20 de mayo de 2020

La saga de 'Viernes 13' al completo (2ª parte)


Ha llegado el momento de abordar la segunda remesa de películas de Viernes 13, y, para proteger mi autoestima, voy a pensar que la estabais esperando con ganas.

Hoy no solo cerramos el ciclo de la década de 1980, sino también el de producciones de Paramount Pictures, ya que tras el desastre en taquilla que fue Jason vuelve... para siempre, los derechos sobre la saga pasaron a manos de New Line Cinema.

No lo he hecho adrede, pero la división de estos artículos ha quedado niquelada. Y si no me creéis, leed el título siguiente.


Viernes 13, parte V: Un nuevo comienzo (1985)



Sinopsis: Después quedar huérfano y traumatizado de por vida, Tommy Jarvis, el niño que hizo taquitos a Jason Voorhess con su propio machete, ha crecido (a la fuerza, porque Corey Feldman estaba rodando Los Goonies y solo pudieron contar con él para el prólogo) y ahora es un joven inadaptado y temperamental con el cerebro ofuscado por los fármacos.

"¡AAAAH! ¡Jason está detrás de mí!".

No me interrumpas, Tommy.

Su ingreso en una nueva institución de salud mental, que más bien parece a un campamento de verano, coincide con el inicio de una quinta oleada de asesinatos propiciada por una persona que no quería comerse una chocolatina y otra que sabía gestionar el rechazo. ¿Ha regresado el infame Jason de entre los muertos?

Originalidad: Si hay que reconocerle un acierto a esta película, uno al menos, ese es la originalidad, porque, pese a que toca todos los palos habituales de la saga, es un whodunit disfrazado de slasher. Salvo que el matarife de Crystal Lake haya renacido literalmente de sus cenizas (cosa poco probable... hasta la sexta parte), los asesinatos los está cometiendo otra persona. ¿Quién es el asesino? ¿El sheriff Tucker? No. ¿Pam, la ayudante del doctor? No. ¿Roy, el apacible paramédico que sobrerreaccionó al ver a la primera víctima e intervino gratuitamente en otra escena solo para que nos acordásemos de él? Tal vez.

El problema es que la ejecución de esa idea es el mayor desastre desde que Jason decidió usar tirantes y taparse la cabeza con un saco de patatas.

La intención de cualquier whodunit es que sospeches del mayor número posible de personajes, para que, a medida que avanza la trama, hagas tus cabalas, te creas más listo que nadie, metas la pata, te sientas estafado y luego digas que te habían ocultado pistas. Ciertamente, esta película no para de introducir personajes, a cada cual más loco e irritante: el doctor Matt y su ayudante Pam, los ocho jóvenes (y no tan jóvenes) pacientes del instituto, Reggie y su abuelo George, el sheriff y sus agentes, los dos paramédicos, Ethel y su hijo Junior, dos extras perdidos del rodaje de Grease 2, etc. Sin embargo, solo te hace sospechar de un puñado de ellos y, de estos, solo por descarte. La mayoría de personajes solo están ahí para que los despachen de forma expeditiva, a veces incluso en la misma escena en la que nos los dan a conocer.

Es más, aun suponiendo que no te veas venir a la legua quién es el verdadero asesino y te permitas el lujo subnormal intelectual de abrir tu lista de sospechosos a varias personas, la cinta solo arroja sospechas sobre un individuo aparte del asesino: el propio Tommy. Después de sobrevivir al *ejem* capítulo final, el chaval apenas habla, ve a Jason por todas partes y sufre arrebatos de violencia en los que se transforma en un Bruce Lee de saldo. En otras palabras: es el candidato perfecto para ponerse una máscara de hockey y perpetuar el legado de terror deportivo de la familia Voorhees.

No tengo nada en contra de esa posibilidad. Centrarse en un posible culpable, en lugar de en varios, para luego darle la vuelta a la tortilla y subvertir tus expectativas, también podría haber funcionado. Pero para eso la trama tendría que haberse preocupado más de Tommy y conseguido que empatizases con él, y no saltar de un estúpido secundario a otro y hacernos perder el tiempo con innumerables sinsentidos, tropecientos clichés del cine de terror y un paleto en motocicleta soltando berridos mientras su madre le grita que se va a quedar sin cenar.

Es obvio que a la quinta parte de Viernes 13 no se le puede exigir un análisis psicológico sesudo, pero sí, quiero creer, un mínimo desarrollo del personaje que se supone que es su protagonista. Sin embargo, este apenas pronuncia tres palabras en hora y media de metraje y no tiene el carisma de Terminator para compensarlo .

Por otro lado, tampoco hay nadie que indague sobre los asesinatos y que haga pesquisas a medida que aumenta la pila de cadáveres, porque, como de costumbre, los chavales están en la parra, los adultos mueren sin más, e incluso el papel del sheriff, que al menos relaciona los asesinatos con Jason, es anecdótico (básicamente está ahí para explicarte la trama en dos escenas, ya que la película no se molesta en hacerlo). Y si los propios personajes no tienen interés en resolver el misterio, imaginaos el que tengo yo.

Eso sí, esta es la primera película de la saga en la que hay actores negros.

En definitiva, hay conceptos que sobre el papel funcionan y con los que se podría haber contado una historia interesante, pero que no tienen reflejo alguno en el mediocre producto final. En concepto, es una película original dentro de la saga, pero ¿buena?, de ninguna manera.

Puntuación: 8/10 (a mi pesar)

-Tommy, me dijiste que estarías listo en cinco minutos y aún no te has puesto ni la camisa. ¡Vamos a llegar tarde!

Sangre: A mí me dicen sin haber visto la película que el recuento de muertos asciende a veintidós y me emociono, pero luego repaso cada una de ellas y me da el bajón. Como quiero ser justo y no basarme solo en impresiones, he creado una tabla de Excel con el nombre de cada una de las víctimas y las siguientes columnas: "¿Se produce la muerte en pantalla?", "¿Es la muerte creativa?", "¿Se ve el instante del zasca?", "¿Se ve el 'post-'?" y, por último, "¿Es solo un sueño?". Luego no digáis que no me curro estos artículos.

Por ahora, vamos a aparcar el cómo de imaginativa es cada muerte, ya que esa es una cuestión subjetiva (en la que, por supuesto, yo llevaré razón), para centrarnos en las otras columnas.

Empecemos por lo peor: hay cuatro muertes que se producen íntegramente fuera de cámara (entre ellas, la del tipo que le dio su sombrero a Indiana Jones); esto quiere decir que solo sabemos que ocurren porque en algún momento alguien encuentra el cadáver y pega un alarido. Una vergüenza. En segundo lugar, de las dieciocho muertes que ocurren en pantalla, que por suerte son la mayoría, hay, sin embargo, ocho en las que se nos oculta el golpe de gracia, es decir, el preciso instante en el que el arma homicida entra en contacto con un "moñeco" o una prótesis que dé el pego. En tercer lugar, hay cinco muertes de las que, veamos o no el instante del golpe, no se nos muestra el efecto que tiene en la víctima, es decir, no vemos correr la sangre o cómo de maltrecho ha quedado el difunto. Y en cuarto y último lugar, tres muertes del total ocurren en sueños, aunque eso tampoco me importaría si al menos fueran decentes.

Por lo tanto, y haciendo cuentas, solo hay siete muertes de veintidós en las que se ve todo lo que uno espera ver. Eso representa alrededor del 30%. ¡Inadmisible! ¡Exijo al menos un 70%!

Podría transigir si al menos esas muertes fueran gráficas e impactantes. Pero no lo son.

No obstante, si tuviera que elegir al menos un par de muertes que destacasen dentro de la mediocridad general, probablemente serían las de Tina y Eddie, que se van al campo a retozar y fumar porros, y acaban con serios problemas de vista: a ella el asesino le corta la cara a la altura de los ojos con unas tijeras de podar, y a él le aplasta el cráneo contra el tronco de un árbol retorciendo una cinta de cuero sobre sus ojos. Ay, qué dolor.

Menos impresionante, pero más lamentado, es el asesinato de Demon, interpretado por Miguel A. Núñez Jr. (Spider en El regreso de los muertos vivientes y Dee Jay en Street Fighter: La última batalla), al que el imitador de Jason ensarta con una lanza improvisada dentro de una letrina. El asesino no demuestra aquí mucha creatividad, pero Demon es el único personaje de la película con el que empatizo, y lo hago por dos motivos: 1) la escena en la que recibe la visita su hermano Reggie tiene gracia y es uno de los escasos momentos de desarrollo de personaje que hay en la película (y el único que me creo); y 2) la razón por la que Demon está en la letrina cuando lo espetan cual cochinillo es porque las enchiladas le provocan cagalera. Me siento superidentificado.

