La última votación ha estado muy reñida. Más que preguntaros sobre vuestro próximo paso en un librojuego, parece que os hubiera pedido que tomarais una decisión sobre una variante especialmente retorcida del dilema del tranvía (imaginaos, por ejemplo, que fuera posible provocar que el tranvía descarrilase para evitar atropellos, pero todos los pasajeros fueran velociraptores y escapasen al descarrilar).
La desavenencia entre vosotros es patente: el 50,7 % ha votado a favor de dorarle la píldora al barón Sukumvit, y el 49,3 % restante a favor de soltarle una rica sarta de improperios. Es más, en votos brutos ha ganado la opción de insultar. Si pertenecéis al bando que prefería esta última alternativa, lo siento, pero las reglas son las que son. De algún modo tengo que fomentar los comentarios, y no puedo regalar piruletas. A no ser que os conforméis con piruletas imaginarias. ¿Queréis una piruleta imaginaria?
Ya suponía yo que no.