Entre 1972 y 1979, después de que la Comics Code Authority relajara sus restricciones en el mercado del cómic norteamericano y dejase de prohibir, entre otras muchas gazmoñerías, mostrar vampiros en los tebeos, Marvel se subió al carro de las historietas de terror y publicó la serie La tumba de Drácula. Ni siquiera tuvo que pagar por utilizar al infame conde transilvano, porque la obra de Bram Stoker ya era de dominio público. Bien está lo que poco cuesta. La colección alcanzó la nada desdeñable cifra de setenta números, a los que habría que sumar los correspondientes a Dracula lives! y Giant-Size Dracula, colecciones complementarias de aquella.
¡Pero basta de datos! Hablemos del tema que de verdad nos importa a todos: yo y mi mismidad.
Hace uno o dos años, o quizá cinco (el tiempo transcurre a supervelocidad cuando te haces mayor; es un hecho demostrado), espoleado por la falta de espacio en mis estanterías, regalé, doné y sacrifiqué a los dioses primigenios un porrón de tebeos, entre ellos, con no poco y temprano arrepentimiento, los dos tomos en blanco y negro de La tumba de Drácula que publicó Panini allá por finales de los 2000. Por lo tanto, cuando vi que la edición digital de la Biblioteca Drácula, con sus diez tomos a todo color, se vendía por el módico precio de 18,30 euros, supe que esa era una oferta que no podía rechazar. Ojalá no hubiera pensado lo mismo de los cuatro ómnibus de la saga del clon de Spiderman, pero esa es otra cuestión (una cuestión, eso sí, que explica por qué ahora tengo un riñón menos y trapicheo con cromos de la Liga de fútbol 1994-1995).
Para los que no estéis familiarizados con la serie estrella de Marv Wolfman y Gene Colan, y queráis descubrirla por vosotros mismos, os advierto que esta entrada se centra en el contenido de los volúmenes, por lo que, a pesar de la falta de detalles, destripo muchas historietas. Además, hay poco de análisis o reseña. Al tratarse mayormente de una obra de autor (o autores), la calidad de la serie rara vez se resiente y, aunque no está libre de altibajos, reseñar cada volumen como si fuera totalmente diferente del anterior tiene tanto sentido como ser vampiro, mudarse a Arizona y ponerse el despertador a las ocho de la mañana en verano.
Sin embargo, este repaso tampoco pretende ser una guía pormenorizada de cada número individual de La tumba de Drácula, sino un resumen con el que cualquier interesado pueda hacerse una idea rápida de qué historias encontrará en cada volumen de la edición de Panini. ¿Cuánta utilidad tiene eso? No lo sé, pero la mayor parte de lo que leeréis en esta entrada ya lo había publicado en Goodreads y, aunque me cerré la cuenta de esta plataforma, no quería que se perdiera ese trabajo. Tampoco quería perder el tiempo editándolo y ampliándolo, pero eso es superior a mis fuerzas. Aquí tenéis el resultado.