Por último, dentro de lo que cabe, la muerte del impostor que se hace pasar por Jason tampoco está mal. El tipo se precipita desde lo alto de un granero (es esa clase de instituto de salud mental) hasta un aparato metálico con pinchos y se queda hecho un colador. Esta es una de esas ocasiones en las que, como deber ser, lo presenciamos todo: caída, impacto y pose de "me he morido". Además, como sentía curiosidad, por mi cuenta he aprendido que el aparato en el que se ensarta se llama "grada de dientes" y se utiliza en agricultura para soltar la tierra después de ararla. Ya no siento que haya perdido el tiempo.

Puntuación: 4/10

Va a necesitar una aspirina.

Sustos: Se le pueden achacar muchos defectos al cine de terror comercial de la última década, pero uno de ellos no es su incapacidad para hacerte saltar del asiento. Quizá películas como Insidious no te dejan angustiado después de verlas, porque, en vez de formar poso jugando con tus inquietudes y miedos, ofrecen una experiencia más parecida a montar en una montaña rusa, con momentos de calma seguidos de sobresaltos baratos. Pero al menos saben hacer eso. Un nuevo comienzo ni siquiera cumple esa función. No da miedo, no crea suspense ni tiene un solo susto bien metido.

¿Arañas de goma?, ¿conejos saltarines?, ¿OTRO GATO? Sumadle a esas sacudidas forzadas los clichés habituales del género (el coche que no arranca) y otros que no habían hecho acto de presencia hasta ahora, pero igual de manidos (el asesino que ves en el espejo y que, cuando te vuelves, ya no está), y comprenderéis mi frustración.

A veces ni siquiera la música de Manfredini parece saber lo que está haciendo. En particular, hay una escena en la que Pam lleva a Reggie en coche a ver a su hermano mayor, sin prisas ni temores, y la banda sonora, por lo que sea, se pone a tensionar las cuerdas como si estuviéramos en plena persecución homicida cuando lo único que estamos viendo es un trayecto en coche corriente y moliente, como el de Brad Pitt en Érase una vez en Hollywood, pero infinitamente más corto.

Encima, cualquier remusgo de terror se diluye por la presencia exasperante de un sinfin de personajes odiosos que salen de escena tan pronto como entran. No puedo sentir miedo cuando me invaden el bochorno y la exasperación.

Lo más cercano que he sentido a un escalofrío volviendo a ver esta película ha sido hacia el final. Y no me refiero al instante previo a los créditos, cuando Tommy aparece detrás de Pam con la máscara de Jason y toda la intención de acuchillarle el lomo, sino al momento en el que una enfermera está limándose perezosamente las uñas en la mesa de información del hospital. La mujer sale unos cinco segundos, básicamente para que nos ubiquemos y sepamos que la acción ha cambiado de escenario, y ni siquiera tiene una sola línea de diálogo; pero os aseguro que el primer plano de sus manos en acción me produce dentera. Con cada pasada que da la lima a esas uñas ―postizas, rojísimas y que sobresalen un centímetro largo de la punta de los dedos―, me encojo pensando que podrían partirse. Me da tanta grima que no puedo mantener la vista en la pantalla sin torcer el gesto.

Algo es algo, ¿no?

Puntuación: 3/10

El mejor Jason es el Jason con bata de hospital desechable. Las motitas le dan un toque muy cuco.

Sexo: Antes de ponerse al volante de Un nuevo comienzo, Danny Steinmann había dirigido tres largometrajes: High Rise, una porno de los setenta; Gemidos en la oscuridad, una cinta de terror sobre tres mujeres que se alojan en la casa de un padre de familia perverso y lo pasan mal; y Calles salvajes, un peli barata de acción en la que Linda Blair se convierte en justiciera para vengarse de los matones que violaron a su hermana sordomuda. ¿Adivináis qué tienen en común esas tres películas? En efecto, la sordidez sexual.

Para la quinta parte de Viernes 13, Steinmann rodó la escena de sexo más larga y gráfica de toda la saga. Ni por asomo había sexo explícito, pero cabe suponer que se acercaba más al porno softcore que al destape juguetón de los capítulos anteriores. Sin embargo, la escena fue drásticamente recortada tras su paso por la MPAA para evitar la calificación X, y, a diferencia de otras tomas rescatadas para las ediciones en DVD y Blu-ray, el público jamás ha visto la escena de fornicio al completo. De ella solo queda un apasionado morreo campestre y algunos planos de Tina con las tetas y el culete al aire, posteriores al desvanecido acto sexual. Aun así, este desnudo fue suficiente para que, años más tarde, la actriz Debisue Voorhees (sí, se apellidaba Voorhees), ya retirada del mundo del cine, perdiera su trabajo de profesora cuando empezaron a circular esas imágenes entre los alumnos. La mojigatería estadounidense jamás dejará de sorprenderme.

Aparte de eso, hay dos topless gratuitos: el de la camarera Lana, que se desabrocha la camisa para sorprenderse a sí misma en el espejo con lo buena que está (¿?), y el de Robin, que prefiere dormir en braguitas incluso en una noche tormentosa.

Tommy también sale delante del espejo sin camisa y se le ve fibroso, pero el rollo lunático sudando como un gorrino priva de todo erotismo a sus planos.

Puntuación: 7/10

Tina y Eddie, ninfórmanos y compartiendo un porro. Seguro que sobreviven.

Jason Voorhees: Hay tres Jason en esta película y ninguno es el auténtico. El primero es el que existe solo en la cabeza de Tommy y que ve en pesadillas y alucinaciones por culpa del consumo de estupefacientes a granel, el cual tiene un aspecto similar al Jason del capítulo "final". El segundo es Roy, el paramédico que, al ver a su hijo descuartizado, pierde un tornillo y se lía a exterminar metódicamente a cualquiera que se cruce en su camino. Y el tercero es el propio Tommy, que se ha quedado la máscara de Roy a modo de souvenir y parece querer continuar su trabajo, aunque la secuela tendría un opinión diferente.

El "Jason" que más protagonismo tiene es Roy, que, disfrazado al efecto, luce bastante parecido al Jason de la cuarta parte, quizá un poco menos corpulento, y con ropa diferente. En esta ocasión, viste un mono de trabajo oscuro, más apropiado para matar que la ropa de calle que solía llevar, y su máscara de hockey es de primera mano, con rayitas azules en lugar de rojas y sin rastro de desagradables hachazos.

Roy, eso sí, no tiene la resistencia sobrenatural que demostró Jason en el pasado, y después de que lo atropellen con una máquina excavadora, le desgarren el brazo con una motosierra y le claven una navaja en la ingle, empieza a notársele un pelín resentido por el dolor. Pero no se queja. Debe de ir drogado.

Puntuación: 6/10

-YA ESTÁ AQUÍ EL APUÑALADOR. SE APUÑALAN ADOLESCENTES, ADULTOS, NIÑOS... TODO TIPO DE PERSONAS. YA ESTÁ AQUÍ EL APUÑALADOR.

Miscelánea: Toda mi vida he tenido debilidad por el look Madonna en Buscando desesperadamente a Susan. Las chicas que van en plan roquerillas y, sobre todo, las que se tiñen el pelo de rubio platino (tal vez con mechas de algún otro color) son mi perdición. Y aquí tenemos a Violeta, que cumple todos los requisitos para ser lo que la chavalada llama ahora "mi crash". Qué grima me da esa palabra.

Salvo que su problema de salud mental sea que le gusta escuchar música new wave a todo trapo y bailar de forma alucinante en su cuarto, no me queda muy claro por qué razón está ingresada en el instituto; pero igualmente me alegro de que exista este personaje.

Es cierto que Violeta no sale mucho, pero la escena del baile en su habitación llama la atención. La canción His Eyes, interpretada por el grupo Pseudo Echo, es la repera y su letra encaja a las mil maravillas en la escena en la que el impostor le hace un ombligo nuevo a Violeta. Lo único que lamento es que no le dejase terminar su baile, porque es lo más memorable de toda la cinta. Y no hay ninguna necesidad de compararlo con el remeneo de Crispin Glover de la tercera parte. Los dos son especiales, cada uno a su manera.

