Apuesto a que cuando visteis el octavo y último episodio de la temporada no os esperabais que los logos de los siete episodios anteriores se fundiesen en un superlogo que representase a los tres protagonistas de la serie: un lobo para Geralt de Rivia, una golondrina para Ciri y... ¿un escupitajo estrellado para Yennefer de Vengerberg? Dejadme que lo consulte.
Ah, no. Es una estrella de obsidiana. Por el colgante que lleva siempre en el cuello. ¿Alguien se había fijado en esto?
En cualquier caso, ese instante en el que se forma el logo definitivo de la serie mientras suena el tema musical de Geralt me pone la piel de gallina. Ley doy cinco estrellas.
¿El resto del episodio? Está bien. Es todo lo espectacular que podía esperarse del final de temporada y se nota que Netflix no ha reparado en gastos (obviamente sí lo ha hecho; es una forma de hablar). Además, es el episodio en el que más tiempo sale Sabrina. No le puedo pedir más. Lo único que me he dejado un regusto amargo ha sido el desenlace. Como suele decirse: siempre es mejor el libro.