¿Qué probabilidades diríais que hay de que viva más de cien años? Lo digo porque, en este preciso momento, a 14 de febrero de 2024, necesitaría vivir sesenta y dos años más para terminar de recapitular Marmalade Boy. Y eso suponiendo que no se me pudra antes el cerebro, lo cual es inevitable si sigo viendo esta serie. ¿Debería hacer como el difunto Robert Jordan con La rueda del tiempo y empezar a buscar a alguien que continúe mi labor? No sé si odio tanto a nadie como para hacerle eso, la verdad.
Sea como fuere, seguidme en redes sociales y manteneos atentos para obtener respuestas a estos interrogantes. Las tendréis antes del día de San Valentín del año 2086.
Hoy nos toca repasar el decimocuarto episodio de la serie, titulado Capacidad para amar. Tú no le convienes a Yuu. Lo poco que recuerdo claramente del episodio anterior es que Ginta confesó a Miki que su noviazgo con Arimi era un embuste para provocarle celos. También recuerdo que, después de verlo, tuve que bajar a comprar paracetamol y que luego lloré desconsoladamente en la ducha. Pero eso no es relevante, sino rutinario. Hace mucho tiempo que acepté el riesgo que esta serie (o sucesión de imágenes sacadas del catálogo de mis peores pesadillas) conlleva para mi salud mental. En cierta manera, podría decirse que soy un héroe.
No, héroe no. La palabra que buscaba era mentecato. Eso es, mentecato. También me valen cretino, necio, zote, lerdo... Pero será mejor que no malgaste mi repertorio de insultos antes de recapitular, que seguro que al final me faltan.