Speedwagon echa a correr para acortar las distancias y, cuando ya está lo bastante cerca de JoJo, lanza su extraordinario sombrero contra él.

El muchacho apenas reacciona a tiempo de dar un puntapié al puñal que dejó atrás el primer asaltante para forzar a Speedwagon a esquivarlo y hacerle fallar un golpe que de otro modo podría haber sido letal. Aun así, el sombrero alcanza a JoJo en el antebrazo y las cuchillas atraviesan la carne hasta rozar hueso, salpicando la nieve de sangre y provocándome dentera.

Una herida superficial.

Sin embargo, Jojo debe de tener las terminaciones nerviosas atrofiadas debajo de esos músculos hipetrofiados, porque, sin emitir una sola queja, carga inmediatamente contra Speedwagon y aprovecha que está desarmado para arrearle una coz en los morros que lo propulsa varios metros en el aire.

"No era ningún farol, estaba dispuesto a perder no solo los dedos, sino incluso brazos y piernas. Y además es capaz de sobreponerse al dolor y al miedo", piensa el derrotado bandido para sus adentros mientras vuela por los aires chorreando sangre. Su lucidez y locuacidad mental en este momento son dignos de encomio.

Pero aún es pronto para cantar victoria. De la nada salen un centenar de malhechores zarrapastrosos y armados hasta los dientes, dispuestos a dar matarile a JoJo, que adopta una posición defensiva sin amedrentarse ni una pizca.

Speedwagon ha quedado tan sorprendido con el intercambio de leña que ordena a la banda de maleantes que se detenga y pregunta al muchacho por qué ha contenido sus golpes, si "con esas piernazas podrías haberme destrozado la cara".

¿Contenerse? Bueno, supongo que si lo comparamos con ese otro armario empotrado que deambulaba por el mundo postapocalíptico del año 199X y era capaz de hacer explotar cabezas con tocarlas con la punta de dedo, sí, podemos hablar de contención.

¡ATATATATATATATATA!

JoJo le contesta que ha venido a ayudar a su padre y que la razón por la que no los golpeó más fuerte es porque pensó que ellos también podían tener padre, madre y hermanos, y no quería provocarles un sufrimiento innecesario.

Conmovido con esta memez, Speedwagon decide ayudar a este "auténtico caballero" a encontrar al "vendedor de venenos asiáticos". Me pregunto si es así como se identifica en el directorio telefónico.

Tan contenido no sería el golpe. Es evidente que le ha afectado al cerebro.

Mientras tanto...

Han pasado ya tres días sin que JoJo haya regresado aún a casa, y Dio se tambalea en evidente estado de ebriedad por las calles envueltas en niebla de Londres, con una botella de whisky irlandés bajo el brazo (marca Cronenberg, en homenaje al director del remake de La mosca).

El caricaturesco villano está frustrado porque no es capaz de dar con su hermanastro y además le irrita haber caído en el vicio del "inútil de mi padre".

Así están las cosas cuando Dio se cruza con dos borrachos malolientes y pendencieros, y decide que esta es su oportunidad para probar la máscara antes de utilizarla con JoJo.

Con sangre fría, raja el cuello de uno de los borrachos con el cristal roto de su botella y utiliza su sangre para activar la máscara de piedra después de empotrársela al otro fulano en la jeta.

Los ganchos de la máscara saltan como impelidos por un resorte y atraviesan el cráneo del hombre. Tras un destello cegador y sobrenatural, el borracho cae muerto sobre unas cajas estratégicamente colocadas para mayor efecto dramático.

"Menuda birria", dice Dio dándose la vuelta decepcionado. "No es más que un instrumento de ejecución".

Pero a ver, ¿no se trataba precisamente de eso?, ¿de que sirviese para matar a JoJo? ¿Es mucho pedir que ALGO, al menos una sola cosa, tenga sentido?

-Soy el gran Dio, no me someto a las reglas de la lógica.

Sin embargo, el hombre no está muerto, sino más bien "no muerto" y se levanta con el rostro trocado en una mueca demoníaca en la que destacan unos pocos dientes desperdigados pero extrañamente afilados. ¡Nosferatu! ¡Das Vampire! ¡Un vampiro!

