25 de octubre de 2015

Bioman (Choujuu Sentai Liveman): La transformación demoníaca de Obular

¿Otro episodio de Bioman? ¿Y en Halloween? ¿Qué sentido tiene eso? Mucho, os lo aseguro.

El episodio que voy a comentar hoy me traumatizó cuando tenía seis años. Corría el verano de 1990, y al verlo, me quedé aterrado, espantado y espeluznado. Sus imágenes se convirtieron en pesadillas recurrentes de mi infancia y quedaron indeleblemente grabadas en mi retina.

La sensación de horror frío que sentí aquel verano noche tras noche me hubiera inspirado para escribir novelas lovecraftianas si no hubiera estado ya suficientemente ocupado completando los Cuadernos Rubio.

Hoy, en un ejercicio de cura psicológica, reviviré la pesadilla con vosotros. Ahora nos reímos, sí, pero entonces no tenía ni pizca de gracia. Un crío no se puede pasar toda la noche pidiéndole agua a sus padres como excusa para no estar solo en la oscuridad.

18 de octubre de 2015

Halloween Whopper, de Burger King


Después de aquel artículo sobre piruletas zombi rellenas de caramelo al que casi nadie prestó atención (porque, claros, ahora resulta que sois lectores de paladar exquisito), no pensaba volver a escribir sobre comida en un especial de Halloween. Bueno, sobre comida o, al menos, sobre algo más parecido a comida que las tapas de un libro de Stephen King. A cualquier cosa le llaman hoy manduca. Pero cuando me enteré de que la Halloween Whopper de Burger King había cruzado el Atlántico, supe que no podía dejar pasar la ocasión y le hice un hueco en mi apretado calendario de publicaciones.

¿Significa eso que he escrito este artículo deprisa y corriendo para aprovecharme del poco tirón comercial que pueda tener una hamburguesa con panecillos negros? ¡Evidentemente! Pero no podéis culparme de querer ser popular. Es el sueño de toda animadora.

Empezando de fuera hacia dentro, lo primero que hay que decir es que el envoltorio en el que viene la Halloween Whopper debería estar en un museo, y no solo porque se trate de una auténtica obra de arte, sino porque ese es el único lugar en el que debería estar una momia de hace dos mil años, fresquita y bien conservada. Quizá algunos de vosotros encontréis un contenedor de basura igual de apropiado, pero yo aún siento cierto respeto por los difuntos, las tradiciones del Antiguo Egipto y los disfraces baratos de Halloween.

Por si aún no sabéis de qué hablo y tampoco habéis hecho el scroll suficiente para ver la siguiente imagen, el envoltorio en cuestión está diseñado para parecer una momia, con los vendajes blancos dejando entrever unos ojos imperturbables de escleróticas amarillentas que se posan con siniestras intenciones sobre cualquiera que ose perturbar su reposo eterno para desentrañar los misterios del Antiguo Egipto y comerse una hamburguesa que se identifica más con una suela de zapato que con una vaca. Pero ese es un riesgo que uno debe correr si quiere aparecer en la portada de National Geographic y ligarse a esa estudiante de arqueología tan mona con gafas de culo de vaso.

Estoy convencido de que de crío el envoltorio me hubiera vuelto loco, porque es la clase de cosa que me fascinaba y obsesionaba, y probablemente lo hubiera guardado en algún cajón hasta que se que se descompusiese por efecto de la humedad y del tiempo igual que hacía con las cajas de los Happy Meal.

Tal vez eso explique aquella infección de hongos que tuve.

Imaginad lo mucho que se va a enfadar esta momia cuando pase delante de un espejo y descubra que algún gamberro le ha escrito "Halloween Whopper" en la frente.

En cuanto a la hamburguesa en sí, es una Whopper normal y corriente a la que han añadido salsa Steakhouse y cambiado los panecillos habituales por otros de color negro. Pero no nos engañemos, lo que hace especial a esta hamburguesa es precisamente que los panecillos son negros, que es un color de lo más natural para el pan carbonizado, crujiente y cancerígeno.

Además, debo añadir que este es uno de los negros más intensos que he visto nunca, a caballo entre la pluma de un cuervo y el sobaco de un grillo, y parece que absorba incluso la luz que hay a su alrededor.

Por cierto, tengo que pagar la factura de la luz.

