Terror from the Abyss podría ser el nombre de una campaña del juego de rol de La llamada de Cthulhu o el título de una película de serie B producida por Roger Corman, pero es otra historia de espada y brujería protagonizada por vuestro bárbaro favorito. ¿Groo el errante? No, Conan de Cimmeria, bobos. ¿Es que no estabais prestando atención? ¿Habéis leído siquiera el título de esta entrada?
El autor del relato es Henry Herz. Y no me refiero al virtuoso pianista vienés del siglo XIX, sino al autor contemporáneo de cuentos infantiles como Little Red Cuddlefish o How the Squid Got Two Long Arms.
Primero sepias y calamares, y ahora terror abisal… ¿Hay un patrón aquí o se trata de una mera casualidad? La respuesta es irrelevante, porque no se me ocurre nadie más adecuado para escribir sobre la salvaje era hyboria que un autor cuyo principal corpus literario tiene como público objetivo a niños de entre tres y ocho años.
La historia comienza a bordo del Tigresa, el barco de la pirata Bêlit, cuyo segundo al mando es un joven y adusto Conan. Para los que no estéis al tanto de estas novedades editoriales, Bêlit ya apareció en esta colección como protagonista del relato Shipwrecked, que cronológicamente es anterior a su encuentro con Conan en La reina de la Costa Negra. Si os pica la curiosidad, podéis leer mi reseña de ese relato en Goodreads. Y si lo que os pica es el perineo, deberíais pedir cita con un dermatólogo.
El Tigresa asalta un barco mercante y, una vez lo ha saqueado y hundido conforme a las costumbres locales, regresa a su puerto secreto con la bodega llena de grano, ron y figuras de acción de la serie Conan el aventurero. Sin embargo, lo que podría haber sido un día típico en la vida de los piratas y también un relato la mar de soso (lo de "la mar" va sin segundas... o no) se convierte en una auténtica pesadilla cuando los marineros desembarcan y descubren que unas criaturas abisales están raptando a las mujeres del poblado y arrastrándolas al mar.
E texto describe a los secuestradores como una "combinación blasfema de hombre, pez y rana", pero cualquier parecido con los profundos de la obra de H. P. Lovecraft es pura coincidencia. Lo sé porque estos engendros acuáticos, a diferencia de los profundos, adoran al dios Thugath, no al Padre Dragón ni a la Madre Hidra. Y ni siquiera tienen acento gallego.
Desafortunadamente, el Tigresa no está en condiciones de partir en persecución de estos secuestradores inhumanos hasta que el técnico del seguro se ocupe de los daños sufridos durante el último abordaje, así que a los piratas no les queda otra que esperar a las reparaciones para poder rescatar a las mujeres y cobrarse venganza. Mientras tanto, Bêlit y Conan visitan a una bruja piruja para que les revele el código postal de los "abisales".
Fin de la sinopsis.
Curiosamente, pese a que la colección acaba de comenzar, Titan Books ya ha publicado dos aventuras marítimas del cimmerio, y lo ha hecho de seguido, solo con dos semanas de diferencia entre ambas. Aunque se trata de historias lo bastante diferentes como para no confundirlas, uno no puede dejar de preguntarse si no podrían haberlas publicado en otro orden o más distanciadas en el tiempo para evitar la sensación de monotonía. Sin embargo, a la vista de las portadas clónicas, es evidente que la atención a los detalles no es el fuerte de Titan Books. Si hay un plan que vaya más allá de publicar todos los encargos según se los vayan entregando, lo disimulan bastante bien.
Dejando las cuestiones editoriales al margen, el relato tica todas las casillas básicas del género de espada y brujería. Además, va al grano, te da acción de principio a fin, y se lee en el tiempo que tardas en chocolatear el escusado. Dicho esto, el protagonista podría haber sido Conan, el bárbaro del Golden Axe o cualquier otro andoba cachas en taparrabos.
Capturar la magia de los relatos de Robert E. Howard está al alcance de muy pocos escritores, pero lo mínimo que debería exigirse a cualquier historia apócrifa del cimmerio es que respete sus fundamentos. Esta no lo hace. Por poner un solo ejemplo, Conan nunca reza a Crom, ni siquiera para que le salve el culo de una aberración primordial de proporciones gargantuescas, que, para el cimmerio, es el pan de cada día. De hecho, en La reina de la Costa Negra, que para más inri es el único relato de Bêlit que escribió Howard, Conan le dice que "de nada vale [invocar a Crom]", porque "le importa muy poco si los hombres viven o mueren", y "es mejor callar que reclamar su atención, ya que suele enviar desdichas y no fortuna".
¿Es mucho pedir que estos relatos sean coherentes con el universo en el que se integran? Aparentemente, sí.
Además, el final es tan abrupto que parece que al escritor se le hubiera acabado el papel. Como relato aleatorio de espada y brujería tiene un pase; como relato de Conan, ninguno.
Valoración: ★★
Cuando leo una reseña de un relato de espada y brujería mediocre pienso que no puede ser tan difícil y que yo podría hacerlo mejor. Lo de escribir novelas digo, no lo de hacer reseñas. Para eso hace falta una sensibilidad y un arte especial.
ResponderEliminarYo podría hacer mejor ambas cosas, pero ninguna se me da bien, y una se me da peor que la otra. Así es la vida.
EliminarAunque no tenga previsto leerlo, me gusta leer tus reseñas. "¿Es mucho pedir que estos relatos sean coherentes con el universo en el que se integran? Aparentemente, sí." tremendo
ResponderEliminarA lo mejor me he pasado de duro. 😅
EliminarQué va, estoy de acuerdo 😃
EliminarMe encantan estos comentarios que vas haciendo que siempre son simpaticos y acertados
Me leí hace poco un libro de Thongor de Lemuria (cualquier parecido se debe, obviamente, a que Howard le copiaba) y desde la portada de la rendición con un cachas photoshopeado hasta el último personaje pasando por las explicaciones de flipao sudado y el final (ganan al malo, se hace rey porque todo el mundo apoya a un candidato en taparrabos con muy pocos estudios) era todo para mear y no echar gota. Sospecho que esta entra en el mismo saco.
ResponderEliminar¡Hombre, Thongor, claro que sí! Una creación "original" de Lin Carter, el autor que coescribió con Sprage de Camp los primeros pastiches de Conan. Me leí unas cuantas novelas de esas en su día. Todas obras maestras, naturalmente.
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