El crítico dice: formidable. Debería estar en un museo.
El dependiente del videoclub dice: te gustará si te gustó Mad Max: Fury Road. Aunque en muchos aspectos sean películas diferentes, ambas se complementan a la perfección, y forman la pareja ideal para una sesión doble de cine de alto octanaje (siempre que dispongas de un interludio para hacer pis o al menos tengas un bote a mano).
Si quieres ver acción en la carretera como solo la habías visto una vez antes, la verás y, oh, sí, la
oirás. Si quieres recibir una lección magistral sobre cómo enriquecer un mundo de ficción preestablecido para que siga suscitando interés, la recibirás sin apenas darte cuenta. Si quieres deleitarte con la interpretación de un villano perturbado y carismático, oscuro y rimbombante, Chris Hemsworth te la ofrecerá muy buena gana con su transformación en Dementus, quizá el mejor papel de su carrera (siempre que no te lo estropee un doblaje descontrolado). Y si crees que Charlize Theron era insustituible como Furiosa, los ojazos superexpresivos de Alyla Browne y Anya Taylor-Joy te harán cambiar de marcha con su cautivadora encarnación del personaje en estadios diferentes de su leyenda, antes de ganarse el título de
Imperator de la Ciudadela.
Como dice el título, esta es una historia "de la saga Mad Max", una expansión en forma de precuela de una épica de cuatro ejes que pone el foco en el origen de Furiosa y que, con menos suerte de la que tenemos, podríamos haber visto en un medio distinto del que le es propio, como un cómic o una novela. Sin embargo, George Miller, ese australiano majadero con gasolina en las venas, ha vuelto a ponerse al volante de este monster truck de producción para regalarnos su mejor versión posible. ¿Resta con ello valor a la naturaleza cuasimitológica de un personaje que ya nació hecho? Probablemente. Pero si alguien tenía que cometer ese pecado, mejor que fuera su hacedor.
Valoración: ★★★★