7 de octubre de 2021

Reseñas de películas: septiembre 2021

En esta entrada tenéis las reseñas de las películas que he visto en septiembre de 2021. Si os preguntáis por qué hay varias entregas de Batman entre las afortunadas, es porque Juan Pérez me invitó a participar en un battle royale para elegir la PEOR película del caballero oscuro con motivo del Batman Day. Estas son las consecuencias. Portaos bien, seguidme en Twitter y Letterboxd, bla, bla, bla, rollo, rollo.

Laura (1944) ★★★

Sinopsis: Un policía investiga el brutal asesinato de una joven publicista. A medida que interroga a los allegados de la víctima, descubre que todo hombre que llegaba a conocerla se enamoraba de ella. ¿Se enamorará él de un fantasma?

Reseña: Habrá quien considere que darle solo tres estrellas a este clásico de Otto Preminger debería condenarse con el embargo de cualquier dispositivo con acceso a contenido audiovisual; pero, ¡eh!, esta es mi reseña, y tan buena no será la película si me quedé dormido viéndola y no tuve la sensación de haberme perdido nada tras diez minutos de agradecido reposo.

Además, aunque no le hago ascos al cine clásico, cada vez que alguien dice "apartamiento" en lugar de "apartamento", la cinta se echa un porrón de años encima.

Esta historia de misterio gira en torno a la enigmática figura de Laura y se centra en las relaciones entre el resto de personajes y la finada, de modo que la investigación policial en sí queda relegada a un segundo plano. El filme está a caballo entre los dramas románticos de la década anterior y el género noir que se estaba popularizando en los cuarenta, y aunque a los cincuenta minutos hay un giro inesperado que da un vuelco a la trama, la resolución del crimen tiene carácter accesorio. Por lo tanto, el atractivo hay que buscárselo en otra parte; por ejemplo, en la actriz Gene Tierney, a la que frecuentemente se recuerda como "la mujer más bella de la historia del cine" (no entiendo el motivo, siendo contemporánea de Hedy Lamarr) y que interpreta a la Laura del título con altas dosis de sofisticación e intriga.

Sin embargo, los aficionados al cine de terror probablemente se sientan más atraídos por la presencia y planta de Vincent Price. El actor tenía aquí poco más de treinta años y aún no era la figura de temible voz por la que comenzaría a reconocérsele tras interpretar al maquiavélico villano de Los crímenes del museo de cera (aunque ya había hecho sus pinitos en el género de terror algunos años antes con La torre de Londres y El hombre invisible vuelve); pero destaca de forma evidente entre el reparto. No lo hace por su talento interpretativo, sino porque saca como poco una cabeza a todos sus compañeros. Uno no puede evitar preguntarse qué le daba su madre de comer; probablemente planchas de acero. Su papel no es memorable, pero un rostro conocido como el suyo siempre es bienvenido.

Para mí, lo mejor de la película es su banda sonora, en especial el tema de Laura, que es una de esas melodías clásicas que, si fuera más repipi, calificaría como de auténtico ensueño. Me resulta inconcebible que David Raksin no recibieran ni una nominación a los Oscar por sus partituras. No obstante, lo que realmente me fascina son los momentos en que la música va por libre y se lo cree más que las imágenes. Hay un momento en particular en el que el policía está en el "apartamiento" de Laura, sacando papeles del escritorio en busca de pistas, sin prestar mucha atención, y, por alguna razón, la música acompaña la escena como si fuera el preámbulo de un crimen terrible o de una revelación espantosa, introduciendo picos de tensión incluso cuando el tipo no hace otra cosa que apagar su cigarro en un cenicero. El contraste es tan desconcertante como hilarante.

Cada uno valora lo que valora.

El legado (1978) ★★

Sinopsis: Una diseñadora de interiores decide adelantar un viaje de trabajo para pasar algunos días de vacaciones en la campiña inglesa con su novio. Su plan se va al garete cuando un percance en la carretera les conduce a la mansión de un afable satanista en compañía de otros seis peculiares invitados.

