10 de junio de 2018

'Contacto sangriento' (1988)

En el mundo existen dos tipos de personas: aquellas a las que les gusta Claudio Coello y aquellas a las que les gusta Juan-Claudio Van Damme. El primero era un célebre pintor del barroco madrileño que se peinaba como Krusty el Payaso y sobre cuya extensa obra podéis leer en la página web del Museo del Prado hasta moriros de aburrimiento; y el segundo es un actor belga de cine de acción y experto en artes marciales, al que tan pronto perdemos de vista durante años, como nos sorprende con un papelón dramático en una cinta franco-belga luxemburguesa o resurge en una magnífica comedia en formato de serie de televisión.

Yo prefiero a Van Damme porque las pinturas religiosas al fresco no tienen nada que hacer frente a sus patadas voladoras y spagats épicos.

Pero remontémonos en el tiempo, hasta principios de la década de 1980.