El domingo pasado se estrenó la cuarta temporada de
Juego de Tronos con el episodio titulado
Dos espadas, que Canal+ emitió menos de 24 horas después subtitulado en castellano. Yo lo he visto cuando he podido, que ha sido más tarde de lo que me habría gustado.
Además, como quería seguir sorprendiéndome a medida que avanza la serie, durante estos últimos meses he evitado a toda costa ver cualquier tipo de avance de la nueva temporada. Para mitigar el mono, lo que sí hice antes fue terminar de leerme el segundo libro de la saga,
Choque de Reyes, y lo he hecho después de tenerlo tres años circulando entre la estantería, la mesita de noche, la mesa del salón y el cuarto de baño, donde finalmente lo terminé junto con el papel higiénico. Todavía no he empezado a leerme
Tormenta de espadas, pero es que los libros de George R. R. Martin son más pesados que una vaca en brazos. Yo les metía tijera hasta reducirlos al formato de la edición naranja de Barco de Vapor. Creo que el Caballero de la Cebolla sería el protagonista y a la vez el título perfecto para un cuento infantil.
El
final de la tercera temporada prometía llevar a la mayoría de jugadores de esa colosal partida de
Risk por nuevos derroteros. No voy a pormenorizar la situación de cada uno de los personajes de esta ópera fantástico-medieval, porque resumir mis propias recapitulaciones exige un grado de locura que aún no he alcanzado y, además, el episodio ya lo hace bastante bien repasando las muertes más importantes de la serie en sus dos primeros minutos. De todos modos, sentíos libres de pinchar en el enlace anterior. Para eso lo he puesto.