'Star Wars: Blanco Móvil', de Cecil Castellucci. Una aventura de la princesa Leia

Nota previa: Si alguien nota algo raro al leer esta entrada, puede que se deba a que la escribí en 2016, cuando aún era joven y estaba un poco menos muerto por fuera y por dentro. La única razón de que no la haya publicado hasta ahora es que pensé que ya lo había hecho. Un despiste así lo tiene cualquiera, ¿no? Al menos he podido retocarla.

Seré honesto: me daba más pereza leerme este libro que a Chewbacca secarse el pelo por las mañanas. Al final lo hice, pero ni siquiera fue porque ya lo hubiera comprado y sintiera la imperiosa necesidad de leérmelo (podría haberlo utilizado como posavasos o matamoscas), sino porque padezco un caso agudo de afán completista (diagnosticado, pero sin tratamiento conocido) y resulta que este era el último volumen que me quedaba para culminar el repaso de las novelas de la colección Rumbo a Star Wars: El despertar de la Fuerza, centradas en el trío protagonista de la trilogía original.

La razón de que me diera pereza abordar este libro en particular es que la protagonista de Blanco móvil es la princesa Leia. Leia de la Casa Organa. Leia, senadora de Alderaan hasta que Alderaan se convirtió en polvo espacial. Leia, líder de la Alianza Rebelde. No penséis que me echan para atrás las novelas de aventuras con protagonistas femeninas, porque no soy idiota, ni tengo nada en contra de la princesa de los peinados con forma de bollo. ¿Cómo podría alguien resistirse a los encantos de una mujer que, vestida de esclava sexi, estranguló a una babosa gigante? Lo que ocurre es que los capítulos de la princesa rebelde solían ser los más flojos y pesados en las novelas corales del antiguo Universo Expandido (ahora llamado Leyendas), como si muchos autores se hubieran puesto de acuerdo en seguir el mismo patrón de mediocridad y luego al editor le hubiera parecido bien.

Además, teniendo en cuenta que esta colección se publicó para explotar el hype de los fans y sacarnos los cuartos, es decir, con un 99 % de aspiración comercial y un 1 % de aspiración artística, ¿qué probabilidades había de que me gustasen los tres volúmenes? Tantas como de sobrevivir en un campo de asteroides en el que se ha colado una zapatilla deportiva.

Por suerte, se ve que aferrarme a una pútrida pata de conejo todos estos años me ha traído algo más que un desagradable sarpullido, ya que la línea de entretenimiento ligero de las novelas de Han y Luke no solo se mantiene, sino que además Blanco móvil es la novela que mejor está escrita de las tres. Esto no quiere decir que sea mi favorita (si tuviera que recomendaros una, elegiría la de Han) ni tampoco que sea una obra maestra de la literatura contemporánea (lo digo por si hay alguien ahí fuera lo bastante estúpido como para vincular las novelas de Star Wars a la expresión "excelencia literaria"). Pero, como relato barato para consumo juvenil, está bien escrito.

Editoriales, sentíos libres de citarme en la contraportada de la próxima tirada.

La historia de este volumen se desarrolla entre El Imperio contra Paca y El retorno del Jevi, y trata sobre la operación Luna Amarilla: una misión señuelo, liderada por la princesa Leia, para mantener despistado al Imperio mientras la Alianza reúne su flota y se prepara para reventar la Estrella de la Muerte: Parte II.

La novela es previsible y la trama se desarrolla a golpe de aventurillas hasta que llega el enfrentamiento ineludible con el Imperio. Aun así, la autora intenta jugar al despiste. No voy a entrar en detalles, porque no quiero fastidiaros una novela que sin duda todos vosotros os leeréis entre mañana y nunca; pero la misión es un claro exponente de la máxima maquiavélica "el fin justifica los medios". Y como eso no suena nada ético ni heroico, sino más bien como la frase con la que cerraría el Emperador sus memorias, uno rápidamente deduce que hay gato encerrado.