¿Es un robot? ¿Es un mimo? No se sabe y no importa. Es excepcional.

Hay también otro breve destello de magia cinematográfica en el clímax de la película, que se produce cuando Pam y Reggie se esconden en el granero, el Jason de pega abre la puerta de una de las plazas del establo intentando dar con ellos y, ¡sorpresa!, Pam sale a por él con la camisa aún empapada por la tormenta y, lo que es más importante (o casi), ¡una motosierra en sus manos!

¡Es el duelo a muerte definitivo! ¡Superviviente contra depredador! ¡Motosierra contra machete!

Y luego la motosierra se atasca y ya no arranca. Qué chasco.

PD: Sé que Ginny ya había utilizado una motosierra contra el auténtico Jason en la parte II, pero era una motosierra chiquitita y el pobre asesino en serie iba desarmado. Esta pelea es más espectacular.

-¡Brum, brum, brummmmm!
-Si haces el ruido con la boca, no es lo mismo.

VALORACIÓN FINAL: ★★


Viernes 13 VI: Jason vive (1986)



Sinopsis: Tommy Jarvis escapa con un amigo de la clínica psiquiátrica en la que estaba ingresado para exhumar a Jason Voorhees y asegurarse de que está muerto. ¿Qué decís?, ¿que Tommy se había vuelto tarambana y convertido en el nuevo Jason, y que el Jason original fue incinerado y no enterrado? No sé de qué me habláis. Yo solo resumo lo que veo. El plan, como era de esperar, sale regulinchis tirando a mal, y acaban resucitando por accidente a Jason. ¡Hasta le han traído su máscara para que no le dé vergüenza ir por ahí con esa cara de Imhotep renegrido! Fiel a sus orígenes, Jason regresa al campamento de Crystal Lake (renombrado Forest Green, porque ya no había oficina de turismo que arreglase semejante mala prensa) para fastidiarle el fin de semana a los campistas. Tommy, con la ayuda de Megan, la hija del sheriff, intentará detenerlo por tercera vez. A ver si ahora le sale mejor.

Originalidad: La historia no reinventa la rueda, desde luego, y si nos ponemos puntillosos, la diferencia más evidente respecto de las anteriores entregas es que esta vez por fin hay niños en el campamento y no solo monitores en prácticas (aunque lo cierto es que Jason los ignora la mayor parte del tiempo y no llega a matar a ninguno; él se ha especializado en adolescentes y, ocasionalmente, adultos, y la especialización es clave en su línea de trabajo).

Sin embargo, el enfoque que le da el director, Tom McLoughlin, que también firma el guion, sí es nuevo: Jason vive es una parodia burlona del género slasher , como lo es Desde Rusia con amor del género de espías, y, en su lista de prioridades, pone la diversión por encima de todo lo demás, incluido asustar.

Pero no os equivoquéis. La cinta no cae en el slapstick, ni adolece de la locura esquizoide de la quinta parte ni tampoco convierte a Jason en el blanco de sus burlas. Sigue siendo un slasher con todas sus letras. Pero es un slasher más desahogado, que se ha sacado la camisa del pantalón y desabrochado un par de botones para que no le aprieten el cuello. Es Viernes 13 en versión roncanrol.

McLoughlin no solo respeta el género de terror, sino que es evidente que le entusiasma. Pero al mismo tiempo es consciente de las raíces de la saga y contempla la cinta como el divertimento adolescente que es. Como dicen en la película: "A los mayores les gusta que les asusten".

Además, si exceptuamos la bondiana carta de presentación, la parodia queda más bien reducida al tono, cargado de humor negro y más autorreferencial que nunca. "He visto las suficientes películas de horror para saber que un tío con una máscara nunca es amable", dice una de las primeras víctimas de Jason (curiosamente, interpretada por la esposa del director).

Puede que algunos encontréis incluso ese punto de comedia inapropiado, pero para mí es lo que da personalidad a la cinta y la convierte en una de mis favoritas, si no mi favorita. El único momento en el que me parece que la película desentona y se pasa de rosca es en la secuencia de los ejecutivos jugando al paintball, que parece sacada de una sitcom en la que Jason Voorhees fuera la estrella invitada.

Los personajes también juegan en una liga superior y son algunos de los más fuertes de la saga. Los protagonistas tienen carácter, son peleones y ayudan a impulsar la trama, no son unos pavisosos de los que te olvidas cinco minutos después de apagar el televisor y sin más propósito en la vida que conservarla.

Tommy Jarvis (interpretado en esta ocasión por Thom Mathews, Freddy en El regreso de los muertos vivientes) funciona infinitamente mejor como héroe patoso con una misión que como el adolescente melodramático al borde de la psicopatía de la película anterior, y Megan (Jennifer Cooke, la chica híbrida de V) es lo bastante alocada y vivaracha como para caerte simpática sin resultar cargante, aunque tenga cara de señora mayor y use pendientes de condesa decimonónica.

Aparte de Megan, el resto de monitores también tienen cierto encanto, en parte porque no son hormonas consumidoras de marihuana con patas, y en parte porque los ves interactuar con los niños sin comportarse como subnormales, lo que te permite encariñarte lo suficiente con ellos para que luego te afecte una pizca verlos morir con suma violencia.

Con todo, mi personaje preferido es el sheriff Garris (David Kagen, un habitual de la televisión), que no solo le aguanta el tipo a Jason un par de asaltos, sino que tiene algunas de las mejores líneas de diálogo de la película ("Eres actor, muchacho, porque sabes cómo hacer una entrada" o "Considérate afortunado: con los problemas que me has causado, deberías marcharte con las bolas de pendientes", por citar un par).

¿Es entonces la película original? No en cuanto a la historia, por lo que no puedo puntuarla tan alto como querría en este apartado, pero sí en la forma de contarla.

Puntuación: 6/10

-¿TODO ESE ROLLO PARA DARLE UN SEIS? ¡ME CAGO EN...!

Sangre: Con dieciocho fallecidos en su haber, cuatro menos que el capítulo anterior, esta entrega consigue un equilibrio envidiable entre volumen y calidad. No todas las muertes son igual de sangrientas o chocantes, pero todas tienen un "algo" que las hace especiales, y en ningún momento te da la impresión de que sean un mero trámite para cubrir el expediente.

La primera víctima es Allen, el amigo de Tommy, al que Jason atraviesa el pecho de un puñetazo con tal ímpetu, que el puño sale por la espalda sosteniendo el corazón. Este Fatality ya vale más que muchas muertes de la saga, pero la cinta decide ir más lejos y le pone la guinda a la escena con un toque de humor negro: cuando el cuerpo de Allen de derrumba exánime, cae sobre la tumba del propio Jason y la tapa del ataúd se cierra con él dentro.

El siguiente en morir es uno de los jefes de campamento (interpretado por Tony Goldwyn, el malo de Ghost), que tiene la mala pata de cruzarse en el camino de Jason y la temeridad de hacerle frente; Jason lo ensarta con la misma vara puntiaguda que le sirvió de pararrayos resucitador y lo lanza hacia atrás por encima de su cabeza como el maniquí desmañado que es.

Esa fórmula mágica que convierte asesinatos corrientes en píldoras de humor es una constante en la película. Por poner otros ejemplos, del grupo de ejecutivos que han ido al bosque para hacer team building, a uno le arranca el brazo de cuajo para quedarse con su machete al tiempo que le estampa la cara contra un árbol, dejando un sangriento smiley en la corteza, y a otros tres los decapita de un mismo tajo, porque nada construye equipo como morir juntos.

El director también es consciente de las expectativas de los seguidores de la saga y encuentra formas imaginativas de evitar los rigores de la MPAA y al mismo tiempo ofrecer muertes vistosas. A Paula, una de las monitoras, Jason la acorrala dentro de la cabaña y la oímos chillar mientras la cámara permanece fuera enfocando la fachada. "Otra muerte que me pierdo", piensas. Sin embargo, antes que de la decepción se asiente, un chorro de sangre salpica una de las ventanas y te dices: "Bueno, al menos se ha visto algo". Pero no acaba ahí la cosa, porque, un instante después, el cuerpo de la chica atraviesa el cristal ensangrentado y se queda colgado en el alféizar. "Mejor todavía", dices. Y entonces llega el remate: Jason se asoma para recoger el cuerpo y lo mete dentro de nuevo. Bravo.