Reseña: Ahora entiendo por qué George Lucas confió a Richard Marquand la realización de El retorno del jedi. Después de haber trabajado con Sam Elliott y su soberbio bigote en esta película, es evidente que el galés estaba mejor preparado que ningún otro para dirigir a los vellosos ewoks en el cierre de la trilogía de Lucas.

Curiosamente, esa no es la única conexión de El legado con los adorables ositos de la luna de Endor. La primera defunción violenta de esta historia de terror casi se repite en el primer telefilme de los ewoks, cuando Mace (no Windu, sino Towani) cae a un lago y su superficie queda sellada mágicamente. Lástima que en este caso la víctima tuviese a Satán en su contra y no contase con los bondadosos ewoks para sacarla del apuro.

Y con eso, ya he dedicado dos párrafos a hablar de los ewoks. No sé si semejante grado de dispersión os dice algo, así que seré claro: esta película fracasa en cualquier intento de meterme miedo en el cuerpo y me aburre soberanamente.

No digo que sea mala, pero no consigo pillarle el punto y me deja descolocado. En la historia hay elementos propios del cine de terror sobrenatural, incluidas muertes coloridas dignas de un giallo; pero la cinematografía no acompaña en absoluto. Por su atmósfera, parece más un filme romántico o de misterio "poirotiano" que una película de terror.

Ni siquiera la banda sonora es consistente con la propuesta realizada. Aunque a veces el compositor atina con el tono (casi por casualidad, añadiría), hay escenas de pretendida tensión que, sin embargo, van acompañadas de melodías que parecen sacadas de los momentos más felices de La casa de la pradera. Es incomprensible.

Como aspectos positivos, mencionaré tres: los actores hacen un buen trabajo a pesar de la desacertada dirección de Marquand, las muertes son variadas y entretenidas, y el desenlace se sale de lo convencional, lo cual al menos sorprende.

No obstante, y para mí esto no admite debate, lo mejor de la película es que Katharine Ross y Sam Elliott empezaron a salir juntos poco después del rodaje, se casaron algunos años más tarde y, a día de hoy, siguen juntos. Eso es bonito.

Kate (2021) ★★½

Sinopsis: Tras ser envenenada con polonio-204 (¿el peor de los polonios?), una implacable asesina dedica el poco tiempo que le queda de vida para encontrar al responsable y darle matarile, rile, ron, chimpón.

Reseña: Soy un hombre facilón. Me pones un tráiler con unas cuantas luces de neón, un poco de música marchosa y a Mary Elizabeth Winstead con una camiseta cuqui empapada en sangre, y ya me tienes en el bote.

Winstead lo hace de miedo y seré el primero de la cola para verla en cualquier otra peli de acción para la que la contraten en los cuatro años que le quedan de carrera en Hollywood (porque cuando cumpla cuarenta, a paseo). Pero, a ser posible, me gustaría que fuera una película que sepa divertirse y que esté mejor escrita que esta.

Si tuviera que elegir un solo adjetivo para describir Kate, sería "pasable". Está bien realizada, tiene algunas escenas de acción resultonas (aunque estas pierden fuelle al mismo tiempo que la protagonista) y me entretiene lo suficiente como para que no piense en poner una lavadora mientras la "veo" (o sea, escucho a duras penas desde otra habitación); pero, a salvo de una imagen mental de Winstead siendo la tía que más mola del mundo, dentro de un mes no recordaré ni el título. ¿Kate? ¿Qué Kate?

Como crónica de una venganza apresurada, no puede ser más simplona y desaborida. La historia va sobre rieles, sin correr ningún riesgo, y el único motivo para que no te veas venir lo que va a pasar en cada escena desde las antípodas de Japón es que te hayas levantado precisamente a poner una lavadora. Y el lavavajillas también.

