Aunque son muchos los estudiosos de Conan que han querido trazar una cronología de las historias del cimmerio, desde P. Schuyler Miller y John D. Clark, pasando por L. Sprague de Camp, no existe ninguna cronología del todo precisa o congruente. Si pudiéramos retroceder hasta la era hyboria y soportáramos el roce de la malla de acero y el picor del taparrabos, estas son historias que podría contarnos el propio Conan alrededor de la hoguera. Y no lo haría siguiendo un orden sucesivo de los acontecimientos, sino según le vinieran a la cabeza, quizá en función de los eventos de ese mismo día. El orden de sus aventuras solo es relevante para los especialistas en la obra de Howard y para la clase de fans que deberían aprender a relajarse. De hecho, si sumásemos todas las historias que se han contado sobre Conan en novelas, relatos, cómics, películas y series de televisión, llegaríamos a la conclusión de que nuestro aguerrido cimmerio no libra ni los domingos. En un mundo de bárbaros musculosos, hechiceros réprobos, monstruos aberrantes y damiselas de vestimenta precaria, la lógica no es lo más importante.
Por eso no deja de resultarme curioso que este relato, nada más empezar, ubique su historia en un momento tan concreto como tres meses después de lo ocurrido El diablo de hierro, una de las historias que escribió el propio Robert E. Howard, allá por la década de 1930. Es cierto que Roy Thomas procuró llevar cierto orden cronológico a los cómics de la colección Conan el bárbaro, y que la editorial Dark Horse hizo algo parecido cuando obtuvo los derechos sobre el personaje en 2003; pero, si nos centramos en las novelas, ese nivel de precisión es infrecuente. Generalmente, se trata más de una cuestión de etapas de la vida de Conan que de fechas; por ejemplo: esta historia es de cuando Conan era un ladrón novato, esta otra de cuando se las daba de pirata Garrapata, esta de cuando abrió un concesionario de caballos usados, etc. Decir que la historia transcurre tres meses después de El diablo de hierro" es muy específico.
La trama de The Shadow of Vengeance se desarrolla en Turán, o sea, lo que vendría a ser el Oriente Medio del mundo hyborio, solo que sin industria petrolera ni clínicas de trasplante capilar. Ghaznavi, regente de Khawarzim y artífice del plan que condujo a Conan a enfrentarse al coloso alienígena, quiere vengarse del cimmerio. Para ello, ha llegado a un acuerdo con Karash Khan, el líder de los Nueve, una secta de adoradores del dios de la muerte con fama de ser infalibles en su trabajo. Lástima que la infalibilidad solo sea cierta en sus folletos publicitarios.
Conan, ajeno al complot que se urde en su contra, ya tiene sus propios planes. Concretamente, está intentando forjar una alianza entre su banda de jinetes kozaki (que lidera desde el relato Nacerá una bruja) y los piratas de la Hermandad Roja, para, unidos y en armonía, tomar por las armas la ciudad de Khawarzim. Al cimmerio le acompaña Octavia, la muchacha nemedia a la que rescató en El diablo de hierro, que ha mantenido a su lado como concubina; al fin y al cabo, las noches en el desierto son frías, y aunque se hubieran inventado los calefactores eléctricos, no tendrían dónde enchufarlos.
Me alegra poder decir que The Shadow of Vengeance no solo una de las historias de Conan que mejor encajan en el mundo hyborio creado por Howard, sino que sin duda tiene la prosa más howardiana. Con sus descripciones vívidas y su lenguaje florido, Scott Oden consigue capturar el sabor añejo del pulp clásico con el que Howard alcanzó a la inmortalidad como creador del subgénero de la espada y brujería, aunque a él apenas le diese para pagar las facturas.
Este parecido con la obra de Howard es sorprendente, pero no fortuito, porque Oden, al igual que muchos aficionados al fantástico, no solo creció con los relatos originales de Conan y quedó fascinado por el carácter indoblegable del bárbaro, sino que aprendió a escribir ficción copiando esos mismos relatos. Oden transcribía los textos y después reemplazaba palabras, diálogos, etc. hasta hacerlos de alguna manera suyos. Aprendió del estilo y vocabulario de Howard, y los integró en su ADN literario.
