28 de junio de 2012

Juego de Tronos: Valar Morghulis

Yeeeehaw! ―exclamó el Tipo de la Brocha, sintiéndose por fin libre de las férreas ataduras de la televisión británica.

Ese, por si no lo habías deducido por vosotros mismos, ha sido mi grito de liberación narrado en tercera persona. Algo bastante penoso, la verdad. De hecho, creo que es la segunda vez que empiezo una entrada de esta forma, así que, para colmo de males, resulta que me repito. ¿Debería borrar este párrafo y el anterior y comenzar desde cero?

No hace falta que respondáis. Seguro que acabaré eliminándolos igualmente el día que revise esta entrada al azar y vea que empieza con una estúpida onomatopeya. Entonces me llevaré las manos a la cabeza y me preguntaré a mí mismo en qué narices estaría pensando. En fin...

Último episodio de la segunda temporada, el décimo tras el espectacular Aguasnegras. ¿Opinión breve y concisa, o todo lo concisa que puede ser dentro de los límites de mi habitual verborrea? Entretenido, sorprendente y, por momentos, incluso emotivo; y si bien es cierto que necesitaría tragarme todos los episodios de esta temporada de nuevo para asegurarlo, cosa que no pienso hacer hasta que salgan en DVD, probablemente este Valar Morghulis se sitúe entre mis preferidos.

La única pega seria que se me ocurre es que tenía muy poco de season finale. Salvo por la aparición insospechada del ejército de "romerozombis", podría haber sido un episodio cualquiera. Considerando, por ejemplo, cómo terminó Aguasnegras, la parte de la historia que se desarrolla en Desembarco del Rey podría haberse reservado para el primer episodio de la tercera temporada; de este modo, los espectadores que, al igual que yo, no se hayan leído los libros no sabrían qué suerte había corrido Tyrion hasta dentro de un año. Y teniendo en cuenta que el enano encabeza la lista de personajes favoritos de la mayoría de seguidores de la serie (no la mía), hubiera sido un cliffhanger de los que joden un montón, pero aseguran buenos índices de audiencia.

Por otro lado, ya hay que ser tonto para pensar que alguien se puede morir por un pequeño corte en la cara. Deberíais ver la escabechina que me hice yo en la barbilla el jueves pasado al afeitarme. ¡Medio rollo de papel higiénico tuve que pegarme para cortar la hemorragia! Aquello sí que fue como para ir a urgencias y no lo de Tyrion.

Y ahora, ¿por dónde empiezo?

25 de junio de 2012

'Ready Player One', de Ernest Cline

Texas, la cuna de la literatura occidental. Afincado en este gran estado americano, Ernest Cline, oriundo de Ohio y amante de lo geek, debutó en el ruedo literario con Ready Player One, una novela de ciencia ficción y aventuras tan prometedora, con tanto potencial para hacer dinero, que, antes siquiera de su publicación, el señor Cline ya había conseguido vender los derechos de la adaptación cinematográfica a la Warner Bros. Tonto no puede ser, vamos.

Servidor, afincado en un país rescatado, se enteró de la existencia de este libro gracias a Jeral, uno de los comentaristas habituales del blog, que no dudó en aprovechar los comentarios de mi reciente crítica de Men in Black 3 para pedirme por favor que me leyera este libro.

La primera pregunta que me suscitó su mensaje fue: ¿Para qué puñetas tendré puesto un apartado de contacto en el blog? Para nada, claro. Si os apetece explicarme las fases de la mitosis celular, lo lógico es utilizar el formulario de comentarios de un artículo al azar. ¿No podíais al menos aprovechar para hacer estas sugerencias en las entradas que se quedaron sin comentarios después de que desinstalase IntenseDebate? Así al menos todos saldríamos ganando.

A pesar del off-topic, me compré el libro al día siguiente de haber leído la recomendación. Así de rápido, como un chasquido.

Ahora bien, aunque confío en el buen juicio de cualquier lector del blog que utilice un dibujo de Frank Frazetta como avatar, no soy imbécil. Antes de comprar Ready Player One y engrosar mi colección de novelas que dan vergüenza ajena, me puse al tanto de su argumento y me leía al menos una docena de reseñas. Quería estar tan seguro como fuera humanamente posible de que no iba a comprarme una castaña pilonga, y, tras las oportunas reflexiones, calculé que las posibilidades de que acabase utilizando el libro como combustible en la próxima barbacoa a la que me invitasen eran casi nulas.