No es que para mí sea un inconveniente tremendo que una película de acción se construya sobre una historia previsible, pero, en esos casos, lo mínimo que espero es que tenga algo más que ofrecerme, ya sean diálogos chisposos, escenas de riesgo que quiten el hipo, o personajes que me inspiren alguna clase de emoción, la que sea. Kate no me da nada de eso.

Lo más decepcionante es quizá que tenía tan buena disposición antes de darle al botón de reproducir que me hubiera aferrado a casi cualquier cosa para intentar elevar esta película por encima de otras producciones de medio presupuesto. Pero no ha podido ser. Incluso en los momentos de esperanza en los que la música j-popera empieza a sonar a tope y parece que por fin la película va a desmelenarse, ¡patapún!, el volumen baja de golpe y te cortan el rollo, no vaya a ser que disfrutes más de cinco segundos seguidos.

He visto Kate. Esas tres palabras resumen la impresión que me ha dejado.

Batman (1943) ★★

Sinopsis: Batman y Robin se enfrentan al Dr. Daka, un perverso espía japonés que está convirtiendo a científicos estadounidenses en esclavos zombis.

Reseña: Este serial se estrenó apenas cuatro años después de publicarse el primer tebeo de Batman, lo cual no deja de ser sorprendente. Sin embargo, ni siquiera fue el primer serial protagonizado por un superhéroe de DC, ya que el Capitán Marvel ya se había inaugurado en la gran pantalla con Adventures of Captain Marvel en 1941.

Aunque no creo que haya serial bueno, porque todos eran producciones repetitivas y de bajo presupuesto que no tenían otro propósito que traer al público de vuelta al cine cada semana (razón por la que todos los capítulos solían terminar con un cliffhanger), se pueden decir algunas cosas positivas acerca de la primera incursión de Batman en el medio audiovisual.

En primer lugar, es fiel al espíritu pulp de los primeros cómics de Batman, en los que el misterioso justiciero tenía más en común con la Sombra o el Zorro que con otros superhéroes como Superman o el Capitán Marvel. 

El serial también hizo un par de aportaciones a la mitología del Hombre Murciélago que trascendieron su microcosmos audiovisual. Concretamente, introdujo la Batcueva (no hay Batcomputadora, ni moneda gigante ni tiranosaurio; pero tiene un escritorio de madera de nogal precioso, tres sillas y murciélagos de goma) y también le dio a Alfred su aspecto más característico, o, al menos, el que los lectores de cómic suelen asociar al personaje (hasta entonces, Alfred se parecía más bien al mayordomo de los álbumes de Tintín después de haberse zampado demasiadas cheeseburgers).

Las peleas contra los trajeados esbirros del Dr. Daka también tienen su punto, no porque sean emocionantes o estén bien coreografiadas, sino precisamente porque carecen de toda técnica o refinamiento. Capítulo tras capítulo, Batman y Robin luchan a mamporro limpio y reciben tanto o más de lo que dan.

Los cliffhangers, como los de cualquier otro serial, son ingenuos y graciosos, aunque a veces se pasan de fulleros. Hay dos capítulos, por ejemplo, en los que Batman acaba despeñándose en coche por una ladera. El espectador, naturalmente, se pregunta cómo saldrá el cruzado enmascarado de esta (sobre todo en el capítulo en el que el vehículo no solo rueda colina abajo, sino que explota), pero difícilmente podrá imaginarse que en el capítulo siguiente la toma sea otra y en ella Batman salte del vehículo antes siquiera de que se salga de la carretera. Eso es echarle mucho morro. También hay salvaciones milagrosas o de improbabilidad extrema, como cuando Batman sobrevive a una explosión porque las vigas del techo se desploman sobre él creando un arco protector. Este nivel de inocencia resulta hasta entrañable.

