El juego de Ender ha obtenido buenos resultados en las taquillas norteamericanas, aunque está pasando desapercibida en muchos otros países. En España, la novela no es conocida más que entre los mayores freaks de la ciencia ficción. A mí me gusta el género y, aun así, no había oído hablar de ella hasta hace unos meses, cuando empezaron a anunciar la película como la superproducción que es. No es que los tráileres me llamasen especialmente la atención, pero como salía Harrison Ford, me sentía en el deber de verla. ¡Era Harrison Ford en el espacio!
Entonces, indagando un poco, me enteré de que el filme se basaba en un libro de ciencia ficción de 1977. Indagando un poco más, esto es, pasando del segundo párrafo de la Wikipedia, supe que su autor había sido el blanco de los gays durante décadas por hacer declaraciones del tipo "no se puede permitir que quienes violan flagrantemente la regulación de la sociedad sobre el comportamiento sexual permanezcan como ciudadanos aceptables, iguales dentro de esa sociedad". Así se hacen amigos.
La novela obtuvo los premios Hugo, Nebula y SF Chronicle, cuyos jurados eran seguramente heterosexuales, e incluso forma parte de la lista de lecturas recomendadas de algunos cuerpos militares, como los marines de Estados Unidos. Además, 1977 fue un año muy significativo en la historia. Se estrenó La guerra de las galaxias, murió Elvis, nació la primera versión de la aventura conversacional Zork, se celebraron las primeras elecciones en España en 42 años, y, lo más importante, mis padres se conocieron y yo me convertí en un proyecto a medio plazo.
Si soy capaz de comprarme una colonia porque me trae recuerdos de El coche fantástico, ¿cómo no iba a ver una película basada en una novela de 1977? Es mucho menos rebuscado, desde luego.