Soy perro viejo, y cuando quiero comprarme un libro, voy a la librería, busco un tomo que esté poco manoseado, me leo la contraportada, lo hojeo rápidamente para comprobar que no tenga páginas arrugadas o mocos pegados, y luego me lo llevo a casa. A veces, incluso pago.
Por lo tanto, tener que comprarme la autobiografía de Bruce Campbell en Amazon rompió todos mis esquemas. Pero no puedo quejarme. Llegó en buen estado y no tuve problemas con el pago.
El libro, por supuesto, está en inglés, porque si bien If Chins Could Kill: Confessions of a B Movie Actor estuvo entre los más vendidos del New York Times, ninguna editorial española daría un duro por distribuirlo en nuestro idioma. Tampoco me extraña. La mayoría de nosotros esperaría a descargárselo gratis de Internet.
El libro comienza con Campbell rememorando su infancia en Braes of Bloomfield, un barrio residencial de Detroit. Yo siempre había pensado que Detroit era una ciudad peligrosa con criminales chiflados y robots-policía, pero nada más lejos de la realidad. Campbell creció en una casa rodeada de árboles que transmitía una sensación de "posibilidades ilimitadas".
Nacido el último de tres hermanos, Campbell era un pequeño cabroncete que siempre andaba a la aventura. Entre otras fechorías, le clavó un destornillador a uno de sus hermanos, estampó un conejo contra la puerta del garaje para luego pasarle por encima con su bicicleta, y disparó a una vecinita con un rifle de aire comprimido. Sí, le entran a uno ganas de hacerse la vasectomía.
Lo curioso es que, quitando unas pocas anécdotas, la infancia de Campbell parece un compendio de clichés de películas americanas, desde la casa en el árbol a los soldaditos verdes de plástico, o la niña que se dejaba tocar el pecho por 10 centavos.
Habiendo crecido como cualquier otro niño de clase media-alta, y ya entrando en la adolescencia, Campbell no estaba por la labor de cambiar de costumbres.
La edad adulta suponía que tendría que dejar de divertirme y hacer algo que realmente no quería durante el resto de mi vida.
De ahí su incursión en el mundo de la interpretación.
Su padre actuaba en el pequeño teatro al aire libre de St. Dunstan's, y, siguiendo sus pasos, Campbell debutó en ese escenario a los catorce años de edad interpretando al príncipe Chululonghorn en una representación de El rey y yo. Curiosamente, los siguientes papeles que le ofrecieron también fueron de asiático.
Encasillado a los catorce, una señal clara de lo que estaba por venir.
Poco a poco, Campbell se fue juntando con personas de gustos afines, lo que dio lugar al nacimiento de la "Mafia de Detroit". Con este nombre, Campbell se refiere al grupo de cineastas aficionados que formó junto a Mike Ditz (propietario de la cámara de 8 mm. con la que Campbell rodó sus primeras películas caseras), Scott Spiegel (un fanático de Los tres chiflados que también rodaba películas en Súper 8) Josh Becker (cinéfilo con un conocimiento enciclopédico sobre la Edad Dorada de Hollywood), Sam Raimi (genio rarito y desde siempre obsesionado con su Oldsmobile del 73) y John Cameron ("el mayor gilipollas por el tiempo más largo", en palabras de Raimi).
Ya entonces, nuestro actor en ciernes prefería trabajar delante de las cámaras que detrás de ellas, preferiblemente haciendo payasadas o jugándose el tipo de la manera más tonta. Hasta que leí este libro, no me había planteado que hubiera tanto arte en tirarse por unas escaleras, la verdad.
Naturalmente, llegó el momento en que los chicos se preguntaron si podían ganar dinero con sus películas. Así, en su primer año de universidad, Raimi rodó un corto por valor de 700 dólares y, exhibiéndolo en el campus, ganaron más de 5.000. Su protagonista era Rob Tapert, compañero de cuarto de Raimi y otro inseparable de la vida de Campbel. Sin embargo, su siguiente proyecto, el largometraje It's Murder!, fue un rotundo fracaso. Aún quedaba mucho camino por recorrer.