La parte fea del serial, más allá de lo que es, es que refleja los grandes miedos estadounidenses de la época (el crimen organizado y el espionaje de las potencias del Eje) desde el prejuicio. Esto último se traduce en un desprecio transparente contra los japoneses, representados por el perverso Dr. Daka, villano al que interpretó el actor neoyorquino Carrol Naish con un maquillaje no menos ofensivo que el de Peter Sellers en El diabólico plan del Dr. Fu Man Chú).

Curiosamente, cuando se decidió hacer el serial, el villano iba a ser el Joker. Este incluso aparece en uno de los primeros carteles promocionales. Sin embargo, muy avanzada ya la preproducción, lo cambiaron  por el Dr. Daka, un agente del gobierno imperial japonés. El cambio obedeció a presiones del estudio, que quería hacer propaganda contra el enemigo a sazón de la participación de los EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial. Todo lo relacionado con este punto es lamentable.

Si la veis, que sea por su interés histórico dentro de la franquicia de Batman o para reíros un rato; pero no le pidáis más.

Batman: La película (1966) ★★★★

Sinopsis: Los supercriminales conocidos como la Mujer-Gata, el Arlequín, el Pingüino y el Acertijos se han unido para dominar el mundo. Su plan es infalible: convertir en polvo a los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU con un rayo deshidratador. Batman y Robin tendrán que hacer uso de todo su ingenio, audacia y batcachivaches para detenerlos.

Reseña: Ya hablé de esta película largo y tendido aquí y no quiero repetirme, así que solo así que solo os recordaré que los sesenta tuvieron tres "bes": Bond, los Beatles y ¡Batman!

Batman Forever (1995) ★★½

Sinopsis: Un nuevo villano que se hace llamar Enigma está empleando una batidora rellena de poliespán para manipular las mentes de los ciudadanos de Gotham. Tras su alianza con el criminal Dos Caras, la única esperanza de Batman es encontrar un aliado que le ayude a detenerlos. Supongo que tendrá que poner un anuncio en los periódicos del tipo: "Se busca huérfano traumatizado con habilidades para combatir el crimen".

Reseña: "¡Ja, ja, ja! ¡Qué mala es esta peli! Seguro que fue un fracaso".

Ja, ja. Esta "peli" hizo más de trescientos treinta millones de dólares en el mercado internacional y fue el mayor éxito de su año en los Estados Unidos, por encima de Apolo 13 y Toy Story.

No solo fue un éxito de taquilla rotundo, sino que además fue un vehículo de promoción brutal para vender merchandising a saco. A lo mejor no os acordáis, pero aquel fue el año en el que los estantes de las jugueterías se llenaron de las más variopintas versiones del cruzado enmascarado: Attack Wing Batman, Batarang Batman, Blast Cape Batman, Fireguard Batman, Lightwing Batman, Manta Ray Batman, Night Flight Batman, Night Hunter Batman, Power Beacon Batman, Sonar Sensor Batman, Wing Blast Batman... Juro que no me he inventado nada.

En cualquier caso, es importante poner esta película en contexto.

Después de Batman vuelve, Warner Bros. no quería que Tim Burton dirigiera la siguiente entrega de la saga, porque se había pasado de frenada; era demasiado oscura. El estudio necesitaba a alguien que fuera capaz de aligerar el tono y hacer una cinta entretenida para toda la familia, especialmente para los niños, y que pudiera tener también en cuenta aspectos ajenos a la realización, concretamente que ayudara a vender muñecos y camisetas. Estamos hablando ya de una franquicia en el sentido más amplio y comercial del término.

Ahí es donde entra Joel Schumacher. Este director neoyorquino de apellido alemán, casualmente, había nacido en 1939, el mismo año en el que se publicó el primer tebeo de Batman. Por lo tanto, los cómics que Schumacher había leído siendo en su infancia y juventud eran los de finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, los de la llamada Silver Age o Edad de Plata.