Incluso muertes menos sofisticadas están medidas al milímetro. Por ejemplo, cuando Jason arroja su puñal a uno de los oficiales de policía, mandándolo del impacto a una balsa, la película pasa del primer plano del policía con el arma clavada en mitad de la frente a otro plano de una diana con varios dardos clavados. Nada queda al azar.

Y si queremos truculencia sin chascarrillos, la película también nos la da. Jason dobla al sheriff Garris como si fuera una camisa, tronchándole los huesos, y a Sissy, otra de las monitoras, la saca por la ventana y le vuelve la cabeza del revés como si fuera la niña de El exorcista hasta arrancársela (eso sí, luego se pasea con el cuerpo decapitado por delante de la cabaña de las niñas, que no sé cómo de hilarante os parecerá).

También hay dosis de sangre y espectáculo sobre ruedas. A Corb y su rollete Nikki, Jason los mata dentro de una caravana, a ella en el cuarto de baño empotrándole la cara contra la pared, que se abomba por el otro lado con la forma de su perfil (mooola), y a él hundiéndole un puñal en la oreja mientras está conduciendo. Sin nadie al volante, la caravana vuelca, empieza a arder y Jason sale ileso por una de las ventanillas y se alza en pie sobre el vehículo, enorgulleciéndose de un trabajo bien hecho.

A Viernes 13 siempre se le puede pedir más gore, pero no mucho más ingenio.

Puntuación: 9/10

-Oiga, señor, que yo esto no lo quiero. Solo quería el machete.

Sustos: La quinta parte prefiere divertir a aterrorizar y eso le pasa factura a este apartado. El número y violencia de las muertes atestiguan su condición de slasher, pero el tono es más ligero, cercano al del género de acción, y no hay rastro alguno de ese terror terrenal y crudo con el que se inició la saga.

Dicho esto, y aunque la cinta no tiene grandes sustos, la dirección de Tom McLoughlin, unida a la labor del editor Bruce Green (que había trabajado antes en Star Wars e Indiana Jones), consigue que el juego de expectativas sea más efectivo. Dicho de otra manera, los tiempos están mejor calculados y, por lo tanto, es más fácil que no te veas venir el momento exacto del susto.

Pero donde Jason vive destaca por encima de otros capítulos es en la atmósfera. McLoughlin quiso que esta película pudiese disfrutarse tanto en color, como en blanco y negro, igual que si fuera uno de los clásicos de terror de la Universal, y eso se nota en la iluminación. El mejor ejemplo lo tenemos en el propio prólogo, cuando Tommy y su amigo entran en el cementerio para abrir la tumba de Jason. El viento levantando la hojarasca, la neblina deslizándose entre las lápidas, los relámpagos alumbrando intermitentemente el escenario... Hay cierta magia en el ambiente que te coloca en un estado anímico diferente.

Y luego, cuando los chicos abren el ataúd, la película salta de golpe de los elegantes años treinta a los alucinantes ochenta, con la increíble y grotesca obra artesanal que es el cadáver putrefacto de Jason, convertido en un bufé libre para todo un regimiento vermiforme. Entonces, un rayo cae sobre el cadáver y la electricidad nos retrotrae de nuevo a los clásicos, reviviendo a Jason como si fuera el monstruo de Frankenstein.

Hasta la fecha, no hay otro comienzo que se le compare.

Por lo demás, hay al menos otros dos momentos en los que la atmósfera y la tensión funcionan bastante bien, que son en el que que Jason acecha a Paula a través de las ventanas, siguiéndola cual acosador perverso sin que ella se pispe, y en el que se acerca a la cama de una de las niñas del campamento y se la queda mirando fijamente. No es el Halloween de John Carpenter, pero tampoco se le pide que lo sea.

Puntuación: 7/10

¡Chispas!

Sexo: La tercera parte era moderada en cuestión de sexo; esta sencillamente no es. No hay desnudos en la película y eso también la hace única en la saga.

Sí que tenemos, sin embargo, una graciosa escena de "ejercicio nocturno" entre Cort y Nikki, en la que ella lo cabalga en la parte de atrás de una caravana al ritmo de I'm No Animal, de Felony, y le pide que aguante hasta el final de la canción ("Solo diez minutos", le dice). Ambos actores llevan la suficiente ropa encima y están lo bastante tapaditos como para que la escena se emita en Disney+, pero es que esta no pretende ser excitante, sino cómica.

El otro momento que juguetea con la idea del sexo es cuando Megan y Tommy huyen en coche de la policía y ella le obliga a bajar la cabeza sobre su regazo para que no lo vean. Megan lleva pantalón vaquero y la V que forma su entrepierna tiene poco de sexual, pero es divertido ver a la chica bromear a costa lo incómodo que se siente él.

Sin duda, esta es la entrega menos sexi de la saga, pero representa un soplo de aire fresco frente al tufillo machista de algunas de las producciones anteriores.

Puntuación: 1/10

Sexo para toda la familia. No literalmente.

Jason Voorhees: Bajo la máscara, Jason es un zombi pasadito: gris, arrugado, despellejado y pútrido. ¡Pero de cuello para abajo nunca ha estado tan en forma! Entre todas las lombrices que habían hecho del cadáver su hogar, debía de haber algunos gusanos intestinales de Futurama, porque Jason no solo le saca una cabeza o más a cualquiera, sino que está mazadísimo. Los seis años que ha pasado desde el Capítulo final le han sentado tan bien que parece que hubiera estado levantando pesas en el gimnasio y no descomponiéndose a un metro bajo tierra. Excepto por el cutis, que parece que se lo lave con vitriolo, está tremebundo.

Tras esta fisonomía formidable está el debutante C. J. Graham, en el que sería uno de sus cuatro únicos trabajos como actor (repitió papel en el videoclip de Alice Cooper, hizo de Poli-infierno en Autopista al infierno y, en 2019 interpretó al padre de Jason en Viernes 13: Venganza, un fan film). El tipo era exmarine y tenía planta de exmarine.

Solo en las escenas de la guerra de paintball su aspecto es diferente. El motivo es en ellas lo interpreta otra persona, Dan Bradley, un tipo también grande, pero algo fondón, y que no acabó de convencer a Paramount cuando recibió las primeras tomas del rodaje. No os sintáis mal por él, porque, desde los años ochenta, Bradley ha participado como coordinador de especialistas y director de segunda unidad en más de un centenar de producciones, incluidas Spider-Man 2 y 3, El mito de Bourne y sus secuelas, Misión imposible: Protocolo fantasma, y, más recientemente, Ad Astra. Le sobrasen o no unos kilitos, nunca le ha faltado trabajo.

La máscara de hockey vuelve a ser la misma que en la cuarta parte (hasta tiene la grieta del hachazo, como si Tommy la hubiera guardado en el envoltorio original para conservarla en un estado óptimo, en plan friki), solo que sin las rayitas rojas a los lados de la nariz. La ropa también es muy similar, si bien ahora Jason lleva guantes de bricolaje y un cinturón utilitario, con varios compartimentos, del que cuelga su puñal y su machete. En algunas entrevistas, Graham se compara a sí mismo con Batman, pero yo lo veo más como Tim Allen en Un chapuzas en casa.

El lenguaje corporal de Jason es rotundo y firme; apabulla solo con estar ahí y se mueve con una serenidad feroz. No sé qué significa exactamente eso, pero sonaba bien en mi cabeza. También tiene ese punto de acechador inquietante a lo Michael Myers en Halloween. Y, por supuesto, disfruto mucho de su ladeo cómicos de cabeza. Si Jason pudiera enarcar una ceja cuando algo le desconcierta, lo haría; pero nosotros no lo veríamos, porque lleva máscara y además no tiene cejas, así que el ladeo es un buen sustituto para darle expresividad.

Por lo demás, este Jason ya ha estado muerto al menos una vez y se resiste a regresar a la tumba, así que aguanta golpes y plomo con estoicismo. Ni siente ni padece, solo avanza imparable hasta su próxima víctima, y el único modo de detenerlo es regalarle un colgante de cemento y echarlo al lago en una épica batalla con la superficie del agua en llamas. Creo que Tommy lo leyó en un libro de ocultismo, pero se le olvidó la parte de cercenarle el cuello con la hélice de un motor. Menos mal que estaba ahí Megan para echarle un cable y salvar el día.

Puntuación: 8/10

Fan medio del programa Bricomanía.

