24 de diciembre de 2012

La Navidad de Pippi Calzaslargas


Sé que hay un porrón de especiales navideños que podría comentar antes que el de Pippi Calzaslargas, pero, sinceramente, hasta que di con este episodio, tenía la sensación de que no quedaba ninguno que mereciese la pena. De hecho, he tenido esa misma sensación todas las Navidades desde que escribí sobre el especial navideño de He-Man y She-Ra en ion litio. Es difícil superar a Skeletor dejándose lamer la cara por un cachorrito robot y empapándose del espíritu navideño.

Sin embargo, dado que este año también me he propuesto rellenar al menos tres semanas con entradas de temática navideña, mi búsqueda de especiales navideños nunca acaba. Y si os pensáis que esta es una tarea sencilla, estáis muy equivocados. ¿Habéis visto, por ejemplo, el episodio X-Mas Marks The Spot de la serie Los auténticos Cazafantasmas? Aunque os pueda sorprender, es anodino a más no poder. Ni chicha ni limoná. Y eso que lo escribió J. Michael Straczynski.

El caso es que después de descartar montones de episodios de series de todas las épocas, me he quedado con uno de Pippi Calzaslargas. Si tenéis media hora libre, podéis verlo en la página web de Antena 3. O leeros este artículo, perder la mitad de tiempo y darme las gracias.

Antes de nada, y para quienes quieran ampliar sus conocimientos sobre cultura popular televisiva, haré una breve introducción sobre la serie, a ver si así consigo que este artículo no se quede en mil míseras palabras.

Pippi Calzaslargas es una serie infantil de producción sueco-alemana basada en los célebres cuentos de la autora Astrid Lindgren, que creó al personaje a principios de los años cuarenta para entretener a su hija cuando estaba malita y postrada en la cama. A mí mi madre me ponía la televisión, pero evidentemente hace setenta años había que currárselo un poco más o recurrir a la codeína.

Los libros dieron grandes resultados de ventas y la primera adaptación cinematográfica no tardó en asomar la cabeza. Sin embargo, la película fue un fiasco, y cuando se dio luz verde -probablemente bajo los efectos de algún poderoso opiáceo- a una serie de televisión en la década de los sesenta, Lindgren decidió que escribiría los guiones de todos los episodios personalmente. Tampoco fueron muchos, solo trece, aunque sé que si llego a daros tiempo para pensároslo, hubierais apostado a que eran más. Y hubierais perdido. ¿Podemos volver a empezar?

La serie se emitió originalmente en 1969, y debido a su éxito entre los niños, no ha dejado de reponerse desde entonces. En España, llevan dándonos la brasa con ella desde que TVE la emitió por primera vez en 1979.

Lo que poca gente suele recordar es que la protagonista, Pippi Langstrump, es una superheroína. ¿Y cuál es su poder? El mejor de todos: la superfuerza. No es coña, la cría puede levantar un caballo con un brazo y tiene la fuerza de diez policías. Recuerda un poco al Hombre Colectivo, el de los cómics de Marvel.

En cuanto a sus creencias políticas, Pippi es anarquista, pero no voy a criticarla por abrazar una doctrina que precisamente solo es excusable viniendo de alguien con la mentalidad de un niño o de un ermitaño de la Magallania.

Y si habéis pillado esa última referencia a una de las novelas de Julio Verne, deberíais salir más de casa.

En la teleserie, Pippi no llevaba su característico vestido azul porque fastidiaba el croma.

El especial navideño comienza en el pueblo de Pippi. No recuerdo el nombre del lugar, en el episodio no lo mencionan en ningún momento y soy demasiado vago para consultarlo, pero bastará con que sepáis que se trata de la típica villa sueca. Es invierno, el suelo y los tejados están cubiertos de una gruesa capa de nieve, y todo está precioso, tan precioso que casi echo de menos mi cubo para vomitar.

Tommy y Annika Settergren, hermanos y amigos de Pippi, pasean entre los puestos del mercado con pinta de andar más perdidos que Chencho en la Plaza Mayor, hasta que la señorita Prasselius, dueña del orfanato local, se cruza con ellos y les pregunta si han sido buenos y esperan que Papá Noel les traiga regalos.

Ninguno de los niños contesta porque tienen el suficiente sentido común como para no relacionarse con una mujer madura y soltera con nombre de científico loco, pero Pippi aparece de la nada y con su mejor cara de pilla contesta:

"Oh, sí, ellos han sido muy buenos. La única que ha sido mala soy yo".

Os lo digo desde ya: Pippi da miedo. Mucho miedo. Tanto miedo que Stieg Larsson se basó en ella para crear a Lisbeth Salander, la protagonista gótica y punki de la trilogía Millenium. No es broma.

