24 de febrero de 2014

RoboCop (2014)

Soy un defensor incondicional de las plantas artificiales. Siempre están verdes y tupidas, y el único cuidado que necesitan es que no las prendas fuego. Los policías artificiales tampoco son mala idea. RoboCop y RoboCop 2 son buena prueba de ello. La primera es una genial sátira futurista de la América de los años ochenta regada con altas dosis de violencia y humor negro, una obra maestra del director Paul Verhoeven con guión de Edward Neumeier y Michael Miner; y la segunda, a pesar de no contar con la dirección de Verhoeven, es igualmente entretenida y cáustica, aunque es verdad que desaprovecha la oportunidad de llevar más lejos la historia del propio Murphy. Podrían haber hecho como con el Capitán Trueno y casarlo y darle hijos, ¿no?

Olvidad lo último que he dicho.

Como RoboCop es un icono de la cultura popular, en cuanto se anunció el remake del clásico de 1987, muchos fans de la película original se rasgaron las vestiduras, temiéndose una violación de su memoria cinéfila antes siquiera de que saliera a la luz el primer póster promocional, que por cierto era horrible. Aunque no soy partidario de formarse una opinión sin conocer algo a fondo, he de romper una lanza a favor de estos enajenados, porque a la vista de los pocos remakes que merecen la pena, las estadísticas jugaban en contra de la película. Supongo que esas personas serán, por tanto, las primeras sorprendidas de que la nueva película de RoboCop no sea un truño.

En efecto, la película dirigida por el brasileño José Padilha, llamémosla RoboCop 2014 porque es el espantoso título que aparece en pantalla, es, para sorpresa de propios y extraños, una buena película de acción y ciencia ficción. No tanto como para tirar cohetes, pero sí lo suficiente como para que los fanpesaos no den mucho el coñazo, aunque las comparaciones con el clásico de 1987 sean inevitables.

17 de febrero de 2014

Desktop Dungeons


Desktop Dungeons es un roguelike para PC desarrollado y publicado por QCF Design, una pequeña empresa sudafricana que hace la clase de videojuegos que los expertos del sector llaman indies y que hace veinte años llamábamos juegos a secas.

Lo cierto es que nunca sabes cuánto puede gustarte algo hasta que no lo has probado. Me pasó con los vermicelli neri con gulas y también con el plan de sofá, peli y manta en invierno, y fueron dos de mis mejores descubrimientos de 2013. Por eso, hay que estar dispuesto a probar cosas nuevas. Excepto la asfixia erótica.

Gracias a ello, ahora resulta que no sólo sé qué es un roguelike, sino que creo que es mi nuevo subgénero de juego de rol favorito. Incluso ha acabado con mi frustrante afición por los dungeon crawlers. ¡Al fin he encontrado un videojuego de "dragones y mazmorras" en el que mi falta de sentido de la orientación no es un obstáculo para avanzar! Ya sólo me queda solucionar mi pequeño problema de ineptitud general.

14 de febrero de 2014

Marmalade Boy: Ginta se declara. ¡Eres mía, Miki!


¿Sabéis qué es lo mejor de escribir sobre Marmalade Boy una vez al año? Que no son dos.

La última vez que vimos a nuestra protagonista de largas piernas y cortas entendederas, la pobrecilla estaba muy disgustada porque Ginta (un antiguo noviete que le destrozó el corazón) la había besado por sorpresa con el pretexto de comprobar si la publicidad sobre los Besos Muscat era cierta. La lección que aprendimos entonces fue que está mal besar a una chica que no quiere, salvo que finja estar dormida y seas su hermanastro. Con todo lo que estoy aprendiendo, pronto podré escribir mi propio libro de ética.

Por si lo anterior fuera poco, Miki también había descubierto que Yuu estuvo saliendo en primaria con una chica de pelo turquesa llamada Arimi, que ha surgido cual amorfa monstruosidad reptante de entre las nieblas de los amores pasados para crear conflictos románticos de gran interés. Y aunque Yuu ya confesó que le gusta Miki, vamos a ignorar este hecho, porque eso es lo que hace el episodio de hoy, el cuarto de la serie.

¿Estáis preparados? Yo apenas.