Miscelánea:
La reintroducción de Jason puede gustar o no, pero desde luego no deja indiferente. Tras revivir y recuperar su máscara en el magnífico prólogo, un zoom a tramos nos acerca hasta la pupila del infame asesino y nos muestra a Jason, dentro de su propio ojo, entrando desde un lateral y caminando hasta el centro del plano para finalmente volverse a cámara y darle un tajo con el machete, inundándola de sangre y sirviendo de transición a la pantalla de título.

Esta réplica de la famosa secuencia del cañón de pistola de las películas de James Bond te deja a cuadros y evita que luego el humor de la cinta, más rebajado en tono, te choque tanto. El mensaje que transmite es "aquí venimos a molar, pero no a tomarnos en serio", y eso la película lo hace de rechupete.

¿Soy el único que oye el tema musical de James Bond en su cabeza?

Por último, y como fan del rocanrol ochentero que soy, tengo que mentar la cojonuda banda sonora, que incluye tres canciones de Alice Cooper compuestas específicamente para la película: Teenage Frankenstein, Hard Rock Summer y He's Back (The Man Behind The Mask). El videoclip de esta última canción reutiliza metraje de la cinta, pero incluye también escenas nuevas en las que Jason aterroriza al público de un cine durante un pase de la propia película. Cultura pop en su máxima expresión.

VALORACIÓN FINAL: ★★★★


Viernes 13, 7ª parte: Sangre nueva (1988)



Sinopsis: Tina Shepard, una adolescente con despiporrados poderes telequinéticos mató por accidente a su padre cuando era una niña. Con la esperanza de superar su sentimiento de culpa, ahora regresa a la casa donde ocurrió el trágico accidente acompañada de su médico y de su madre (la suya, no la del médico). ¿Estará la casa a la orilla de Crystal Lake? Todo parece indicar que sí.

Mientras tanto, en la casa de al lado, un grupo de chavales prepara una fiesta sorpresa de cumpleaños para uno de sus amigos.

Nadie sospecha que, bajo el lago, Jason Voorhees aguarda soñando con adolescentes eviscerados. O con lo que sea que sueñen los maníacos homicidas zombis en estado de suspensión. Cachorritos de labrador, tal vez.

Originalidad: ¿Qué hay más original que enfrentar a Jason contra una chica con poderes teleféricos? Pues convertirlo en un gusano demoníaco o enviarlo al espacio, pero los gerifaltes de Paramount aún no estaba tan desesperados ni querían gastar mucho dinero. De eso ya se encargaría New Line Cinema cuando adquiriera los derechos.

Curiosamente, al principio la idea era que Jason se zurrara con Freddy Krueger, pero hubo lío con el tema de derechos, no se cerraron los pertinentes acuerdos, y al final optaron por lanzarlo al cuadrilátero con la Carrie de AliExpress. En todo caso, es una idea original.

Esta también es la primera película que introduce a villanos distintos del propio Jason, esto es, personas normales que también pueden tener malas intenciones, pero que no sobreviven al filo de un machete atravesándoles el cerebro. Si pensamos en Jason Voorhees como una fuerza de la naturaleza que mantiene limpio Crystal Lake, el verdadero antagonista de la cinta es el doctor Crews, que disimula muy mal que la razón por la que ha traído a Tina de vuelta a Crystal Lake no es para que se cure de su trauma, sino para que desarrolle sus poderes telemétricos y poder hacerse famoso a su costa. Por si esto fuera poco, Tina también tiene una rival femenina de su propia quinta, Melissa, una pija malcriada que compite con ella por las atenciones de Nick, el chico del filme. Normalmente, estás deseando que Jason empiece a ventilarse al personal, pero con esos dos lo deseas con más ganas.

Todo esto, que sobre el papel podría funcionar, llevado a la pantalla se queda a medio gas. El cóctel tiene buena pinta, pero les sale regular, básicamente porque, después de que Tina saque a Jason por accidente del lago, los dos personajes ya no vuelven a cruzarse hasta el último acto. Lo que tenemos hasta entonces es la típica cinta de Viernes 13, pero con muertes más flojas de lo habitual y escenas de Tina viviendo a tope el drama .

Viniendo de donde venimos, no diría que la película sea mala, ni siquiera aburrida, pero solo es realmente interesante cuando Tina usa sus poderes. Porque a todos nos gusta ver objetos moviéndose solos, es decir, con hilos apenas visibles, ¿verdad?

La cinta no llega a repuntar hasta el duelo final, durante el que Tina por fin empieza a pillarle el tranquillo a sus poderes telegráficos y Jason encuentra la horma de su zapato. Si Carrie hubiera cogido un autobús hasta Crystal Lake después del baile de promoción en lugar de derrumbarse una casa encima, este podría haber sido el resultado de su encuentro con Jason Voorhees. Y es sensacional.

Sin embargo, por entretenido que sea este clímax, no compensa hora y pico de mediocridad en todos los aspectos.

Y cuanto menos hablemos de la original manera de quitarse a Jason de en medio, mejor. Ese final no era bueno ni en su versión alternativa.

Puntuación: 8/10

-¡O vemos ALF o no vemos nada!

Sangre: Si la intención de Paramount era que la película pudiera emitirse en horario infantil, entre un episodio de Los osos amorosos y otro de Mi pequeño pony, dio en el clavo. Si lo que quería era producir un slasher decente, debería haberse peleado por un montaje que no estuviera tan drásticamente mutilado, porque la MPAA se cebó con este capítulo a lo grande.

Dicho esto, tampoco creo que la falta de gore sea el único problema a tener en cuenta, porque la mayoría de asesinatos ya eran de por sí poco imaginativos, y esto es especialmente evidente si los comparamos con los de la sexta parte.

De las dieciséis muertes totales, la mitad son por ataque directo con algún tipo de instrumento cortante o punzante (piquetas de tienda de campaña, hachas, hoces, tajamatas de mango largo, sierras hidráulicas...), sin florituras ni pretensiones creativas. Parece que toda la imaginación del equipo se hubiera agotado buscando armas potenciales en los estantes de las tiendas de camping y jardinería, cuando deberían haber pensado menos en el medio y más en el método. El único toque de color lo pone el uso de una trompeta matasuegras, que Jason clava a Kate en el ojo y, por alguna razón, suena.

Sin embargo, y a pesar de la censura, hay al menos una muerte que todavía merece la pena y que suele enumerarse en listas sobre las mejores muertes de la saga, que es en la que Jason sorprende a una pobre campista dentro del saco de dormir, la saca a rastras de la tienda y, ¡BAM!, la golpea brutalmente contra un árbol. En el montaje previo al paso por la MPAA, la atizaba repetidas veces; pero una es mejor que ninguna.

Por otro lado, y dejando a un lado el body count, el diseño del propio Jason es bastante grotesco ya de por sí. El tipo ni siquiera sangra, y cuando Tina utiliza sus poderes telefónicos para apretarle las correas de la máscara y estrujarle el cráneo, el único fluido que sale de las heridas es pus. Supongo que la MPAA no tiene nada en contra del pus.

Puntuación: 2/10

-¡A mimir, he dicho!

Sustos: ¿Puede la música de una película de terror servir mejor al propósito del género que las imágenes que nos muestran en pantalla? Sí, y Sangre nueva es la prueba de ello. La banda sonora, compuesta por Harry Manfredini con la colaboración de Fred Mollin (¿o era al revés?) inquieta por sí sola, y este es uno de esos casos en los que la música se lo cree más que la película. Es verdad que si quisiera escuchar música por gusto, elegiría la de la sexta parte, pero si me propusiera escribir un relato de terror original (por ejemplo, sobre un asesino en serie con una máscara del pato Donald que acecha a adolescentes imprudentes en los bosques de Delaware), la banda sonora de esta entrega me pondría en el estado anímico más apropiado.

¿Y con qué pretenden sorprendernos visualmente para estar a la altura de la banda sonora? Jamás lo adivinaríais. ¡Con un gato saltando del armario!

No, no es broma. Ese es el gran susto de la película.

Ahora bien, no se puede decir que la cinta no lo intente. Incluso renuncia al humor paródico y autorreferencial de los capítulos anteriores, para que los momentos de terror sean más efectivos. Le sale así asá, pero al menos pone de su parte, que es más de lo que se puede decir de buena parte de las secuelas.

