22 de noviembre de 2023

Dragonlance, la Era de los Mortales: reseñas y orden de lectura recomendado

Con esta entrada, termina mi repaso de las novelas más importantes de la saga Dragonlance: desde la etapa clásica hasta la Era de los Mortales, pasando por la Quinta Era. No ha sido un camino de rosas (los libros de Jean Rabe casi acaban conmigo), pero al menos me he quitado una espinita que tenía clavada desde el Cretácico inferior, cuando los dinosaurios aún dominaban la Tierra y yo no tenía carné de conducir.

Al igual que en las entradas precedentes, esta última remesa de reseñas está organizada siguiendo mi orden de lectura recomendado. Este orden debería serle útil a cualquiera que desee adentrarse en esta saga o, como fue mi caso, regresar a ella por culpa de un estúpido arrebato de nostalgia. Ahora bien, nadie os va a mirar mal si os saltáis algunas de las novelas de la lista. Si queréis ceñiros a lo que realmente merece la pena, y teniendo también en cuenta las novelas enumeradas en las entradas anteriores, podéis obviar la segunda parte de La forja de un Túnica Negra (e incluso la primera parte, pero si os gusta Raistlin, leedla de todas formas), La segunda generación, los volúmenes dos y tres de la Quinta Era, la trilogía de Dhamon, y la trilogía de Linsha.

En cambio, si después de llegar hasta donde he llegado yo, aún tenéis ganas de más, aparte de picotear entre los tropecientos títulos restantes de la colección, quizá os interese saber que en 2022 empezó a publicarse la trilogía Destinos, coescrita por Margaret Weis y Tracy Hickman. Yo reconozco que me he quedado con cierta sensación de vacío después de terminar el viaje que me había marcado, y sé que, antes o después, volveré a visitar el mundo de Krynn, sea a través de esa trilogía o de otros títulos. Y si no, lo más probable es que acabe leyendo el Ciclo de la Puerta de la Muerte.

Hasta entonces, os dejo con mis reseñas de la llamada Era de los Mortales.

31 de octubre de 2023

Rom #38: ¡Que sufran los niños!

Cuando era un crío sin mayores preocupaciones que no perderme los dibujos animados que pasaban por la tele, Spiderman y Superman eran mis superhéroes favoritos. A pesar de que mi poder adquisitivo dependía principalmente de la generosidad de mis padres y abuelos, entre grapas y recopilatorios, llegué a hacerme con una cantidad de tebeos de ambos personajes considerable. O al menos eso pensaba yo, porque, en realidad, toda mi colección no daría hoy ni para rellenar medio ómnibus de Panini o Ecc.

La mayoría de los cómics que tenía eran números sueltos, en los que las historias estaban ya empezadas o se quedaban a medias. En el caso del Spiderman de Forum y del Superman de Ediciones Zinco, no creo que nunca llegase a tener más de tres o cuatro números seguidos (a no ser que formasen parte de un tomo recopilatorio), pero recuerdo que, cada vez que encontraba un tebeo que encajaba en la colección, me hacía muchísima ilusión. Incluso me sentía orgulloso de haber alcanzado ese logro. Dicen que aquel que es demasiado pequeño tiene un orgullo grande, y yo era un niño que apenas levantaba cuatro palmos del suelo, así que estaba tremendamente orgulloso. Era la misma clase de orgullo que uno puede sentir a esa edad cuando mete un gol jugando al fútbol en el patio del colegio (o eso supongo, a mí nunca me gustó el fútbol y, cuando jugaba, siempre me ponían de portero) o resuelve un problema de matemáticas antes que el resto de la clase (o eso supongo, a mí nunca se me han dado bien los números). 

Sin embargo, había otro superhéroe que me gustaba casi tanto como Spiderman y Superman, y al que me resultaba imposible seguir la pista. Me refiero a Rom, de profesión caballero del espacio.

12 de septiembre de 2023

'Star Trek': las películas de la tripulación original


Me gusta Star Trek. No tengo ninguna réplica del USS Enterprise a escala 1:1000 para demostrarlo, pero nadie va por ahí diciendo que le gusta Star Trek por postureo. O al menos eso espero. Además, probablemente la mejor prueba de mi afición por esta franquicia es que, en los albores del blog, allá por el Paleolítico, escribí varias entradas sobre ella, incluyendo algunas recapitulaciones de episodios de la serie original: el de la pelea con el gorn, el de Spock descerebrado y controlado por un mando a distancia, y aquel otro en el que salía Yvonne Craig pintada de verde. No fueron muchas entradas, pero los lectores tampoco demostraron tener especial interés por el tema. Star Trek, a diferencia de Star Wars, nunca ha tenido muchos fans, al menos no en España. Incluso ahora que goza de buena salud sigue siendo una franquicia de nicho.

Sea como fuere, llevaba ya algún tiempo con ganas de volver a escribir sobre Star Trek, y después de ver la última temporada de Picard y las dos primeras temporadas de Nuevos y extraños mundos, me dio un arrebato nostálgico (eso me pasa por dejar la medicación) y decidí hincarle el diente a las seis películas de la tripulación original.

Esta entrada contiene una recopilación revisada (¡ahora quizá más con erratas!) de las reseñas que publiqué en Letterboxd a medida que iba viendo estas películas. Aparte de mi opinión, que os puede traer sin cuidado, también encontraréis algunas anécdotas e información interesante sobre la producción de cada una de estas películas. Así no podréis decirme que no habéis aprendido nada nuevo. Y si después de leer esta entrada queréis seguir profundizando en el tema, os recomiendo dos libros: Star Trek: Las películas, de William Shatner y Chris Kreski, y Star Trek: Soy Spock, de Leonard Nimoy. Ambos elevarán el caché de vuestras estanterías.