Al terminar el instituto, Campbell, ya a punto de cumplir los dieciocho, se planteó seriamente ganarse la vida actuando, y en el verano del 76, le admitieron como aprendiz en el teatro Cherry County Playhouse, donde descubrió cómo funcionaban las cosas entre bambalinas y se quedó con algún truco que otro (como, por ejemplo, el de colocar papeles con sus diálogos por el escenario; algo a lo que Campbell recurriría años más tarde en la teleserie Homicidio). Su trabajo, no obstante, venía a ser como el de un becario: muchas tareas ingratas, ningún descanso y... ¿sueldo? ¿Qué sueldo?
Después del verano, Campbell ingresó en la Western Michigan University, en la que aguantó seis meses antes de darse cuenta de que esa vida no era para él. Luego trabajó como asistente de producción en algunos anuncios de televisión, y fue taxista durante cerca de un año mientras el propio Sam Raimi curraba de ayudante de camarero.
Los taxistas [...] son un blanco fácil, porque se presume que somos imbéciles. ¿Por qué si no íbamos a estar conduciendo un taxi? En consecuencia, rehusé muchos pagos en especie de prostitutas que iban de camino a casa después de una larga noche de trucos.
Superado ese periodo más bien mohíno, el trío formado por Raimi, Tapert y Campbell se planteó hacer una película de verdad. Hasta ese momento habían centrado sus ejercicios cinematográficos en la comedia, pero decidieron que el género más apropiado para sus posibilidades económicas era el terror.
Para convencer a los primeros inversores de su potencial para sacar adelante el proyecto, rodaron Within the Woods, que podemos considerar el precedente espiritual de Posesión infernal.
A día de hoy, y por si os interesa, el corto Within the Woods se puede "entrever" en YouTube.
Campbell le dedica muchas páginas a Posesión infernal (Evil Dead en el original), porque él mismo reconoce que fue un punto de inflexión en su carrera. Por lo tanto, se explaya en los detalles y cuenta muchas más anécdotas sobre la película de las que os podáis imaginar, abarcando desde la fase de financiación, que para los tres pipiolos era la dimensión desconocida, hasta su distribución, y pasando por todas las perrerías del rodaje.
Rob, Sam y yo estábamos contratados como productores ejecutivos por 35 dólares a la semana en gastos que nunca cobramos. Nunca se nos había pagado por nada, ¿por qué empezar ahora? Recuerdo intentar comprar un paquete de chicles durante el rodaje y darme cuenta de que sencillamente no tenía dinero para pagarlo.
Uno de mis detalles favoritos acerca de los efectos visuales son las cámaras que Raimi se sacó de la manga para la cinta, como la Ram-o-Cam. Creo que este dibujo lo dice todo:
Después de Posesión infernal, Campbell consiguió un papel en Generations, un culebrón en el que conoció a su primera esposa y madre de sus dos hijos Christine Deveau. No creo que la telenovela esté a la venta en ningún lado, pero podéis ver a marido y mujer juntos en una escena de la película Fargo, de los hermanos Coen, concretamente en el televisor frente al que se sienta embobado uno de los secuestradores del filme.
Salir en una película oscarizada. ¿Que más podría querer un tipo de Detroit?
Ya con su carné del Screen Actors Guild (el sindicato de actores de Hollywood), Campbell coprodujo y actuó en la comedia Ola de crímenes, ola de risas, con Sam Raimi de nuevo como director y los Coen como guionistas. Sin embargo, esta primera incursión en el Hollywood de mediados de los ochenta fue un desastre absoluto, y, al igual que sus antiguos compañeros de aventuras, Campbell terminó desalentado, frustrado y con muy pocas ganas de repetir la experiencia.
¿Y qué mejor cura para ese malestar que volver a sus raíces y rodar la secuela de Evil Dead?
Terroríficamente muertos se estrenó en 1987 y tuvo bastante éxito; pero trabajar con Raimi nunca era un camino de rosas. En esta cinta, el personaje de Ash tenía que pasar de "pelele cobarde" a "líder de hombres", así que, por primera vez en su carrera, Campbell empezó a hacer dieta y se sometió a un estricto régimen de ejercicios para ponerse en forma; algo que, viendo lo fondón que se ha puesto con los años, seguro que no le agradó demasiado. El resto es una historia de sudor, dolor y galones de sirope.