En este sentido, uno de los aspectos que diferencian esta entrega de las anteriores es que se toma con más calma los asesinatos, de forma que transcurre más tiempo entre el momento en que la víctima se pispa de que algo va mal y el momento en que se convierte en comida para gusanos. A veces, el truco les sale bien y la tensión se sostiene (por ejemplo, cuando Jason juega al escondite con Maddy, la chica nerd, en el cobertizo); y otras veces, las escenas se dilatan demasiado y la tensión cae en barrena, con lo que acabas distrayéndote antes de que llegue el shock. ¿He mirado el móvil mientras veía Sangre nueva? Podéis apostar a que sí.

Aparte de eso, supongo que esta versión monstruosa de Jason puede darte bastante miedo si tienes menos de diez años, porque por encima de los trece solo te puede molar.

Puntuación: 6/10

-No me puede ver si no me muevo.
-Eso no es correcto. Tú estás pensando en los tiranousarios. Y además te puedo oír.

Sexo: Hay cuatro escenas de cama y tres de ellas suceden de forma simultánea, lo cual es una novedad. Sin embargo, de esas cuatro escenas, una no pasa de la primera base, y de las otras tres solo en una se ven tetas. En cualquier caso, algo había que enseñar, porque tampoco es que exista mucha actividad o creatividad bajo las sábanas en esta saga. Parece que hubieran aprendido todos a follar leyendo libros de ciencias naturales.

Sí destaca, en cambio, la escena en la que Sandra decide bañarse desnuda en el lago en mitad de la noche. Y, como esto ya se ha convertido en una mala costumbre, tengo que decir que por mucho que en estas películas siempre parezca verano, no me creo que, de noche cerrada, la temperatura en los bosques de Nueva Jersey supere los 15º C. Es cierto que si yo fuera Sandra y tuviera su culo, no perdería ocasión de mostrarlo orgullosa, porque las obras de arte están hechas para ser exhibidas y admiradas. Pero no de esa manera.

La miga de la escena viene después de que Sandra se haya metido ya en el agua, cuando Jason la agarra por el tobillo y la arrastra al fondo del lago, donde presumiblemente la chica se ahoga o es rescatada por la criatura de la Laguna Negra. El ataque está rodado con cámaras submarinas, emulando al Tiburón de Steven Spielberg, y a la chica se le ve TODO.

Puntuación: 7/10

Me ha costado que en la imagen no se vea NADA.

Jason Voorhees: Después de darle tanto trote al cuerpo en las anteriores películas y de pasarse los últimos años siete años compartiendo hábitat con los peces, Jason se ha convertido en un abotargado cadáver ambulante. Su ropa está húmeda y destrozada, y entre los jirones del tejido asoma un cuerpo gris y podrido del que apenas queda la fibra necesaria para mantener unido el esqueleto. De hecho, entre la masa grisácea y pulposa en que se han convertido los músculos se distinguen algunos huesos: las falanges de los dedos, las costillas, la espina dorsal, las escapulas... Casi te dan ganas de presentárselo a tus padres.

También la famosa máscara de hockey ha conocido tiempos mejores y, aparte de la grieta provocada por el hachazo que recibió en la tercera parte, ahora está rota por un lateral, dejando a la vista una dentadura deforme y desprotegida por la ausencia de carrillos. La cadena con la que Tommy Jarvis lo arrojó al lago cuelga aún de su cuello, como recuerdo de su larga estancia en las profundidades acuáticas.

Puede que no a todo el mundo le gustase que Jason pasase de ser un hombre deforme a una monstruosidad zombi, pero jamás ha tenido un aspecto tan trabajado. Esta obra maestra del maquillaje se aprecia todavía más cuando la máscara se desprende y vemos el feo rostro que se ocultaba debajo, con la órbita del ojo izquierdo completamente vacía, sin nariz y una mandíbula que está más allá de cualquier cobertura ofrecida por un seguro dental. Si tuviera algún muñeco de Jason en casa, sería el de esta película (en realidad, ya tengo un muñeco de Jason en casa: el del remake de 2009, pero no me lo compré yo, sino que me lo regalaron; yo habría elegido al Jason de la parte VII).

El actor y especialista que da vida al asesino de Crystal Lake es el ínclito Kane Hodder, que lo interpretaría también en las tres películas siguientes y al que muchos fans consideran su Jason favorito. Es fácil entender el porqué. Su Jason es una mole de mala leche con patas. Hodder no solo tiene el físico apropiado para que ni se te pase por la cabeza hincharle las narices, sino que exuda rabia por cada poro de su enorme cuerpo. Siempre parece que hubiera tenido el peor día de su vida, como si se hubiera quedado dormido, se hubiera tirado el café encima, hubiera perdido el autobús, hubiera llegado tarde al trabajo y se hubiera encontrado una carta de despido sobre la mesa y otra del abogado de su mujer con los papeles del divorcio. ¿Queréis distinguir al Jason de Kane Hodder? Es el que respira muy fuerte y muy rápido, hinchando el pecho y elevando los hombros con cada inspiración.

En cuanto a lo que tiene que aguantar, pocas palizas pueden compararse a la que recibe en esta película. Tina es un hueso duro de roer incluso para un zombi en esteroides. Valiéndose de sus poderes telescópicos, la chica utiliza raíces en plan Posesión infernal para arrojarlo a un charco, lo electrocuta con un cable del tendido eléctrico, le lanza un sofá y un tiesto (con cabeza humana de adorno), derrumba el porche de la casa sobre su cabeza, le arrea un lamparazo que lo manda a través de las escaleras hasta el cuartillo que hay debajo (donde Jason aplasta sin querer a Harry Potter), le aprieta las correas de la máscara como si usase cuatro tallas menos, lo ahorca con el cable de la lámpara de techo, lo deja caer a plomo en el sótano por un agujero que ella misma abre reventando el suelo, le dispara una ráfaga de clavos y, por último, lo rocía con gasolina y le prende fuego. Después de eso, Tina huye y la casa explota. Pero Jason sobrevive, porque lo único que puede detener su fuerza sobrenatural es un guion rematadamente estúpido.

Puntuación: 9/10

Mr. T es su ídolo. De ahí la cadena.

VALORACIÓN FINAL: ★★½


Viernes 13 VIII: Jason vuelve... para siempre (1989)



Sinopsis: Jason resucita por accidente y decide subirse a un crucero lleno de estudiantes que van a celebrar su graduación en Nueva York.

Originalidad: La idea de que Crystal Lake esté conectado al mar (siendo, como es, un lago) es muy original, no me cabe duda; pero, exceptuando esa minucia, lo más original que hace esta película es trasladar la acción del bosque a un barco y, eventualmente, a Nueva York. Todo lo demás es lo mismo que ya habíamos visto en las primeras entregas y que ya estaba superado, pero con personajes anodinos y actuaciones que dan vergüenza ajena. Y no es que las películas anteriores se hubieran llevado muchos premios por sus aportaciones a las artes escénicas.

La parte del barco es un petardo, y camarotes y salas de máquinas son un pobre reemplazo para cabañas y cobertizos. La cinta mejora cuando los supervivientes por fin llegan a Manhattan, donde vemos por primera vez a Jason en un ambiente urbano y radicalmente distinto a los bosques de Crystal Lake. Ya no se trata de que la protagonista empiece a encontrarse cadáveres y chille como una descosida para luego enfrentarse a Jason en una batalla final, sino más bien de un grupo intentando ponerse a salvo mientras Jason va a por ellos.

Por desgracia, la parte de Nueva York no empieza hasta el minuto sesenta y tres de película, transcurrida una maldita hora de mi vida que jamás recuperaré. No me extraña que la distribuidora española decidiese alterar el subtítulo original (Jason Takes Manhattan o, en español, Jason toma Manhattan), por el igualmente falaz pero puntualmente honesto Jason vuelve... para siempre. El título debería haber sido Viernes 13 VIII: Jason toma un barco a Manhattan.

Es más, si hubieran querido ser de verdad honrados, habrían llamado a la película Viernes 13 VIII: Jason toma un barco a Vancouver, porque en Nueva York únicamente grabaron un par de panorámicas y las escenas de Times Square, que no llegan ni a cinco minutos de metraje. No esperéis ver a Jason tomándose un perrito caliente en Central Park, haciéndose fotos en el Rockefeller Center o visitando otros lugares emblemáticos de la Gran Manzana, ni tampoco un gran clímax en lo alto de la Estatua de la Libertad, aunque estoy convencido de que esa fue la intención del director y guionista en algún momento. Esta película termina donde estuvo siempre: en las cloacas.