Para Schumacher los cómics eran una farsa entretenida, no algo que pudiera gozar de autenticidad. La Edad de Plata fue la época del Comics Code, que restringía tanto el contenido editorial, como la publicidad que lo acompañaba. El bien siempre debía triunfar sobre el mal, los criminales nunca podían generar simpatía y siempre debían pagar por sus crímenes, la violencia debía reducirse a su mínima expresión, no se podían usar palabras como "horror" o "terror" en los títulos, las relaciones románticas debían tratarse de tal manera que no estimulase los instintos más básicos... Un percal. Al no poder tocar temas sensibles, muchos cómics derivaron hacia lo fantástico, hacia la ciencia ficción.

Schumacher no conocía al Batman solitario, solo al Batman acompañado de Robin que vivía aventuras coloridas y desenfadadas, el mismo Batman que William Dozier llevaría a la televisión en 1966. Además, su enfoque era opuesto al de Burton. Aparte de lo que Warner esperaba de él, quería hacer algo actual, moderno, y que se viera y sintiera diferente. No se puede negar es que cumplió su propósito. Como decía uno de los productores, Batman Forever es como "Fiebre del sábado noche en LSD", la película de Batman para la generación de la MTV.

Pero sí, aun conociendo el contexto, Batman Forever es una castaña pilonga. Basta con recordar cuál es el primer diálogo de la película para hacerse una idea de por dónde van los tiros:

Alfred: "¿Puedo persuadirle para que se lleve un bocadillo, señor?".

Batman: "Ya comeré algo por ahí".

Y ese solo es el comienzo.

Los villanos son insoportables. Jim Carrey hace de Enigma igual que si estuviera canalizando a Ace Ventura elevado al cubo, y la interpretación de Tommy Lee Jones como Dos Caras es para que le hubieran quitado el Oscar que ganó por El fugitivo. En el clímax, Enigma pregunta: "¿Me he pasado un poco? Nunca estoy seguro". La respuesta es sí.

La doctora Chase Meridian, el personaje al que da vida Nicole Kidman, que no tiene un interés puramente profesional en Batman, que siente debilidad por la goma negra, que está más cachonda que una mona en celo, al final solo es otra damisela en apuros y no tiene nada que hacer contra Kim Basinger y Michelle Pfeiffer.

El diseño de producción, a cargo de un equipo que tuvo carta blanca, nos dio una ciudad de Gotham reinventada y que existe en un mundo de fantasía, de plástico y neón, en el que la alta tecnología se mezcla de forma imposible con los años veinte, treinta y cuarenta. Es como si el payaso de Micolor hubiera potado sobre Gotham después de pasar una mala noche en una rave.

Y si pensáis que la moda de los pezones no empezó hasta 1997 con el estreno de Batman y Robin, estáis equivocados. Los trajes del dúo invencible ya tenían pezones en esta película, porque estaban inspirados en las estatuas griegas, que glorificaban la belleza y la sexualidad. ¿Por qué vio Schumacher la necesidad de que los trajes de esta pareja de superhéroes fueran anatómicamente eróticos? No lo sé, así que tendréis que preguntárselo a él (en una sesión de espiritismo, me temo).

Con todo, Batman Forever aún tenía un pie en el mundo de Tim Burton, y, a pesar del brusco contraste entre unas escenas y otras, de ahí salieron algunas cosas buenas. Para mí uno de los aspectos más rescatables de esta película es que explora la psicología de Bruce Wayne (Val Kilmer) como una trama más, y no solo de forma implícita como hacían las anteriores. El guion incide en el sentimiento de culpa que tiene Bruce Wayne a causa de la muerte de sus padres, un tema que sin duda tiene miga y que podría haber dejado poso en el espectador si no fuera por..., bueno, todo lo demás. De hecho, inicialmente había una escena que acabó eliminándose del montaje final por ser demasiado oscura en la que se revelaba que la última entrada del diario del padre de Bruce decía: "Martha y yo queríamos quedarnos en casa esta noche, pero Bruce quiere ir a ver una película". No me extraña que el crío acabara saliendo por las noches disfrazado de murciélago a pegar palizas a delincuentes.

