Ah, no, que yo venía a hablaros de Juego de Tronos. Qué despiste. Es que Alonso de Entrerríos mola tanto…
Pues bien, la quinta temporada de Juego de Tronos se estrenó en Canal+ la madrugada del lunes 12 de abril y, como fan declarado y cronista no oficial ni remunerado de la serie que soy, ahí estaba yo para ver el primer episodio. A las tres de la madrugada. Y, como era de esperar, me quedé dormido. A los cinco minutos. Me levanté al cabo de dos horas con un dolor de cuello espantoso para meterme en la cama hora y media y luego ir a trabajar. Pero no pasa nada, porque vi el episodio entero en VOSE al día siguiente, después de haber dado una cabezada de camino al trabajo provocando daños materiales por valor de siete mil euros.
Para variar, este año he hecho algo que no hice los anteriores: leerme los libros del señor Martin antes de empezar a ver la serie. Hasta ahora, lo máximo que había hecho era irle a la zaga, sin arriesgarme a pisarle el terreno; pero esta vez incluso me he adelantado a los eventos que cabe esperar que veamos este año. Esto significa que me he leído tanto Festín de cuervos como Danza de dragones, saltando cual rana patilarga entre uno y otro conforme al índice cronológico publicado por uno de los redactores de la revista Rolling Stone; cosa que recomiendo hacer a cualquiera que esté pensando en abordar estas monstruosas novelas.
Esto no significa que conozca cada detalle de lo que va a suceder esta temporada, porque los libros y la serie de televisión, aunque coinciden en lo fundamental, también tienen muchas diferencias, desde personajes que en la serie no aparecen en absoluto o son un cóctel de distintos personajes de los libros, a personajes que en la serie están caput y en los libros vivitos y colendo, o viceversa. En la temporada anterior incluso llegamos a ver al gerifalte de los caminante blancos, un Darth Maul albino con poderes chipiriflásticos al que en los libros solo se menciona de pasada. Y esta temporada, a juzgar por los avances y el primer episodio, promete traer muchos más cambios.
Dicho esto, solo me queda esperar que queráis acompañarme una vez más en esta cruzada televisiva y que podamos intercambiar opiniones para que se mitigue ese deseo que siento de dejarme picotear la cabeza por un avestruz cada vez que tengo que escribir otras cuatro mil palabras sobre Juego de Tronos.