El viernes pasado, Netflix estrenó la primera parte de uno de sus animes "originales" más esperados de 2019. Esperado a la par que temido. O al menos temido por un reducido grupo del público adulto que vive con la constante aprensión a que la adaptación de alguna de las series favoritas de su niñez estropee retroactivamente su infancia.
Os diré qué estropeó mi infancia: las inyecciones que venía a ponerme el practicante y los supositorios.
Saint Seiya: Los Caballeros del Zodíaco es una coproducción estadounidense-japonesa que adapta a la televisión el manga más popular de Kiyoko Arai: Pastel Yumi, the Magic Idol (Sandy, en España), que trata sobre una niña que encuentra una varita mágica con la que puede hacer realidad todo lo que dibuja.
¿No os cuadra? Pues entonces es que el tebeo en cuestión es Saint Seiya, de Masami Kurumada.
La serie de Netflix, coproducida con Toei Animation y Electric Shadow Films, es básicamente una versión condensada de la obra del famoso mangaka, pero concebida para el público americano. Y cuando digo condensada más bien debería decir espachurrada. Esta suerte de reboot resume en seis episodios los dos primeros arcos de la saga del Santuario: el Torneo Galáctico y los Caballeros Negros, que en el manga abarcan la friolera de cinco tomos y a los que incluso el anime de 1986, compartiendo formato, dedicaba quince episodios, ¡el triple que la serie de Netflix! Viéndolo por el lado bueno, puede decirse que esta nueva adaptación va al grano y los episodios se pasan volando, aunque a menudo avanza tan rápido que rompe la barreras del sonido y del sentido común.
Lo que no podemos perder de vista, sobre todo si sois de mi quinta, es que esta serie no está pensada para los señores que flipábamos en colores con el anime original cuando se emitía en TVE y Telecinco a principios de la década de 1990, sino para un público nuevo, sin canas, para chavales que no han visto Los Caballeros del Zodíaco y quizá ni siquiera la conozcan, y que, por tanto, carecen de prejuicios engendrados por la nostalgia.
Con esto quiero decir que mi opinión no vale un pimiento. Preguntadle a alguien que tenga entre trece y dieciséis años, porque es a quien tiene que gustarle.
Habiendo dejado eso claro, en esta entrada repasaré las diferencias que más me han llamado la atención respecto del manga de Kurumada, con alguna mención también la vieja serie de animación de 1986. No obstante, como esta serie adaptó con bastante fidelidad las historietas, utilizaré capturas de pantalla de la edición en DVD de Selecta Visión para ilustrar el texto.
No encontraréis todas las diferencias que hay, pero sí las suficientes para manteneros distraídos un rato mientras yo estoy de vacaciones.