La química entre Michael Gough y Chris O’Donnell (que se agujereó la oreja para llevar pendiente porque el estudio quería que fuera edgy) también es buena, y las pocas escenas que tienen juntos me gustan.

Echando la vista atrás, ciertamente lo peor estaba aún por llegar.

Batman y Robin (1997) ★½

Sinopsis: Mr. Frío y Hiedra Venenosa siembran el terror y la vergüenza ajena en Gotham. Para contrarrestar semejante bochorno, Batman y Robin se aliarán con Batgirl, desafiando los estándares del decoro y el buen gusto. 

Reseña: Si algo bueno se puede decir de Batman y Robin, y es una verdad innegable, es que abraza plenamente el esperpento. La poca gravitas que aún tenía Batman Forever se va a tomar por culo, y ya no hay disonancia alguna entre unas escenas y otras. La película es una payasada extática de principio a fin, una pantomima desenfrenada en la que todo el mundo está pasadísimo de rosca.

Miembros del reparto como John Glover recuerdan que el propio Joel Schumacher les decía constantemente durante el rodaje que estaban haciendo dibujos animados. ¿De verdad? Los efectos de sonido a lo Looney Tunes me habían despistado. Pero supongo que los actores necesitaban que alguien les diese esa clase de pautas para sentirse cómodos con el terrible ridículo que estaban haciendo.

Warner Bros. había llenado las arcas con la película anterior y, naturalmente, volvió a confiar en Schumacher para esta secuela. Sin embargo, el contrato con el director incluía nuevas exigencias: Batman y Robin no solo tenía que ser más familiar e infantil, sino también cien por cien "jugueteable". La clave para que entrase dinero a espuertas radicaba en vender productos licenciados, así que Warner se ocupó de que Kenner, la empresa juguetera, interviniese en la propia producción de la película, apoyando y orientando al equipo de diseño de producción. Cada traje, vehículo y cachivache que saliera en pantalla tenía que ser susceptible de convertirse en juguete, y cuanto más rápido estuvieran las cajas en las jugueterías cuando se estrenase la película, mejor. Supongo que eso explica por qué el Batmóvil es ahora un uniplaza descapotable con una bola de discoteca en el morro. Chris O’Donnell decía que en Batman Forever aún tenía la sensación de estar haciendo una película; en esta, un anuncio de juguetes.

Me cuesta, no obstante, conjugar los aspectos comerciales de esta producción con los infames planos de culos y braguetas (de armar) que vemos cada vez que alguien se pone el uniforme. De todos modos, no merece la pena esforzarse en entender algo tan demencial.

La interpretación de George Clooney como Batman consiste en menear la cabeza como si fuera un bobblehead, Chris O'Donnell hace lo que puede por sobrevivir al bochorno en las pocas escenas en las que no es un especialista quien lleva las mallas metalizadas, y Alicia Silverstone es la peor Batgirl que existe en todo el multiverso.

Uma Thurman, a la que Schumacher escogió personalmente por considerarla la actriz más hermosa de Hollywood (él también la había visto salir de una concha cual Venus de Botticelli en Las aventuras del barón Munchausen), es de lo poco salvable de la cinta, y solo porque se nota que se lo pasó pipa en el papel de la seductora Hiedra Venenosa. Arnold Schwarzenegger también disfrutó lo suyo (y no me extraña, porque le pagaron 25 millones de dólares por menos de un mes de trabajo), pero solo Schumacher lo hubiera considerado adecuado para interpretar a Mr. Frío; sin él, decía, no haría la película (o al menos eso afirmaba Schwarzenegger en las entrevistas). Ojalá no la hubieran hecho. De Bane cuanto menos digamos, mejor; pasa de ser un genio que rivaliza en inteligencia con Batman y que lo supera en fuerza, a convertirse un mostrenco que apenas sabe articular su nombre entre gruñidos asnales.