Ahora bien, pese a esas pequeñas diferencias, el sabor no es muy distinto al de la Whopper de siempre, y aunque los panecillos tienen un toque de salsa barbacoa, el matiz es demasiado sutil para cualquiera que no se dedique profesionalmente a la cata de comida basura (un trabajo de ensueño con pluses por penosidad, toxicidad y peligrosidad). De todos modos, juzgar la Halloween Whopper por su sabor es como juzgar a una supermodelo por su inteligencia o a un profesor de filosofía por su cordura. Aquí lo único importante es el marketing y, en este aspecto, la pinta que tiene el producto es de 10 sobre 10.

Excepto en mis fotos, que es de 2 sobre 1.000.

Cuando tengo hambre, no pierdo el tiempo sacando fotos.

Según la letra pequeña, la promoción es válida hasta fin de existencias, pero yo, si fuera vosotros, no me la jugaría e iría hoy mismo a pedir una Halloween Whopper a mi Burger King más cercano. O quizá al más lejano para así quemar preventivamente las calorías que pronto irrumpirán en vuestro organismo derribando puertas a patadas.

En cualquier caso, no dejéis escapar la ocasión de ver y probar esta hamburguesa. Esta es una de esas experiencias que solo se viven una vez, como casarse cuando eres un enfermo terminal u operarse de fimosis (teóricamente podríais repetir la experiencia e hincharos a hamburguesas mientras dure la promoción, pero ni siquiera el lector medio del blog, adicto al Prozac, siente semejante desprecio por sus arterias).

Bon appétit.

11 de octubre de 2015

'The Last Door' (Collector's Edition)


A veces, en mitad de la noche, cuando la ciudad duerme y la luz de la luna apenas se filtra entre las persianas, me despierto empapado en sudor frío con una sensación de angustia que raya el horror y me pregunto: ¿qué es un videojuego indie?

Según lo veo yo, que ya soy un señor, un videojuego indie es lo que era cualquier videojuego antes de que la vasta mayoría de videojuegos se convirtieran en megaproducciones de costes disparatados con créditos más largos que los de de Clerks 2. Es el término que distingue a los videojuegos mainstream como Metal Gear Solid V o Rise of the Tomb Raider de los videojuegos hechos por cuatro gatos sin el apoyo de las grandes compañías del sector pero que, más allá de ser unos meros asalariados, sienten un pasión auténtica por su proyecto y esperan ganar algunas perrillas con él para poder seguir dedicándose a hacer lo que les gusta.

Supongo que podemos decir que The Last Door es un videojuego indie, pero si se hubiera publicado hace treinta años lo llamaríamos videojuego a secas y todos lo recordaríamos como la pequeña obra de arte que es.

4 de octubre de 2015

La muerte del gato Garfield

A finales de los años setenta, cuando los hombres aún tenían valor de llevar bigotón sin dejarse crecer también la barba, el caricaturista Jim Davis se convenció de que la gente estaba cansada de leer historietas protagonizadas por perros graciosetes y que cualquiera que abriera el periódico a las ocho de la mañana se sentiría mucho más identificado con un gato sarcástico, glotón y perezoso. Así las cosas, el 19 de junio de 1978, la United Featured Syndicate publicó la primera tira diaria de Garfield, que vio la luz al mismo tiempo en unos cuarenta periódicos. La tira fue un éxito y hoy, más de treinta años después, Garfield se publica en 2.580 periódicos de todo el mundo y es un icono internacional que ha traspasado las barreras de las viñetas para convertirse en una máquina de hacer dinero. ¿Queréis merchandising? Pues tomad diez tazas.

A pesar de las numerosas y muy merecidas críticas que le han llovido a Davis por su trabajo (que ahora hacen media docena de monos que estudiaron bellas artes), no me avergüenza decir que hubo un tiempo en el que los cuadernillos apaisados del grupo editorial Grijalbo eran uno de mis tebeos recurrentes favoritos. Garfield nunca estuvo ni estará a la altura de Calvin & Hobbes Peanuts, y nadie niega que, con el paso de los años, sus chistes se han vuelto tremendamente rancios y repetitivos; pero durante casi dos décadas fue una historieta entretenida, con momentos genuinamente graciosos y, al menos para mí, resulta reconfortante volver a ella de vez en cuando.

Pues bien, de las más de cinco mil tiras de Garfield que habré leído desde que era un niño, ninguna es tan inquietante como las que se publicaron entre el 23 y el 28 de octubre de 1989, en "víspera" de Halloween. Permitidme que os lo muestre.