Me refiero a ese género bastardo que es la aventura gráfica-RPG, en el que, aparte de estrujarnos las meninges para resolver puzles, también tenemos que realizar acciones más propias de un Dungeons & Dragons, como elegir la profesión del protagonista de turno (bárbaro, hechicero, ladrón, cuarentón en paro adicto a los Cheetos...) y entrenarle para que sus habilidades mejoren y así podamos avanzar en la historia y derrotar a los malhechores, monstruos y vendedores de castañas que se interpongan en nuestro camino.
El arquetipo de este tipo de videojuegos es el Quest for Glory de Sierra, que debería haberse titulado HeroQuest si el nombre no hubiera estado ya pillado por el único juego de rol de tablero al que he aprendido a jugar.
Heroine's Quest: The Herald of Ragnarok también pertenece a ese género. Su desarrolladora, Crystal Shard, es un grupo multinacional dedicado a la creación de videojuegos retro, y si lo de multinacional os ha sonado a grande, eso es porque no os he dicho que la razón por la que se autodenominan grupo multinacional es porque la empresa no tiene sede y está formada por freaks de varios países que trabajan desde su casa sin cobrar un duro. A pesar de ello, este juego es tanto o más profesional que el mejor de los Quest for Glory de Sierra, y de videojuegos viejos sé un rato.