Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (1989)

Ya sabéis que podéis hacerme tantas peticiones como os venga en gana. "Tipo de la Brocha, escribe sobre La Aldea del Arce". "Tipo de la Brocha, escribe sobre la insoportable levedad del ser". Sin embargo, no podéis culparme si os hago tanto caso como a ese vagabundo que intenta venderme propiedades inmobiliarias cada vez que me cruzo con él. Lo siento, amigos, pero tengo mi propia lista de artículos pendientes, y dicen que con ella podría abastecerse de papel higiénico a toda China durante un año. Exageran, claro. Apenas les alcanzaría para Shangai.

No obstante, existe la posibilidad de que llaméis mi atención sobre un tema, curiosee y me encuentre cosas como la que voy a comentar hoy: Las alucinantes aventuras de Bill y Ted, una película de viajes en el tiempo con un adolescente Keanu Reeves actuando como no lo ha hecho en los últimos veinte años, es decir, actuando.

Ja, ja, qué gracioso soy. Seguro que nadie había hecho antes un chiste sobre las limitaciones interpretativas de Keanu Reeves. La monda. Ja. (Nota de mi yo futuro: En 2019, Keanu Reeves es un ser de luz al que todo el mundo adora. Pero ¿cómo íbamos a saberlo en 2011?)

Como punto de partida, os diré que no había oído hablar de esta cinta hasta que The Wolfclaw la mencionó en los comentarios. De hecho, al principio tenía intención de agradecer la recomendación e ignorarla completamente, pero luego vi el tráiler y supe que estaba destinado a ver la película. Tenéis el avance tras el salto.

¿O no?

Mañana en Cine Basura... La Tomba, de Bruno Mattei

Como veis, mi blog está libre de dos cosas: sentido común y publicidad, lo que significa que escribiendo sandeces no gano un puto duro. Sin embargo, estoy a favor del autobombo (que es como las pajas: sinónimo de quererse a uno mismo) y de la promoción de grandes acontecimientos mediáticos para el hombre ilustrado y modenno de hoy día.

Por eso, no tengo ningún reparo en anunciar que este próximo viernes 25 a las 22.45, los prestigiosísimos José Viruete y Paco Fox vuelven a la carga con la IV edición de Cine Basura en Canal+ Extra.

Y no me cabe duda de que el evento será tanto o más descacharrante que las ediciones anteriores. No es que yo las viera, por supuesto. ¿Un viernes por la noche? Qué va. Estaría, emm, haciendo el amor con mujeres núbiles. Sí.

Además, como viene siendo costumbre, nuestros ilustrísimos blogueros contarán con la presencia de una estrella invitada sin parangón, una guest star, que dicen los americanos: el señor Miguel Ángel Vivas, director y guionista de Reflejos y de la inminente Secuestrados. Hasta ayer no sabía ni que este hombre existía, pero poco importa ya. Va a sentarse en un sofá a ver mierda y reírse, y eso es algo que comprendo.

Pero lo más importante de todo es la víctima de la noche, el objeto de los comentarios de este trío de héroes, y se trata nada más y nada menos que de La Tomba, un homenaje al copy-paste perpetrado por el realizador romano Bruno Mattei, emperador de la caspa. A juzgar por la carátula, diría que va de una momia que domina el Kame-Hame-Ha.

Y para los que, como yo, seáis unos perdidos y no tengáis Canal +, tengo una buena noticia: la película se emitirá también en la página web del programa: http://www.canalplus.es/Cine-Basura, donde podréis explayaros a gusto comentando el evento si tenéis cuenta de Facebook.

¡Que no os lo perdáis, coño!

Cisne negro (2010)

Cisne negro, también conocida como "Aunque sea una peli de bailarinas, los tíos también pueden verla, porque hay una escena lésbica entre Natalie Portman y Mila Kunis", se estrena en España con dos meses de diferencia respecto de los Estados Unidos. ¡Dos meses! Antes me parecería poco tiempo, pero ahora lo quiero todo para ayer. Y a riesgo de crear polémicas innecesarias, voy a culpar de la demora a la necesidad de doblar el filme al español.

Sí, habéis leído bien. Pienso que todas las películas deberían verse en versión original y sin subtítulos. Así se obligaría la gente a aprender idiomas. Esa gente, por supuesto, deberían ser los actores, no los espectadores. Que se gasten lo que ganan en academias y profesores, ¿no?

