30 de diciembre de 2013

'Los campanilleros', de Manolo Escobar

¿Era Manolo Escobar uno de los mayores artistas que nos ha dado España? La respuesta es un rotundo sí. Por eso, el pasado 24 de octubre, muchos hicimos una pequeña pausa en nuestras ajetreadas agendas para lamentar que tan grande artista pasara a mejor vida. Algunos dicen que ahora el Cielo es un lugar mejor porque allí pueden escuchar su voz; pero como no les faltan buenas voces allí arriba, desde Frank Sinatra a Freddy Mercury, yo prefiero pensar que Manolo se ha reencarnado en un magnífico gallo andaluz negro que cada mañana despierta a algún pueblo de Almería con su quiquiriquí. El hinduismo tiene su punto.

Ahora, en esta época del año en la que el consumo eléctrico se dispara y las cuentas bancarias adelgazan tanto como nosotros engordamos a base de turrón, es mejor momento que nunca para escuchar villancicos, y si os gusta el cancionero popular español, no lo hay más popular ni más español que el de Manolo Escobar. Yo escucharía sus villancicos incluso en plena canícula de agosto, pero entiendo que mis costumbres no son normales.

Dicho esto, y aunque os animo a comprar alguno de los numerosos recopilatorios de villancicos de Manolo Escobar en eBay o Amazon, donde os saldrán más o menos baratos, esta no va a ser una de esas escasísimas entradas en las que inserto una sucesión de vídeos de YouTube que luego se retiran de la famosa plataforma web por cuestiones de copyright y dejan mis textos desangelados. No, señor. Esta vez me voy a centrar en una sola canción: Los campanilleros.

26 de diciembre de 2013

Power Rangers: Operación Santa Claus

En lo que se refiere a cambiar el título de películas o episodios de televisión para distribuirlos en otros países, siempre he sido partidario de ser fiel al original. Descalabros como La semilla del Diablo provocan que me rechinen los dientes.

En España, el episodio 128 de Power Rangers, titulado originalmente I'm Dreaming of a White Ranger a modo de guiño a la canción navideña que popularizó Bing Crosby en los años cuarenta, se tradujo literalmente como Sueño con un Ranger Blanco. Admitid ahora que si llego a usar ese título para esta entrada, no hubierais estado igual de dispuestos a leerla. En cambio, el título latino rompe el molde con su fantástico Operación Santa Claus. ¿No estáis deseando saber cómo vuestros héroes multicolores favoritos salvan la Navidad? Yo sí, desde luego.

Quizá haber pasado de recapitular el primer episodio de la serie al 128º os parezca un salto un poco bestia, pero no lo es, porque todos los episodios de Power Rangers, ya sean Zeo, TurboMegaforce o Cachiflú, son exactamente iguales desde 1993. Power Rangers no es una serie famosa por sus argumentos intrincados y personajes de psicología compleja y comportamiento verosímil, sino por su tema cañero, sus uniforme arcoíris, sus inofensivos golpes de kung-fu y sus robots gigantes de cartón.

23 de diciembre de 2013

El tió de Nadal

A todos los que no seáis españoles, la siguiente costumbre os sonará extraña. Es más, a mí me suena extraña de cojones y soy tan español como los toros y las sevillanas. O eso dicen mis apellidos: Schultheiss Müller. Dicho sea de paso, lo cierto es que me hacen muy poca gracia los toros desde que mi abuelo los puso una Navidad en la tele cuando estaban echando E.T. el extraterrestre, ni sé bailar sevillanas. Pero, ojo, que me gusta mucho la paella. Sin marisco. Sólo quería resaltar que la siguiente costumbre nació en Cataluña, y Cataluña es tan diferente del resto de España en algunos aspectos que, para mí, es como si fuera Turkmenistán. Igual que el País Vasco con su Olentzero, o Cádiz con el arrastre de latas de Algeciras. Tampoco entiendo que comamos uvas cuando suenan las campanadas en Nochevieja. Este país tiene unas fiestas de locos.