Soy una chica muy perversa.

A la señorita Prasselius le preocupa que Pippi pase las Navidades sola en su pequeña cabaña de Villa Kunterbunt y tiene su punto de razón. Estoy convencido de que si esto no fuera Suecia, ya habría media docena de yonkis viviendo en Villa Kunterbunt y un cadáver pelirrojo de 70 cm de altura enterrado bajo los tablones de la casa.

Sin embargo, nuestra joven heroína está muy tranquila, y piensa pasar las Navidades "lo mejor que pueda", frase con la que resume toda su filosofía de vida y con la que coincido al cien por cien, igual que con su afirmación de que al segundo día ya le duele la barriga de los atracones que se da a comer. ¿Quién necesita pasar tiempo en familia cuando se tienen dos cajas de 300 gramos de turrón de chocolate? ¡Nadie!

A pesar de todo, la señorita Prasselius trata de convencer a Pippi de que pase la Nochebuena en el orfanato, ofrecimiento al que la niña responde con una rotunda negativa. Seamos claros: Pippi vive bajo el mismo techo que un caballo llamado Pequeño Tío y un mono ardilla que responde al nombre de señor Nilsson. Y el mono viste un jersey de punto. Ninguna oferta puede mejorar eso.

En el orfanato haces cola para comer y conoces a otros niños desnutridos.

Desesperada, la señorita Prasselius pide la colaboración de los policías Kling y Klang para atrapar a la niña. Por suerte para ésta, las autoridades suecas sufren serias incapacidades lógicas e incluso motoras y Pippi les toma el pelo hasta que se cansa de jugar al escondite, momento en que se monta en un trineo y huye en una espectacular persecución  que entusiasmaría al mismísimo Michael Baya través de las concurridas calles del pueblo.

Bueno, no exactamente. A partir de espectacular, me lo he inventado todo.

Si ambos saben dónde vive Pippi, ¿por qué no van directamente allí a buscarla?

En Villa Kunterbunt, Pippi amasa sobre el suelo la pasta de preparar pasteles, lo que, teniendo en cuenta que comparte piso con un caballo y un mono, no solo contraviene todas las reglas de higiene establecidas por la sociedad civilizada, sino que las viola, secuestra a sus hijas y prende fuego a su casa.

Aprovechando una fisura en el espacio-tiempo o quizá bajo el efecto de algún sortilegio de hechicería suprema, Pippi se las apaña para hornear cientos de pastelitos en cuestión de horas. Los hay con forma del Pequeño Tío, del señor Nilsson, de los zapatos de Pippi… A la vista del volumen y la velocidad de producción y el escaso coste que representa la mano de obra, sería cuestión de días que Pippi pusiera en un brete a la industria pastelera de toda Suecia. Es una suerte que sus intenciones sean benévolas. ¿O no lo son?

Dun-dun-dun...

El que tiene forma de pene representa el zapato de Pippi.

Tommy y Anika visitan a su amiga y se quedan alelados al ver la cantidad de pastelillos que ha cocinado. Luego, mientras prueban los dulces, el señor Nilsson se encarama al sombrero de Anika. No es que este sea un punto relevante para la trama, pero quería destacar que probablemente el animal se mease encima de los niños más de una vez durante los rodajes. Y seguro que le hizo el amor a más de un zapato y sombrero.

El señor Nilsson está estableciendo un vínculo telepático con Anika. O haciendo popó. Probablemente lo segundo.

Los hermanos Settergren invitan a Pippi a patinar en el hielo, y como su amiga no tiene patines, se los fabrica en ese mismo instante doblando a pulso una pieza de metal.

Yo pensaba que las únicas personas capaces de esta hercúlea proeza trabajaban en el circo y tenían nombres como el Gran Alberto, pero en un caso como este no me importa estar equivocado. Esto es poco menos que ver a Superman en acción, solo que con trenzas, pecas y medias no conjuntadas. Aún estoy reflexionando sobre quién es más hortera vistiendo.

Sigue siendo más creíble que el numerito de Uri Geller.

Después de la sesión de patinaje sobre hielo, que transcurre sin incidentes y con precisión olímpica a pesar de que Pippi nunca había patinado antes, los chicos dan un paseo en sus trineos y los hermanos Settergren intentan convencer a Pippi de que pase la Nochebuena con ellos y le preguntan qué quiere que le regalen por Navidad, a lo que Pippi les contesta que una trompeta. La verdad, no sé para qué quiere una trompeta, porque, tal y como demuestra en ese mismo momento, ¡puede reproducir su sonido a la perfección sin necesidad de utilizar ningún instrumento!