De hecho, el giro se ve venir desde el principio a poco que uno esté familiarizado con el personaje de Leia o se haya informado sobre la autora de esta novela, que acampó en una cola seis semanas para ver La amenaza fantasma y aún conserva el edredón de Star Wars que le compraron sus padres en 1977. Una persona así no haría tonterías con un personaje tan querido.

El edredón espacial definitivo.

En el plano temático, la novela reflexiona sobre el peso que conlleva tomar decisiones difíciles en tiempos de guerra. ¿Es correcto poner en peligro vidas inocentes por el bien de toda la galaxia? ¿Puede la princesa Leia permitirse dedicar su tiempo a rescatar al granuja de Han Solo cuando la Alianza Rebelde la necesita mirando paneles cubiertos de diagramas con cara de preocupación?

La autora consigue transmitir estos dilemas morales con el peso que cabe esperar de una novela para jóvenes adultos, es decir, algo a caballo entre el peso ligero y el Welter. Y esto no pretende ser un reproche, sino la mera constatación de un hecho. Si me apuráis, incluso diría que estas novelas juveniles son más fieles al espíritu de la saga que muchas novelas para adultos, que algunas veces se olvidan de que Star Wars es sinónimo de aventuras y pecan de exceso de complejidad y una seriedad plúmbea (nota desde el presente: Andor, te estoy mirando a ti).

A mayor responsabilidad, menos hay que parpadear en estas escenas.

En cuanto a los personajes, Leia está bien caracterizada en su faceta de líder y, en menor medida, de diplomática, y aunque Han esté en la otra punta de la galaxia pasando el rato congelado en carbonita y, por lo tanto, no ande cerca para sacarla de sus casillas, la princesa pone los puntos sobre las íes a los secundarios que la acompañan, demostrando que es una mujer de carácter. La única queja que tengo sobre el personaje es que me gustaría que el autocorrector dejara de poner la tilde en la "i" cada vez que escribo su nombre.

El comando que la Alianza asigna a Leia para cumplir su misión está formado por tres personajes nuevos: Lokmarcha, un soldado veterano con cara de pasa, duro y pragmático; Antrot, un manitas con monóculo y cuyo nombre Google insiste en reemplazar por "Android" cada vez que lo introduzco en el buscador; y Kiti, una cabeza-cono experta en comunicaciones que podría competir de igual a igual con el primo Ted en el concurso de peinados de El día del tentáculo. Son personajes unidimensionales, sin un ápice de desarrollo, y ni siquiera da tiempo a cogerles cariño, pero cumplen su papel. Además, tampoco le cogimos cariño a ningún personaje en las precuelas y juntas suman más de seis horas de metraje.

Kiti, Lokmarcha y Antrot. Adivinad quiénes acaban enrollándose.

El piloto que lleva al comando rebelde de un planeta para otro es un viejo conocido de la trilogía original: el sullustano Nien Nunb. A lo mejor el nombre no os suena, pero seguro que le pondréis cara rápidamente si os digo que es el copiloto de Lando Calrissian en El retorno del Jedi. Y además sale en la portada del libro; quizá debería haber empezado por ahí. Curiosamente, aunque en la película Nien Nunb hablaba en una mezcla de dialectos keniatas, en la novela sus diálogos están escritos en básico galáctico estándar (o sea, español de España, si compráis la edición de Timun Mas), así que todos entienden lo que dice en lugar de fingir que entienden lo que dice.

Por último, como villana y cabeza visible del Imperio nos presentan a la capitana Khione, pero lo único que llegamos a saber de ella es que es mala. Y es mala porque trabaja para el Imperio. Hasta las instrucciones del hilo dental son más complejas que este personaje. Tampoco es que importe, porque el foco de esta novela es la princesa Leia, con sus dudas, sus inquietudes y sus peinados à la mode.

Y poco más se puede decir. Si sois rondadores habituales del Universo Expandido y os gustan las series de aventuras de Star Wars, como The Clone Wars o Rebels, esta novela no debería defraudaros.