¡Ah!, pero me olvidaba de algo fundamental y que aporta mucha originalidad: Rennie, la protagonista, tiene alucinaciones en las que ve a Jason de niño pidiendo socorro. ¿Por qué? Porque cuando Rennie era una niña, su tío la llevó a Crystal Lake y la tiró al agua para que aprendiera a nadar. Allí, mientras luchaba por mantenerse a flote, tuvo un encontronazo con el pequeño Jason, que se agarró a ella e intentó arrastrarla hasta el fondo para presentarle a sus amigas las percas.

No he querido ponerme quisquilloso con la continuidad de la saga hasta ahora, porque sería pedirle peras al olmo; pero cuando un sinsentido clama el cielo, tengo que decirlo. Jason tenía once años cuando se ahogó en Crystal Lake, y eso ocurrió en 1957. Esta película se desarrolla treinta y un años más tarde, en 1998. Rennie, que ha cumplido ya los dieciocho, tenía trece años cuando su tío le dio aquella traumática lección de natación. Eso nos sitúa en 1993, y por esa época Jason estaba durmiendo el sueño de los justos (Tommy Jarvis y Megan lo habían hundido en el lago con una cadena atada a un pedrusco en 1990). Además, no solo Jason estaba ya bastante crecidito a sus treinta y seis añazos, sino que ni siquiera estaba en activo, porque Tina Sheppard no lo reviviría con sus poderes de Chica Maravilla hasta 1997. ¿Qué se supone que tenemos que creer?, ¿que el Jason que vio Rennie e intentó ahogarla en 1993 era una proyección astral del que estaba inconsciente en el fondo del lago? Porque, si es así, al menos podrían tomarse la molestia explicarlo.

Para colmo de males, esta versión impúber de Jason ni siquiera se parece a la que salía por sorpresa del lago en el epílogo de la primera película. De hecho, la primera vez que Rennie lo ve a bordo del barco, en una de esas visiones inexplicables que tiene, es un crío normal y corriente, con pelo y sin deformidades aparentes. Solo a medida que se suceden las visiones empiezan a quitarle pelo y añadirle prótesis para afearlo, pero nunca llega a parecerse al original.

Puntuación: 6/10

La misma cara se me queda a mí, hija.

Sangre: Después de la parte siete, cualquier gota extra de sangre es bienvenida, y aunque Jason vuelve... para siempre no es ni por asomo una de las entregas más violentas de la saga, al menos tiene un par de muertes imaginativas.

El primer asesinato que llama la atención es el de la sauna, cuando Jason coge una de las piedras del calefactor, bien calentita, y se la hunde en el estómago al tipo que estaba allí relajándose con una toalla sobre la cabeza. Entraña al carbón.

La segunda muerte creativa es todavía mejor. Acorralado en lo alto de una azotea, Julius, púgil aficionado, sacude a Jason como si fuera un saco de boxeo durante un larguísimo minuto, hasta que, exhausto y con los nudillos hechos puré, se detiene. Sin darle muchas vueltas, Jason agarra al muchacho por la pechera del chándal y le endiña un gancho de derecha que le arranca de cuajo la cabeza y la manda volando y rodando por el lateral del edificio hasta encestar en un contenedor de basura.

El resto del muertes son más o menos decentes: a un estudiante lo arroja desde un mástil sobre la cubierta y acaba empalado en una antena, a un atracador le clava su propia jeringuilla en la espalda (qué malas son las drogas), al profesor McCulloch lo sumerge de cabeza en un bidón de residuos tóxicos... No son la repanocha, pero están bien.

Como curiosidad, de las diecinueve muertes que se suman al contador de la saga, dos de ellas no le son imputables a Jason. Wayne dispara por error a un compañero cuando están buscando al asesino por el barco, y Rennie mata a la profesora Colleen cuando, en su intento de atropellar a Jason, estampa imprudentemente el coche en el que iban contra un muro y el vehículo explota con la profesora aún dentro. A lo sumo serían homicidios involuntarios, pero ningún juzgado americano condenaría a nuestro psicópata favorito por quitarnos a esa morralla de en medio.

En esta ocasión, Jason es derrotado por una tromba de vertidos tóxicos que, en lugar de disolverlo como si fuera una pastilla Finish en el lavavajillas, lo retrotrae mágicamente a su infancia. No pretendo entenderlo, pero sigue siendo mejor final que el del séptimo capítulo, del que nunca hablaré.

Puntuación: 6/10

¡Triplazo!

Sustos: Me da más miedo la visión que tenía el director y guionista Rob Hedden de la Nueva York de finales de los ochenta que la propia película. Callejones oscuros, bandas callejeras, pintadas en el metro, drogas... Con todo, agradezco que esta vez no haya gatos saltando por sorpresa desde alguna esquina.

La única escena que me da cosica es en la que Jason ataca a Tamara dentro del cuarto de baño. Este es un escenario recurrente en el cine de terror, porque es donde todos los que no tenemos colgado un machete del toallero nos sentimos más vulnerables. No es que nos sintamos desnudos, es que estamos desnudos. En pelota picada. En cueros. En porretas. In puribus. Supongo que ese temor ha existido desde que nuestros antepasados trogloditas chapoteaban en el río tras un duro día de caza y tenían que dejar sus lanzas rudimentarias en la orilla. ¿Quién sabía cuándo podía aparecer un oso cavernario y bajarle a uno el pellejo de la espalda hasta la rabadilla de un zarpazo?

El gran Alfred Hitchcock fue uno de los primeros en aprovecharse de ese miedo primordial en Psicósis. Y aunque no pretendo comparar Jason vuelve... para siempre con una de las obras fundacionales del género, el contexto funciona a favor de la escena. Cuando Jason arrea a Tamara el primer golpazo, enviándola de un empellón contra el espejo de la pared, y ella pierde la toalla que se había puesto al salir de la ducha, se queda desnuda. Pero ya no es un desnudo sexi, sino frágil y desvalido, que genera temor y lástima. Y cuando la chica se encoge en una esquina, a merced de su agresor, y lo que hace, por instinto, es intentar cubrirse con otra toalla, casi parece que estemos viendo una película de terror de verdad. Casi.

Eso sí, la escena funcionaría mejor si no nos hubiesen presentado a Tamara como una zorruca.

Puntuación: 5/10

-Si no lo veo, no me puede matar.
-Eso no es correcto. Tú estás pensando en Medusa, la gorgona.

Sexo:
Otra entrega con cuota baja de sexo. Y con esta van tres de ocho.

No obstante, no nos vamos con las manos vacías. La pareja que resucita sin querer a Jason por echar el ancla donde no debían tiene una escena de cama que va precedida de arrumacos sin camisa. El instante más sensual viene cuando la cámara va bajando desde las cabezas hasta las cinturas y el chico desliza ligeramente las braguitas de la chica para que le veamos la hucha. De repente, me han entrado muchas ganas de ahorrar dinero y producir mi propia película de explotación.

Después de eso, ya no vemos nada ni remotamente sexi hasta que Tamara le enseña al profesor McCulloch su trabajo de biología. El trabajo en cuestión son los órganos del cuerpo humano pintados con rotulador directamente sobre la piel de su cuerpo serrano vestido para la ocasión con lencería provocativa. Si tuviera que ponerle nota, la suspendería por la falta de rigor anatómico, pero acabaría teniendo que aprobarla por las tareas extracurriculares. La chica empuja al desconcertado profesor sobre la cama y, antes de que este se levante escandalizado, otro compañero ya los ha grabado en actitud indecorosa para poder chantajearle. Esta cinta casi juega en la misma liga que David Cronenberg cuando utiliza las escenas de sexo como instrumento narrativo. Casi.

Puntuación: 3/10

Un dibujo impreciso, si te fijas en él.

Jason Voorhees: En el tiempo transcurrido desde que Tina derrotó a Jason, este ha aprovechado para regenerarse y zurcirse la ropa, y ahora tiene la piel blanca y viscosa, sin huesos a la vista, y ya no le entra aire por cien sietes diferentes de la camisa. Además, por alguna razón, siempre está mojado, incluso cuando lleva un rato largo fuera del agua, y respira ruidosamente, como una mala imitación de Darth Vader. Aunque Kane Hodder se le vea más a sus anchas en el papel, el maquillaje y el aspecto general del personaje han dado varios pasos atrás. ¿A dónde tengo que dirigirme para que me devuelvan al Jason zombi de la parte VII?

