20 de marzo de 2023

HeroQuest: Reglas caseras

HeroQuest es un magnífico juego de tablero... si aún no tienes edad para sacarte el carné de conducir. No lo digo yo, lo dicen las propias cajas. O al menos lo insinúan. La edad recomendada para jugar al HeroQuest según la edición original de 1989 es "a partir de 9 años". Y la edición de 2021, terriblemente más condescendiente, fija esa edad en "14+".

Pero si peináis canas (o ya ni siquiera tenéis pelo que peinar), me extrañaría que el HeroQuest os enganchase lo suficiente como para que echéis más de una o dos partidas, mucho menos para que queráis dedicarle el tiempo necesario para completar sus catorce misiones. No niego que, acompañado de refrescos y picoteo, sea una buena opción para pasar una tarde divertida con algunos amigos, sobre todo si el factor nostalgia pesa en el grupo; pero su encanto decae rápidamente. De hecho, si sois aficionados al mazmorreo y habéis probado otros juegos más modernos, o sea, juegos que no estén pensando en lo poco que les queda para tener que hacerse un examen de próstata, es probable que el HeroQuest os parezca demasiado simplón. Y, en la mesa de juego, lo simple no tarda en volverse monótono y aburrido.

Al menos esa fue mi experiencia. Cuando adquirí la nueva edición del famoso juego de tablero, mis amigos y yo estábamos enganchadísimos al Arkham Horror, y el día que decidimos probar el HeroQuest, nos sentimos como si hubiéramos dedicado a hacer sumas en un cuaderno Rubio después de haber ganado la Medalla Internacional para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas. Se nos quedó corto. Muy corto.

Como quería amortizar mi compra, enseguida me puse a trabajar en una serie de reglas caseras con dos objetivos: el primero, reducir los automatismos típicos de estas partidas; y el segundo, generar una sensación de progreso individual en los jugadores. También me propuse que estas reglas fueran lo bastante sencillas como para que el enfoque dinámico del juego original se mantuviera más o menos intacto; no quería convertir aquello en un Gloomhaven ni tampoco en una partida de Dungeons & Dragons. Bueno, sí quería; pero habría requerido mucho más trabajo y soy perezoso.

Obviamente, tuvimos que pulir algunas reglas durante la partida a la vista de qué funcionaba y qué no (los números no son mi fuerte, así que cometí algunos errores de cálculo, ¿vale?), pero en términos generales mis conejillos de Indias consideraron este experimento una mejora sobre el juego original. Teniendo en cuenta que nunca tengo cerveza en el frigorífico y, aun así, han vuelto a mi casa para seguir jugando, no creo que mintieran.

Así las cosas, ayer pregunté en Twitter si alguien tenía interés en conocer esas reglas. Hubo más inconscientes de los que me esperaba que dijeron que sí o clicaron en la opción de "Me gusta" (que voy a interpretar en sentido afirmativo), así que aquí las tenéis.

28 de febrero de 2023

Jasón y los argonautas (1ª parte)

No sé si el título puede llevar a equívoco, pero, por si acaso, lo dejaré bien claro desde el principio: este artículo no trata sobre la película Jasón y los argonautas de Ray Harryhausen, sino sobre el mito del vellocino de oro. De lo que os hablaré hoy es de la historia de Jasón y los argonautas según ha llegado hasta nuestros días a través de fuentes como las Argonáuticas, de Apolonio de Rodas; la Biblioteca, de Apolodoro; y la serie de televisión Hércules: Sus viajes legendarios. Pensándolo bien, borrad ese último punto; desde que empezó a protagonizar filmes cristianos, es mejor ignorar a Kevin Sorbo. En definitiva, si al leer el título de la entrada habíais pensado en la película de Harryhausen antes que en el propio mito, culpad a la cultura popular por haberos introducido esa idea predominante en la cabeza.

El mito en cuestión se resume rápido: Jasón y cincuenta héroes griegos se embarcan en una peligrosa misión hacia la Cólquide para hacerse con el vellocino de oro y regresar con él a Grecia para entregárselo al rey Pelias, tío de Jasón.