¿Hasta dónde llega el esfuerzo de Oden por emular a Howard? Él mismo da la respuesta en esta entrevista:
"Cuando estoy trabajando en Conan, [...] intento olvidarme de todo lo que sea pastiche. Ni cómics, ni novelas de Tor, ni De Camp ni Lin Carter. Me centro únicamente en las palabras de Robert E. Howard e intento conscientemente escribir en su estilo, en su voz; lo tomo todo, desde su vocabulario hasta su visión del mundo, llegando incluso a buscar copias de textos históricos que pudo haber tenido y leído para adoptar la misma terminología histórica, sin tener en cuenta las convenciones modernas.
Me he creado documentos únicamente con los diálogos de Conan de las historias originales de Weird Tales, para ayudarme a captar la voz del cimmerio. Y escribo con las ediciones de Del Rey a mano, por si necesito consultar algo. He jurado no escribir nunca nada que contradiga cualquier hecho que Robert E. Howard haya establecido sobre Conan".
No sé si este grado de obsesión será saludable, pero su dedicación es admirable. Ahora casi me avergüenzo de no haber comprobado siquiera si he escrito bien todos los nombres que aparecen en esta reseña. Eso por no hablar de las fechas.
Por lo tanto, si nos ceñimos a la definición del diccionario, aquí la calificación de pastiche es más acertada que nunca. Y no de forma peyorativa.
Ahora bien, el texto tiene su propia cadencia, y, aunque sea de manera inconsciente, Oden mantiene un buen equilibrio entre el respeto cuasirreligioso a la obra Howard y los gustos del público más contemporáneo. Hoy nadie que tenga menos de setenta años sale a la calle con un sombrero de fieltro y un traje de tres piezas, y ninguna familia se reúne alrededor de una radio chapada en madera para escuchar seriales radiofónicos. Los tiempos cambian, y la literatura con ellos, sobre si tiene una aspiración popular.
En cualquier caso, si os gusta el Conan de Robert E. Howard, deberíais leer The Shadow of Vengeance. Incluso si nunca habéis congeniado con lo que han escrito otros autores sobre el personaje, quizá este sea el momento de darle una segunda oportunidad al Conan apócrifo. O tercera. Yo no llevo vuestras cuentas.
Valoración: ★★★★
¿Lidera kozakis o zuagires?
ResponderEliminarYo juraría que eran zuagires, al mando de Olgerd Vladislav,los que lo bajaban de la cruz de Costantius, el halcón, y Salomé la bruja.
En fin, lo de ser tan agarraos de repetir portadas ya pasa la tacañeria de los hijos de Shem, again.
En fin, al menos el autor se ha molestado en currarse la cronología, no como los jetas que llevan ahora Indiana Jones y star wars.Ya podría aprender la KK de los de Cobra Kai.
Volviendo a Conan, no entiendo como no se esmeran un poco en la presentación de los relatos, jolín, Forum en las novelas ponía distintas portadas con Buscema , hasta la editorial Bruguera se lo curraba más.
La KK y esta gente no se merecen tener algunas licencias para tratar el material así.
Aquí estas comprometiendo el trabajo del autor por ser tan rata de no cambiar una puñetera portada, muy mal.
En este relato desde luego se habla de los kozaki. Tendría que repasar los textos de Howard, pero juraría que el término kozaki se refiere a las hordas de bandidos en general, mientras que los zuagires son una tribu concreta. Y Vladislav, efectivamente, lideraba una banda de zuagires antes de que Conan lo invitara a afrontar nuevos retos profesionales.
EliminarMe sumo a la perplejidad de la negativa de la editorial a variar las portadas. Que tampoco es ponerse con esas portadas tan sugerentes del Pulp, que encandilaban nuestras mentes adolescentes, que ya dijimos que los tiempos cambian, pero sí algo más de vidilla y variedad. Y pues creo que también voy a agregarme estos dos últimos títulos a la biblioteca, aunque los voy a dejar al fondo de la cola de lectura, así que de esos no voy a emitir opinión. Así que al menos puedes decir que has contribuido con un par de ventas y el posible triunfo de la serie (si es el caso).
ResponderEliminarOjalá la editorial me hiciera caso con el tema de las portadas, pero cada vez que se lo menciono en Twitter, me ignora. ¡A mí, que tengo un blog! ¡Un blog! ¡Soy el cuarto poder! Lamentablemente, hasta la portada de la próxima novela es una castaña.
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