A pesar de los trabajos anteriores, los bolsillos de Campbell estaban prácticamente vacíos cuando terminó de rodar el thriller de terror Maniac Cop, y durante algún tiempo no tuvo otro remedio que trabajar como vigilante de seguridad en una fábrica de cerveza.
Algunas mañanas, después del turno de noche, los vigilantes, con cara de sueño, se juntaban para atender a clases de "Prevención del terrorismo". Dios no quiera que la cerveza caiga en manos enemigas.
Superado este bache, Campbell deja un poco de lado los temas más personales, para centrarse en el repaso de las distintas películas y series en las que ha colaborado, ya fuera como actor, productor, director o incluso encargado de sonido, contando, en clave de humor, historietas y curiosidades que van desde lo frustrante hasta lo disparatado.
Me sorprendió, entre otras muchas cosas, que de una birria de cinta como Brain Slasher pudiera salir algo bueno. Y no me refiero a la recapitulación que escribí hace cosa de un mes, sino al hecho de que durante el rodaje Campbell conociera a su segunda y actual esposa, Ida Gearon, que era la diseñadora de vestuario.
En 1992, el éxito de Darkman permitió a Raimi y compañía abordar El Ejército de las Tinieblas con cierta comodidad y confianza en sí mismos. Acerca de la tercera parte de la trilogía de Evil Dead, voy a destacar únicamente como anécdota que pillaron a dos figurantes disfrazados de esqueletos fornicando en el castillo. Yo lo dejo caer.
Cerrado el ciclo de Evil Dead, Campbell dio un salto al cine "serio" con El gran salto (¿veis lo que acabo de hacer?), dirigida por los hermanos Coen. El papel de Campbell era pequeño, pero para él supuso un desafío como actor y, además, le permitió conocer a Paul Newman. Con todo, lo mejor de la experiencia es que, durante el rodaje, un zorro se comió su gorra.
La mayor oportunidad de Campell para ganarse a un sector más amplio del público llegó en 1993, tras hacerse con el papel principal en el western televisivo Las aventuras de Brisco County Jr., de la Warner Bros.
La serie mezclaba con acierto comedia, aventura y ciencia ficción, y puede decirse que reunía todos los elementos necesarios para convertirse en un éxito internacional; pero a causa de los bajos índices de audiencia, se canceló al terminar su primera temporada, impidiendo a Campbell consolidar su fama y convertirse en algo más que un actor de serie B.
En la pequeña pantalla, Campbell también intervino en Lois y Clark: las nuevas aventuras de Superman, Ellen y, por supuesto, en Hércules: Sus viajes legendarios y Xena: La Princesa Guerrera, que si bien, como él mismo dice, fueron dos series que nunca aspiraron a ganar ningún premio, le aportaron una de sus experiencias más gratificantes como actor y realizador.
En Hércules y Xena, bajo el paraguas nuevamente de Rob Tapert y Sam Raimi, Campbell se rodeó de un ambiente increíblemente creativo, hizo nuevos amigos, se reencontró con viejos conocidos (como Ted Raimi, el hermano pequeño de Sam) y se divirtió enormemente trabajando con todos ellos, aunque fuera en un lugar perdido de la mano de Dios como Nueva Zelanda.
Para Campbell, Hércules y Xena fueron una bonita forma de recordar los viejos tiempos en los que rodaba cintas caseras con sus amigos.
Aparte de repasar su filmografía, Campbell nos cuenta otras muchas cosas en su libro, acercándonos a la persona que hay detrás del actor. Así, por ejemplo, opina sobre la mentalidad de Hollywood, hace cuentas con los ingresos de sus películas, analiza su posición en la carrera de la fama (cuanto mayor es la producción, menor es su papel) o nos confiesa su truco para llorar delante de las cámaras cuando el momento no acompaña: mentol en los ojos.
La última parte del libro se centra en su propia promoción, y recoge el recorrido que hizo Campbell por todo Estados Unidos asistiendo a librerías, centros comerciales, cines, programas de radio... y sus experiencias con los fans y los no tan fans, como un niño cabreado porque sus padres le habían llamado Ash en honor al personaje (Ash es el diminutivo de Ashley, un nombre más apropiado para una chica que para un chico).
