28 de enero de 2020

The Witcher: Especies raras


En toda temporada tiene que haber un episodio que te guste menos que el resto. Con suerte, no será malo, solo peor que los demás, pero te entretendrá igualmente y te distraerá un rato de los problemas cotidianos, como esos trípodes marcianos que están arrasando tu ciudad con sus terribles rayos calóricos (te recomiendo que no mires por la ventana en este momento y continúes leyendo). Si no tienes suerte, el episodio no te gustará y punto. Y si tienes mala suerte, te provocará gonorrea.

El sexto episodio de la primera temporada de The Witcher no es aborrecible ni me provoca gonorrea, pero no alcanza el listón que la propia serie se ha marcado. Es lo más parecido a un episodio de Hércules: Sus viajes legendarios que hemos visto desde que empecé a recapitular la serie, en lo bueno y en lo malo. También podría pasar por una partida de Dungeons & Dragons que el máster hubiera improvisado sobre la marcha a modo de relleno entre campañas.

Y me da rabia que el episodio sea mediocre, porque el relato que adapta es bueno. No soy tan corto de entendederas como para pensar que se pueden hacer buenas adaptaciones sin cambiar nada, porque a medios diferentes, lenguajes diferentes. Es más, reconozco que en este mismo episodio hay cambios que hacen más digerible la trama original para su paso por televisión (por ejemplo, no incluir al rey Nedapaz y a su séquito ni al maestro zapatero Comecabras como parte de la expedición ayuda a simplificar una historia a la que no le faltan precisamente personajes). Sin embargo, también hay cambios que, si bien entiendo, encuentro difíciles de justificar, y cambios que no comprendo en absoluto y que hacen que mi cabeza dé vueltas como un diablo de Tasmania epiléptico.

A pesar de todo, el episodio no está exento de chispa y sigue gozando de ese encanto peculiar de la fantasía heroica más tradicional y repleta de clichés. Puntualmente incluso consigue emocionarme, pero de esto culpo a la excelente banda sonora de Giona Ostinelli y Sonya Belousova, que desde la semana pasada podéis escuchar en vuestros servicios de música en streaming favoritos hasta el hartazgo.

21 de enero de 2020

The Witcher: Deseos incontenibles


Eso logo es impúdico.

En la entrada anterior se me pasó comentar que el sitio web oficial de The Witcher ha publicado un mapa interactivo del Continente con una cronología de los sucesos de la primera temporada, para que sepamos en todo momento dónde y cuándo estamos. Incluso se remite más atrás en el tiempo para que conozcamos con cierto detalle la historia de este mundo fantástico lleno de seres extraños.

Esta herramienta oficial, y no mi conocimiento enciclopédico acerca del uso de la cochinilla como colorante para bollos, es lo que me ha permitido incluir los años en que transcurre cada trama en esta entrada y, de forma retrospectiva, en todas las anteriores. Aun así, sigue siendo difícil ubicar en el mapa algunos lugares por los que pasan los personajes. Y no es que no lo haya intentando durante casi cinco segundos.

En este episodio, Geralt y Yennefer chuscan, y Ciri toma una decisión equivocada.

14 de enero de 2020

The Witcher: De banquetes, bastardos y entierros


¡Episodio cuatro! La mitad ya de la temporada y esto aún no ha decaído. Gracias a todos los que leéis estas entradas semana a semana y, muy especialmente, a los que no sois unos vagos redomados y os tomáis unos minutos para comentar, incluido ese comentarista anónimo que cree que estas entradas son una chapa.

Si seguimos a este ritmo, calculo que llegaremos al último episodio justo antes de San Valentín o, a más tardar, en la segunda quincena de febrero. La segunda quincena de febrero del año 2026, quiero decir, justo a tiempo para presenciar el verdadero amanecer del planeta de los simios. Todo depende de los astros y de energías cósmicas que me inventaré sobre la marcha y a mi conveniencia.

El cuarto episodio de la serie, aparte de ser clave en el Gran Esquema de las Cosas™, me parece bastante bueno, quizá entre los ocho mejores de la temporada, aunque, como todos, tiene sus taritas.

La parte de Yennefer es breve, pero intensa, y aprovecha a tope el rodaje en exteriores; sin embargo, da la impresión de que se han saltado parte del arco de transformación del personaje y su evolución renquea. La parte de Geralt es una fiel adaptación del relato Cuestión de precio, y los pocos cambios introducidos por Schmidt y De Barra ayudan a que la historia encaje mejor en el conjunto de la temporada, aunque esta trama no se libra de algunos momentos vergonzosos. A Ciri por fin le pasan cosas, y eso está bien.

7 de enero de 2020

The Witcher: Luna traicionera


Bienvenidos una semana más al ciclo de The Witcher, donde desgrano cada episodio sin mesura ni sentido común.

Contra todo pronóstico, y pese al formato eyaculación precoz de Netflix, aún me encuentro a gente hablando de la serie en redes, así que, con suerte, esta entrada no os parecerá cosa del pasado y le prestaréis atención. Si no, no pasa nada. Yo me tomaré un descanso de tanto brujero y hablaré de alguna serie o película mucho más vieja y menos popular. Además, ya falta menos para San Valentín y todos sabéis lo que significa eso.

Volviendo a The Witcher, El tercer episodio de la temporada es mi favorito de los tres que llevamos. Tanto a nivel visual como de guion, me gusta cómo juega con intrigas palaciegas, terror y body horror, creando en su doble clímax un paralelismo inexistente en lo libros.

En este episodio, Yennefer pasa por el quirófano para triunfar como hechicera y ganar dinero a espuertas vendiendo sus derechos de imagen a marcas de perfume y cosméticos, mientras que Geralt se ve envuelto en otra misión secundaria que le obliga a afrontar dilemas morales a golpe de nudilleras. La trama de Ciri se apalanca en el sofá.