El monstruo ataca a Dio, que apenas puede defenderse ante su fuerza y resistencia sobrehumanas. Ciertamente, si la criatura es capaz de soportar que le corten el brazo desde la unión entre los dedos hasta el codo sin sentir dolor y de derribar un muro con ese brazo destrozado, lo más que puede hacer Dio es ponerle velas a algún santo.

El vampiro manda a Dio volando por los aires solo con rozarlo.

Sintiendo que tiene la clavícula rota (recordadlo cuando en la escena siguiente lleve el brazo en cabestrillo), Dio intenta huir por el río, pero el vampiro lo acorrala antes de que se escabulla e introduce sus dedos de uñas afiladas bajo la piel del cuello de su víctima, sorbiéndole la sangre como si fuera un delicioso batido de frambuesa.

El monstruo rejuvenece en un instante ante los ojos atónitos y aterrados de Dio.

Esto ya se va pareciendo va más al especial de Halloween que yo buscaba.

It's Morphin' Time!

Y entonces sale el sol y el vampiro se desintegra. Muy oportuno, sí.

Dio regresa a casa y encuentra la mansión con todas las luces apagadas. No hay nadie a la vista hasta que JoJo enciende un candelabro, la única luz entre las tinieblas, y le dice que tiene pruebas de su "diabólica estratagema".

Sin embargo, el desenlace de este enfrentamiento es algo que tendrá que esperar al próximo episodio.


4 comentarios

  1. George Joestar o cómo vivir una vida sin enterarse de nada.
    Aplaudo la capacidad del autor para que aceptés las reglas (no reglas) del juego y pases de un culebrón por la herencia a una pelea en los barrios bajos a una de vampiros. Y uno tan tranquilo.
    El plan de Jojo es infalible porque sabe que Dio comparte la falta de sentido común, como todos los demás,y que si él se va tres días a Londres no pasa nada con que Dio se quede: Dio lo va a buscar. Por otro lado, Dio entiende que nadie va a sospechar de él si se va tres días a matar a Jojo con un aparato que sabe como funciona, pero se decepciona al comprobarlo, porque seguramente se vuelvan a encontrar en el punto de partida. Es la única explicación posible.

    Excelente como siempre! Yo me hacía ilusión de que, despacio y sin prisa, recapitules la primera saga. Son apenas 9 capítulos y el mundo sería un lugar mejor.

    ResponderEliminar
  2. Oingo Boingo25/10/18 22:32

    Ver los diseños de los primeros arcos del manga y compararlos con los actuales es curioso, se pasó de tiarrones súper mazados en plan El Puño de la Estrella del Norte a personajes mucho más estilizados y como más femeninos. El estilo puede gustar o no pero lo que es la calidad del dibujo mejoró una barbaridad.

    Buena reseña. Este manga tiene villanos brutales, Dio mola un montón pero mi favorito es el del cuarto arco: mejor malo de manga de la historia.

    ResponderEliminar
  3. Ja ja al parecer esta historia están mala que es buena, o por algo se volvió tan famosa esta obra. Una reseña bastante entretenida, espero la del siguiente episodio.

    ResponderEliminar
  4. Nickford: Aunque barajo la idea de terminar la saga, recapitular otros seis episodios lleva mucho tiempo. Y si no lo hago, este no es mal sitio en el que dejarla.

    Oingo Boingo: No he llegado a la cuarta saga, pero los esbirros de Stardust Crusaders me encantan. Con los hermanos que llevan tu nombre me parto.

    Anónimo: No tendrás que esperar mucho. En apenas unos días publicaré el épico y estúpido desenlace de esta historia.

    ResponderEliminar

LEE ESTO ANTES DE COMENTAR: Al autor del blog le chifla recibir comentarios, pero todo tiene un límite. Con carácter general, los siguientes comentarios se eliminarán de la faz de la red: 1) los que no tengan un carajo que ver con la entrada, 2) los que falten el respeto sin ninguna gracia ni elegancia, y 3) los que puedan considerarse spam o sean más largos que un día sin pan (en principio, los que superen 300 palabras, ya sea individualmente o de forma concatenada).