Sin embargo, este sencillo resumen plantea al menos dos interrogantes: el primero, de dónde porras salió el vellocino de oro; y el segundo, por qué narices tenía Jasón que llevárselo a su tío. Y luego está la chicha del mito, esto es, la aventura en sí de Jasón y los argonautas, desde su partida con rumbo a la lejana Cólquide hasta su regreso a Grecia.

Hay mucha tela que cortar. O mucho vellón.

14 de febrero de 2023

Marmalade Boy: Amor y amistad. Ginta, sal con Arimi

14 de febrero otra vez. Los habituales del blog ya sabéis lo que eso significa: otra recapitulación de Marmalade Boy. El resto, me temo que acabáis de descubrir la existencia de ese bochornoso compromiso anual. Para poneros al día, podéis leer todas las recapitulaciones anteriores aquí. Son doce ya, una por año. Si después de leerlas resulta que habláis en lenguas muertas, no os alarméis; es uno de los efectos adversos más frecuentes.

Por lo demás, espero que no seáis supersticiosos, porque este es el capítulo 13 de la serie. Hoy podrían ocurrir sucesos terribles. ¡Podrían ser dos episodios en lugar de uno!

Por suerte para mí, solo es uno. No escribiría dos reseñas al año de esta serie ni aunque fuese la única alternativa a ser devorado vivo por hormigas rojas mientras suena de fondo un recopilatorio musical de los grandes éxitos de Bertín Osborne.

14 de enero de 2023

El vuelo de los dragones

En 1982 se estrenaron tres grandes películas infantiles del género fantástico: Ator el poderosoLa espada salvaje de Krotar y Ator 2: El invencible. Todos los niños de los ochenta sin excepción recuerdan desde el balcón de la nostalgia estas superproducciones italianas, clásicos atemporales del cine de fantasía, con sus bárbaros recios y fornidos untados con aceite, sus mozas ligeras de ropa y aún más ligeras de cascos, y sus escenas de acción épicas y apabullantes.

O tal vez no.

En realidad, las tres películas a las que quería referirme son Cristal Oscuro, El último unicornioEl vuelo de los dragones. La primera es un hito en la historia del fantástico audiovisual que repasé con pelos y señales en esta entrada y esta otra; la segunda la vi por primera vez hace apenas tres o cuatro años y no acabé de congeniar con ella, pero tenéis una prueba de la impronta que dejó en otra persona muy ñoña aquí; y la tercera debió de marcarme más de lo que supuse si sigo dando la turra con ella tanto tiempo después.

Siempre me ha fascinado la fantasía, y El vuelo de los dragones es una de mis obras favoritas del género. La adoro desde la primera vez que la vi cuando no era más que un mocoso. Fue un flechazo. Amor a primera vista. Un secuestro emocional. No sé cuántas veces vería con mi hermano el VHS en el que la teníamos grabada, pero la imagen acabó terriblemente deteriorada y todavía hay líneas de diálogo que podemos recitar de memoria (es más, las recitamos de vez en cuando por diversión; con la entonación del doblaje en español neutro, por supuesto). Del número de veces que habré escuchado el cautivador tema musical que interpreta Don McLean me asustaría si llevara la cuenta.

7 de enero de 2023

'Hyperion', de Dan Simmons

Mis gustos literarios se decantan por los pastiches. Esa es una verdad que no sorprende a nadie que me conozca o lleve siguiéndome en redes sociales desde hace algún tiempo. No me escondo ni me avergüenzo. Si acaso, me avergonzaría de esconderme, porque los gustos e intereses están para disfrutarlos y compartirlos.

Lo anterior no aplica a vuestros vicios y depravaciones sexuales, pervertidos.

Dicho esto, de vez en cuando, no tan a menudo como me gustaría pero sí con frecuencia, también disfruto de obras literarias de ficción que trascienden del mero pasatiempo y que difícilmente podría leer en piloto automático.

Pollo repollo es una de esas obras. También Hyperion, del escritor estadounidense Dan Simmons.