Para mí hay dos series que fueron la cúspide de la animación infantil y juvenil de la década de 1990, y nadie, salvo que demuestre lo frágil que es mi memoria, podrá convencerme de lo contrario. Me refiero, como no podía ser de otra manera, a
Street Sharks y
Donkey Kong Country.
No, en realidad me refiero a
Batman: La serie animada y
Gárgolas. Y la segunda quizá no hubiera existido sin la primera.
Antes de que Bruce Timm, Paul Dini y sus poderosos aliados trajesen a Batman de vuelta a la televisión, la presencia del Murciélago en este medio había estado caracterizada por un marcado tono infantil y caricaturesco. No es que eso fuera necesariamente malo, pero no todos apreciábamos por igual momentos como el del
Bat-Spray Repelente de Tiburones. Es cierto que ya se había dado un paso muy grande en la representación audiovisual del Caballero Oscuro gracias a las películas de Tim Burton; pero, hasta que llegó
Batman: La serie animada, había facetas del personaje que eran completamente desconocidas para el público en la pequeña pantalla.
La serie, desarrollada para Warner Bros. por Bruce Timm y Eric Radomski, demostró que los dibujos animados de Batman podían ser disfrutables para los niños y apelar también a los intereses de los adultos, dotando a héroes y villanos de una profundidad que hasta entonces no se había visto en televisión. Y lo hizo además con estilo; de entre todas las series de animación del momento, esta sobresalía por su increíble diseño artístico, que supo combinar acertadamente el estilo arquitectónico
art déco y la ambientación propia del cine
noir, con sus coches de chasis tubulares y sus gángsteres con sombrero.
La serie, estrenada en 1992, continuó su exitoso recorrido en
Las aventuras de Batman y Robin y
Las nuevas aventuras de Batman, que, a pesar del cambio de título (e incluso de diseño en la tercera y última etapa), forman parte del mismo canon, por lo que, a todos los efectos, funcionan como diferentes temporadas de
Batman: La serie animada. Yo no voy a ser tiquismiquis, así que, de cara a este artículo, no distinguiré entre ellas.
Dicho esto, y como la semana pasada la serie cumplió veintisiete añazos (fecha redondísima para un aniversario), hoy me propongo compartir con vosotros mis diez episodios favoritos. Y espero que vosotros hagáis lo mismo cuando terminéis de leer esta entrada o al menos aprovechéis para hablar de vuestra experiencia viendo la serie.
De entre los 109 episodios que suman las tres etapas de la serie es difícil elegir solo diez, porque la calidad se mantuvo alta de principio a fin. De hecho, solo se me ocurre un episodio que pueda calificar de castaña pilonga, que es en el que unos críos derrotan al Pingüino mientras Batman plancha la oreja. Por eso, esta lista tiene truco y en algunos casos me he dado el gusto de referirme brevemente a uno o más episodios que podrían haber ocupado un puesto en la lista y que quizá mañana mismo lo ocupen. Esos jugadores de reserva son tan buenos o quizá más que los titulares, y los he escogido porque comparten una temática similar o algún otro vínculo con el episodio finalmente destacado. También he contado episodios en dos partes como si fueran uno. Vamos, que la lista de mis 10 episodios favoritos es en realidad la lista de mis veintitantos episodios favoritos. Pero eso no quedaba bien en el título.