11 de febrero de 2014

Tercer aniversario


¿Pasa el tiempo pasa volando o qué? ¡El Tipo de la Brocha cumple hoy tres añitos! Yo no, tontainas, el blog. De ahí la cursiva. Yo voy por los treinta. Y todos seguimos en forma, yo que escribo y vosotros que me leéis. Porque sin lectores y, sobre todo, sin lectores que se detengan para dejar un comentario de vez en cuando esto no sería lo mismo. ¿Qué bloguero que se precie no desea que le digan que haría mejor en dedicarse a otra cosa, o que tiene un humor "muy a los Morancos"? Puro valor añadido.

Con sólo once artículos menos que en 2012 (peccata minuta), la cosecha de este año ha sido catalogada como excelente, y me atrevería a afirmar que la calidad de los contenidos se ha incrementado en un porcentaje que escogeré al azar. Por ejemplo, 17%. En pocas palabras: estoy muy satisfecho. Rafa decía en el octavo aniversario de ion litio que "la época dorada de los blogs ha pasado". Yo discrepo. Esa época dorada nunca existió.

Estos son algunos de los artículos más destacados de 2013:

6 de febrero de 2014

Thrud el Bárbaro

Me encanta el género de espada y brujería. No importa en qué forma venga. Pueden ser videojuegos tan vastos como el Baldur's Gate, películas de serie B como Deathstalker, libros de prosa ostentosa como Zothique de Clark Ashton Smith, discos de power metal que aún no he reseñado y, por lo tanto, no puedo enlazar, etc. Fijaos que incluso tengo más de una docena de libros de la Dragonlance, con eso lo digo todo.

Por ese motivo, hoy quiero llamar vuestra atención sobre una modesta historieta inglesa que he descubierto recientemente: Thrud the Barbarian, una parodia de Conan el Bárbaro que creó Carl Critchlow en 1981 para la revista White Dwarf.

Thrud es un enorme bruto de músculos como montañas y cabeza minúscula que blande con fiereza un hacha desproporcionada para salir de los problemas en los que él solo suele meterse. Sus aspiraciones se reducen a beber una pinta de cerveza tras otra y a comer patatas fritas con salsa Worcester. Si para alcanzar estos nobles fines se tiene que embarcar en alguna aventura de vez en cuando, lo hará, , aunque todo acabe de la manera más desastrosa posible excepto para él mismo. ¡Y ay de quien derrame su cerveza! ¡FWAP!

3 de febrero de 2014

Völgarr the Viking


Echa la vista atrás, a finales de los ochenta, principios de los noventa, cuando Bruce Willis aún tenía pelo Era tu cumpleaños y te regalaban un cartucho nuevo de NES (o de Master System, si eras uno de esos perdedores de Sega), lo desenvolvías corriendo, mirabas extático la ilustración de la caja y corrías a poner la videoconsola, porque ya habría tiempo de leerse las instrucciones el año bisiesto que viene. Y de repente te encontrabas con que no eras capaz de pasar de la primera fase. O llegabas a la segunda por los pelos y allí las vidas y los continues volaban como los patos en el Duck Hunt. Y al desperdiciar tu última oportunidad de alcanzar la gloria, ocurría lo peor: tenías que volver a empezar la partida desde el principio. Así de puñeteros podían llegar a ser los videojuegos de la era de los 8 bits.

No todos los juegos eran igual de frustrantes, porque incluso mi padre conseguía pasarse el Super Mario Bros. sin problemas; pero cuando te encontrabas uno así, te desesperabas. Entonces es cuando leías las instrucciones para ver si es que se te escapaba algo, o esperabas a que publicasen la próxima Hobby Consolas o Superjuegos con la esperanza de encontrar alguna pista que compensase tu ineptitud o equilibrase la dificultad. Puede que algún día, si eras especial y películas como El campeón del videojuego te calaban hondo, dominaras los entresijos del juego y llegaras hasta al final; pero la mayoría de las veces, guardarías el cartucho en un cajón y revivirías tu desengaño cada día que te diera por volver a ponerlo.

Algunos de esos juegos estaban mal diseñados y eran un cagarro que jamás debería haber ocupado espacio en las estanterías, pero otros sencillamente eran muy difíciles y su dinámica obligaba al jugador a mejorar a cada paso, premiando su perseverancia y habilidad. Völgarr the Viking es este segundo tipo de juego, y aunque en el momento de escribir esta entrada, aún no he pasado del tercer mundo, ya puedo aseguraros que merece la pena.