Yo soy una de esas personas que, en su día, por buscarle alguna virtud a este experimento psicodélico, lo comparaba con la teleserie de los sesenta. Pero muchos años más tarde, cuando volví a ver la serie de William Dozier, me di cuenta de que, aunque ambas obras compartían ese aire banal y alocado, solo uno de ellas me hacía gracia porque estaba bien escrita y me reía con ella, no de ella. Y no era la película de Schumacher.

19 comentarios

  1. Hay una gran diferencia entre el Batman de Dozier y el de Schumacher.

    El de los sesentas es un tipo "serio", tan serio como el de los comics "oscuros y siniestros". Dentro de su universo colorido y pop, el Batman de West es un "square", el tio recto a mas no poder, y el humor viene de lo alocados y exagerados que son los villanos en su perfidia con lo tieso y estirado que es Batman. En ese aspecto el verdadero heredero del Batman Dozier no es el Batman Schumacher sino el de la serie de dibujos Batman the Brave and the Bold.

    El Batman de Schumacher, sobretodo en Batman y Robin, es un tio que quiere ir de guay y soltar chistes, lo cual nunca fue el sentido con el Batman de Adam West. Ese es el asunto.

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    1. Yo eso lo tengo claro. Creo que suele caerse en la comparación entre ambas producciones por las similitudes en el tono y porque se tira del recuerdo (al menos eso me pasaba a mí en su día), pero, si entras en el fondo, se parecen poco.

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  2. Yo también "He visto Kate" y no me ruborizo en reconocer que el único motivo ha sido Mary Elizabeth Winstead

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    1. Iba a decirte que mejor no ruborizarse porque la sangre es más necesaria en otras partes del cuerpo, pero me he dado cuenta de que eso solo va a interpretarse de la manera más sucia posible, así que mejor no te lo digo, ¿vale?

      Un plan sin fisuras.

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  3. Tengo que ver Kate, lo tengo pendiente en "próximamente". Evidentemente porque sale Mary Elizabeth, película que sale ella, película que me trago sin solución de continuidad.

    A ver, es Ramona Flowers, o Lucy Genaro/McClane, o Nikki Swango... podría haber protagonizado Alita sin photosophear los ojos...

    Sobre los Batman de Schumacher: Cuando fué a presentar las pelis a los productores debería haber sido el jefe supremo Fernando Fernán Gómez; y haberle soltado con su vehemencia habitual "¡¡¡Váyase usted a la mierda... a la mierda!!!"

    Pero no, como has comentado, money talks y se forraron con unas películas que han quedado borradas de la memoria como si nunca hubiesen sido vistas. En un nivel peor que las de Star Wars que nunca existieron.

    Mira que me molan Nicole y Uma, pero es que ni las recuerdo a ellas. He visto las películas, ese grito de horror en el fondo de mi subconsciente lo corrobora, pero no recuerdo nada. Debe ser cosa del stress postraumático, que te protege haciéndote olvidar.

    La peli del SEÑOR Adam West es muy buena, con actores muy competentes, ese Romero es uno de los mejores Joker de la historia.

    Saludos

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    1. Empiezo a notar un patrón con Mary Elizabeth Winstead. ¿Es un fenómeno fan que yo me he perdido?

      Todo Star Wars existe. Y lo malo engrandece y ayuda a apreciar más lo bueno. Pensamiento positivo.

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    2. "Todo Star Wars existe. Y lo malo engrandece y ayuda a apreciar más lo bueno. Pensamiento positivo."

      No.
      Deja de tenerle miedo a la Cancel Culture de tus conocidos si llegas a decir algo que vaya en contra de la opinión de la Secta Twittera.
      Así como una escena con Luke,Leia Y Han despues de décadas,No existen 9 Star wars.