En fin, lo importante es que Cataluña es una comunidad rica en tradiciones, algunas de ellas, como la que hoy nos trae aquí, relacionadas con el noble arte de cagar. No sé a cuento de qué viene su fijación anal, pero, ¿quién no ha pasado por esa fase en su vida? Yo no la superé hasta los veintinueve años.

El tió de Nadal es una costumbre navideña basada en la creencia popular de un tronco mágico que caga dulces y juguetes. Creo que lo he resumido bastante bien, pero supongo que podemos entrar un poco más en detalle en el tema.

19 de diciembre de 2013

Batman: Un peligro navideño

Si algo consigue que Charles Dickens se levante de su tumba de la Abadía de Westminster, no será un ritual sacado del Necronomicón ni una máquina inventada por científicos soviéticos en los años cuarenta. Ni mucho menos, porque será este cómic de Batman de 1945 inspirado en Cuento de Navidad. Y si no consigue que Mr. Dickens se levante, al menos provocará que los pocos restos que queden del escritor inglés se remuevan en su tumba. O se agiten ligeramente.

Batman es uno de los pocos héroes del plantel de DC que tanto escritores, como lectores pueden tomarse en serio. No viene de otro planeta, no es un semidios, ni tampoco obtuvo superpoderes a raíz de un experimento fallido. Lo poco de guasa que tiene Batman es que le hayan interpretado Michael Keaton, Val Kilmer y George Clooney. ¿Y nos quejamos de Ben Affleck? ¡Venga ya!

Sin embargo, Batman no siempre ha sido un personaje complejo y hecho a sí mismo, como pueden creer erróneamente quienes sólo lo conozcan por los cómics publicados en los últimos cuarenta años o la reciente trilogía cinematográfica de Chritopher Nolan. Antes de los años setenta, Batman fue Adam West, y antes de ser Adam West, fue un fantoche disfrazado que limpiaba las calles de Gotham de gánsteres fácilmente impresionables, cerebros en salmuera y gorilas-bomba con la ayuda de un niño en paños menores y un ahora olvidado Bat-sabueso.

El cómic que vamos a repasar hoy es una buena muestra de cuánto ha evolucionado Batman desde que Bob Kane lo crease allá por 1939. También lo es de que a mediados de los años cuarenta, no debía de ser especialmente complicado conseguir una bolsa de marihuana.

18 de diciembre de 2013

Navidad 2013


Ah, Navidad... Cuánto la disfrutaría si no tuviera que ir a trabajar y pudiera quedarme en casa sentado en el sofá todo el día, con una taza de chocolate caliente en las manos y una manta cubriéndome las piernas, viendo películas de Disney y de Chevy Chase y haciendo maratones de episodios navideños de series ñoñas de televisión... Sí, esa es la vida que quiero para mí. Solo tenéis que añadirle una joven Mamá Noel de busto generoso trayéndome ese delicioso chocolate caliente y, tal vez, unas pastitas, y seré un hombre feliz.

Pero podría ser mucho peor. Podrían ser las Navidades de las que hablaba Phoebe Cates en Gremlins, esas en las que encontraron a su padre disfrazado de Santa Claus en la chimenea, desnucado y hediendo a putrefacción. Incluso podría hacer más frío.

Aparte de desearos unas felices fiestas, y como viene siendo habitual, quería recordaros que a partir de mañana comienza el especial navideño de El Tipo de la Brocha. Espero que disfrutéis leyendo las entradas que he preparado (y que aún estoy preparando) tanto como yo he disfrutado yendo al baño hace unos minutos. La sinceridad, como veis, es mi perdición.

