En toda temporada tiene que haber un episodio que te guste menos que el resto. Con suerte, no será malo, solo peor que los demás, pero te entretendrá igualmente y te distraerá un rato de los problemas cotidianos, como esos trípodes marcianos que están arrasando tu ciudad con sus terribles rayos calóricos (te recomiendo que no mires por la ventana en este momento y continúes leyendo). Si no tienes suerte, el episodio no te gustará y punto. Y si tienes mala suerte, te provocará gonorrea.
El sexto episodio de la primera temporada de The Witcher no es aborrecible ni me provoca gonorrea, pero no alcanza el listón que la propia serie se ha marcado. Es lo más parecido a un episodio de Hércules: Sus viajes legendarios que hemos visto desde que empecé a recapitular la serie, en lo bueno y en lo malo. También podría pasar por una partida de Dungeons & Dragons que el máster hubiera improvisado sobre la marcha a modo de relleno entre campañas.
Y me da rabia que el episodio sea mediocre, porque el relato que adapta es bueno. No soy tan corto de entendederas como para pensar que se pueden hacer buenas adaptaciones sin cambiar nada, porque a medios diferentes, lenguajes diferentes. Es más, reconozco que en este mismo episodio hay cambios que hacen más digerible la trama original para su paso por televisión (por ejemplo, no incluir al rey Nedapaz y a su séquito ni al maestro zapatero Comecabras como parte de la expedición ayuda a simplificar una historia a la que no le faltan precisamente personajes). Sin embargo, también hay cambios que, si bien entiendo, encuentro difíciles de justificar, y cambios que no comprendo en absoluto y que hacen que mi cabeza dé vueltas como un diablo de Tasmania epiléptico.
A pesar de todo, el episodio no está exento de chispa y sigue gozando de ese encanto peculiar de la fantasía heroica más tradicional y repleta de clichés. Puntualmente incluso consigue emocionarme, pero de esto culpo a la excelente banda sonora de Giona Ostinelli y Sonya Belousova, que desde la semana pasada podéis escuchar en vuestros servicios de música en streaming favoritos hasta el hartazgo.