En la entrada anterior...
Decidida a descubrir si la Horda del Terror era un ejército de ayuda humanitaria o un grupo de villanos monstruosos sin sentido del ridículo, Adora se embarcó en un viaje por Etheria y comprobó con sus propios ojos que Hordak (el vampiro albino con un murciélago rojo por emblema) era un gobernante déspota y cruel y que el pueblo vivía en condiciones inhumanas y dominado por el miedo a que la comicidad del vasto archivo de efectos sonoros de Filmation le quite dramatismo a su sufrimiento.
Adora se sobrepuso a este desengaño y se enfrentó a Hordak sin el menor atisbo de un plan rondándole la cabeza. Aprovechándose de su candidez, Shadow Weaver la hechizó de nuevo para garantizar su lealtad durante al menos otros diez minutos y le arrebató la espada mágica que He-Man le había entregado.
¿Romperá Adora el encantamiento antes de hacer algo de lo que pueda arrepentirse, como, por ejemplo, empezar a llevar pantalones? ¿Desentrañará Shadow Weaver el secreto de la espada y la utilizará para cosificarse a sí misma?
Sí y no. Y ahora que he respondido a estas preguntas, si leéis el resto de esta entrada, es porque queréis.