21 de agosto de 2014

Guardianes de la Galaxia (2014)

A toda persona que conozco, me imagino o leo en internet (por orden de credibilidad) le ha entusiasmado la última película de Marvel Studios. ¿Toda? Sí, toda. Lo siento, no hay lugar para una referencia a los tebeos de Ásterix en esta crítica. Otra vez será.

James Gunn es un cineasta al que esa rara avis que son los aficionados al cine de serie Z relacionarán inmediatamente con la productora neoyorquina Troma. Pero si creéis que Gunn sólo ha participado en pelis chungas trabajando para Troma, repasad el resto de su ficha en la IMDb y echaos a temblar. Tiene una filmografía que hace llorar a su madre y remueve a sus ancestros en sus tumbas. ¡Incluso escribió el guión de las dos películas de Scooby-Doo! Si Dante Alighieri viviera en nuestro tiempo, tendría que inventar un nuevo círculo del Infierno sólo para él; probablemente uno con diablos pequeños y retorcidos sometiendo hasta el fin de los tiempos a los pecadores a una reposición constante de producciones de Asylum, Michael Bay y Uwe Boll.

Aunque no he visto todo lo que Gunn ha escrito o dirigido, porque siento apego por mi salud mental, diría que hasta que el estreno de Guardianes de la Galaxia su trabajo más destacado era Super, la película en la que Ellen Page disfrazada de superheroína viola a Rainn Wilson. Imagino que por eso le escogió Disney para dirigir Guardianes de la Galaxia, que ha recaudado una cantidad desorbitada de dinero y se ha ganado un lugar en el podio del cine de superhéroes Marvel junto a Los Vengadores y Capitán América: El Soldado de Invierno.

Si tuviera que resumir mi opinión sobre la película en una sola frase, os diría que es rebelde y muy divertida, que la disfruté como un niño, y que tiene una banda sonora alucinante que he escuchado ya más veces de las que quiero reconocer, digamos que tres.

Ale, ya os he ahorrado un montón de tiempo. ¿Queréis seguir leyendo? ¿Seguro? Vosotros sabréis. No habrá muchos spoilers, lo prometo.

4 de agosto de 2014

Cerrado por vacaciones


¿No os da rabia cuando vais a una tienda en la que queréis comprar algo y, al llegar, os encontráis un cartel en la puerta que dice "CERRADO POR VACACIONES"? A mí sí, desde luego. Y espero que sintáis lo mismo en este momento, porque eso significa que esperaréis a que yo vuelva de mi retiro espiritual. O quizá buscaréis otra tienda.

Iré al grano: voy a tomarme un descanso del blog hasta el 1 de septiembre. A partir de aquí, tenéis tres formas de encajarlo: a) ser comprensivos y desearme unas felices y bien merecidas vacaciones; b) pasar un kilo de mí y de mi blog; y c) mandarme al cuerno por privaros de vuestra ración semanal de entretenimiento.

Lo que decidáis no importa; pero si necesitáis entreteneros, seguro que hay alguna entrada que no habéis leído todavía. Es más, si lleváis poco tiempo por estos andurriales, dudo que pudierais leeros todas las entradas que he escrito antes de que acabe agosto. Suponiendo que la media de mis artículos sea 3.000 palabras (y los hay bastante más largos, y no mucho más cortos), habría escrito ya unas nueve novelas de 100.000 palabras desde que abrí el blog. Vosotros no leéis tanto, ¿verdad?

Descansad y pasadlo bien. Como dijo Arnold Schwarzenegger: "¡Vete! ¡Vete al helicóptero!". Y volveré.