16 de diciembre de 2013

El hobbit: La desolación de Smaug (2013)


¿Recordáis la conclusión de mi crítica de Un viaje inesperado? ¿No? ¡Si solo ha pasado un año! Qué cabeza de chorlito la vuestra. Pues bien, ya hemos visto al dragón, y es, con diferencia, el mejor dragón que ha pasado por el celuloide: enorme, orgulloso, fiero... Ya sabéis: "mis dientes son espadas, mis garras lanzas ¡y mis alas un huracán!". Y lo que es más importante, es un magnífico conversador, con una voz grave e imponente, que infunde temor y respeto incluso en el doblaje español, aunque me temo que las cuerdas vocales de Iván Muelas no están a la altura de las de Benedict Cumbertbatch (¿qué le vamos a hacer?, murió Constantino Romero). Smaug es a la segunda parte de El hobbit lo que Gollum a la primera. ¿Estamos todos contentos? No lo sé.

La desolación de Smaug es una buena película de acción fantástica, más grande y espectacular que su predecesora, con un protagonista que sigue siendo carismático aunque lo perdamos de vista por momentos (y no me refiero solo a cuando se pone el anillo) y con escenarios apabullantes e increíblemente elaborados que recuerdan a lo mejor de otras cintas del género de fantasía, como Cristal Oscuro Legend.

No obstante, la película repite los defectos de la primera parte, aunque se noten menos, y también arroja sus propias nuevas sombras sobre la obra original. Me refiero en particular a una sombra de nariz respingona a juego con unas orejas puntiagudas llegada de los mundos perdidos de Abrams y Lindelof.

9 de diciembre de 2013

Tortugas Ninja: Turtles in Time


Todo lo que triunfaron las tabas y los dados en la Edad Media (fuente de información por determinar) lo hicieron en los años noventa las tortugas ninja. Incluso aquí en España, donde ni por asomo nos llega todo lo que se produce en los Estados Unidos, se vendió mucho más que los muñecos de Bandai; tuvimos peluches, libros de pegatinas, cómics, juegos de tablero, sábanas, cámaras de fotos... ¡La lista es interminable, monada!

Ese pico de popularidad probablemente no volverá a repetirse, pero lo cierto es que desde que terminó la primera serie de televisión, que fue el detonante de la fama de las tortugas ninja tras la relativa oscuridad en la que estaban los cómics pulp originales, nuestros quelonios favoritos han protagonizado otras dos series más y aún siguen vendiendo juguetes. ¿Habéis visto su nueva alcantarilla secreta? Mide un metro de altura y es alucinante, creedme.

Hoy, sin embargo, no vengo a hablar del presente de las tortugas, sino que me voy a retrotraer a su periodo de esplendor, en concreto al año 1992, cuando salió el mejor videojuego de las tortugas ninja que habrá jamás: Turtles in Time de Super Nintendo, una adaptación más que fiel del Arcade del mismo título.

2 de diciembre de 2013

Legend (1985)

El fin de semana pasado, estando solo en casa, sintiéndome algo nostálgico y a falta de un buen cómic que echarme a la vista (recién había terminado de releer El Hombre Radiactivo: La amenaza de lava líquida de Magmo el Hombre Lava), compré Legend y la vi por primera vez. Hasta ese momento lo único que sabía de esta película se resume en muy pocas líneas: la dirigió Ridley Scott después de hacerse un nombre en el género de la ciencia ficción con Alien y Blade Runner, se arreó un guantazo en taquilla antes de convertirse en una película de culto, la protagonizaba un jovencísimo Tom Cruise, y Tim Curry interpretaba a un demonio rojo que me sonaba de un gag de Padre de familia. Por no saber, no sabía ni de qué leches iba.

Pero, claro, uno no puede haber disfrutado de Cristal Oscuro, La Historia Interminable, Dentro del Laberinto, La princesa prometida y Willow, y pretender sin más decir que conoce el cine fantástico de la década en la que nació. Legend era la pieza que me faltaba para completar el hexágono del cine fantástico de los años ochenta, así que, aprovechando que la edición en Blu-ray estaba rebajada un 30%, la eché al carro.

Ahora puedo imaginar que esta cinta, pese a sus muchos defectos, me hubiera fascinado si la hubiese visto cuando aún no levantaba seis palmos del suelo y compraba tiritas del pato Donald en la parafarmacia en lugar de cuchillas desechables.