Y con este, ya son dos los superpoderes de nuestra heroína: superfuerza y el poder de imitar instrumentos musicales. Admito que es una combinación poco frecuente, pero eso solo la hace más especial. Además, he visto alumnos mucho menos capacitados en la Escuela Charles Xavier para Jóvenes Talentos. ¿Recordáis a Júbilo y su poder para crear fuegos artificiales, o a Cypher, que entiende cualquier idioma? Pues eso.

Si os fijáis mucho, veréis un fantasma en una de las ventanas.

Más tarde, mientras Pippy duerme la siesta, Tommy y Anika van de puerta en puerta reuniendo a los niños del pueblo. ¿Con qué propósito? No lo sé, pero si esto fuera Inglaterra y todos los niños tuvieran el pelo blanco, sabría que ha llegado el momento de levantar un muro mental y de llamar al Ejército para que bombardee el lugar.

Al fin, la noche cae sobre el pueblo y atendemos a una serie de entrañables escenas en las que se nos muestra cómo celebran la Nochebuena los Settergren y Pippi, cada uno por su lado. Los Settergren, un grupo familiar tradicional y respetuoso con los estándares televisivos, comparten sus regalos y cantan villancicos mientras bailan alrededor del árbol de Navidad, mientras Pippi se hace la cena ella solita, canta villancicos para sí misma y tiene un detalle con sus mascotas, incluso con las ratas que viven tras las paredes de su casa. Los servicios sociales suecos dejan bastante que desear.

¿Recordáis cuando bailabais alrededor del árbol de Navidad cantando Arre, borriquito? Yo no.

Sin embargo, no todo es felicidad en este lugar entre las montañas. Después de festejar la Nochebuena dando brincos por toda la casa como una quinceañera en un concierto de Justin Bieber, Pippi tiene un momento de comprensión en el que se da cuenta de que los demás niños están celebrando la Nochebuena con su familia, disfrutando del calor del hogar, mientras que ella ésta sola en una casucha destartalada que huele a cuadra.

Ahora mismo me siento terriblemente identificado con Pippi, y eso que al menos ella tiene comida. Sí, sí, confieso que mentí con lo del turrón. Mi nevera y mi despensa están vacías desde hace semanas. Pero mirándolo por el lado bueno, el pegote verde del frigorífico ha evolucionado tanto desde que hablé del pastelito de la Pantera Rosa que ha hecho las maletas y se ha marchado de casa.

Este fotograma da más canguelo que pena.

Pippi también está triste porque ha colgado muchos regalos del árbol que hay en su patio y nadie ha venido a buscarlos.

Esto me preocupa cada vez más. No por ella, sino por el resto del pueblo. Tiene la misma mirada que tenía Carrie cuando terminó de írsele la pinza y quemó viva a la mitad de la promoción de su instituto con sus poderes psíquicos. Vale, puede que Pippi carezca de semejantes poderes, pero habla con su madre muerta. Y no me refiero solamente a desearle felices fiestas mirando al cielo en una escena lacrimosa. Pippi cree oírla de verdad  e incluso mantiene un breve diálogo con ella. En este momento, no puedo descartar que la niña sea psicótica.

¿Cómo dices, mamá? ¿Quieres que los mate a todos?

Previendo quizá la masacre que puede llegar a desatarse, todos los niños del pueblo se congregan en la calle y, encabezados por Tommy y Anika, se dirigen a Villa Kunterbunt con antorchas en la mano cual turba enfurecida.

No creo que sea prudente dejar a unos niños que lleven antorchas, pero es lo que había a finales de los sesenta. Y no lo digo por la seguridad de los críos, sino por la del resto del reparto y los miembros del equipo de rodaje. A una edad tan temprana, yo hubiera tenido muchas ganas de ver prenderse casi cualquier cosa. Aún las tengo.

He visto suficientes películas de monstruos de la Universal para saber cómo acabará esto.

Los niños se detienen bajo la ventana de la casa de Pippi y entregan a ésta su regalo de navidad, que han comprado entre todos.

A juzgar por el tamaño del paquete, hubiera apostado a que era una cabeza de caballo, pero en realidad es una trompeta. Y Pippi no tiene ni pajolera idea de tocarla. Seguro que todos los padres del pueblo estarán encantados de no pegar ojo durante las próximas semanas.

Me extraña que la tasa de suicidio de Suecia en 1969 fuera solo del 22,3 por cada 100.000 personas.

