Lo importante es que su lanzamiento hace que este sea un momento inmejorable para recapitular la primera película basada en esta serie de videojuegos, cuya primera entrega comenté en ion litio hace casi un año. Menudas tonterías decía entonces, ¿verdad?
Paul W.S. Anderson, más conocido como el tipo con suerte que se tira a Milla Jovovich (no confundir con el otro Paul Anderson, el que me cae bien), dirigió Mortal Kombat con bastante acierto y fidelidad al videojuego, del que tomó más elementos de lo que suele ser habitual en este tipo de adaptaciones. No olvidemos que Super Mario Bros. se había estrenado apenas dos años antes y, como sabéis, cualquier parecido entre esta cinta y el juego que catapultó a la fama al fontanero bigotudo es pura coincidencia.
Por lo tanto, aunque Mortal Kombat no es un clásico del cine de acción y ciertamente prescindió de las sangrías propias del arcade de Midway, sí que es una película entretenida, involuntariamente graciosa a veces, y con una gran ambientación. Habrá quien la califique de horrible engendro pseudo-cinematográfico, pero no seré yo.