Dicho lo dicho, ahora mismo, nada me gustaría más que ver un biopic al estilo de Regreso a la Batcueva basado en este libro, con Campbell interpretándose a sí mismo con su edad actual, y algún pipiolo de rasgos más o menos parecidos reproduciendo sus pasos del pasado.
Sinceramente, hacía tiempo que no me leía un libro tan ameno y divertido como este; muy recomendable tanto para los seguidores del actor, como para aquellos que queráis conocer el mundillo del cine desde una perspectiva menos glamorosa de la que suelen contarnos.
PD: El libro se publicó en 2002. Si os lo leéis, no esperéis que hable de nada posterior a esa fecha. Podéis comprar Chins desde la página oficial de Bruce Campbell.
Tiene una pinta estupenda. ¡La quiero en español!
ResponderEliminar¿Unos padres llamaron Ashley a su hijo? Ni siquiera el diminutivo le salva.
ResponderEliminarMuy buen artículo, mis capítulos preferidos de Hercules y Xena eran aquellos en los que aparecía.
Me entran ganas de comprarlo, pero no sé si mi "inglispitinglis" es tan bueno como para entenderlo todo. Creo que por ahora me conformaré con tu resumen, Brocha.
ResponderEliminarYo lo tengo el ojo echada a esta y a la de Patrick McGoohan.
ResponderEliminarPero aun no he dado el salto de fe, como el que Indy dio en la ultima cruzada, de comprar por Amazon.
Interesante artículo e interesantes (y bizarras) anécotas je, je. La verdad es que poco más he de decir de Bruce Campbell salvo que es un genio entre genios. Lástima me da cada vez que recuerdo que Brisco County Jr. se canceló al final de la primera temporada... Con lo que molaba...
ResponderEliminarSi eres fan de Bruce, tienes que ver la TV movie de Burn Notice: The fall of Sam Axe.
ResponderEliminar@JDS: Y yo, pero no creo que la traduzcan.
ResponderEliminar@Anónimo: ¿Y la ilusión que puede hacerle a un niño que le llamen como al prota de Pokémon... y se burlen de él en el colegio? Ooops.
@Huan-D: Está escrito de manera muy sencilla. Yo creo que con un nivel medio de inglés se entiende.
@Vladek: ¡Ostras, McGoohan! Un tío listo. Esa puede ser una biografía interesante.
@Roy D. Mustang: Al menos está teniendo éxito con Burn Notice. A ver cuánto le dura.
@BruceRules: Pues sí, tengo, tengo.
Para mí Bruce Campbell es un gran tipo y un buen actor.
ResponderEliminarEs una putada que no haya encontrado un papel en el que pueda lucirse, como sí han hecho muchos otros actores.
No olvidemos que, por poner un ejemplo, Tom Hanks era un actor cómico en pelis como Big o 'El hombre del zapato rojo' hasta que dio con el papel de 'Philadelphia' donde pudo demostrar que podía optar a papeles dramáticos, y desde entonces se le reconoce como un gran actor.
Además, el rostro de Campbell es archi-conocido, todo el mundo le identifica en cuanto aparece en pantalla, aunque sea por unos instantes como secundario (al final de Darkman, las pelis de Spiderman...).
Quien sabe, igual un día encuentra un papel a su medida y se le da el debido reconocimiento.
A mí me pareció sosilla y muy cobarde.. alguna vez deja intuir que podía contar historias y se calla, no vaya a ser que se moleste algún famoso, y claro, las pelsi que ha hecho salvo la trilogía dan para poco. Para fans, mucho mejor The Evil Dead Companion. Just my two cents.
ResponderEliminarEn la foto de la portada, se parece a Jason Segel. En serio...
ResponderEliminar@Manu, the java real machine: El de Burn Notice es un papel hecho a su medida y no le va mal. Me gustaría comerme mis palabras, pero no creo que sea uno de esos actores que aspiran a ganar un Oscar.
ResponderEliminar@José Viruete: Hombre, si lo que uno va buscando en esta biografía es descalificaciones hacia el trabajo de otros o relatos sobre la bajeza humana, pues de eso hay poquito o nada. Yo la veo más bien como la historia de una vida profesional contada en tono de humor y con buenas anécdotas. Para lo demás, Errol Flynn ;)
@Dsanzi: Pues sí que se le da un aire, sí.