Por otro lado, no estoy seguro de que Rob Hedden entendiera lo poco que había que entender del personaje. Si algo había quedado claro en las entregas anteriores, es que Jason es un animal territorial y que solo quiere que lo dejen en paz con sus aficiones (adornar el altar de su madre con cadáveres frescos y la ornitología). Es muy simple: si pones un pie en Crystal Lake, estás muerto; si no, puedes seguir con tu vida con la esperanza de que Freddy Krueger no te mate en sueños ni te regalen un muñeco Goog Guy. Pero, en esta película, Jason no solo se sube a un barco en busca de nuevas víctimas, sino que incluso acaba persiguiendo a los supervivientes del infernal crucero por la versión pobre de Nueva York. ¿POR QUÉ? No se sabe.

En cuanto a la capacidad de Jason para teletransportarse, que ha sido motivo de guasa durante décadas, es en esta película donde llega a unos niveles tan absolutamente ridículos que ya no puede uno ni tomarse las persecuciones en serio. Antes eran trucos del género o fallos de racord. Pero aquí hay una intencionalidad incomprensible. Jason no solo avanza caminando tan rápido como sus víctimas corriendo, sino que a veces se esfuma como por arte de magia para reaparecer un instante después en otro lugar al que es imposible que le haya dado tiempo a llegar a pata. Y la pregunta es: ¿Puede Jason realmente teletransportarse? La respuesta es no. Lo que ocurre es que se monta en patinete cuando nadie mira.

Puntuación: 5/10

-Toto, tengo la sensación de que ya no estamos en Crystal Lake.

Miscelánea: Curiosamente, dos de los tres mejores momentos de la película son cómicos. ¡Justo lo que uno espera de una película de terror!

El primero se produce cuando Jason atraca su cuerpo fangoso en los muelles de Manhattan y se queda alelado mirando un cartel enorme que anuncia una liga mejor de hockey con el mensaje: "Meet the competition". ¿Qué le pasará por la cabeza en ese instante? Haced vuestras propuestas.

-Tengo que hablar con mi agente.

El segundo momento, todavía más gracioso, llega en el tramo final de la cinta, cuando Jason está caminando por las calles de Nueva York y le arrea una patada a un radiocasete que estaban escuchando unos macarrillas en mitad de la acera. Los chavales se le encaran y le sacan las navajas, pero en cuanto Jason se da la vuelta y se levanta la máscara para mostrarles su rostro de espantajo, huyen despavoridos. Hoy habrían querido grabarse un vídeo con él para una story de Instagram.

Double Dragon en dificultad fácil.

Por último, quiero mencionar que el cocinero al que Jason estampa contra la pared en una cafetería es Ken Kirzinger, el especialista que "robaría" a Kane Hodder el papel de Jason catorce años más tarde, en Freddy contra Jason.

VALORACIÓN FINAL: ★★

9 comentarios

  1. Es bastante curioso que Jason no matase a los macarrillas, mi teoría es que no les atacó porque eran vírgenes.

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  2. Esto.......Señor brocha, le sugiero que se tome un respiro...Tanto viernes 13 no debe ser muy sano....deberia dosificarse un poquito....quiza le interesase cambiar de genero....Una maraton de los hermanos Maex seria muy recomendable en su caso o quiza si le va mas el anime Full Metal Panic fumofu, en fin algo que no le haga pensar en objetos inciso-cortantes. En todo caso si persiste en
    su actitud le ruego que aleje de usted todo objeto metalico afilado y/o puntiagudo y que empieze a utilizar cubiertos de plastico desechable- Lo digo por que sus planes de dominar el mundo con monos voladores ultimamente parecen haber desaparecido y el enfasis que esta poniendo en estas peliculas es curiosamente inquietante.

    Ahora en serio, muchas gracias por su trabajo y las risas que gracias a el nos podemos echar (que buena falta nos hacen)

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  3. Anonimatus: Tienen toda la cara.

    Unknown: De nada y gracias. :)

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  4. "Los personajes también juegan en una liga superior y son algunos de los más fuertes de la saga. Los protagonistas tienen carácter, son peleones y ayudan a impulsar la trama, no son unos pavisosos de los que te olvidas cinco minutos después de apagar el televisor y sin más propósito en la vida que conservarla."

    De hecho tiene más carisma uno solo que TODOS los abortos de la no trilogía de Disney las nu-star -guorssss.

    Lo que no dice mucho en su favor.Es interesante que la saga de Viernes 13 se haya hecho con más profesionalidad que lo que defeca KK kennedy en NOLucasarts.

    De hecho me extraña que no saquen otra de Viernes 13, el nivel en el cine es el más bajo de la historia y lo petarían.

    Yo pondría de prota a Alice Cooper, que en Wayne´s World ya demuestra ser mejor actor que la caterva que nos intentan colar (sin éxito a los que nos funciona alguna neurona) en el NWO CINEMA

    https://www.youtube.com/watch?v=cZTBEQ2wCqo

    Y si no no, que pongan a Corey Feldman vs Charlie Sheen con armas de verdad que se tienen ganas.Vaya como esta Hollywood ya ni la decadencia saben llevar algunos.

    CACODEMONIO

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  5. Ya por fin me las he visto. La siguiente me llevará menos porque ya tengo dos vistas. Gracias por estas entradas (y por las demás).

    Por cierto, a lo mejor es pronto para hablar, pero me ha sorprendido que hasta ahora los perros que han salido han sobrevivido todos. Se me hace rarisimo a estas alturas que salga un perro en una película y no le pase nada. ¿Es Jason animalista?

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  6. Como dije en el anterior post, unas reseñas mas que entretenidas e interesantes, sobre todo, teniendo en cuenta que nunca veré estas pelis.

    Como ya vengo notando, el patrón es mas o menos el mismo: Jason resucita, hay un montón de adolescentes salidos y se los carga a hasta que alguien logra pararle los pies por medio de una muerte horrible, aunque luego, se deja la puerta abierta a su resurrección para la inevitable secuela. Eso si, la quinta y la séptima tienen unas propuestas curiosas, pese a no sacarles mucho jugo.

    Lo de la muerte por decapitación pugilística de la octava es mas que conocida, aunque yo reconozco que es bastante cutre. Que se yo, que Jason se saque de la manga un machete, pero no que el puñetazo que le pega no es muy sorpresivo y encima se nota tan desganado al meterselo. Al menos, lo encesta en el cubo de la basura.

    En fin, nos acercamos a la ultima parte, aunque hay es donde viene el despiporre final, asi que es la que espero con mas ganas.

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  7. CACODEMONIO: ¿Aún enfadado con Disney y Star Wars? XD Ea, ea, ya paso, ya paso...

    Alvaro: Los perros sobreviven incluso cuando te hacen pensar lo contrario. Y hacen bien en respetar esa regla. Yo no podría apoyar a Jason si matase inocentes perritos.

    JoakinMar: Hay otra curiosidad que no he comentado en el artículo sobre esa pelea, y es que Hodder le dijo al otro actor que le arrease sin miedo, así que estaría el pobre atontado al final.

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  8. Al fin he tenido un rato para leerme tranquilamente esta segunda parte. Madre mia, cuantos recuerdos buenos. No por las pelis en si XD si no por los tiempos en los que las iba alquilando de estanjís en el videoclub para verlas sin que se enterasen mis padres.
    Esta ha sido siempre mi serie favorita de Slashers. Aunque supongo que influye el no haber visto hasta muchos años después Halloween, o hasta hace un par de semanas Pesadilla en Elm Street. Si, imperdonable, lo se. Pero justo ahora que estoy terminando las de Freddy, (me queda pesadilla final, y la nueva pesadilla de Wes Craven) tal vez revisite Cristal Lake.

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  9. De pequeño era bastante cagueta con estas pelis, y me acuerdo que en verano me daban miedo ver las carteleras cuando volvía a casa de noche. Concretamente, la de la quinta parte me aterraba, y es que la careta da un mal rollo tremendo. El remate fue cuando trajeron el Splatter house al salón de recreativas de la playa y vi en la cinemática de presentación que tu personaje era un cadáver resucitado por una máscara de hockey flotante. Pesadillas me daba, la jodida máscara.

    De las pelis en sí, vi la primera ya un poco más crecido en una sesión golfa, celebrando los asesinatos entre risitas de superioridad, hasta que el susto final nos dejó a todos clavados a la silla. Esa y la peli en el espacio son a las que más cariño les tengo.

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