He-Man y los Masters del Universo: El Rayo Desaparecedor de Diamante

He-Man y los Masters del Universo es una serie que forma parte indeleble de la infancia de todos los que nacimos en la década de los ochenta. Contemplábamos fascinados sus aventuras, jugábamos con sus muñecos, leíamos sus tebeos, pintábamos sus libros para colorear, escuchábamos su música en vinilos y casetes, y correteábamos por ahí con una espada de goma gritando aquello de "¡Yo tengo el Poder!".

Por otro lado, los guiones de la serie de dibujos animados de Filmation eran tan estúpidos y risibles que, aun sin estar bajo los efectos de las hojas del cáñamo índico, cada episodio se convertía en una comedia estrafalaria sin intentarlo siquiera.

Así pues, ¿cómo podríais rechazar la oportunidad de acompañar a He-Man en su primera aventura televisada (o cuarta, por orden de producción)? Os lo diré: con sentido común.

Valor de ley (2010)

Valor de ley, la película de 1969 dirigida por Henry Hathaway, es mi western favorito de John Wayne. No creo que los haya visto todos, pero sí la mayoría, empezando por los que solían poner en La 2 para que mi padre hiciera mejor la digestión mientras dormía la siesta: Hondo, El Dorado, Río Lobo, El hombre que mató a Liberty Valance... Estoy enumerando títulos de los que suele hablarse incluyendo el término "clásico" en alguna parte.

Lo que diferencia Valor de ley de todas esas producciones es que no es en modo alguno un clásico, aunque sí una buena película. El Duque pasaba ya de los sesenta tacos cuando la rodó, tenía serios problemas de salud (cinco años antes le habían extraído el pulmón izquierdo) y era una vieja gloria cuyos valores pertenecían al pasado. Incluso había criticado abiertamente a Sam Peckinpah por "destruir el mito del Viejo Oeste" con Grupo salvaje, estrenada ese mismo año. Estaba gordo, cansado y, en definitiva, no representaba al héroe que el público quería ver. Ganó un Oscar al Mejor Actor.

Por lo tanto, desde que supe que los hermanos Coen estaban preparando una nueva adaptación de la novela homónima de Charles Portis, he esperado expectante al momento de su estreno. Y por "expectante" me refiero a que no he seguido en absoluto el márketing que haya podido haber y que me he enterado de que estaba en el cine al ver los carteles en las paradas de autobús de camino al trabajo. ¡No puedo estar en todo!

Hércules y la manzana de oro

Hay episodios de Hércules: Sus viajes legendarios malos y los hay peores. Rebuscando mucho incluso hay alguno genuinamente bueno, aunque ahora mismo no recuerdo ninguno. Pero lo importante es que la mayoría son entretenidos y que amenizaron mis mañanas de verano en los noventa. Además, creo que cualquiera que creciese viendo las películas de Ray Harryhausen sabrá apreciar que Sam Raimi y su equipo llevaran el género de la aventura fantástica a la televisión.

En concreto, el episodio que comentaré hoy no tiene desperdicio. Se inspira en el juicio de Paris (no esta Paris, sino este Paris) y trae más pechugas que un cubo de Pollo Popcorn del Kentucky Fried Chicken. Además, da la casualidad de que me cuadra para este San Valentín.

¿Recordáis el tono homoerótico con el que comenzaba el episodio en el que Hércules conocía a Xena? Pues eso no es nada comparado con el comienzo de La manzana. Me temo que estamos alcanzando niveles peligrosos en la escala Maciste.

Primerita entrada

Bien, chavales, si habéis llegado hasta aquí y estáis leyendo esto más o menos sobre la fecha en que se ha publicado, es bastante probable que vengáis de ion litio, mi alma máter. Si es así, ya me conocéis y sabéis a qué ateneros. En otro caso, deberíais pinchar en el enlace anterior de inmediato, porque yo pienso ahorrarme las presentaciones. Soy así de rácano. Demandadme.

A los que aún sigáis conmigo os pido ayuda para hacer de este sitio un lugar que apetezca visitar y no un antro apestoso. Escribir nunca ha sido un problema, pero el diseño del blog es un misterio para mí y estoy a mil putas millas de desentrañarlo. A este respecto, se admiten recomendaciones, instrucciones y sugerencias de todo tipo. La belleza está en el interior, pero la mayoría no somos forenses.