La semana pasada me llegaron los dos librojuegos que se han publicado con ocasión del 40º aniversario de la colección Lucha-Ficción: Shadow of the Giants (La sombra de los gigantes), de Ian Livingstone, y Secrets of Salamonis (Los secretos de los salmones), de Steve Jackson. Y les he dado un buen tute.
No estoy seguro de poder afirmar que he superado el libro de Livingstone a la primera sin trampas, porque, al llegar a lo que evidentemente era el clímax de la aventura, me preguntaron si tenía una llave dorada (que no tenía) o, en su defecto, una ganzúa (que tampoco tenía). Lo que sí tenía era una horquilla de pelo, así que decidí interpretar el término "ganzúa" en sentido amplio y aceptar la horquilla como instrumento equivalente. Ningún tribunal me condenaría por eso.
En cambio, he necesitado varios intentos y tomar unas cuantas notas para superar el nuevo librojuego de Jackson. En la primera partida ni siquiera conseguí ingresar en el gremio de aventureros de Salamonis, que es el requisito indispensable para empezar a aceptar misiones en este sandbox literario. Lejos de eso, tras desembarcar en la ciudad y sufrir un día de perros buscándome la vida, armé un cirio para recuperar mis posesiones robadas de la oficina de objetos perdidos y acabé en la cárcel. Duré mucho más en mi siguiente intento, pero el final fue todavía peor: acabé devorado hasta los huesos por unos salmones espectrales. Eso me pasa por jugar limpio.
Por lo tanto, deberíais alegraros de que esta vez no haya escogido uno de los librojuegos de Jackson para jugar con vosotros, porque probablemente la aventura ya habría terminado. Y, a diferencia de lo que pasó con La Mansión Infernal, aquí no habrá segundas oportunidades.