¿Y qué tiene de particular este libro para que me recomienden a mí su lectura, cuando todos sabéis que podría estar invirtiendo mi tiempo en encontrar un remedio para la calvicie o descubriendo vida en otros planetas? Enseguida lo sabremos.

21 de junio de 2012

Juego de Tronos: Aguasnegras

¡Esto se acaba, amigos! Un episodio más y podré decir "hasta la vista" (o "sayonara, baby", que queda más chulo) a esta larga serie de artículos que empecé a escribir a finales de abril, cuando aún no sufríamos este calor infernal y yo no perdía dinero a diario apostando en la Eurocopa.

Puede que dos meses no sean tanto tiempo como para protestar por los mismos motivos otra vez; pero tenéis que poneros en mi situación: es como si comiera cada semana en el mismo restaurante, pidiera siempre el mismo plato, y unas veces estuviera para chuparse los dedos, otras veces me dejase indiferente y otras me obligase a preguntarme si el cocinero no habrá confundido la pimienta con el matarratas.

Por suerte, se acerca el momento de cambiar de aires y retomar un ritmo de publicación que no me obligue a estar pensando en frases chisposas un jueves a la una y media de la madrugada. De hecho, si sois de los primeros en leer el artículo, os advierto que aún estoy revisándolo, así que es probable que encontréis algunas erratas y entre un 30% y un 40% menos de chistes.

Reconozco, no obstante, que la culpa es mía y de nadie más por haber llevado mi decisión de comentar toda la segunda temporada de Juego de Tronos hasta sus últimas consecuencias. Fui poco previsor y ni siquiera se me pasó por la cabeza que mis monos amaestrados pudieran declararse en huelga antes de terminar su trabajo. Jamás debería haberles reducido la ración de bananas.

Y ahora que ya he conseguido escribir suficientes líneas como para rebasar el póster promocional, creo que ha llegado el momento de hablar de Aguasnegras.

18 de junio de 2012

Superman: La caída de Camelot

Puede que penséis que no me pega escribir una reseña de un volumen recopilatorio de Superman de publicación tan reciente. Probablemente algún número de la Edad de Oro de esos en los que Superman utiliza su súper fuerza para imprimir pancartas anticomunistas, o Lois Lane abandona su carrera de periodista para liderar una manada de leopardos, se ajustaría más la tónica de mis reseñas que La caída de Camelot.

Sin embargo, el hecho de haber tenido este tomo tirado encima de la mesa dos semanas, sirviendo de reposapiés, pisapapeles y tema estúpido de conversación para las visitas, ha acabado por metérmelo en la cabeza hasta el punto de tener que escribir algo sobre él para poder olvidarlo.

Quizá debería haberme limitado a guardarlo en la estantería, pero estoy muy ocupado y he bebido demasiados cosmopolitan de melón como para preocuparme por un cómic acumulando polvo sobre la mesa. Además, que el cosmopolitan de melón comparta el color de la kryptonita no puede ser casualidad; debe de tratarse de una señal de alguna deidad oscura de nombre impronunciable para que escriba todo esto. ¿Quién sabe?, quizá con ello esté evitando un cataclismo de dimensiones bíblicas. Y confieso que también quería poner mi granito de arena para que cuando uno escriba "Superman caída de" en Google, la siguiente palabra que sugiera el buscador no sea "caballo".

14 de junio de 2012

Juego de Tronos: El príncipe de Invernalia

He estado a un pelo de no escribir sobre este episodio. ¡A un pelo! Uno de esos muy finos de los que hay que fortalecer con champú HP neutro.

Sabía que antes o después me pasaría algo así, y si no llega a sucederme tan cerca del final, probablemente no me seguiría esforzando en terminar esta serie de artículos tan poco agradecidos que, eso sí, atraen montones de visitas de pervertidos buscando fotos de Emilia Clarke desnuda. Por supuesto, ya os adelanto que es más que probable que no haga lo mismo con la tercera temporada. Quiero volver a hablar de tonterías con total libertad y darle variedad al blog, no atiborrar la página de grandes sagas de reseñas de Juego de Tronos.

