Mad Max: Salvajes de autopista es una de las películas post-apocalípticas más soporíferas que he visto en mi vida, más incluso que Odisea en el tiempo, que ostenta el dudoso honor de haberme mantenido 91 minutos en coma sin necesidad de sedantes. Mad Max II: El guerrero de la carretera es un filme superior al anterior por su estilo visual único, de indudable influencia en la cultura macarrilla de los años ochenta, y aunque su ritmo es lento, me parece hasta soportable, quizá porque los parajes desérticos resaltan su aspecto de spaghetti western y este es un subgénero que me encanta. Por último, Mad Max, más allá de la Cúpula del Trueno sumó al reparto a una Tina Turner on fire cantando We Dont' Need Another Hero con unas pintas de lo más extravagantes, lo que supongo que suma algún punto.
Por lo tanto, pese a todas las virtudes que le atribuyen sus fans (y con razón, ojo), podría decirse que la trilogía de Mad Max no se cuenta entre mis trilogías cinematográficas favoritas, sino más bien en el grupo de denostadas, y suspiro con pesar cada vez que veo la edición libro sobresaliendo de mi estantería como un quiste.
En la película original, dirigida y escrita por George Miller con el tono propio de la serie B y protagonizada por un yogurín Mel Gibson, Australia es un continente post-apocalíptico en el que escasean las fuentes de energía, no hay rastro de canguros ni de Cocodrilo Dundee, y reina el caos. Bandas de moteros chalados con un retorcido sentido del humor aterrorizan a la poca gente de bien que queda, y un pequeño cuerpo de policía representa la última esperanza de traer el orden y la justicia a este mundo descalabrado. Max Rockatansky es uno de esos policías y cuando su mujer e hijo se convierten en moldes para ruedas de neumáticos, una única meta se graba a fuego en su cabeza: vengar a su familia. Y después de vengarla, va el tío y protagoniza dos secuelas, porque Max tenía tirón. Y, según parece, aún lo tiene, o los estudios nunca hubieran dejado regresar a George Miller para dirigir, escribir y producir una cuarta parte, a la vez secuela, reboot, remake y no sé yo si spin-off.
La versión resumida de mi crítica es que la película me ha flipado, pero como no sé si se sigue diciendo "flipar", entraré al detalle para trasladaros mis impresiones todo lo fidedignamente que pueda y sin destriparos nada.