Pippi está muy contenta con su nuevo juguete y dice a los niños que ella también tiene regalos para todos. Si los quieren, solo tienen que trepar al árbol del patio y recogerlos de sus ramas. ¿He mencionado ya que el árbol tiene alrededor de diez metros de altura y que probablemente varios niños murieron desnucados al trepar por el árbol? No obstante, en defensa de Pippi, diré que todos los críos parecían bastante idiotas, así que tampoco hubieran llegado mucho más lejos en la vida. Esto es lo que se conoce como selección natural.

Que alguien llame a los bomberos, por favor.

Y aquí, sin comerlo ni beberlo, termina este episodio de Pippi Calzaslargas, demasiado inocente y simple para mi gusto, pero disfrutable si tienes la edad mental recomendada para jugar con el muñeco Burbu-Burbujas o Linda la Ovejita Musical. Además, el desparpajo y naturalidad de Inger Nilsson al interpretar a Pippi son impresionantes. Lástima que el papel la encasillase de por vida.

¡Feliz Navidad a todos!

12 comentarios

  1. Guay soy el primero aunque comentar a las 4:30 de la mañana tiene trampa.....tengo sueño y hambre...bueno a lo que venia..buen articulo...cada dia te lo curras mas...este es el unico blog que leo aparte de El Horror El Horror...un buen blog...sobre pelis de terror..te recomiendo visitarlo...igual te gusta y todo

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  2. Siempre confundí «Papaíto Piernas Largas» con «Pippi (chiste escatológico) Calzaslargas» y la primera con «Ana de las Tejas Verdes». ¡Pero es que solamente hay que ver a las protagonistas! Pippi, Judy y Anne.

    Vale, Anne se ve más civilizada, pero de crío lo entendía como una historia paralela a la de Judy (del pasado, como ver «Salvado por la campana» y «Salvado por la campana: Años de Universidad»), sobre todo si se proyectaban en el mismo canal. ¿Cuántas protas pecosas y campiranas habrá? ¡También las estoy contando, dulce niña Candy y Nadja del mañana!

    Y sí, tiene una cara de deschavetada que no puede con ella. Nunca sustituirá a las muñecas de porcelana pero está un peldaño abajo en la escalera del miedo. Está se va a la carpeta de «No verla nunca».

    ¡Feliz Navidad, Tipo de la Brocha!

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  3. ¿¡Sólo 13 episodios?! Apuesto a que estás equivocado

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  4. Es como Verano Azul... ésta tiene 19 episodios y yo habría dicho que son 190...

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  5. ¡Feliz Navidad, Brocha! Muy amena la lectura del especial ^^

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  6. Anónimo: Pues entre la hora a la que lo has leído y que yo todavía no le había dado un repaso al artículo, ya lo siento.

    LacraESECEFE: ¡Son clónicas!

    Miranda: A lo mejor me lo he inventado para poneros a prueba, como la mitad de lo que escribo.

    Sereldotar: 190 me parecen pocos.

    Jero-Chan: ¡Gracias, guapa!

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  7. Hombre, el especial de navidad de Hora de aventuras tampoco está mal. Eso si, en el doblaje español le dieron un toque demasiado coñero que no pega con el ambiente emotivo del original. Ademas, para pillar ese toque emotivo tienes que ser fan extremo de la serie, si no te aburrirás a los cinco minutos y te perderás la parte donde se revela el pasado de Simón.

    Mejor dejo de hablar, porque Hora de aventuras es de esas series que basta con mencionarlas en Internerd para que todo el mundo se te eche encima. Sin animo de ofender a nadie, pero ojalá os pongáis la corona. Y un pin para el que lo halla pillado.

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  8. ¡Buenísima entrada! Me ha encantado la referencia a la trilogía Millenium, ya que la primera novela de Larsson tiene varias referencias a Astrid Lindgren.

    Por cierto, que sepas que, aunque raras veces comente en tus entradas, te sigo leyendo religiosamente. El problema es que normalmente tengo el cerebro frito y el intentar escribir un par de frases coherentes es superior a mis fuerzas, pero ahí estoy. Me están gustando una barbaridad las entradas sobre los comics de los masters del Universo, felicidades por ellas.

    ¡Felices fiestas a todos!

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  9. Muy buen articulo
    Aunque por estos lados yo la conocia por Pippi LongStocking
    Feliz Navidad Tdlb

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  10. Mixtli198431/12/12 23:05

    Nunca he podido con Pippi Calzaslargas, el pánico que siento al ver la serie mas de 1 minuto es insoportable. De hecho todavia no puedo, es superior a mis fuerzas.

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  11. Son todos unos gilip... vayanse a freir patatas y dejen de molestar a una serie tan tierna como esta, vagos curros, que les den!!!!

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