Además, y para ser honestos, necesito recuperar fuelle. Esto de escribir dos artículos semanales está acabando conmigo. Aquí todo parecen risas y buen rollo, pero, entre bambalinas, soy un tío que curra una barbaridad horas a la semana y que apenas se tiene en pie cuando llega el viernes. Es como llevar una doble vida. Durante el día, trabajo en una oficina, y por la noche... sigo currando o saco tiempo de donde no lo hay para escribir 700 palabras sobre una viñeta en la que el Capitán América cabalga sobre Iron Man. Y sin duda, me hago mayor, porque ya no aguanto tan bien el tipo durmiendo menos de cinco horas diarias.

Pero ya está bien de daros la chapa. Supongo que alguno de vosotros aún querrá que hable de Juego de Tronos. ¿Mucho suponer quizás?

11 de junio de 2012

Barbarian: The Ultimate Warrior

Si dos estantes repletos de libros y cómics de Conan, tropecientos muñecos de los Masters del Universo, y una docena de películas de fantasía heroica protagonizadas por consumidores asiduos de anabolizantes no son señal suficiente de mi pasión por el género de espada y brujería, imagino que hablar sobre un juego de lucha de hace más de veinticinco años en el que manejamos a un bárbaro musculoso en taparrabos con una destreza mortal con la espada ancha despejará cualquier duda que pudieráis tener. Además, es lo que me proponía hacer igualmente.

En 1987, la compañía inglesa Palace Software, desarrolladora del popular Cauldron y su secuela, programó y distribuyó en Europa el videojuego de lucha Barbarian: The Ultimate Warrior para Commodore 64. Poco después, el título también pasó por las principales "computadoras personales" de 8 y 16 bits, entre ellas Amstrad, Atari y Spectrum.

Dicho esto, o bien el párrafo anterior te ha sonado a arameo, o bien peinas canas y me has seguido perfectamente, en cuyo caso es posible que te hayas sentido envejecer con la misma celeridad que Walter Donovan al final de Indiana Jones y la última Cruzada.

Pero nada de lo anterior importa, porque esta entrada en realidad solo es una excusa para hablar de Maria Whittaker y sus inseparables compañeras. Quizá convenga aclarar que cuando he mencionado mi pasión por los bárbaros, estaba utilizando el masculino genérico.

7 de junio de 2012

Juego de Tronos: Un hombre sin honor

A pesar de la evidente mejoría que supusieron El fantasma de Harrenhal y Los dioses antiguos y nuevos respecto de episodios anteriores, voy a poner la vista en el presente y decir que Un hombre sin honor ha sido mi episodio favorito hasta la fecha.

De hecho, estoy pensando que debería dejar de escribir ahora mismo y reducir mi opinión a esa afirmación gratuita; así tendría tiempo de repasar mi colección de monedas del Tercer Reich y leer Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática antes de irme a la cama.

Por otro lado, aún estoy riéndome por dentro por la pregunta de si hay ovejas en el Muro, y estar de buen humor me ayuda a escribir, así que aprovecharé que estoy inspirado para apañar una entrada. ¿Qué iba a hacer si no?, ¿componer sonetos? ¡Ja!

Para variar, en esta ocasión iré dando brincos por el mapa de Poniente e intentaré cubrir la totalidad del episodio. Creo que  merece la pena y es tarde para pediros vuestra opinión.

4 de junio de 2012

Men in Black 3 (2012)

¿Queréis sentiros viejos? Ya han pasado 10 años desde que se estrenó Men in Black 2. ¡Diez años! Aún me cuesta pensar que hace diez años no estábamos en los noventa, sino en los... ¿00? Igual que la cerveza sin alcoholm no acaba de sonar bien. Del año de estreno de la primera de Men in Black casi mejor ni hablamos; puede que algunos de vosotros ni siquiera hubierais abandonado el útero materno.

Se dice que la producción de Men in Black 3 ha sido muy accidentada, y desde luego no parece ni la mitad de cara que los 250 millones de dólares (375 con el marketing) que ha costado. Comenzar a rodar sin un guión cerrado no suele dar buenos resultados y no me extraña que el presupuesto se les fuera de las manos. Parones en el rodaje, reescrituras del guión sobre la marcha, estrellas descontentas, un director reticente... ¿Qué cabe esperar de una película que empieza con tan mal pie?

Pues, por suerte para la productora, un producto notable para pasar el rato en estas calurosas noches que anuncian la inminente entrada del verano. Eso sí, no recuerdo una sesión de cine que me dejase las posaderas tan molidas. No bromeo. Me levanté de la butaca como si en lugar de dos horas, hubiera estado sentado un día entero. Sé que necesitabais saberlo.