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    3. Star Wars, la franquicia en la que salen señores en bata meneando pirulos luminosos y el mejor amigo de un pirata es un perro grande con ballesta, y, aun así, consigue que la gente se la tome tan en serio como para soliviantarla cada vez que no es lo que ellos quieren que sea.

      Por favor, dime que te lo tomas como un chiste.

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    4. ¿Por que asumes que solo había senores hombres varones en bata solamente?
      Prefiero al perro gigante que a una cincuentona peloazúl que sale de la nada,al olvidado plotpoint de Finn siendo usuario de la Fuerza,que en realidad no existen 3 secuelas,sino 2,ya que la segunda empieza minutos depues de otra,que los primeros 30 minutos del EP IX son pequeños segmentos dedicados a responder preguntas de internet,o el favorito de todos,que lo más importante que pasa en este,el discurso de Palpatine,solo existe en un videojuego.

      Si.Prefiero al perro que Leía no abrazó al enviudar.

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    5. "En un nivel peor que las de Star Wars que nunca existieron."

      Ya, es verdad. A mi familia y a mi nos salvaron unos conocidos de caer en ese timo de las falsas secuelas.
      Siempre es bueno ahorrarse dinero, disgustos y tiempo en lo que no vale nada.
      Me se de una mansión donde torturan a la gente poniéndoselas en bucle.
      La mansión DRUMMER....

      CONDE PRAVEMI

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  4. Me parece digno de comentario señalar que el Capitán Marvel todavía no pertenecía a DC en ese momento, lo que me parece importante a la hora de establecer el contexto histórico. Pero, por lo demás, fetén. Dan ganas de comentar más el Batman de Schumacher, pero creo que ya está todo dicho

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    1. Si nos ponemos así de tiquismiquis...

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    2. Hombre, un poco sí, pero es que es interesante hacer la distinción porque el serial del Capitán Marvel supuso un triunfo de Fawcett, no de DC, y es más probable que a DC le tocara las narices y fuera una de las razones por las que arremetió contra el personaje y le metió tremendazo quilombo a Fawcett y no a otros imitadores e imitadoras de Superman en otras editoriales de la época.

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    3. Claro, no te lo tomes a mal, si el dato es interesante. Pero para lo que yo quería decir es irrelevante qué compañía tuviera en su día los derechos sobre el personaje. Hoy es un superhéroe de DC, como Batman.

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  5. Me aburrí un montón viendo Laura, mucho más que tú. El "giro inesperado que da un vuelco a la trama" me hizo levantar una ceja y al cabo de poco seguir igual de aburrido.

    Me terminé de enamorar de Mary Elizabeth Winstead en Fargo, después del primer flechazo en Scott Pilgrim, pero aun así no pienso ver Kate.

    Tengo mal recuerdo de Batman Forever, aun así vi Batman y Robin y fue peor, nada más que añadir señoría.

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    1. Me he pasado varios segundos pensando en cuál era el giro inesperado de Laura... hasta que he caído en que estaba equivocándome de película. ¡Pensaba que estabas hablando de Kate! Así de bien funciona mi cabeza.

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  6. Apuntes: La tercera de Batman bajó mucho la oscuridad y se hizo mucho mas infantil por presiones del estudio, porque a su vez recibió presiones de los inversores y sectores interesados en vender juguetes entre los que se contaba Mac Donalds.
    Por tanto, este payaso, primo del Joker (el cual ha matado mucha mas gente, jeje) es el responsable de degradar a Batman, como una venganza fuera de la pantalla, me parece muy curioso.

    De Bane... yo ni me acordaba que estaba en la pelicula, pero una cosa diré a su favor, su caracterización es mejor que la de Cristóforo Nolan!

    ¿Que sensaciones te da Battinson? yo iré a verla de cabeza, no pienso ni mirar un trailer que me lo destripe

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    1. No conocía el detalle de McDonald's. Curioso, sí.

      Vi ayer el tráiler de The Batman, con el señor Battinson, y tiene buena pinta. Habrá que verla.

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